viernes, 14 de junio de 2013

JUAN PABLO DUARTE BIOGRAFIA VIDA Y OBRA..


Nace Juan Pablo Duarte y Díez el 26 de enero de 1813 en la casa  ocupada hoy, por el Instituto Duartiano; situada en el Barrio de  Santa Bárbara, en la actual calle Isabel La Católica No. 308, en Santo  Domingo. Hijo de Juan José Duarte, ciudadano español, y Manuela
Díez Jiménez, nativa de El Seybo.

Es bautizado en la Iglesia Parroquial de Santa Bárbara, y desde pequeño se distingue por su afán de aprender; según nos relata su hermana Rosa, se aprendió el catecismo desde muy corta edad y que tenía una clara inteligencia. Recibió clases del profesor Manuel Aybar y de otros maestros de la  época, pero pronto se dieron cuenta sus padres de que no había para él ninguna posibilidad de un aprendizaje adecuado, ya que la ciudad  carecía de facilidades para estudios profundos.

Recordemos que la Universidad estaba cerrada por los invasores ocupantes, y no había colegios de categoría.  Por tanto, su padre resuelve aprovechar el viaje a Europa de un amigo de la familia, comerciante y vecino, Don Pablo Pujols para enviar a Juan Pablo bajo su cuidado a España, donde sí podía adquirir cultura y educación convenientes. Es por eso que salen para Europa en junio de 1829 y llegan al Puerto  de Providence (Rhode Island) en Estados Unidos, el 2 de julio en el bergantín George Washington. Al llegar a Estados Unidos empieza a captar aires de progreso y de derechos del ser humano. Cruza el Atlántico y llega a Inglaterra y a
Francia donde todavía se mantenían vigentes y se apreciaban las luchas y sueños de libertad, igualdad y fraternidad.

Viaja a España y  ahí es, donde narra con sus propias palabras, después que regresa a
su ciudad natal, que recibe el mensaje que más le impresionó. En este regreso de Europa lo recibe la juventud, en el desembarcadero del río Ozama. Todos van alegres hasta la sala de su casa, donde empiezan los inquietos interrogatorios de los jóvenes de entonces. ¿Qué fue lo que más te impresionó de tu viaje Juan Pablo? Y la respuesta es rápida y cortante: “los fueros y libertades de Cataluña, los cuales algún día daré a mi país”. Esa promesa que se había hecho
en el camarote del barco, estaba vigente, e iba a estarlo durante toda su vida. Se había comprometido con su Patria, y ya todos sus grandes esfuerzos serían canalizados en esa misma dirección.

Después ayuda durante un tiempo, a su amigo José María Serra escribiendo pasquines contra la dominación haitiana, le pide a su padre que le ceda una habitación en el almacén ferretero que éste tenía en Las Atarazanas y, allí comienza ese maestro de pueblos a enseñarle a todos sus compañeros: matemáticas, geografía, idiomas, historia, etc., tratando de mejorar ese nivel cultural tan apagado que había en la juventud, y de elevar su autoestima, pero, más que nada, insuflarles sus ideales de Patria Libre, contagiándoles con su entusiasmo, y graduándoles poco a poco, de futuros próceres de la Patria.

Allí también les enseñaba esgrima debajo de un árbol, disciplina muy importante porque, a más de entretenido y entusiasta deporte, era  un arma de guerra de las más útiles de la época. Recordemos que no existían las armas automáticas y las demás eran lentas y defectuosas, de ahí la importancia de la espada, el sable y el machete. La esgrima era obligatoria en el Ejército.

Con el paso del tiempo se da cuenta de que era necesario algo más que la prédica o la concientización de persona a persona y, entonces, viene su idea cumbre: la Fundación de la Sociedad La Trinitaria. Un verdadero ejército secreto que se extendió por todo el país, galvanizando en la conciencia nacional de que éramos una nacionalidad, y que por tanto teníamos derecho a ser una nación libre e independiente de toda dominación extranjera.

El 16 de julio de 1838 aprovechando que salía la procesión de la Virgen del Carmen de la Iglesia del mismo nombre, entre los cohetes, el repicar de las campanas y el bullicio de la multitud, se reunió Juan Pablo con ocho jóvenes más, que lógicamente pasaron desapercibidos por los haitianos, en la casa de doña Josefa Pérez de la  Paz madre de Juan Isidro Pérez, uno de sus más leales amigos, y allí, Juan Pablo Duarte les explicó la finalidad de ese encuentro: les leyó el Juramento Trinitario mediante el que todos se comprometían con su persona, vida y bienes, habidos y por haber, a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a la creación de una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera que se denominaría República Dominicana, la cual tendría su pabellón en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca y que, mientras tanto, los trinitarios serían reconocidos con las palabras sacramentales de: Dios Patria y Libertad. Les explicó los riesgos que iban a correr y que, si alguno no estaba de acuerdo, ese era el momento de retirarse del compromiso. Todos aceptaron.

Para mayor solemnidad signaron con su sangre, una cruz, en cada uno de los pliegos criptográficos que Duarte les suministró. No hay dudas de que lo aprendido por él en la masonería influyó mucho en la perfección de esta organización que se extendió por todo el país, sin la menor sospecha de los haitianos. También el romanticismo heroico de la época, que el Patricio llevaba albergada en su alma. Como se puede ver, seis años antes de que Sánchez enhestara con manos trémulas por la emoción, la Bandera Nacional en la Puerta del Conde, proclamando la Independencia, ya Duarte en el Juramento Trinitario nos había dicho cómo se iba a llamar esa república, cómo iba a ser nuestra bandera, y cuál sería el lema de la nación: “Dios, Patria y Libertad,” que también, después formaría parte de nuestro escudo. ¡Qué hombre tan dotado, que planificaba con emotividad y eficiencia!

Pero Duarte se dio cuenta que también era necesario llegar a la sociedad mediante obras de teatro, e implementó la Sociedad Dramática, para proyectar, según el libreto, mensajes de libertad y de patriotismo, en las piezas escogidas por él, y que eran recibidas con el beneplácito del público.

Todavía hay más, también organiza la Sociedad Filantrópica, y en veladas y en reuniones con amigos y amigas, donde él, Sánchez y varios amigos más tocaban guitarra, flauta, y declamaban bellas poesías, aprovechaba para crear conciencia patria, aparte de recaudar fondos, para los viajes al interior del país y los gastos del proyecto de la República. Debemos decir que desde 1834 ingresó en la Guardia Nacional haitiana como cabo furiel y cuando algunos amigos le reprocharon ésto, les convencía de que tenían que hacer lo mismo, porque sabía que, lamentablemente, iban a tener que pelear y por tanto tenían que aprender el arte militar, siendo ése el único sitio donde podían hacerlo. Hicieron carrera en los cuarteles y en la milicia del invasor.

Pero tenemos que considerar al Duarte político. No político como estamos acostumbrados a ver algunas personas corruptas, hacer fortunas a costa del erario público, sino en la más sana acepción de la palabra. Duarte se dio cuenta de que el pueblo haitiano estaba inconforme con el tirano Boyer y que se preparaba un movimiento revolucionario llamado de La Reforma; entendió que era la mejor coyuntura que podía presentársele por lo que deciden unirse a esos
revolucionarios para derribar los cimientos del gobierno haitiano, no sólo debilitando así al invasor sino ganándose incluso, su confianza.


Duarte envía a Ravelo a los Cayos, Haití, para hacer contacto con ese movimiento, y al no conseguir éste su objetivo, le encomienda la misión a su brazo derecho, Ramón Mella, y ese sí, hombre hábil y dinámico, consigue hacer contacto con ellos planificando las acciones a desarrollar, Duarte espera el triunfo de los reformadores, y después de la caída de Boyer en Haití, se dirige a tomar el palacio de Gobierno sito frente a la plaza de armas, comandando haitianos y dominicanos, siendo ya capitán de la Guardia Nacional.

Son tiroteados, hay muertos y heridos, y Duarte tiene que refugiarse en casa de un tío, pero como ya hemos dicho, nunca se da por vencido, hay constancia en su labor, saltó la muralla que rodeaba la ciudad y se dirigió a San Cristóbal, donde convence al coronel Roca y también al comandante haitiano para que movilizaran las tropas y vinieran junto con él y, todos juntos, ocupar el gobierno de la ciudad. Ya en el poder, las nuevas autoridades haitianas ven a Duarte como un aliado. Lo nombran como parte del gobierno de Santo Domingo. Logra convencerlos de que como él es agrimensor y tiene que viajar al interior, puede ayudar a formar las juntas populares en los diferentes pueblos. Es lo que Duarte esperaba, la oportunidad de concienciar a los dominicanos, también en los pueblos. Resulta que, en las votaciones libres celebradas posteriormente en todo el país, de las cuales tenemos un ejemplo en nuestro archivo de documentos del Instituto Duartiano: la realizada en Bayaguana. En todos los pueblos los
dominicanos fueron electos mayoritariamente sobre los haitianos. Desde luego, los haitianos pese a que desconocen el ejército secreto de La Trinitaria, se dan cuenta entonces que este Duarte está realizando una labor en contra de ellos, promoviendo la Independencia
Dominicana.

Por todo esto, el general Charles Herard Aimeé entra por el noroeste con un fuerte ejército, deteniendo a todo aquel que se sospeche duartista, y en el Cibao, hace preso a Mella y pone precio a la cabeza de Juan Pablo, ofreciendo el rango de coronel a quién le de muerte o capture. Juan Pablo tiene que esconderse y todos los vecinos se disputan el honor de arriesgar su vida para protegerle. Pero al fin y al cabo, cede ante los ruegos de su padre y comprende que su vida es preciosa para la causa, burla la persecución haitiana y sale en una yola hasta un bergantín que le esperaba para llevarle a Venezuela.

Mientras tanto, Sánchez está enfermo, y sus familiares para protegerle de la persecución haitiana hacen creer su muerte, y fingen su entierro. Los haitianos, con Duarte fuera, con Sánchez en la estricta clandestinidad (“muerto”), y Mella prisionero, se tranquilizan y, con el tiempo, regresan los regimientos 31 y 32 integrados en su mayoría por dominicanos, (que habían sido trasladados a Haití por precaución),  los devuelven a Santo Domingo, creyendo que el peligro ha pasado.

Duarte no está presente, pero la semilla, el germen de Patria Libre ya ha sido sembrada en el alma de los dominicanos y éste, es un terreno fértil donde ha germinado con fuerza. Estando Duarte en Venezuela recibe una carta de Francisco Sánchez, donde le informa del estado en que están los trabajos de la revolución libertadora, y le explica la necesidad de conseguir armas y municiones para la lucha que se avecina. El Padre de la Patria le responde entonces con la llamada “Carta del sacrificio”, donde le pide a sus familiares que vendan su casa natal para poder conseguir la libertad dominicana. El párrafo principal de esta misiva memorable
dice así:

 “El único medio que encuentro para reunirme con Uds. es independizar la Patria; para conseguirlo se necesitan recursos, recursos supremos, y cuyos recursos son, que Uds. de mancomún conmigo y nuestro hermano Vicente ofrendemos en aras de la Patria lo que a costa del amor y trabajo de nuestro padre hemos heredado. Independizada la Patria puedo hacerme cargo del almacén, y más, heredero del ilimitado crédito de nuestro padre, y de sus conocimientos en el ramo de marina, nuestros negocios mejorarán y no tendremos por qué arrepentirnos de habernos mostrado dignos hijos de la Patria”.

Con el liderato de Sánchez y con las diligencias de Mella para integrar a la causa a los conservadores, que es la clase pudiente de la patria, y resulta necesario porque los jóvenes revolucionarios no tenían toda la fuerza imprescindible para dar ese paso gigantesco que era la alborada de la libertad. Se elabora el Manifiesto del 16 de Enero, mediante el cual se declaran los derechos del pueblo dominicano a ser libre e independiente y se programa para la fecha
del 27 de febrero, dar el golpe decisivo, tras una reunión en la Puerta de la Misericordia. Cuando algunos vacilan, porque no están presentes todos los compromisarios, o porque los riesgos son grandes y quieren aplazar el acto para otra fecha, Mella, con el carácter valiente e impulsivo de siempre, exclama: “es ahora” y con el disparo de su trabuco, les compromete a todos. Ya no hay salida ni retroceso posible, van a la Puerta del Conde, donde el Capitán Martínez Girón entrega la fortificación.


La jovencita Concepción Bona entrega a Francisco  Sánchez el lienzo tricolor, y con la alborada que entonó Florentino Sordo con su trompeta, hizo flotar por primera vez nuestra bandera en los aires nacionales, diciendo al mundo que había nacido la Patria que soñó Juan Pablo Duarte y que ya es una realidad, la Independencia. Se forma una Junta Provisional Gubernativa la cual, dentro de sus primeras decisiones ordena buscar a Juan Pablo a Curazao, para lo que se comisiona al Comandante Juan Alejandro Acosta al mando de la Goleta Leonor. Parte el día 2 de marzo y regresa el 14 del mismo mes, después de ondear por primera vez nuestra bandera en las aguas del Caribe. El día 15 se produce el desembarco del preclaro fundador de nuestra nacionalidad, al arribar al Puerto de Santo Domingo y al cruzar la Puerta de San Diego, fue recibido por todo el pueblo, y el primer Arzobispo dominicano Monseñor Tomás de Portes e Infante, le saludó con las palabras “Salve, Padre de la Patria”.

Ese es el momento más glorioso en la vida de Duarte. Va a su hogar a abrazar a su madre y sus hermanas, recordando al padre fallecido en su ausencia. Se entera de todas las medidas que se han tomado: que ya, alrededor de 600 hombres del Este al mando de Pedro Santana, se han trasladado a Azua para enfrentar la invasión haitiana, siendo reforzado este improvisado ejército por los antiguos regimientos 31 y 32, y fuerzas de San Cristóbal, Baní, Azua y todo el sur. Va a la Junta Central Gubernativa donde ofrece su espada y se pone humildemente a las órdenes del gobierno, el cual le nombra vocal de la Junta. Después del triunfo dominicano en la Batalla de Azua el 19 de marzo, la retirada de Santana a Sabana Buey, provoca inquietud en el
gobierno y envían a Duarte al mando de una división del ejército,  como Comandante Adjunto de las Fuerzas Dominicanas.

Son inútiles los esfuerzos de Duarte por tomar la ofensiva y convencer a Santana de la desmoralización del ejército haitiano y la conveniencia de perseguirle y derrotarle. Pero Santana sigue opinando que hay que esperar. Mientras tanto, Santana sigue en sus esfuerzos por conseguir apoyo francés, y a Duarte se le ordena regresar a Santo Domingo, lo que obedece para evitar enfrentamientos y quebrar la necesaria unidad del bisoño Ejército Nacional. Cuando regresa, entrega ochocientos veintisiete pesos que le sobraron de Mil que le habían entregado para el mantenimiento de los soldados, y da cuenta de los gastos, con pesos y centavos, de la suma de ciento setenta y tres que gastó. Es la famosa rendición de cuentas de un hombre que todo lo ha sacrificado ya por la Patria. Ejemplo de honestidad para todos los tiempos y para todos nuestros gobernantes.

El 26 de mayo en una reunión que se celebra en la Junta Central Gubernativa, Bobadilla y los afrancesados, ya sin ningún pudor, hablan claramente de anexar de por vida la península de Samaná a Francia, a cambio de la protección permanente de esa nación. Nuevamente, Duarte da muestras y ejemplo de su honestidad y patriotismo y con vigor incidenta la reunión y evita la venta de la Patria.

Como los anexionistas continúan con su poca fe en los destinos nacionales, y con sus manejos turbios para conseguir el protectorado extranjero, Duarte se reúne con Sánchez, Mella y José J. Puello, quien era el Jefe de la guarnición de la ciudad, y ejecuta una acción patriótica el 9 de junio, derrocando a Bobadilla y los demás funcionarios de la Junta que eran anexionistas. Se crea una nueva Junta presidida por Sánchez, la que acuerda depurar el ejército de los elementos que estaban en connivencia con el Cónsul Francés, y llevar prisión a los traidores a la patria, pero de éstos se salvan  algunos al refugiarse en el consulado galo, escondiéndose los otros.

Algunos historiadores creen que ésta es la época en que elaboró un magnífico proyecto de Constitución Dominicana, que, se expone, de su puño y letra en el Instituto Duartiano. La nueva Junta presidida por Francisco del Rosario Sánchez envía a Juan Pablo Duarte al Cibao para crear la necesaria unidad entre todas las fuerzas del ejército del norte. Es recibido en triunfo en La Vega y en Santiago, y Mella, impulsivo como siempre, le proclama presidente de la República, cosa que todo el pueblo de allí respalda, pero Duarte se muestra reservado, por muchas razones. Al enterarse Santana de que la nueva Junta Central Gubernativa quiere depurar al ejército bajo su mando, se niega y regresa a Santo Domingo, donde el Jefe de la Plaza: el General Puello, presionado por el Cónsul Francés no le hace frente, y Santana con su ejército da un golpe de Estado y ordena apresar a Duarte, Mella y todos los que en realidad fueron verdaderos patriotas.

Duarte se deja apresar en Puerto Plata, sacrificándose una vez más, para evitar una guerra civil. Es traído a Santo Domingo desde donde es expulsado del país, junto a los demás creadores de la Patria, como si fueran traidores. Ese es el duro precio que tiene que pagar Juan Pablo por ver, convertido en realidad, su sueño de darnos una patria libre, aunque estuviera mal gobernada.

A partir de entonces la República rechaza todas las invasiones haitianas durante doce largos años en cuatro grandes campañas, demostrando que Duarte no era un iluso al tener fe en el dominicano. Que tenía razón cuando creía que nuestro criollo era capaz de las más grandes hazañas, tal como había hecho al pelear contra la invasión inglesa de Penn y Venable; al derrotar a las tropas francesas en la Batalla de la Limonade o Sabana Real, y también al héroe de Francia, General Ferrand, en la Batalla de Palo Hincado, con ejércitos de campesinos, como improvisados soldados, con el machete de labranza, recortado y con lanzas, a ejércitos aguerridos, bien equipados, disciplinados y con generales experimentados.

En el 1863 se entera Duarte en su retiro de Venezuela, que por fin, los impenitentes vende patria han anexado a España la nación, y que el lienzo tricolor plasmado en el Juramento Trinitario fue sustituido por Pedro Santana, por la bandera española. Pero, la semilla que nuestro patricio sembró, germinó por todo el territorio nacional motivado por el Grito de Capotillo. Además, el pueblo ha implementado una guerra de guerrillas con instrucciones precisas del General Ramón Mella. Entonces, Duarte para contribuir con el esfuerzo bélico patriótico que se realiza en el lar nativo, vende una pequeña casa en Caracas y con dichos fondos, arma una expedición para desembarcar por Montecristi, y venir a dar su vida por la mancillada República que él ideó.

Se pone a las órdenes, como un soldado más, del gobierno de la “República en armas”. Tiene un encuentro con su viejo hermano de ideales, el general Mella, quien es Vicepresidente del Gobierno Revolucionario, y que está muy enfermo, casi moribunda bandera y aún tiene Patria. El pueblo que más ha luchado por su libertad, en América; es, sin duda, el dominicano. A quien Duarte siempre creyó capaz de crear y mantener su Patria Libre.

¿Y qué es la Patria de que tanto hablamos? Pues la Patria somos todos, la Patria es usted, su familia, sus antepasados, sus hijos, sus instituciones, esas preciosas montañas de República Dominicana, las playas más lindas del mundo, nuestros hermosos valles, nuestra religión, nuestros deportes, nuestro ambiente, nuestros sueños, todo lo que tenemos y queremos, eso es la Patria. Por todo eso, ahora podemos trabajar en paz, unidos, para mejorar los esfuerzos de tanta gente que se ha sacrificado en el pasado, y superarnos y buscar soluciones para mejorar nuestras condiciones de vida, pero siempre con fe en lo nuestro, siempre con fe en el dominicano, para algún día tener la Patria justa y feliz, además de libre, que soñó, para ti, Juan Pablo Duarte.

Prof. José Joaquín Pérez Saviñón Presidente del Instituto Duartiano, teniendo ocasión de abrazarle, de compartir con él sus aspiraciones y reafirmar la vieja amistad que los une. Pero ya no es el mismo Duarte, ya no es el líder de aquellos jóvenes; ahora es un hombre envejecido y enfermo. Además, muchos de estos nuevos dirigentes, ni siquiera le conocen. El gobierno en armas le pide que sea su representante ante los países de Sudamérica, para conseguir ayuda a la causa de la Restauración de la Independencia.

Duarte en principio se niega, pero luego viendo que puede ser manzana de discordia, se sacrifica, una vez más, y parte para Venezuela, a tratar de nuevo de conseguir ayuda para la causa dominicana. . . Juan  Pablo Duarte y Díez, fallece en Caracas el 15 de julio de 1876, a
causa de tuberculosis pulmonar, recordando, como siempre, su hermoso, romántico y extraordinario sueño de una Patria libre, justa y feliz. ¿Tuvo Duarte con sus ideas, en realidad, razón? ¿Tuvo éxito en el gran ideal de su vida? Sí, porque tenemos una República libre que él creó, y de no haber sido por él, hubiéramos compartido la misma desastrosa suerte de lo que es, penosamente, Haití hoy en día, porque si ellos no han podido valerse por ellos mismos, mucho menos se habrían ocupado de nosotros.

Había que crear la Patria Dominicana porque éramos, y somos, de distinta nacionalidad, y con territorio, constitución, idioma, religión, tradiciones, costumbres e idiosincrasia, diferentes.
Con economía e historia también diferentes, y por lo tanto, tenemos derecho a tener una Patria libre e independiente.

¿Tenía razón al tener fe en el dominicano? También los hechos  demuestran que Duarte tenía razón, nuestro criollo ha vencido  ingleses, franceses, haitianos, 30 mil soldados españoles en la guerra restauradora y en Santo Domingo, en el 1965, peleó con la nación más poderosa de la historia, y el criollo dominicano.

PROF. JOSÉ JOAQUÍN PÉREZ SAVIÑÓN
Instituto Duartiano
Museo Casa Duarte y Biblioteca
Santo Domingo, República Dominicana
2007
PATRIOTISMO
Juan Pablo Duarte
©2007
Instituto Duartiano
Museo Casa Duarte y Biblioteca
Título:
Resumen de la Verdadera Historia del
General Juan Pablo Duarte y Díez
Autor:
Prof. José Joaquín Pérez Saviñón
Diagramación:
Luis F. Moreno
República Dominicana
Aumentada y corregida: 25 septiembre 2007












El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.

Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria".

Para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.

Luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.

Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.

El padre de Duarte murió en la ciudad de Santo Domingo eI 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte ausente del país y su madre en Caracas en el 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.

Juan Pablo fue bautizado en la Iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.

Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.

En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.

Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.

Juramento de los Trinitarios
En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la Separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: "Dios", "Patria" y "Libertad". Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.

Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria". Para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.

Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.


En Europa, convulsionada entonces por el romanticismo, el liberalismo, el nacionalismo y el socialismo utópico, se impregnó de los ambientes revolucionarios de la época. Juan Pablo Duarte fue testigo del régimen de libertades y de los derechos que tenían los europeos. Mostró especial interés por las reformas de Cromwell, los cambios producidos en Alemania y en Francia, pero sobre todo los acontecimientos en España y las reformas de la Corte de Cádiz. En España se sabe que residió en Barcelona, donde es posible que estudiase derecho.

Fue entonces cuando comenzó a perfilarse el ideario político de Juan Pablo Duarte, en el cual el nacionalismo y el liberalismo se fundían sobre un fondo romántico: los dominicanos eran un pueblo con identidad propia, que los hacía dignos de la independencia política. Alcanzada ésta, la nación debía organizarse sobre la base del institucionalismo de la democracia representativa, que a su vez era un fruto del pensamiento liberal. En 1833 regresó a su país dispuesto a llevar a la práctica estas ideas.

Fue en el seno de la clase media urbana donde sus ideas encontraron mayor eco. Para entonces, casi toda la aristocracia y demás grupos dirigentes se hallaban solidarizados con el régimen haitiano, razón por la cual fue imposible obtener, en los primeros años, su cooperación. Al irse ensanchando el movimiento, Duarte comprendió que se hacía imprescindible crear una organización que, siguiendo el modelo de las sociedades europeas de los Carbonarios, asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Así surgió la sociedad La Trinitaria, cuyo objeto era liberar al país del dominio de Haití. El lema de esta sociedad fue: "Dios, Patria y Libertad". Luego surgió la sociedad La Filantrópica, que realizó una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

En 1843 luchó junto a los revolucionarios haitianos para derrocar a Boyer, pero el objetivo de Duarte era la independencia de la parte española de la isla, por lo que continuó su lucha tras la caída de Boyer. El 2 de agosto de 1843 tuvo que exiliarse en Caracas, perseguido por el nuevo gobierno haitiano. Pese a ello las ideas independentistas de Duarte siguieron ganando adeptos y el 27 de febrero de 1844 sus seguidores declararon la independencia del país. Tras algunas batallas la causa independentista triunfó y los haitianos fueron expulsados a su parte de la isla y se configuraron las fronteras actuales entre Haití y la República Dominicana.

Juan Pablo Duarte fue recibido, el 14 de marzo, por el nuevo gobierno como un héroe nacional y fue nombrado general del ejército. El triunfo del movimiento iniciado el 27 de febrero impulsó al presidente haitiano Herard a invadir la República con un ejército dividido en dos cuerpos, de los cuales uno penetró por el Norte y otro por el Sur. Correspondió a Pedro Santana enfrentarse a este último y lograr una resonante victoria en Azua, el 19 de marzo. Pero la victoria no fue aprovechada y el general Santana se retiró desordenadamente a Baní donde exigió al cónsul francés, que hiciera válidas sus promesas relativas al protectorado.

Mientras tanto, en Haití, la derrota de su ejército provocó una grave crisis política que fue aprovechada por Santana para imponer su dominio. Así las cosas, la Junta Central Gubernativa ordenó a Duarte que se dirigiera a Baní, con una fuerza militar organizada por Pedro Alejandrino Pina, a fin de llegar a un acuerdo con Santana sobre la estrategia a seguir contra el invasor. Al no ser posible este acuerdo, Duarte requirió de la Junta la necesaria autoridad para actuar por su cuenta; la Junta, dominada por Bobadilla, representante junto con Santana del sector denominado colonialista, partidario de la unión con España, respondió ordenando a Duarte que regresara con sus tropas a la capital. El desacuerdo entre el sector colonialista y el duartismo se hizo evidente. Duarte se exilió una vez más.

Estuvo exiliado en Hamburgo y poco después marchó a St. Thomas. Luego siguió rumbo a Venezuela, país donde estuvo doce años; poco se sabe de la vida de Juan Pablo Duarte durante este período. Es muy probable que no tuviera noticias del decreto de amnistía que en favor de él y de sus compañeros, el gobierno de Jiménez promulgó a principios de septiembre de 1848.
En 1861 el presidente Pedro Santana decidió la anexión de la República a España, con lo que se ponía fin a la Primera República Dominicana. En 1864 se produjo un alzamiento en contra de la unión con España y Duarte regresó a su patria el 25 de marzo de ese año.

Fue encargado de recorrer América del Sur en busca de ayuda para la causa independentista. En noviembre se hallaba ya en Venezuela, donde recibió las noticias del triunfo del gobierno restaurador y el nacimiento de la Segunda República Dominicana. El general José María Cabral se hizo cargo del nuevo gobierno, mientras que Juan Pablo Duarte fue nuevamente condenado al ostracismo, esta vez por sus propios partidarios, que no supieron reconocer su aportación a la causa independentista. Enfermo de cuerpo y alma, su vida se fue apagando en su retiro forzoso de Caracas, donde falleció el 15 de julio de 1876.

Es tanto el cariño que los dominicanos sentimos por nuestro padre de la patria: Juan Pablo Duarte que los que han escrito sobre él (inclusive las plumas más autorizadas y selectas) muchas veces prácticamente lo despojan de su condición de hombre de carne y hueso y maximizan sus condiciones y virtudes hasta transformarlo en un personaje cuyo perfil biográfico lo convierte en un ser etéreo, dificultando la real comprensión de su rol como líder indiscutible de la preservación de nuestra identidad como dominicanos. 

Sin embargo, como esos escritos han pasado a ser la principal recolección de datos de las fuentes originales sobre las diferentes etapas de su participación como precursor, organizador y líder del movimiento que aspiraba a crear un país libre e independiente de cualquier otra nación. 

Esos datos y documentos, así como, la calidad y el dominio del lenguaje de los escritores que narran los hechos que fructifican en prosas claras y fluidas, difícilmente superables y de los cuales hemos querido hacer el esfuerzo de presentar una selección o antología tanto de los documentos originales que sirvieron de base u apoyo para realizar sus perfiles, como de trozos de las propias narraciones de esos escritores, presentados de manera que faciliten la valoración del Duarte idealista así como también del Duarte de carne y hueso.


Origen, ambiente y formación El Patriota Dominicano Liberal, que en 1838 inició la lucha con Haití, y contra los colonialismos, y conduciría a su país a la Independencia, es considerado el Fundador de la República Dominicana. Los padres de Juan Pablo Duarte fueron el comerciante de origen español don Juan José Duarte y la señora Manuel Diez, tuvieron 12 hijos, pero no todos sobrevivieron. Juan Pablo Duarte era el quinto. Fue políglota, hablaba y escribía varios idiomas: latín, portugués, español, francés, inglés y alemán. La madre se encargó de educar al pequeño Juan Pablo quien mostró una inteligencia muy especial desde la más tierna infancia. Se cuenta que ya a los siete añitos recitaba el catecismo de memoria.
  
La Independencia Efímera
A inicios del Siglo XIX ya circulaban por toda América aires y movimientos liberales e independentistas, inspirados por las exitosas revoluciones francesa y estadounidense, así como por el creciente descontento de los habitantes de las colonias por el trato y explotación recibidos por las potencias colonizadoras.

En la parte occidental de la isla Hispaniola, los esclavos de origen africano habían conseguido derrotar al ejército francés y declararon en 1801 la nación de Haití como libre e independiente.

Estos primeros años del siglo XIX son conocidos en la historia dominicana como la "España Boba", por la poca atención prestada e interés mostrado por el reino español en su colonia en la parte oriental de la isla Hispaniola.

En el año 1822, siendo Juan Sánchez Ramírez Gobernador de la colonia española, José Núñez de Cáceres obtuvo la independencia de la colonia con el reconocimiento de España sin un enfrentamiento bélico declarando:

"Así lo reconocemos y tocamos por nuestra propia experiencia, y conducidos por ello declaramos y solenmemente publicamos, que la parte española de la Isla de Haití, queda desde este día constituida en un estado libre e independiente: que el buen pueblo dominicano ni ahora, ni adelante, ni nunca se someterá a las leyes y gobiernos de España... viva la Patria, viva la Independencia, viva la Unión de Colombia!... 1 de diciembre de 1821."

Como se ve en la declaración, el interés era acogerse al protectorado de la Gran Colombia promovida por Simón Bolívar para unir a las nuevas naciones surgientes y antiguas colonias de América del Sur.

Invasión Haitiana
Pero el apoyo de la Gran Colombia a la nueva nación caribeña nunca se manifestó, lo cual, aunado al desinterés de España en su antigua colonia, despertó la ambición de los haitianos que ocupaban la parte oeste de la isla y que se habían quedado con el voluminoso arsenal de guerra que dejaron los franceses al ser derrotados.

A menos de un año de la declaración de Independencia de la colonia española en la parte oriental de la isla Hispaniola, los haitianos la invadieron y declararon toda la isla bajo su dominio con el nombre de "Saint Domingue".

Una vez logrados sus propósitos, los haitianos cerraron la Universidad de Santo Tomás de Aquino, Primada de América, que había sido fundada en 1538; e impusieron el idioma francés como idioma oficial, y dispusieron además una serie de medidas que iban contra la tradición y costumbres del pueblo dominicano.

En los comienzos de su juventud, como resultado de ese viaje educativo, Juan Pablo Duarte se impregnó de una filosofía de libertad. Al término de sus estudios se produjeron los sucesos políticos que agitaron la monarquía española encontrando un campo propicio para observar el surgimiento de las doctrinas liberales. Observó también la dedicación de los ciudadanos que viven en estado de orden y paz y comprendió que su tierra, su gente, tenían todas las condiciones y el derecho de vivir en amor y paz. Todo esto le llevó a meditar sobre las condiciones en que se encontraba su amada patria y comprendió que su tierra, su gente, bajo la degradante dominación haitiana tenían todas las condiciones y el derecho de vivir en en libertad y paz.

La ebullición de esas nuevas ideas románticas, y liberales, despertaron en el joven Duarte nuevas concepciones sobre la vida político-social. Y comenzaron a perfilarse sus ideas políticas, entre el nacionalismo, el liberalismo y el romanticismo, que le despertaron la idea cada vez más firme y enraizada, de que su patria era digna de poseer la independencia política.
La Lucha por la Independencia.

A su regreso a la isla, Duarte trabajó arduamente para promover la idea de la independencia de la nación, creando primero una compañía de teatro, "La Filantrópica", que representaba obras que despertaran la conciencia de la ciudadanía y creando luego la organización secreta "La Trinitaria", a través de la cual se fraguaron los planes que llevaron a la Independencia de la República Dominicana del yugo haitiano de 22 años en 1844.

Encontrándose fuera del país contra su voluntad en los momentos más importantes de la lucha de independencia, Duarte regresó en el mismo 1844 trayéndole a la Junta Central Gubernativa una cantidad de dinero que como donativo voluntario le remitieron varios dominicanos residentes en Venezuela. Duarte expresó:

"Y mientras yo rendía en mi inicuo destierro gracias a la Divina Providencia porque me había permitido ver transcurrir el año sin menoscabo de esa independencia tan anhelada; en mi ciudad natal santificaban tan memorable día los galos cubriendo de sangre y lutos mis amantes lares arrastrando cuatro nobles víctimas a infando suplicio".

El 20 de julio de 1844, expresó Duarte su agradecimiento a la sociedad puertoplateña con estas palabras:

"Me habéis dado una prueba inequívoca de vuestro amor, y mi corazón agradecido debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los votos que formé por vuestra felicidad. Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aún exonerado del mando que queréis que obtenga". 

Nombrado como presidente de la nueva República, las desavenencias con Francisco del Rosario Sánchez le llevaron a dejar el poder tras el triunfo de la insurrección del general Pedro Santana. Fue expulsado del país, y se refugió en Venezuela.

Con el triunfo de los independentistas dominicanos, los nuevos dirigentes le encomendaron el desempeño de funciones diplomáticas. Murió El 15 de julio de 1876, enfermo de cuerpo y alma, en Caracas (Venezuela).

La Biblioteca del Banco Central de la República Dominicana fue creada como una División, en 1947, conjuntamente con la creación del Banco. En ese momento formaba parte del Departamento de Estudios Económicos y su único objetivo era dar apoyo a los técnicos de la Institución. Fue en el año 1978 cuando la Biblioteca del Banco Central abrió sus puertas al público.

El 15 de febrero del año 1985, mediante la Decimoctava Resolución de la Junta Monetaria, se elevó la Biblioteca a la categoría de Departamento. En el año 1993 se iniciaron cambios estructurales en el Banco que llevaron a fusionar los Departamentos Biblioteca "Juan Pablo Duarte" y Museo Numismático y Filatélico, bajo el nombre de Departamento Cultural, en cumplimiento a la Trigésimo segunda Resolución del 25 de febrero de ese año.

OBJETIVO
Mantener y desarrollar un sistema de información bibliográfica y documental que responda a los requerimientos de información y cumpla con las necesidades bibliográficas de investigadores, profesionales y público en general.

La Biblioteca "Juan Pablo Duarte" pone al alcance de los interesados una bibliografía nacional e internacional actualizada sobre ciencias económicas, finanzas, banca y desarrollo, en diferentes grados de especialización. Este servicio es gratuito y accesible a todos, sin inscripción previa, favorece el trabajo individual y brinda una respuesta inmediata a las solicitudes, siendo los miembros de nuestro personal interlocutores disponibles y atentos.

La Biblioteca sigue los parámetros definitorios del Banco Central con un funcionamiento ejemplar, con una organización y servicio esmerado, estricto y competente.

Biografía de Juan Pablo Duarte. Padre de la Patria
Juan Pablo Duarte y Diez nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.

El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.

Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria". para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.

Falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad
Entrevistas:

J.J. Pérez Saviñón (presidente Instituto Duartiano); Comunicación Personal; 7-01-2013.
Citas de internet:
Mapa de Vejer (1786); Biblioteca Nacional Española [consultado en fecha 22-01-2013]
Cronología básica de las independencias de los países iberoamericanos; Bicentenario Independencia de México; bicentenario.gob.mex [consultado 17-01-2013]
Historia del Ejército Nacional; Ejército Nacional [http://www.ejercito.mil.do/index.php/nosotros/articles] [Consultado 22-01-2013]
Altar de la Patria; Educando; [http://www.educando.edu.do/sitios-recomendados/museos-y-monumentos/museos/el-altar-de-la-patria/] [Consultado 22-01-2013]
Monedas del Mundo; Colnetc | [http://colnect.com/es/coins/coin/30492-10_Centavos-1937-today_Circulating_Commemoratives-Rep%C3%BAblica_Dominicana] [Consultado 22-01-2013]
Puente Juan Pablo Duarte [foto]; Constructores RD; [http://constructoresrd.com] [Consultado 22-01-2013]
Cambio de nombre Saint Nicholas; Gobernación de New York; [http://www.nyc.gov/html/om/html/2000a/pr062-00.html ] [Consultado 22-01-2013]
Historia de la Fundación Juan Pablo Duarte; New York; Fundación Juan Pablo Duarte [http://jpdfoundation.org/history.html] [Consultado en fecha 22-01-2013]
Juan Pablo Duarte y Diez nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, y falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad.
El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana.
Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.
El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta La Trinitaria para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades.
Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema Dios, Patria y Libertad y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo.
Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna.
Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.
Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia.
Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.
El 27 de febrero de 1844 en horas de la noche, se dio el grito de independencia, y con el nacimiento de un nuevo día, también nació una nueva nación bautizada desde seis años antes con el nombre de República Dominicana.
Juan Pablo regresó a Santo Domingo el 14 de marzo e inmediatamente se integró a la Junta Central Gubernativa dominada por sectores que no creían en la integridad del país.
El 4 de julio de 1844 en Santiago el Coronel Matías Ramón Mella, Comandante en Jefe del Departamento Central (Cibao), aclama a Juan Pablo Duarte como Presidente de la República Dominicana. Los Trinitarios gozaban de mucha simpatía en toda la región cibaeña. Seis días más tarde Duarte es proclamado Presidente en Puerto Plata.


En Caracas, la noche del 14 de julio del 1876, Duarte se acercaba a su fin y mientras sus hermanas, Rosa y Francisca, velaban a su lado; su hermano Manuel, perdida la razón, disparataba en una habitación vecina. La más completa miseria imperaba en la casa, cuyo mobiliario era escasísimo. Rosa y Francisca vivían de la costura y sus ganancias eran tan exiguas que apenas podían subsistir. Tal era el ambiente en el que Duarte se hallaba próximo a morir, después de padecer durante un año de una agotadora enfermedad que lo convirtió en un espectro. Contaba con 63 años y parecía tener más de ochenta. Una vida de enfermedades, privaciones y sacrificios lo habían reducido a esa penosa situación.

Para sus vecinos de Caracas Duarte era un dominicano que había tenido cierta importancia en su país o por lo menos eso era lo que parecía. 
Lo que esas gentes ignoraban era que si los Duarte se hallaban en tan espantosa miseria se debía al amor que sintieran por su patria porque en dos ocasiones, en el 1844 y en el 1863, sacrificaron por ella el patrimonio familiar. Tampoco sabían que ese anciano, que lucía abstraído y enfermo, había sido uno de los patricios más puros de América, que se había entregado a servir a su patria con “alma, vida y corazón”. Y desconocían que ese dominicano tan pobre, que vivía tan obscuramente, había sido considerado como el Jesús Nazareno de los dominicanos. 

En cuanto a sus hermanas, esas mismas gentes ignoraban que esas pobres mujeres, que ahora ni siquiera tenían buena vista para coser, en unión de su madre, ya fallecida, habían fabricado más de 5,000 balas para la independencia de su país. Pero volvamos al enfermo. A las dos de la mañana del sábado el silencio envolvía a Caracas. La noche avanzaba y la ciudad lucía desierta.

En la triste casa de los Duarte, Rosa y Francisca velaban.
Todo anunciaba la proximidad del final, y en la habitación del moribundo, mal alumbrada por una vela, los rezos alternaban con el silencio.
La hora adelanta y la respiración del enfermo se hace más difícil. La espera es larga.

Por fin, a las tres de la mañana, del 14 de julio del 1876, el moribundo exhala su postrer suspiro. La habitación se llena de sollozos. Rosa y Francia floran inconsolables. Duarte ha muerto. Ha fallecido lejos de la tierra que lo vio nacer, en un rincón de Caracas, olvidado de sus compatriotas y sumido en la más negra miseria.
Así murió Duarte, el que amara a nuestra Patria con “alma, vida y corazón” 
El que sacrificara dos veces su patrimonio familiar para hacemos libres. Así murió el que, según Rosa Duarte, “subió al cielo a entregar su palma y su cruz, cruz y palma que le habían sostenido hasta consumar su martirio “.En el curso del día 15 se realizó el entierro.

Pocos acudieron al mismo. Los vecinos más inmediatos y alguno que otro amigo.
Duarte era un extranjero sin importancia. Un patriota fracasado, y a los entierros de personas así la gente no acude en demasía.
Fue enterrado en el cementerio de Tierra de Jugo, en una humildísima sepultura, donde permaneció en espera de que sus compatriotas llevasen sus restos a su patria. 
Como su deseo había sido el que se le enterrase en tierra dominicana, sus hermanas se encargaron de cumplirlo. Pero antes era preciso pagar las deudas de su enfermedad y entierro.
 
Habían pasado siete años y las mismas no habían podido pagarse. En vista de eso, solicitaron ayuda al Gobierno Dominicano y éste las pagó. 
Rosa y Francisca atendían con amoroso cuidado la tumba de su hermano, al que consideraba un santo, y juzgaban sus restos “como una reliquia santa que las protegía, inspirándoles valor y resignación para llevar con dignidad y heroísmo su penuria y su martirio’”.

Así permanecieron las cosas hasta que a los ocho años de su muerte, en el l844, el Gobierno Dominicano dispuso el traslado de sus restos a la patria. 
Sus hermanas se sintieron felices, y vieron en eso, una intervención de la Providencia que hizo a los “magistrados dominicanos abrir el libro de los inmortales para escribir en sus páginas la gloriosa apoteosis de uno de sus más preclaros hijos”.

Para traerlos a la patria se nombró una comisión que se trasladó a Caracas en una goleta de igual nombre para que condujera los retos de Duarte al país, después de proclamada la independencia.
Dicha goleta se llamaba La Leonora. 
Extraídos los restos del cementerio de Tierra de Jugo, se colocaron en una urna, y en la iglesia de Santa Rosalía, se celebró un servicio fúnebre en memoria de Duarte. La comisión dominicana presidió el duelo y al acto religioso asistieron diversas autoridades venezolanas.
Al llegar los restos a Santo Domingo, el Ayuntamiento en pleno se traslado al muelle del Ozama, donde los recibió de manos de la comisión que los trajo de Caracas.

El río Ozama ha sido testigo de muchos episodios de la vida de Duarte. Durante su infancia lo vio corretear por sus orillas. 
En su adolescencia, lo miró acercarse a las naves, hablar con los marinos e indagar acerca de las vidas y costumbres de otros pueblos. Lo contempló embarcarse rumbo a Europa, lleno ilusiones y deseoso de ampliar sus conocimientos para ayudar a su padre en el negocio.

Lo vio regresar con deseos de libertar a su patria. Fue testigo de la labor escolar que emprendiera, y junto a sus riberas, lo oyó adoctrinar a sus discípulos, hablarles de la redención de la patria. Más tarde, lo vio, fugitivo, cruzar sus aguas, huyendo de la persecución haitiana, y después, lo miró retornar triunfador, una mañana gloriosa, en la que fue recibido por el pueblo y las autoridades. Luego, lo contempló regresar prisionero y vencido, y a continuación, lo vio partir desterrado y acusado de traicionar a la patria que fundara. Ahora ve llegar su despojos y contempla al pueblo recibirlos con veneración y respeto. 
Las cosas han cambiado. Duarte se ha hecho inmortal. El pueblo lo ha reconocido como Padre de la Patria y le rinde homenaje a sus restos, que fueron depositados en la Comandancia del Puerto, donde fueron custodiados por una guardia de honor.


Después de permanecer allí cierto tiempo fueron solemnemente conducidos hasta La Catedral donde fueron colocados en la nave principal, y en ella, el entonces presbítero, Femando Arturo de Mariño, el mejor orador de la época, pronunció un bellísimo discurso en el que expresó el deseo de que en La Patria y Dios Duarte descansara en paz.

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