Orientación
& Difusión Cristiana (O&DC)
Circulo
Dominicano de Reflexión Teológica (CIDRET)
Instituto Teológico
de Santo Domingo (INTESAND)
P
e r s p e c t i v a C r i s t i a n a
Exaltamos a Cristo,
Predicamos, Enseñamos, Apoyamos, Nos oponemos, y Denunciamos
Sola Fe, Sola Gracia, Solo
Cristo, Sola Escritura, Solo a Dios la Gloria
Por: Pastor Juan Alberto Galvá
Rara vez veremos al enemigo de la justicia recurrir a elementos dramáticos
para dañar la obra de Dios, por una parte Dios no le permite matar a mansalva y
las enfermedades que ocasiona a los seres humanos deben tener primero el sello
de la aprobación divina antes de ser ejecutadas. La cuerda de Satanás solo
llega hasta donde Dios le deja.
Pero más comúnmente Satanás usa un arma comparativamente mas inocua pero
aun más eficaz a fin de dañar y detener a los siervos de Dios. Se trata de la
calumnia. Creo que todos hemos tenido la
sensación de recibir la molesta llamada telefónica de algún vago, que, teniendo
tiempo de mas te llama por teléfono, solo para satisfacerte diciente una
grosería, y después cierra el teléfono impunemente sin siquiera esperar a que
lo mandes a freír tusas.
Sientes esa sensación de impotencia ante la andanada de cosas que están
diciendo de ti, no sabes que hacer, a veces si les respondes, sale mal, y si te
callas también sale mal.
Así que Satanás sabe que el ser humano es muy suceptible a la burla y a
la critica; estono es del todo malo, después de todo, nadie quiere ser objeto
de sorna o rechazo, todos, en cambio, quisiéramos recibir reconocimiento por
las cosas que hacemos. Pero lo que ocurre en el texto que ahora tratamos (Neh
Cap 4-1 y ss…) es todo lo contrario, los enemigos del pueblo de Dios ya habían
manifestado cierto nivel de descontento con el hecho de que se procurara la
reconstrucción de los muros de Jerusalén, pero el asunto no pasaba de ahí,
porque en primer lugar ya habían visto al pueblo construyendo durante mucho
tiempo y ningún avance significativo habían logrado, de manera que lo que ahora
intentaran hacer, probablemente terminaría igual, al menos ese parece ser el
calculo que hicieron los enemigos de la obra de Dios.
Pero según fueron pasando los días, y las semanas y viendo que la obra
iba en serio, de tal suerte que el muro, que era construido con gran entusiasmo
ya iba por la mitad de la altura, y que ya habían indicios convincentes de que
si se les dejaba seguir con el ritmo que iban lograrían sus propósitos, en este
punto, los enemigos deciden pasar a un segundo nivel.
Ahora la estrategia es desmoralizar al pueblo que construye mediante dos
armas muy urticantes, subrepticias y persuasivas, estas son, la burla mordaz y
una guerra sicológica mediante todo un sistema de amenazas.
Jesús había estado predicando en tierra de Judea en la región circunvecina a Jerusalén, la capital
espiritual y política de Israel, y al darse por enterado de que su presencia
era demasiado notoria, decidió ausentarse de esa zona, a fin de que las
maquinaciones humanas y de Satanás no fueran a tener alguna repercusión
negativa para el desenvolvimiento de su ministerio, decide dejar Judea y
dirigirse a Galilea. (Evangelio de Juan 4:3). El propósito
último del Señor era dirigirse a Galilea, en donde, por así decirlo, estaba el
centro de sus actividades ministeriales, pero para llegar allí, “le
era necesario pasar por samaria”. En parte, esto era así, porque era la
vía más expedita para llegar a su destino, pues podía hacer el viaje evitando
atravesarla como hacia la mayoría de los judíos, debido a las tensiones
existentes entre estos dos pueblos —judíos y samaritanos— fruto de sus
históricas diferencias culturales y religiosas. Pero sabemos que en Dios no hay
casualidades. A Jesús “le es necesario pasar por samaria”
no porque quiere ahorrarse un tramo del camino, sino, porque tiene una misión
salvadora en aquel lugar. La historia
que sigue, es muy famosa, y admito que es
una de mis preferidas. Jesús, a propósito, va al llamado “pozo de Jacob” lugar
que formaba parte de la herencia histórico religiosa del pueblo samaritano.
Nuestro Señor hace guardia allí por un tiempo, hasta que ve llegar hasta si el
objeto de su misión, “La Mujer Samaritana” ella
se acerca al pozo, para hacer lo que habitualmente hacia todos los días.
No obstante, había algo poco usual en su conducta; esta mujer iba a sacar agua
a la hora de más calor, la hora en que
ninguna otra lo hacia, normalmente las mujeres solían sacar agua en las horas
tempranas, se saludaban, compartían el rato y se cuidaban unas a otras. Pero
esta mujer rompe el patrón, ella va sola, y va a la hora de más calor.
Jesús entonces
al verla posiblemente clavó su mirada en ella, o quién sabe, tal vez le dio una
mirada indiferente; ella por su parte, habrá hecho igual, quizá lo miró
recelosamente. Su caminar y sus movimientos habrán delatado el apuro de salir
del asunto y largarse de allí lo antes posible; pues no era únicamente que
estaba allí sola con un hombre desconocido, sino que además de todo, este forastero
era judío; ella lo reconocía, por sus rasgos faciales característicos, y por
algo más…. —No crean que fue por alguna aureola en la cabeza de Jesús, o algún
letrero que lo anunciara—, lo supo por el tono de su voz. Como era de esperarse
Cristo, rompió el hielo, e inició una conversación, y ella desde que captó el
acento, de seguro se dijo a si misma:
— ¡Ah!, este
es judío, no es muy religioso, porque se atreve a hablarme, ¡Solo Dios sabe las
intenciones que tiene!—
—Dame de beber, le dice Jesús. (4:7).
— ¿Cómo tu, siendo judío, me pides a mi de beber, que, que soy mujer
samaritana?
Notemos que aunque esta mujer, tiene toda la indumentaria para la pelea,
Jesús, ignora sus prejuicios, y, haciendo lo mismo que hizo anteriormente con
Nicodemo, va al grano: “Si conocieras el don de Dios, y quien es el
que te dice, “Dame de beber” tu le pedirías, y el te daría agua viva. (4:10)
Pero la mujer, al igual que Nicodemo, está razonando en la carne
(humanamente), no puede ver la trascendencia espiritual de lo que Jesús le
dice, y no es para menos, Jesús, aun, no se le ha revelado.
—Señor, —continua
ella— no tienes con que sacarla, y el pozo es hondo —muy obvio, pues
el empezó pidiéndole a ella, pero ella ve que Él no tiene un cántaro en la
mano, ni una soga ni nada por el estilo— ¿De dónde pues, tienes tú el agua viva? Pero no conforme con hacerle ver como un desequilibrado, ella pasa a
enrostrarle su odio racial y a exaltar su herencia nacional: (4:11-12),
pero el Señor misericordiosamente, una vez más, la encausa por el camino de su revelación
personal, —“Cualquiera que beba del agua de este pozo, volverá a tener sed; pero
el que beba que Yo le daré, no tendrá sed jamás.
¡Que promesa, más extraordinaria! Cuánta misericordia, cuánta compasión.
A nuestro Señor “le era necesario pasar por
Samaria” porque tenía una misión
de salvación que llevar a cabo, y esta mujer, marginada, oscurecida por el pecado, frustrada de la vida y deseosa de
un milagro, experimentó la misericordia de Dios, ¡Y de qué manera! El mismo
Dios en persona, le hizo la más maravillosa de las promesas, una promesa de
cumplimiento instantáneo: “el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” esa misma
promesa está también disponible para ti
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