CIUDAD DE MÉXICO — Si el presidente Enrique Peña Nieto invitó a Donald Trump para entablar un diálogo en beneficio de la democracia, el mensaje no ha funcionado.
La sensación en Ciudad de México es de traición. “Es un error histórico”, dijo Enrique Krauze, un conocido historiador. “A los tiranos no se les apacigua, a los tiranos se les enfrenta”.
El miércoles por la mañana Krauze fue entrevistado en un noticiario matutino y comparó la reunión del presidente mexicano con Trump a la decisión de Neville Chamberlain, el ex primer ministro británico, de reunirse con Hitler en Múnich en 1938.
“No me parece valiente la posición de reunirse en privado con un hombre que ha insultado a ese grado y con esta historia nuestra, con esta vecindad y con lo que el pueblo mexicano ha sufrido a lo largo de los años con respecto a esa vecindad”, dijo Krauze.
Muchos dicen que Trump ha ofendido al pueblo mexicano con sus comentarios despectivos sobre los migrantes y con la idea de construir un muro fronterizo que México tendría que pagar. Pero para muchos ciudadanos, el encuentro de Peña Nieto con el candidato es algo peor.
Periódicos, televisoras, redes sociales y, en general, todos los medios de comunicación nacionales fueron inundados con críticas ante la idea de una confabulación entre los dos hombres.
La invitación ha logrado algo muy difícil en esta nación rebelde y dividida: unir a las masas. Ya se han convocado protestas que se iniciarán en el Ángel de la Independencia, un monumento ubicado en Paseo de la Reforma de Ciudad de México. Los manifestantes han diseñado volantes que dicen: “¡Trump, no eres bienvenido!”.
Pero otros señalan que Trump es el candidato republicano, y existen antecedentes de candidatos que han visitado a los presidentes de México, entre ellos el senador John McCain cuando compitió contra el presidente Obama.
“Al final es el candidato republicano”, dijo Rafael Fernández de Castro, profesor de la Universidad de Syracuse y exasesor de política exterior de Felipe Calderón, el presidente mexicano que antecedió a Peña Nieto. “El electorado estadounidense lo puso en esa posición, y Peña está respetando eso”.
Fernández de Castro explica que la política exterior no siempre puede ser guiada por la opinión pública.
“Él tiene todas las de perder en los medios de comunicación, pero de eso se trata gobernar”, dijo Fernández de Castro. “No tiene otra opción porque mantener una buena relación con Estados Unidos es esencial para el bienestar de México”.
Desde ese punto de vista y con sus bajos índices de aprobación, Peña Nieto tiene poco que perder. Si el objetivo es asegurar los intereses nacionales en caso de que Trump gane, entonces el furor por su visita es un costo político que el gobierno está dispuesto a pagar.
Pero esta perspectiva no es compartida por gran parte de la ciudadanía. Tampoco fue bien explicada por los funcionarios. La oficina de presidencia se ha mantenido relativamente silenciosa sobre la invitación, aparte de reconocer que ocurriría y enviar un solo tuit sobre la decisión.
Otros argumentan que la invitación es una distracción de los problemas internos que han afectado al presidente de México. La violencia se ha incrementado, nuevos escándalos parecen surgir con regularidad y la impunidad persiste. Recientemente, el mandatario fue acusado de plagiar una tercera parte de su tesis para graduarse como licenciado en derecho en la Universidad Panamericana, lo que su oficina explicó como un error al momento de citar.
Muchos afirman que una reunión con Trump difícilmente tapará los problemas de México.
“No veo esto como una distracción de sus problemas; la visita solo se sumará a los problemas que enfrenta en México”, dijo Jason Marczak, un miembro del Adrienne Arsht Latin America Center, un centro de investigación. “Donald Trump saldrá de ese encuentro declarando sobre los objetivos de la reunión”.
“Él usará a Peña Nieto como un peón político en su campaña”, añadió.
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