El abuso
infantil es una detestable realidad mundial. Esto queda evidenciado, por
ejemplo, por las extremas leyes adoptadas en la mayoría de los estados de los
Estado Unidos, que llegan al punto de que, un padre, prácticamente no puede tocar aun hijo ni con
el pétalo de una rosa, porque se corre el riesgo de ser apresado por ello,
acusado de cometer abuso infantil y ser despojado de la custodia de sus hijos.
Estas mediadas
desesperadas inspiradas en la frustración, el temor y la impotencia, en una
de las naciones más desarrolladas del mundo,
son un reflejo del tremendo problema que estamos encarando hoy.
He querido
traer el tema, para que todos mis lectores, sobre todo, los que ya tienen
sus hijos, pero sin excluir a los que están a punto de tenerlos, reflexionen
detenidamente sobre esta situación.
Con esta
cuestión hay dos lados del péndulo bastante bien definidos: por un lado
están los padres quienes ejercen en el seno familiar una autoridad dictatorial,
la cual se manifiesta en una forma irrespetuosa, abusiva y avasallante de
hablar a sus hijos y esposa o esposo. En los casos más terribles, a todo lo
antes dicho, se le agrega también la agresión física. Esta forma de proceder es
enfermiza, y ya, en nuestra legislación actual, hay sanciones para dicha
conducta.
En el otro
lado del péndulo, esta el papá o mamá súper-complaciente, ellos nunca se
enteran de nada, la ley del hogar es: ¨lisez
affair¨ y que el Diablo se lleve al
demonio. Esta es otra enfermiza manera de abordar el asunto.
¿QUE PODEMOS
HACER PARA PONERLE FRENO A ESTA ANOMALIA?
Lo primero
que hay que hacer, y sé que soy bastante incisivo es este punto, es
identificar el problema. Reconocer que tenemos un problema nos permite
situarnos en un punto de partida desde el cual podemos evaluar las acciones a
tomar, en otras palabras; después de autoevaluarme, yo mismo, o con ayuda de
alguien más, he descubierto que …. ¨soy
un papá o mamá pegón, o dicho más llanamente, soy un abusador. En dicho
caso, no estoy realmente disciplinando a mis hijos, sino que los estoy
aterrorizando, no estoy fomentando en ellos respeto hacia mi persona, sino que
los estoy empujándolos a tenerme miedo. Si esta es la situación, tú necesitas
ayuda urgente. La Biblia tiene muy buenos consejos acerca de este tema, los
cuales compartiré contigo mañana, pero hoy te dejaré con esta experiencia
personal, que espero te sirva.
Como
sabemos, uno tiende siempre a actuar por imitación, así que cuando Martha y
Yo trajimos al mundo a nuestro primer principito, Shamir, empecé a confrontar
mis primeras experiencias con la paternidad responsable, y la manera como la
enfrente, fue obviamente, aplicando en mi vida lo que había visto en mis
padres. En ese proceso en el cual, los niños empiezan a trasvasar las
fronteras, para medir, hasta dónde pueden llegar, después de usar el recurso
verbal, recurrí al otro recurso, el más fácil de todos, pero al mismo tiempo el
más fatídico de todos.
Enojado con
el niño, le pegué. Pero algo ocurrió. Después de haberle pegado y haberle
gritado que se callara, Dios hizo que, la imagen de mi niño, aterrorizado, inocente e indefenso, se grabara en mi mente,
y puedo decirles, que es una imagen que aun hoy me perturba, Dios me hizo
entender que yo no estaba disciplinado, sino, simplemente descargando mi ira
abusiva e irracional con alguien que no podía responder al mismo nivel. Después
de ese día, yo me propuse jamás abordar corrección para mis hijos, en forma
iracunda, y solo recurrir al contacto físico, en situaciones extremas y de
forma limitada, controlada y razonablemente aceptable.
Consultas y asesoria
Pastor Juan Alberto Galvá
Whatsapp829-333-3981
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