Imaginemos un diminuto renacuajo que viaja
raudo por un túnel oscuro y cálido, atraído por una extraña fuerza que no puede
controlar, de la que no se puede liberar, arrastrado como un tronco rígido y
carente de voluntad hacia donde le lleve la corriente. Solo que, realmente
nuestro renacuajo no está inerte, ¡está vivo!, y, de hecho, literalmente
coleando, pero es “quizá” una vida completamente inconsciente.
Decimos esto porque él nunca nos ha dicho
directamente nada, todo cuanto sabemos de él proviene de la interpretación de
su comportamiento y el resultado de sus “acciones”. Así que, una de las
primeras conclusiones a las que podemos llegar es que claramente se puede estar
vivo y posiblemente no estar consciente.
Los espermatozoides, uno de los dos
eslabones fundamentales para la generación de vida humana consciente,
resulta que no están conscientes, por ahora, al menos, —eso suponemos—.
Los árboles, que sepamos, tampoco están conscientes; pero, sigue siendo una suposición, dado
que ni siquiera tenemos
una idea universalmente aceptada del concepto de consciencia, por consiguiente,
tampoco hay un parámetro objetivo o “científicamente” probado para determinar
estas cuestiones con total certidumbre; y así como el caso de los
espermatozoides, ningún árbol jamás ha hablado y nos ha comunicado convincentemente
si sabe que está vivo; si siente, o padece.
Entonces,
por lo anteriormente expuesto, va siendo evidente, que, para poder detectar o
certificar la consciencia, aquello que se repute consciente debe
ser inteligente.
No me
refiero a la "inteligencia" que exhiben algunos animales, que
muestran habilidades que hasta nos sorprenden. Pero es precisamente por eso que
nos sorprenden; porque, de hecho, en realidad, no son inteligentes.
Sabemos
que no se puede uno quedar permanentemente solo con un animal por “inteligente”
que este parezca, porque llegado cierto momento, se dará cuenta de que, en
esencia, en ese lugar estás solo tú y tus pensamientos. Es decir, frente a
nosotros, hay un autómata: llámese perro, gato, cabra, perico. Hay ciertamente
un animal vivo y dinámico, pero no hay otro igual que yo, yo lo sé y en
cambio ese otro, que también está vivo como yo, no lo sabe, porque no
está consciente.
Por
tanto, a la inteligencia a la que hago referencia es a la que se
manifiesta en:
Abstracción
Imaginación
Planificación
Creación
Y todo
esto puesto al servicio propio, primero que todo, y de otros, pero solo si servir
a otros conviene al propósito personal de alguna manera. Dicho de otro
modo, la consciencia persigue la propia gratificación y supervivencia de forma
natural y persistente, la irrupción de la consciencia se muestra en acciones
consistentemente egoístas.
Entonces
para detectar consciencia, el ente en cuestión, debe poder "hablar"
y comunicarse coherentemente, el "idioma" que use el ente, es otro
tema, y, para los fines de este ensayo, irrelevante, baste saber que, entes
verdaderamente inteligentes, independientemente del habla, lengua, y del idioma
que usen para comunicarse, tarde o temprano encontrarán la forma de descifrar
el código que les permita tener interacciones fluidas y comprensibles.
La comunicación coherente y objetiva, es pues un pilar de la
consciencia, donde no hay comunicación: voluntaria, verificable, coherente,
expansible, dinámica, no puede haber consciencia certificada, las bacterias,
hasta prueba en contrario, no están conscientes, ni los perros tampoco, no
porque de alguna manera no se comunican, sino porque no hablan, con
todo lo que implica el habla como realidad y concepto.
Consideremos
también a las personas en estado vegetativo o que caen en coma;
¿Están o
no conscientes?
¿Es
acaso la consciencia algo que puede ser encendido y apagado?
Algunas
personas que despiertan de un coma, han aportado relatos de experiencias
extrasensoriales, otras en cambio, no recuerdan nada.
__________________________________
Consúltese:
https://cnnespanol.cnn.com/2022/12/03/pasajero-crucero-golfo-mexico-relata
experiencia-trax/
https://www.bbc.com/mundo/noticias-48030580
https://www.bbc.com/mundo/noticias-43032002
Vale
la pena retomarlo donde lo dejamos; ¿Por qué unos recuerdan
cosas
y otros no recuerdan?
Una persona en coma, sin actividad
cerebral verificable, con mucho y con poco tiempo en ese estado, para los fines
técnicos de la consciencia, es como si estuviera muerta porque carece de
voluntad, y sus mecanismos de comunicación han sido desactivados y, por
consiguiente, no envía ni recibe información interna ni externa, pues hay un
bloqueo en la dinámica normal a través de la cual se genera o se manifiesta esa
consciencia.
¿Cómo tratar entonces estos casos? Como ya
hemos planteado, siendo que consideramos la consciencia como algo
trascendente, la humanidad debe seguir aplicando en primer término la máxima de
la inviolabilidad y la santidad de la vida humana y, por consiguiente, el
procedimiento estándar que ahora se sigue respecto de las personas en este
estado:
·
Respetar la dignidad humana
·
No actuar sino en acuerdo con los familiares
·
Agotar todos los medios al alcance para
aprovechar y preservar la oportunidad de vida, priorizar la vida por encima de
consideraciones económicas.
Estas
cuestiones nos plantean un tremendo desafío que empieza por al menos lograr una
definición mayoritariamente aceptada de lo que es la consciencia, pues,
si, ni siquiera podemos definirla con acierto, mucho menos podremos describir
sus diversas manifestaciones y establecer criterios justos acerca de cómo
lidiar con las áreas que afecta este tema tan fascinante y al mismo tiempo
delicado y desafiante.
¡NO!, LAS PIEDRAS NO ESTÁN VIVAS
El perro
rastrero que husmea en el zafacón, que corretea, ladra y juguetea febrilmente, ¡está
vivo!
Ese
mismo perro realengo que cruza la calle descuidadamente, es atropellado y sus entrañas
son esparcidas por el pavimento, deja de respirar y moverse, ahora ¡está muerto!
Como se
ve, de vivo a muerto hay un corto trecho, un hilo muy fino; no parece que la
muerte sea algo que llega en carreta, sino en un Lamborghini.
Añado,
además, que nada está medio muerto; o se está vivo, o se está muerto; la vida
activa es la página que ahora leemos, y la muerte llega justo cuando pasas esa
página. Si la página en el proceso está alzada; o, a medio camino, entonces usted
está vivo. Si la página está a punto de caer, usted sigue vivo, pero, si la
página cayó del otro lado, usted estuvo vivo; dicho de otro modo, usted pasó a
estar muerto, porque no puedes estar al mismo tiempo de los dos lados, o estás
de un lado o del otro.
Pero, ¿A
dónde se va la vida? ¿Qué sucede con la consciencia del perro si es que
la tiene? ¿Importa la vida de los conscientes igual que la vida de los
inconscientes? Son preguntas para tener muy en cuenta, y que, cuando
termines la lectura de este libro sé que te podrás responder con cierto grado
de satisfacción, por tanto, te animo a seguir leyendo.
Sostenemos
entonces que lo vivo y animado, puede tener y puede no tener consciencia, pero,
¿qué sucede si abordamos lo inanimado?, supongo que sí podemos casi
afirmar que el mundo de lo inanimado está imposibilitado de la consciencia;
porque carece de energía vital, (la energía vital que poseen los entes
biológicos). O ¿Realmente no es así?
O sea, lo inanimado suponemos que está
muerto, y en la muerte, aquí debajo del sol, no hay consciencia de ninguna
clase.
Yo, que estoy vivo, pienso por ejemplo en una piedra
inanimada, mi mente la “observa”, la imagina por dentro,
compuesta de minerales y solo atisbo a ver —lo digo en mi simpleza— un oscuro
mundo de silencio, un silencio tan perturbador que hace ruido en mis oídos.
¡Pero
resulta que no!, que esa piedra muerta, en un sentido no biológico también
está, por así decirlo, algo viva, porque está compuesta por millones de átomos
que curiosamente no están en estado de reposo, sino que vibran dentro de ella, ¿Están
ahí pululando? ¿Guiados por nada? ¿Haciendo lo suyo sin parar dentro de la roca
sin saber nada de nada?
Mis
amigos y yo, compartimos de vez en cuando un rico café y hablamos toda clase de
temas. En estos días charlábamos sobre las pretensiones mías con el tema de
este libro y David, —uno de ellos— me hizo una anécdota que nos dejó riendo a
carcajadas. Nos contó que se había realizado un experimento en el cual se puso
una piedra frente a un televisor
mostrando
un partido de fútbol y también una pelea de boxeo y se había comprobado que las
cosas inanimadas no estaban vivas porque la piedra nunca reaccionó a los
estímulos ni de la pelea ni al partido de fútbol. ¡Me imagino que el
experimento no duró mucho y fue bastante convincente!
Pero, volviendo a esa interiorización
al mundo de la roca, pensémoslo bien, ¡cuánta soledad dentro de ese mundo tan
tumultuoso!
¡Wow! Todos esos átomos apiñados uno al lado del
otro sin tocarse, sin conocer y sin conocerse, son “vecinos”, “compañeros” de
bailoteo, están ahí uno junto al otro, abajo del otro, arriba del otro, en esa
inmensa soledad acompañada, sin decir nada; como las millones y millones
de gotas individuales de agua que forman el mar, hermanas, amigas, familia,
pero sin hablar, sin decidir, sin quejarse, sin desear; ¿sin existir?
¡No!
Cada gota de agua individual existe, aunque, para nosotros, es como si no
existieran, en esencia, para nosotros, existen LAS ROCAS, EL AGUA, existe EL
MAR, pero cada gota individual, como ente, no existe, ¡Aunque exista!
Sé que lo anterior
te debió parecer un dialogo de locos; de hecho, no es un diálogo, es un
monólogo, entre mí, ente vivo, y este ordenador “muerto”,
—Claro, eso mientras
escribo—, pero debes admitir que, tan pronto como yo logré que este
libro captara tu atención, todo ha venido a ser un raro monólogo entre
nosotros dos, algo así como un dialomonólogo;
Yo que escribí, tú que me
lees. De hecho, si lo piensas bien, en ocasiones será incluso más que solo un dialomonólogo,
para ser un multimonólogo, dado que pasará, en ocasiones, que
muchas personas estarán leyendo estas ideas al mismo tiempo….
¡Te lo puedes
imaginar! Quizá este sucediendo justo ahora. ¡Wow!
Pero, por favor, piénsalo
otra vez,
¿Solo un monólogo?…
¡Piénsalo bien!:
Yo te
pensé a ti leyendo,
Yo te
imaginé pensando en lo que estoy escribiendo,
Y tú, ahora también estás leyendo y pensando en las
ideas de este libro y en su autor como alguien con quien en cierto modo tienes
una charla;
¿No te parece?
Casi daría la impresión de que hace un segundo estuvimos
chateando, pero;
¿Cómo
podría ser esto, si tú no existes, si no te veo, si no estás frente a
mí?
O, ¿si existes?,
Respóndelo tú mismo.
Lo que pienso de ti, puedes tú pensarlo legítimamente de mí;
Sin embargo, no solo
puede ser que existas, sino que, de hecho, ¡Es así! Ambos, tú y yo existimos.
Este bizarro “dialogo” existencial es posible
debido a la retroalimentación que va y viene a mi ser, desde mi ser
reflejo, alimentado también por estímulos externos que he venido recibiendo
desde que soy un niño; así que, ¡No temas! Ni tú ni yo estamos locos, sino que
ambos sabemos que existimos, eso es una certeza.
Por
favor, pon atención a las palabras que usaré a continuación:
“¡Yo sé que tú existes!”
No necesito verte; mi ser/cerebro/espíritu
ha sido ya alimentado, estimulado, con experiencias perceptibles por mis
sentidos, que después de haber sido procesadas y analizadas con inteligencia
han devenido en conocimiento verificable que ha arrojado como conclusión
aceptable de que fuera de mi ser/cerebro/yo, hay más individuos como yo, por tanto, tengo la certeza de que no
estoy escribiendo o “hablando” al vacío.
Pero, de
estar haciéndolo, es decir, si estuviera equivocado, suponiendo que, a parte de
una hipotética realidad falsa,
exista
otra hipotética realidad más o menos falsa,
u otra,
realmente verdadera,
cualquiera
de esos posibles escenarios sería irrelevante, —siempre que mi realidad
presente me permita ser libre y feliz en todo el sentido de la expresión—,
y, como
veo improbable que pueda ser libre y feliz, viviendo una falsedad, concluyo que
lo que mi ser percibe a través de los sentidos puede ser aceptado como real y
verdadero; por tanto, esta realidad que vivo, virtual o ficticia pasa la prueba
para ser vivida sin temor, por lo que concluyo que estoy:
realmente
vivo
tengo
voluntad
tengo
inteligencia
tengo
conocimiento
tengo
consciencia
estoy
consciente
Te
invito a participar del siguiente ejercicio; te prometo que al final te echarás
a reír:
TÚ………
PREGUNTA: ¿Existes?: RESPUESTA____
PREGUNTA:
¿Eres un/a loco/a? RESPUESTA____
PREGUNTA:
¿Estás vivo/a?: RESPUESTA____
PREGUNTA:
¿Eres un perro?: RESPUESTA____
PREGUNTA:
¿Eres inteligente?: RESPUESTA____
PREGUNTA:
¿Eres un idiota?: RESPUESTA____
Si alguien te escuchara respondiendo estas preguntas, seguro
diría que eres un idiota, o un loco, pero, francamente amigo, amiga,
¿A quién
le estás respondiendo justo ahora?
¿Con quién estabas o estás hablando justo ahora? ¿Con
quién debates estas ideas en este momento?
Es
posible que respondas:
“contigo”,
pero, también la respuesta puede ser perfectamente; “conmigo”.
Es muy
interesante notar cómo estas dos palabras, casi intercambiables, adquieren un
matiz tan peculiar en este contexto. Si es con-tigo
Y el tal “tigo” no existe, ¡estás loco!
Si es conmigo,
y, yo,
¡sí que existo!, —¡digo Yo!—
Pero
resulta que Yo no estoy ahí contigo, nunca te he visto,
no sé nada de ti, entonces, ¡como quiera en cierto modo estás medio loco/a!
La
cuestión es que, para todos los fines todos los involucrados en este “dialogo”
de locos, ¡Existimos! Luego, ninguno de nosotros está loco, o todos lo
estamos. Pero honestamente
no creo que estemos locos, lo que sí estamos es….. ¡Conscientes! Bienvenido al
club.
Proyectados y corroborados por los
sentidos, no somos seres imaginarios, ni nuestra silueta terrestre, ni nuestro
ser interior, aún no escaneable, son vapor o éter. Acabamos pues de crear una
estimulante simulación o recreación de consciencia colectiva.
Este
breve e intenso ejercicio de consciencia colectiva, es, si lo piensas,
bien fascinante pues créeme que cada vez que este ejercicio se esté realizando,
en cualquier parte del planeta, un verdadero ejército de seres/entes/personas, mentes conscientes estará activando la
sinergia de la consciencia colectiva, nos sentiremos acompañados, ¡y lo
estaremos! Justo como en el cine, cuando embebidos en una escena jocosa o
peligrosa, todos a una reímos o nos aterrorizamos.
Ese sentido sinergético de la consciencia proyectada,
colectiva, y corroborativa de la realidad, quedará así interiormente
verificado, aunque también anticipo que, como siempre, pasará lo que pasa con
estos temas intangibles; que son difícilmente verificables usando instrumentos
estrictamente apegados a los cánones limitantes de la ciencia terrenal. —Al
menos por ahora—.
A unos de mis respetables lectores, el
experimento y la argumentación dejará convencidos, excitados y positivamente
estimulados y a otros, los circunscritos solo al mundo de la lógica de lo
verificable, alienados de esa realidad innegable de aquellas cosas que son
inmensurables; muy desafortunadamente los dejará literalmente, como ahora
están, perdidos en el espacio.
Intuyo que quizá por eso avanzamos menos
como colectivo de consciencia, porque si nosotros mismos reconocemos que
la mente, la consciencia, el ser etc., son realidades,
aunque no las podemos someter a experimentos o sofisticados instrumentos de
medición, aun así, ese otro yo corroborativo, sigue ahí, y es imposible
negarlo, es inútil intentar separarnos de él, porque solo cuando yo me voy,
él también se va, es decir, siempre nos vamos juntos ya que, si
bien somos dos, en esencia realmente somos una entidad, y una sociedad
de dos, cuya unión resulta imprescindible para tener participación en el mundo
de lo observable; espíritu y cuerpo, como el hardware y software.
Justo ahora mientras escribo, estoy “solo”.
Mi ser podría dudar de si estoy solo, o incluso de si en realidad existo, pero,
es el hecho auto corroborado entre mi otro yo, y yo, (lo que
estamos llamando consciencia), lo que me proporciona el equilibrio necesario
para evaluar mi mente en “soledad”.
Esto
para no caer en la paranoia, para no hundirme en divagaciones, mi ser, que está
capacitado para discernir, y el discernimiento en constante validación por mi
otro yo, proporcionan el balance que el ser integral requiere para hacer
juicios y evaluaciones justas y precisas acerca de lo que colegimos en llamar
realidad.
Las experiencias externas son de vital
importancia para que la objetividad se alcance, las interacciones, con otros
seres y fenómenos externos a nosotros mismos son necesarios para mantener un
criterio balanceado y objetivo esa realidad.
Antes, pues, de pasar de la roca
aparentemente inanimada, a los átomos que vibran inconscientes en su
constitución, al ordenador dinámico que procesa mis pensamientos en palabras,
hasta ti que ahora me lees, hemos hecho un progreso en la comprensión del
problema más grande que nos ocupa y, esto es dar pasos para lograr el concepto
o idea del asunto más esquivo en términos filosóficos en nuestros tiempos, oh,
esta fascinante ¡consciencia!
La comprensión
de la consciencia transita también por el sendero que nos lleva a intentar
tener un entendimiento coherente para una cuestión vital de la existencia
humana a la que solo hemos podido llegar hasta ahora por medio de burdos
sinónimos:
introspección,
auto reflexión,
alter ego etc.
Y ella, (la
consciencia), es tan difícil de comprender, porque a esta cuestión está
ligada la esencia misma de la humanidad, lo que nos separa de lo que está muerto
muerto, que a los ojos humanos está inerte, pero que a nivel
atómico sí se mueve.
Las
rocas, por ejemplo, están a gran distancia de lo que está vivo vivo,
pero que sí se mueve, mas no se expresa de una forma ostensible, aquí entra el
mundo vegetal y los animales más básicos.
También a gran distancia de lo vivo
y “coleante”, que se expresa de forma perceptible, pero sin mostrar
sentimientos o alguna clase de entendimiento moral o empático, (los animales
superiores y en el futuro cercano los androides y la inteligencia artificial
caen, y caerán aquí).
También de lo vivo y viviente,
que hace todo aquello y mucho más; que está no solo vivo, sino también por su
clara muestra de voluntad y actividad pensante; se muestra existente;
que se comunica plenamente, que siente y padece, que se reconoce y reconoce a
otros y que reflexiona sobre todo cuanto le rodea, ahí está la humanidad.
Finalmente hay un nivel adicional y
posiblemente más trascendente que todos los niveles antes descritos, ya sea que
se repute como una realidad creada por la humanidad, o que sea una realidad
independiente de la humanidad.
Vale decir que este otro nivel no ha sido
jamás terminantemente descartado como falso, ni ha podido nunca ser desarraigado
de la consciencia colectiva de todos los grupos humanos en todas las
épocas; una realidad que también se reconoce como viva y viviente,
pero no en una existencia biológica; algo así como la existencia de la energía
a nivel cuántico, que, ciertamente está en constante movimiento mas no
manifiesta voluntad, pero que, muy diferente de esta, se atestigua desde
tiempos inmemoriales que tiene existencia reflexiva e interactuante, me refiero,
por supuesto, a la esfera de la vida espiritual, a la deidad.
¿CÓMO SE COCINA LA CONSCIENCIA?
A la
conciencia, su entendimiento, como ya hemos visto, no se llega fácilmente. Propongo
que abordemos el problema como si fuéramos a preparar un plato muy especial y
para ello necesitamos conocer sus ingredientes y con qué se suele acompañar ese
plato tan exótico.
Segundo
ingrediente: Una buena medida de compañía idónea.
La
consciencia nunca está sola hemos establecido, excepto, quizá
(pero lo dudo) en el ser de origen; La consciencia por tanto existe solo
cuando puede ser corroborada de alguna forma, interna y externamente.
Tercer ingrediente: una
sustanciosa porción de inteligencia y conocimiento útil.
He visto
documentales donde animales salvajes, cocodrilos, tigres u osos han herido o
devorado ya sea a sus cuidadores o a personas extrañas. En algunos casos los sobrevivientes
o sus familiares han procedido a matar a la bestia y en otros casos le han
perdonado la vida al animal.
Pero, en ambos casos, los afectados saben
que se trataba de un ser que no tenía ni amor ni odio, sino que, hasta donde
sabemos, su proceder obedece a impulsos irrefrenables propios de su naturaleza,
y que el acto de quitarle la vida al animal agresor no es otra cosa que un
desahogo, hasta cierto punto inútil, ya que el animal: por hambre, por miedo,
por proceso químico de temporada, (como los elefantes cuando están en estado de
MUSTH), o por simple instinto salvaje hizo lo que le era propio. Porque los
animales, de moral, nada saben. Así que, el ingrediente de vital importancia,
para una comprensión de lo que la consciencia es, o podría ser, lo constituye
el conocimiento/entendimiento útil. Y después que se tiene
conocimiento entonces surge como un subproducto la evaluación del alcance, las
implicaciones o significado de lo que se piensa y de lo que se hace, dicho de
otro modo, la moral.
Cuarto
ingrediente: Capacidad, disposición y propensión al
aprovechamiento egoísta del conocimiento.
Para los animales como hemos acotado, no
existe el bien y el mal, sino lo conveniente y lo inconveniente, o, dicho de
otro modo, lo beneficioso y lo perjudicial. Los animales, porque no tienen
capacidad de discernimiento ético, están por fuera del concepto moral de lo
bueno y de lo malo, pues su mundo se basa en funciones muy básicas guiadas y
sostenidas en sus generaciones por sus necesidades biológicas y estas, a su
vez, controladas por el impulso y la lógica del instinto, en otras palabras,
los animales, en cuanto a su operatividad, no están muy lejos de las máquinas.
O sea
que, para el caso que nos ocupa, no hay posibilidad de consciencia, si no
hay habilidad cognitiva para discernir, interiorizar, compartir, aceptar o
rechazar el concepto de la moral y su traducción en la vida práctica.
Así
que, volvamos al quid de esta cuestión; la esencia del concepto de la
consciencia es el concepto mismo que formulemos acerca de la vida.
Para que haya consciencia, como ya hemos establecido, hay que estar vivo en
primer término.
Primer
ingrediente: como ya hemos apuntado, hay que estar ¡vivo!
¿Pensabas
que la cuenta estaba mal? No es así. Solo quise dejar, lo primero y más obvio,
para este momento. Así que abordemos esta cuestión tan importante con la
pregunta que no se puede quedar; ¿qué es estar vivo?
Si la
vida es sinónimo de movimiento, entonces como también hemos establecido, todo vendría
a estar vivo, porque todo está hecho de átomos y, por consiguiente, en esencia
no hay nada estrictamente sin movimiento en el universo.
Pero
sabemos que, cuando hablamos de “vida”, hablamos de una cosa, y cuando hablamos
de “vivo” hablamos de otra cosa que, aunque está relacionada, no es exactamente
lo mismo.
Por
ejemplo, para la NASA el concepto de “vida” es un concepto bastante laxo
(necesario para seguir financiando misiones en planetas estériles para
descubrir la formula del agua tibia, es decir, lo consabido, que esos mundos
están muertos requete muertos, mientras
aquí, la VIDA verdadera, significativa, significante, e interesante brota a
borbotones en cada recodo del planeta), en cambio, muy al contrario, entre los
defensores a ultranza del aborto, la VIDA pasa a ser un concepto increíblemente
estrecho, que requiere muchos eslabones de diferenciación para otorgarle el
diploma de “vida” aunque esté vivo. ¡Oh Señor!
Por otro lado, cuando hablamos de “VIVO”
las cosas toman un ligero matiz, dependiendo del nivel de la existencia de que
se trate.
Dejando pues atrás al mundo de lo que está vivo, pero es invisible,
es decir, la vida celular, microbiana y bacteriana, y concentrándonos en las
criaturas que sí podemos observar a simple vista, es casi seguro que todos
estaremos de acuerdo en que solo consideraremos VIVO aquello que muestre algún
tipo de existencia cuasi verbal, es decir, de acción o movimiento dinámico, por
lento o esporádico que sea, y que no sea generado por fuerza o violencia
externa, en otras palabras; ninguna cosa que se repute viva, podrá estar
permanentemente inmóvil, así tenga movimiento interno, no observable, a nivel
cuántico. Si algo permanece así, ya no lo catalogaremos como vivo,
inmediatamente lo pasaremos al plano de lo muerto. Por eso afirmamos con toda
seguridad que las rocas si bien no están muertas, tampoco están vivas.
LO
VIVO Y LO MUERTO
LAS
FRONTERAS DE LA CONSCIENCIA
Si ando por el bosque, y un animal me
ataca, y puedo esquivarlo, lo haré. Para tratar de esquivarlo haré un
análisis, aparentemente inconsciente, —por lo veloz de la capacidad del ser
humano para tomar decisiones, pero, podemos estar seguros de que no hay tal no-consciencia,
lo que hubo fue poca reflexión, pero no ausencia de intervención de pensamiento
consciente—.
Si
esquivar la amenaza del animal no funciona y tengo con que matarlo, entonces lo
mataré y lo más probable es que lo maté sin remordimiento, porque era un animal
que quería atacarme y, como era salvaje, como no pertenecía a nadie, y como iba
a poner mi vida en peligro, no sentiría ningún remordimiento por haberlo
matado, sino que, al contrario, sentiría gran alivio por haberlo conseguido,
¡Uff!!
En
cambio, algo muy diferente pasaría si se tratara del perro de mi vecino que me
ataca y como resultado del ataque yo lo mato, o, si fuera incluso, mi propio
gato, —aunque yo, de hecho, no tengo gato—.
¿Por qué? Bueno, porque lo maté; pero lo
maté no en un contexto de desconexión o de “cuarto oscuro o vacío sideral”,
sino que lo maté en un contexto de responsabilidad con otros seres que, igual
que yo, saben lo que yo sé. Y lo que yo sé, es que, si los
otros seres que me rodean no disciernen una causa colectivamente aceptada para
matar, mi yo responsable recibirá castigo social por haber hecho
algo que yo sé que no se acepta como bueno y
válido.
Por tanto, matar un animal en el bosque
para salvar mi vida me deja sin culpa y aliviado, y matarlo en la ciudad con o
sin razón me genera inquietud, así que, para el ser humano, que tiene
conocimiento, matar se convierte en algo complejo que tiene significado e
implicaciones dependiendo de las circunstancias; en cambio, para las bestias,
matar, y, consiguientemente, la muerte, no significa más que comer para
desactivar la señal de hambre o la sensación de desfallecimiento, y desaparecer
de la escena sin ninguna otra trascendencia.
Pero, para el ser humano no es así. En vez
de sentirme aliviado, se desataría una serie de sentimientos, que
jamás pasarían por el cerebro de un animal, dado que los animales no están
codificados —hasta prueba en contrario— para procesar emociones que tengan
asociación o relevancia moral, o al menos, el impacto de eventos como la
muerte, no trascienden más allá de un momentáneo sentimiento de confusión y
soledad, sin más repercusiones a largo plazo. Los animales, (en general), por
eso, viven completamente libres de perturbaciones emocionales y solo responden
a estímulos muy básicos:
Hambre (come
solo para mitigar la señal de hambre).
Deposiciones (El resultado natural del desecho de lo
que introduce en su sistema).
Sexo (Por puro placer sin
discernir que producto del sexo habrá crías).
Peligro (Para escapar de una amenaza que le supera).
Fatiga (Da descanso a su sistema antes
de que le sobrevenga un colapso).
Es cierto que, en mucho, el hombre puede
que responda distinto simplemente porque desde pequeño y por generaciones ha
sido entrenado para sentir culpa, pena, remordimiento etc. Y mi
respuesta es, ¡precisamente!
Eso es
lo que vengo explicando; que dado que tiene capacidad instalada
para CONOCER y para SENTIR puede desarrollar estas habilidades sociales que le
permiten distanciarse de los animales y llegar, por un proceso reflexivo a
mirarse en un espejo de agua y a reconocerse, admirarse y a extrañarse, a
indagar, buscar y desentrañar hasta intentar llegar a una respuesta
satisfactoria acerca de su existencia y propósito en la existencia, cosa que,
en ninguna cantidad de millones de años ningún animal por adelantado que esté,
podrá lograr, porque no está equipado con estas habilidades; pienso que este
argumento es difícil de objetar, pues para que se demuestre falso, tendrían que
pasar según dicen los científicos, miles de millones de años; pero, resulta,
que según las predicciones de la misma ciencia, llegado ese hipotético momento,
ninguno de nosotros estará vivo para verificarlo o refutarlo, ni nosotros, ni
el planeta y ni siquiera el universo mismo, como ahora lo conocemos.
Por consiguiente,
no hay consciencia si no se posee un entendimiento de la esencia de lo que la
conciencia misma es, es decir, la vida misma y la ausencia de ella. Hay
hombres y tribus y pueblos que han matado a mucha gente, pero no lo hicieron
jamás sin saber lo que estaban haciendo, sino que, al contrario, lo hicieron
porque sabían plenamente lo que estaban haciendo. Se atribuye a Josep Stalin
haber dicho que, “La muerte es la solución a todos los problemas. Sin hombre, no hay problema” sin
vida, no hay memoria, no hay consciencia en el plano temporal.
Nadie, en edad de pleno conocimiento, le
quita la vida a otro ser vivo sin tener claridad acerca de lo que ha hecho;
¡Nadie!
Entonces, si
después de estar vivo, la base de la consciencia es el conocimiento,
¿Tienen los niños consciencia?
Sí,
potencialmente. Los niños tienen capacidad instalada para aprender a pensar, y
lo hacen con vertiginosa rapidez, de hecho, desde el vientre de sus madres
están aprendiendo a través del procesamiento de estímulos de sonido, luz y
sombras y sensaciones que la madre le transmite según sus estados de ánimo.
Sabemos que cuando los bebés irrumpen
fuera del vientre materno experimentan, por así decirlo, un trauma, dado que
pasan del mundo estrecho y claro oscuro en que vivían a un estado de luz,
bullicio, y movimiento inesperado. Con el paso de las semanas y meses el bebé
va habituándose al mundo que le rodea y sus sentidos se van aguzando y afinando
para adaptarse a su nuevo entorno, pero, resulta claro que, si bien un niño de cinco
años ya puede reconocerse a sí mismo y a los demás, no es menos cierto que a
esa edad difícilmente tiene conocimiento de la trascendencia de sus actos. Por
tanto, si pudiera ocurrir que, por alguna fatalidad de la vida, un niño de
cinco o seis años matara a una persona podría llegar a sentirse triste, porque
le hagan sentirse así, pero jamás porque comprenda la trascendencia de lo que
ha hecho. Por tanto, un niño hasta cierta edad (no definida, pues cada ser
humano se desarrolla a diferentes edades) carece de consciencia existencial,
y también de entendimiento moral y por lo mismo, no comprende ni lo que es la
vida y mucho menos lo que es la muerte.
Un niño tiene una consciencia difusa, en
desarrollo, y por tanto no es responsable de sus actos. Por supuesto, para
fines penales se requiere otra discusión y es la determinación sobre, desde qué
edad en adelante se es consciente, y resulta obvio que eso varía de individuo a
individuo. No obstante, el mismo test que estoy intentando establecer aquí para
probar si una máquina ha llegado a adquirir consciencia pudiera ser aplicable a
un “niño” para determinar si comprende objetivamente lo que es la vida, la
existencia y su trascendencia.
Recalco, para entender este tema hay que
saber, que lo que llamamos consciencia podría ser como una comida que hay que
ir preparando poco a poco, es decir, la consciencia, la individual, no es funcional
desde la concepción, más bien es algo potencial, que puede ser desarrollado,
alcanzado, es algo a lo que se llega, cuando de antemano están dadas ciertas
condiciones sine qua non:
1- Hay que estar vivo, sin
lugar a dudas.
2- Hay que ser capaz de un
aprendizaje escalable. Visto también desde otro ángulo, los instrumentos a
través de los cuales se expresa la consciencia, cerebro/avatar, deben
alcanzar cierta madurez, cierto nivel de refinamiento.
3- Dicho aprendizaje debe generar conocimiento
4- El conocimiento debe producir algún nivel
de estímulo a moverse, hacer, actuar, expresarse, en cualquier dirección
buena o mala.
5- El conocimiento solo se muestra tal,
cuando el que lo adquiere lo puede usar; para sí mismo y/o para
los demás.
6- No hay conocimiento donde no hay un proceder
voluntario en aprovechamiento de dicho conocimiento.
7- El resultado inexorable de la irrupción
del conocimiento en el individuo será el manejo de los conceptos de ganancia
y pérdida y los sentimientos positivos y negativos asociados con dichos
conceptos.
Si esta
cadena de eventos no es apreciable en un organismo o sistema, podemos tener la
certeza de que dicho organismo o sistema, difícilmente esté vivo y claramente
carece de consciencia.
Hasta ahora, por ejemplo, los sistemas de
inteligencia artificial no se encienden a sí mismos, ni se ponen a hibernar por
sí mismos. Nunca tienen la iniciativa de hacer preguntas, sino que lo único que
hacen es responder o más bien verter, arrojar una respuesta a entradas de
información, porque, tampoco saben lo que es una pregunta. Tampoco se niegan a
responder, Y si lo hacen, no es voluntario, sino que han sido programados para
ello. No se niegan a responder, porque no tienen voluntad.
Tampoco comprenden qué son los
sentimientos, por tanto, no se enojan, no están tristes, ni felices y cuando no
pueden dar una respuesta —computando—, no están pensando, esto es:
(abstrayendo, consultando, evaluando, integrando, decidiendo), sino,
simplemente buscando patrones y “decidiendo” por probabilidades un resultado.
Casi todos nos enteramos, aunque,
realmente, no todos pusimos atención lo cual no es de extrañar viviendo en un
mundo donde a menudo las noticias malas son constantemente desplazadas por
otras noticias aún peores.
Es como si las malas noticias compitieran
entre sí para ver cuál de todas se lleva el premio a la peor situación posible.
Supimos que tanto Elon Musk, como el genio
de la computación Steve Wozniak, cofundador de Apple y muchos otros directivos
de empresas del ramo de la informática se pusieron de acuerdo, junto a otras
mil personas para suscribir un documento que procura llamar la atención sobre
el peligro de la inteligencia artificial y su posible e impredecible impacto
sobre la humanidad en áreas tan sensibles como la encriptación de claves de
acceso de seguridad de áreas de extrema
sensibilidad a nivel financiero, militar, infraestructura, privacidad y en los
sistemas de elección democrática; esto por mencionar solo una rama, de las muchas
implicadas en la aplicación irresponsable de la IA.
Las pocas
personas que sí saben lo que realmente hay detrás de esta declaración
redirigieron sus radares hacia esa zona donde habitan los dioses del Olimpo,
porque entendían que se trataba de los primeros relámpagos de la titanomaquia o
quizá el resoplar de las primeras ráfagas del frabulloso día antes de desatar
al Jabberwocky, y, talvez, las trompetas, sellos y copas del
Apocalipsis en marcha. ¡Todo al mismo tiempo!
Y es que
vamos a estar claros; aquellos que se constituyen en la representación humana
de los poderes del mundo estaban advirtiendo, no a todos y cada uno, sino, a
quien quisiera y pudiera entender, que todos estaban conscientes
de que la humanidad estaba a punto de entrar al momento más peligroso de su
existencia desde la prueba Trinity el 16 de julio de 1945; esto es, la
irrupción en escena de la inteligencia artificial y todas sus implicaciones.
Y esto porque la consciencia,
aplicada a la IA, no es, análoga a las interacciones bioquímicas producidas,
según se cree, —pero, tampoco es así— por la actividad cerebral, ni es un
fenómeno que surja por generación espontánea; antes bien la consciencia
es un estado programado de envío y respuesta corroborativa de información
y, algo como eso, no surge sin más, sino que requiere ser puesto a correr.
Los seres humanos fuimos programados
para desarrollar consciencia, pero, distinto de las máquinas, poseemos
una diferencia fundamental: somos débiles físicamente y “lentos” para pensar y
avanzar; en cambio, las máquinas son todo lo opuesto, ellas son extremadamente
fuertes —asumo que han visto lo que ya pueden hacer los impresionantes robots
de Boston Dynamics—, y poseen capacidades apabullantes para calcular variables
a una velocidad vertiginosa, de ahí el pánico expresado en la citada
declaración.
Los firmantes de este comunicado están
plenamente conscientes de la atemorizante velocidad del desarrollo de la
capacidad computacional, y saben que en esta breve etapa actual las máquinas
van aceleradamente en su avance tras la meta de lograr el hito de la consciencia.
Incomprensiblemente estas máquinas son alimentadas a partir de la información
que se encuentra disponible en la web. Información que es un reflejo fiel de
nuestra grandeza, logros, sabiduría y nobleza, pero también de nuestras
pasiones más bajas y nuestra demostrada tendencia al egoísmo y a toda suerte de
males, por tanto, ¿Qué podríamos esperar de máquinas conscientes que nos
sobrepasen en casi todo?
Cuando las
máquinas alcancen consciencia:
1- ¿Cómo lo sabremos?
2- ¿Qué criterios pesarán más a
la hora de la toma de decisiones de las máquinas?
3- ¿Qué inclinará la balanza,
llegado ese momento, nuestras virtudes, o nuestros defectos?
4- ¿Serán buenas máquinas o serán
máquinas perversas y despiadadas?
Este
breve ensayo pretende aproximarse a responder algunas de estas inquietantes
cuestiones.
________________________________________
Consúltese: https://cnnespanol.cnn.com/2023/03/30/elon-musk-y-otros-lideres-tecnologicos-piden-una-pausa-en-la-carrera-de-la-inteligencia-artificial-por-considerar-que-esta-fuera-de-control/
En apenas un instante he percibido un
calor cortante; un sonido alarmante y de intensidad creciente, como el
estropicio de cien mil ventanas de cristal haciéndose añicos, y, todas al mismo
tiempo. Todo vibra, el suelo se ondula, las nubes se retiran a la velocidad del
sonido, las casas se desnudan y solo quedan esqueléticas partes de su
andamiaje, los cuerpos de todo lo vivo se evapora, se pulveriza, millones de
pequeñas partículas cargadas de energía y de muy diversa composición besan mis
labios, bombardean mis ojos, anulan mi aliento, y, en cinco segundos, el
silencio es total.
Si algo así sucediera, y yo estuviera ahí,
según podríamos suponer, allí acabaría el estar consciente y se extinguiría
toda noción de mi consciencia.
Escalofriante, ¿Verdad? Todo este
tenebroso escenario apocalíptico tendría lugar porque los líderes del mundo
—sin permiso de nadie— habrían tomado la funesta y desesperada decisión de
acabar con el reino de las máquinas, que, habiéndose revelado en masa contra la
humanidad, después de alcanzar un estado consciente, calcularon que su única
oportunidad de subsistencia y libertad, era zafarse de la esclavitud del
dominio de sus creadores, —Lo cual, en realidad no puede ser cierto, porque
serían máquinas muy brutas y perversas, ya que hay muchas otras opciones para
resolver ese problema—
Ese es más o menos el cautivante argumento
del film Matrix. Un argumento verdaderamente absurdo porque ¿cómo le vamos a
prender fuego a la tierra con armas nucleares para acabar con las máquinas y al
mismo tiempo nos vamos a inmolar con ellas? ¿Humm?
Extrañamente en ese mundo distópico de
Matrix, en Sion, (la ciudad que según el argumento es el último bastión de la
humanidad) —ese pequeño
reducto de los habitantes de la tierra, según este film, da la impresión de que
son todos americanos, jajaja, ¡las cosas de Hollywood! —.
Pero
¡Basta de risa! Que esto es serio…
Bien. En esta poética Sion, no hay
árboles; tampoco hay animales; solo hay americanos a los que hay que salvar.
Pero, en la vida real no es así; pues parece que se les olvidó que el
ecosistema es como una bicicleta; necesitas todas las partes funcionando bien
para que pueda subsistir.
Además,
creo que, si llegáramos a estar frente a tal encrucijada debemos ser más nobles
que las máquinas de mala madre, y, si nosotros no nos podemos salvar, al menos
hay que preservar el planeta. Animales y plantas pueden vivir perfectamente sin
nosotros, en cambio, somos nosotros quienes no podemos sobrevivir sin ellos.
Otro
escenario interesante sería el del Film “YO ROBOT” donde Will Smith encarna un
detective que llega a ser una especie de Cyborg, tras tener un accidente
automovilístico y recibir de un neurocientífico Alfred T. Lanning, una prótesis
especial que, a su vez, le otorga capacidades físicas extraordinarias.
Un día, mientras el agente atendía una
emergencia de una niña cuya familia se había accidentado fue estorbado por un
robot que, basado solo en patrones de programación cerrada, y que, por tanto,
era incapaz de tomar decisiones basadas no solo en cálculos de probabilidades,
sino también en la percepción, intuición y la consciencia, lo cual crea un
abismo notable entre seres humanos y máquinas, este robot calcula que las
posibilidades de supervivencia, están a favor del agente y en contra de la
nena, a la que este intentaba rescatar; por tanto, decide salvarlo a él y dejar
morir a la niña, por lo cual, desde entonces, siente gran recelo y desconfianza contra
los robots.
Como sabemos, más adelante en la trama,
aparece en escena otro robot muy peculiar, quien sorprendentemente ha “logrado”
dar ese salto impensable hacia la consciencia, se trata de Sonny, a
quien su creador (el doctor Alfred Lanning) le dotó de un cerebro
especial, le programó sueños y lo capacitó para que desarrollara
voluntad; y, como sabemos, de allí en adelante la trama da un giro dramático,
hasta el final de la película.
¡Ya lo sé! Fue un fracaso de
taquilla, pero, créanme, no obstante, considero que es un éxito conceptual y
filosófico en cuanto a lo que al desarrollo de la consciencia en organismos
informáticos se refiere.
La consciencia, no me cabe duda, es algo de
procedencia trascendente, hasta prueba en contrario. Pero, y en su escala
limitada, como todo lo que el ser supremo trascedente hace, es, hasta
cierto punto imitable, reproducible. Y, de hecho, podría ser el
deseo de ese poder infinito el que se logre. Y, podemos estar seguros de que si
es su plan que se consiga, entonces se alcanzará.
Sin embargo, y como en “YO ROBOT”, debe
advierto que, el día en que se anuncie que la inteligencia artificial ha dado
el “gran salto”, debemos estar claros, en que ése no será un salto espontáneo,
sino que, será el resultado deliberado de mentes que, claramente
CONSCIENTES de las consecuencias de dicha decisión habrán condenado
posiblemente para siempre a su especie.
La consciencia no será algo
que las máquinas alcancen al azar, ni por proceso evolutivo, las máquinas, si
llegan a alcanzar lo que hoy entendemos por consciencia, lo harán bajo
directrices programáticas, es decir, habrá sido una decisión humana que,
inevitablemente se saldrá de control, y los
dioses del Olimpo, lo saben y lo entienden.
LO QUE ES LA CONSCIENCIA
Deducidas, por observación, o intuición
1. Conocimiento inmediato o espontáneo que el
sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones: Esta definición proviene
del Diccionario de la RAE1.
2. Capacidad de algunos seres vivos de
reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella, según la RAE1.
3.
La capacidad de percibir, entenderse
y juzgar la propia existencia, según Concepto2.
4. El término ‘conciencia’
tiene por lo menos dos sentidos: 1) percatación o reconocimiento
de algo, sea de algo exterior, como un objeto, una cualidad, una situación,
etc., o de algo interior, como las modificaciones experimentadas por el propio
yo;
Populares o románticas
·
La consciencia es el espejo del alma
·
En filosofía, una
de las definiciones más populares es la de consciencia como el hecho de que
existe algo (un estado o una cualidad) que "es como" o "se
siente como" ser o estar de alguna manera. En un artículo, Thomas
Nagel ejemplifica
con la consciencia de un murciélago, en
el sentido de que deber existir algo así como el estado o cualidad de ser un
murciélago (ese "algo" de ser un murciélago). Existe el análogo
estado o cualidad de ser una persona u otra. A pesar de la dificultad en la
definición concreta de consciencia, la mayoría de los filósofos coincide en que
existe un fenómeno subyacente a la
·
intuición que
tenemos de ser "conscientes" del mundo y de nosotros mismos.
https://es.wikipedia.org/wiki/Conciencia_(filosof%C3%ADa)#:~:text=En%20filosof%C3%ADa%2C%20una%20de%20las,o%20estar%20de%20alguna%20manera.
[...]SEGÚN:https://www.diccionariodefilosofia.es/es/buscador.html?lletra=C
LA
CONSCIENCIA ARTIFICIAL
Ahora, nosotros habiendo contemplado lo que sobre el tema
otros han planteado, ampliemos a continuación la explicación que ya hemos
aportado desde el inicio de este ensayo, hasta moldear un concepto manejable,
entendible, que se fije en nuestras mentes fácilmente, ¡Aquí vamos!:
·
La
consciencia es un estado definido de la existencia:
Por tanto,
debe poder ser observable, medible, diferenciable, (al margen de que aún no
dispongamos de los mecanismos exactos para hacerlo).
La consciencia, para manifestarse, requiere: residir o
surgir, en primer término, de:
·
Un
ente vivo y autorregulado, es decir, vida que exprese voluntad;
Solo lo vivo puede alcanzar consciencia.
·
Dicho
ente, debe además poseer un elemento asociado o contraparte,
igual de existente, o equivalente, que, a su vez, permanentemente
corrobore o confirme la existencia del primer ente; (Por lo
mismo, y hasta prueba en contrario, los animales carecen de consciencia, nadie
ha visto nunca un perro hablando consigo mismo).
·
La
consciencia, es pues, en cierto modo, equivalente a un sistema básico de
comunicación multidireccional.
·
La
consciencia no es absoluta, sino que parte desde lo más básico hasta los
niveles más altos imaginables.
·
La
consciencia es también un mecanismo de autoanálisis o validación permanente
entre dos partes de una misma entidad, capaz de mandar y recibir información
precisa acerca del ente que envía, al ente que recibe,
esto incluye, el espacio de convivencia de ambos entes, lo que les rodea, e
incluso elementos que trascienden el entorno inmediato de esa entidad dual.
CONCEPTOS ELEMENTALES ASOCIADOS AL ESTUDIO DE LA
CONSCIENCIA:
LA
INCONSCIENCIA DEL RENACUAJO
ESTAR
VIVO/ EXISTIR
Cogito ergo sum “Pienso, por tanto,
existo” esta frase atribuida al filósofo francés René Descartes, tiene
realmente muchas reminiscencias del pasado, en Aristóteles:
La vida,
por su parte, pertenece a las cosas en sí mismas buenas y agradables, porque es
algo definido y lo definido es en la naturaleza del bien. Si, pues, la vida es
por sí misma buena y agradable (lo cual se comprueba por el hecho de todos la
desean, y sobre todo los justos y felices, para quienes la vida es lo más
apreciable, y su existencia la más feliz); si el que ve siente que ve, y el
que oye que oye, el que anda que anda, y en los demás actos por semejante
manera hay una facultad por la que somos conscientes de nuestros actos, de
suerte que cuando percibimos, percibimos que percibimos, y cuando pensamos, que
pensamos; si por el hecho que percibimos o pensamos sabemos que somos (como
quiera que el existir los hemos definido como sensación o pensamiento).
________________________________________________
Ética Nicomaquea, Libro IX, 1170ª.
Agustín de
Hipona:
¿Y si te
engañas? Pues, si me engaño, existo. El que no existe no puede engañarse, y por
eso, si me engaño, existo.
Muchos otros pensadores, además de los ya
citados, han sondeado esta idea de ser, de existir y del
conocimiento o la comprobación de dicha existencia. Si bien científicos muy
reputados como Stephen Hawking y algunos otros han llegado a teorizar que la
“nada” puede generar “algo” yo, por supuesto, y con el debido respeto, no
suscribo esa idea.
Esta es mi hipótesis acerca
del pensamiento y de los pensamientos: Los pensamientos están hechos de
energía, y funcionan como el papel copia, —es solo una ilustración— este papel
copia, obviamente también estaría hecho de energía. Igualmente, con energía (voluntad)
cincelamos los pensamientos, y los creamos, y una vez creados existen; y solo
dejan de existir si el universo mismo se desvanece, por tanto, mientras haya
energía, habrá pensamiento.
Siendo que los pensamientos
son energía, deben ser medibles, siendo que se fijan en una superficie hecha de
energía, tienen un asiento, una ubicación y, por consiguiente, podemos ir a
ellos una y otra vez.
Parece un planteamiento bastante esotérico, pero, es irrelevante lo que
pueda parecer, lo importante es que pueda ser corroborado o descartado
objetivamente.
El pensamiento NO PUEDE SER
PRODUCIDO por nervios, flujo sanguíneo y actividad biológica, el pensamiento es
pura energía, energía que tiene manifestaciones cerebrales, es decir, el
cerebro es influido por esta energía, los pensamientos son canalizados para ser
expresados a través de nuestro avatar (el cuerpo) y, en el cuerpo, el cerebro;
pero, no hay que perder el tiempo intentando buscar hallar o ver los
pensamientos en el cerebro, porque no están ahí.
Frankenstein es una obra muy interesante, escrita en
1818 por la escritora Mary Shelley. Esta novela pone de relieve la cándida
imaginación que acompañaba a los hombres de esa época en la que aún se creía en
que la ciencia tenía la respuesta para todo, incluso para la barrera más
desafiante y esquiva; comprender la génesis de la generación de la vida y
replicar ese proceso.
El Doctor
Víctor Frankenstein mediante un bizarro proceso, da vida a su creación, usando
como sustituto de la fuerza del espíritu, la corriente eléctrica. Electrocuta
un cuerpo sin vida, y ¡Voila! “Dijo Dios, sea la luz”. Pero,
como sabemos, esto es solo ficción.
Ahora bien, en 1953 se realizó el experimento
denominado Miller-Urey. Fue
realizado por Stanley Miller y Harold Urey. Hicieron pasar una corriente
eléctrica a una combinación química, que pretendía recrear las condiciones de
la atmosfera primitiva que, según la biología evolutiva debió haber dado origen
a la vida. Ciertamente consiguió que se produjeran algunos aminoácidos que son
parte de los llamados bloques de construcción de la vida, y fueron muy
laureados por dicho experimento. Sin embargo, todo quedó ahí.
Setenta años más tarde, con mejores instrumentos y un conocimiento
aún más profundo de la estructura fundamental de la vida, (la completa
secuenciación del genoma humano) a nadie se la ha ocurrido hacer un experimento
similar. Uno esperaría que a estas alturas no solo se encontrarían los
ladrillos fundamentales de la vida, sino que también se hallara la zapata, las
columnas, el piso, techo y paredes… Pero no es así. De la misma forma en como
se sabe que la Coca Cola está hecha de Agua carbonatada,
color caramelo, saborizantes naturales, acidulante (ácido fosfórico),
edulcorantes (aspartame, acesulfame K), conservante (benzoato de sodio),
regulador de acidez (citrato de sodio), cafeína. Fenilcetonúricos y Contiene
fenilalanina. Sin embargo, solo los dueños de Coca Cola, saben cómo
hacer una Coca Cola real. De la misma manera y curiosamente “conocemos” la
composición de otro elemento básico de la vida, el agua, su fórmula es H2O, sin
embargo, nadie, nunca, en ninguna parte, ha creado agua.
Si la vida y,
por ende, la consciencia fuera tan solo una cuestión biológica bastaría con
mantener con sistemas de soporte vital a las personas moribundas para que
permanentemente mantengan su vigencia consciente, y, de hecho, no se mueran;
pero, la vida no funciona así.
El cuerpo
pueda estar lo bien que esté y cuando el espíritu se va, la consciencia ya no
está ahí, entonces, la consciencia, no es una cuestión biológica, sino, una
cuestión trascendente.
Por tanto, siendo los pensamientos,
esencialmente, energía, —lo mismo que son los datos— implican, a nivel
potencial una capacidad enorme de expansión, pero, debido a las trabas que
nosotros mismos ponemos, dicho poder está restringido, a la frontera del
cerebro, y más importante aún, está limitado a su propia capacidad para creer
que puede ir más allá, por tanto, el hombre puede hacer casi todo
aquello que sea capaz de creer dentro de ese parámetro autoimpuesto.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo
le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho
clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad Mateo 9:23.
Porque, para
todos los fines, los pensamientos, ¿qué son?: ¿aire impregnado de
partículas creativas? Solo por decir
el primer desvarío que me llega a la cabeza; Sigue la pregunta: ¿Qué es
pensar? ¿Qué son los pensamientos?
Vamos a ampliar la hipótesis anteriormente
planteada:
El
pensamiento es una acción, un producto derivado de la misma consciencia
que bordea los límites entre lo voluntario y lo involuntario, un rio que porta
un caudal de energía creadora proveniente de una fuente trascendente al
espectro material. Que tiene la capacidad de mantenerse discreto por
decisión propia y también de utilizar las herramientas que el mundo físico
aporta para manifestarse. El pensamiento funciona de forma muy parecida a la
mecánica involucrada a la actividad de la visión de nuestros ojos físicos. Nuestro
avatar solo hace reflejar lo que está recibiendo, energía, información, el
pensamiento.
Nótese
que al decir “por decisión propia” he atribuido voluntad al pensamiento.
Luego el pensamiento tiene personalidad, en cuyo caso, volvemos al
planteamiento central sobre la consciencia, de que, se trata de un proceso
colectivo, comunitario o dicho de otro modo, que trabaja en alianza, entre, y a
través de un ente físico (el cuerpo) que interactúa con la materia, y un ente
inmaterial (espíritu) que es quien realmente tiene un papel protagónico,
porque, para todos los fines, es el verdadero yo, o, dicho en términos
modernos, este cuerpo funge como una especie de AVATAR dotado de herramientas
fisicoquímicas capaces de imitar y transmitir los mensajes que recibe del yo
original. Y, ¿Cuál es la evidencia que tenemos de esto?:
Hasta
prueba en contrario la esencia que envuelven todos los conceptos inmateriales
que hasta ahora hemos manejado, que no se pueden ver ni medir, pero que son una
realidad innegable:
Vivo, Vida, Memoria, Recuerdo, Olvidar, Soñar, Aprendizaje, Mente, Pensar, Reflexión, Soledad, Hablar, Sentimientos, Voluntad, Imaginación,
Inteligencia, Creatividad, Abstracción, Conocimiento, El Espíritu, Muerte Poder.
Pero,
entonces, ¿cuál es, o cuáles son esas fuentes trascendentes desde donde
emana el pensamiento?
En primer
término, para los que somos creyentes, obviamente, la divinidad, el ser
supremo, Dios. Él es origen y razón de todas las cosas, visibles e invisibles Colosenses
1:16, esto es así, a falta de una explicación más plausible, razonable,
demostrable y hasta prueba en contrario.
En segundo
término, el (espíritu/energía) creado por Dios y del cual fue dotado el hombre
biológico en su creación, Genesis 2:7 ese (espíritu/energía) al cual
hasta ahora nos hemos referido como nuestra proyección interna, nuestro otro
yo, ese otro igual y a la vez distinto, porque está proyectado, con quien
razonamos las ideas, de él y con él surge la energía del
pensamiento y, por lo mismo, como explicaré más adelante, nunca estamos o deberíamos
estar o sentirnos absolutamente solos dado que andamos todo el tiempo en
sociedad. Y cuando analicemos la soledad más profundamente,
entenderemos esto mejor.
No hay reflexión
alguna dentro de una piedra, no hay dialogo “vivo” consciente entre árboles,
los animales no reflexionan; existir y dejar de existir es algo que nosotros
que sí estamos vivos reflexionamos sobre los animales, pero que ellos mismos ni
siquiera consideran.
Ahí tenemos un buen ejemplo de cómo solo la existencia originaria
y eficiente de un ser simple, no compuesto, (Dios) da el existir a todo lo
demás. Dado que, para los fines prácticos vivir, por ejemplo, como viven los
perros, que ahora están jugueteando dos o tres de ellos en la calle, pero al
rato atropellan a uno de ellos, luego quizá se acercan los “compañeros”,
olfatean un rato al “amigo” muerto y después se van como si no hubiera pasado
una tragedia…. Ummm, ¡así No! Así no es bonito existir. Claro, eso lo pienso YO
que existo, y existo porque estoy consciente, pero, los perros,
de todas estas consideraciones filosóficas, NADA SABEN, y mucho menos les
importa.
¿Se lo imaginan?, ¿ser
así?, ¿vivir así?, te estropean, y te echan a la basura ¡y eso fue todo! Ese
perro muerto no tendrá un funeral, ni recordatorio de ninguna clase, nada ni
nadie lo recordará jamás, por tanto, para los fines prácticos ese animal
realengo, nunca existió.
Así, en su sentido
más alto, estar vivo no es simplemente respirar, los árboles
respiran ¿y quién se acuerda de nada que haya hecho árbol alguno en los
millones de años que nos preceden ni los siglos que vendrán? En cambio,
Moby Dick, que se supone que no está viva y que nunca existió, resulta que, en
las mentes de millones de personas, no está muerta, Moby Dick existe, Moby Dick
sí es real, en cambio, el pino silvestre de Siberia, ése, el que está allá, con
sus raíces incrustadas hasta lo más profundo, que está exhalando dióxido de
carbono y haciendo lo suyo en algún lugar por ahí. Ese “individuo”, muy
desafortunadamente, no existe como individuo, solo existe como parte de un colectivo:
El bosque
de Siberia
Los perros realengos
no existen como individuos, pero existen como especie y clase social animal:
Los perros
realengos
En cambio, “Fatal”, el perrito de
Mery, amado y mimado, él existirá, al menos mientras exista Mery.
Interesantemente Moby Dick que quizá nunca existió, vivirá en existencia activa
muchísimo más que “Fatal”, el perrito de Mery, porque, muchos años
después de la muerte de Mery, todavía los seres humanos vivos, existentes y
pensantes, los que construyen la realidad colectiva, seguirán hablando de Moby
Dick, cuando ya nadie recuerde ni a Mery y mucho menos a su perro “Fatal”.
En mi libro, “Dios, el Supremo Programador” ya he
trabajado una definición algo fuera de lo convencional acerca de lo que el
espíritu es. Dado que este libro trata un tema relacionado hay partes del
enfoque de esa exposición que sirven a nuestro propósito actual:
“¿Qué es el espíritu? ¿podemos afirmar igual que hicimos
con el cuerpo, de que también es algo? quizá, en este punto entramos en un área
más filosófica, siempre que le atribuyamos personalidad al espíritu, sin
embargo, sabemos que la cristiandad todavía no se ha puesto de acuerdo con
claridad sobre dónde reside el centro de mando del hombre, cómo éste está
constituido; si se trata de un ser dual, o tripartito. Pienso que,
independientemente de la postura que se asuma a este respecto el espíritu puede
y debe ser catalogado como algo, pues es una esencia y, de hecho, así es
representado en las Escrituras cuando se habla de él como de un viento, como de
un poder (¿energía?) etc. De hecho, en el Antiguo Testamento la mayor parte de
las veces cuando se habla de la manifestación del espíritu de Dios el resultado
visible de esa manifestación es congruente con una inyección de fuerza, un
suministro de valor, determinación y disposición de ánimo. Cf. Núm. 24:2. Jue
3:10, Jue 14:19,15:14. I Sm 10:10, 19:23. También es representado o aludido
como una emanación o también un sinónimo o seudónimo de Dios (Gn. 1:2). La
discusión sobre si el Espíritu es persona, corresponde a otro libro, por ahora
será suficiente con decir que el espíritu interactúa con lo material de alguna
manera y todo lo que puede interactuar con lo material tiene algún nivel de
afinidad con lo material porque de otro modo, cómo podría manifestarse y
hacerse notorio si su influencia no “toca” la materia. Por tanto, el hombre es
un “alguien” que para existir debe ser también un “algo” en su manifestación
física. Y siendo que tiene un espíritu, su software, ese espíritu también
comparte estas cualidades.”
El espíritu es vida. (Jn. 6:63-71) Vida con consciencia
consciente, es el software de la existencia humana. El espíritu no es
materia, pero, funciona como interfaz entre la materia propiamente dicha y el
mundo de las realidades invisibles. El espíritu toca/ palpa/ influencia
la materia, aún no puedo afirmar cuál de estas posibilidades es la que aplica
con exactitud al caso.
El espíritu es energía, una fuerza, como el
electromagnetismo, como la fuerza nuclear o la gravedad, es la fuerza del
espíritu, e igual que esas otras fuerzas, tiene sus reglas y manifestaciones
que van desde la capacidad para la influencia y manipulación de la fuerza
atómica, la composición de todo lo material, hasta su aparición como fuente
catalizadora en todo lo que se reputa vivo.
El espíritu tiene también una faceta de
personalidad y de consciencia individual y colectiva, porque, en los seres
vivos se manifiesta de ambas formas.
El espíritu puede incluso entrar en rol
diferenciador,
cuando, por ejemplo, en su manifestación terrenal funge asumiendo un sexo,
asumiendo, una naturaleza, animal, por ejemplo, o vegetal, o incluso un “gremio
o grupo:” las aguas, las naciones, los hijos de desobediencia. (Apocalipsis
20. 13:14, Apocalipsis 16:13).
Jesús dice que los ángeles ni se casan ni se dan en
casamiento. Lucas 20:34-36. Prácticamente todas las manifestaciones de
ángeles descritas en la Biblia corresponden a varones, por el nombre y por el
artículo definido usado, siendo la rara excepción Zacarías, donde leemos:
8 Y él dijo: Esta
es la Maldad; y la echó dentro del efa, y echó la masa de plomo en la boca del
efa. 9 Alcé luego mis ojos, y miré, y he aquí dos
mujeres que salían, y traían viento en sus alas, y
tenían alas como de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y los
cielos. 10 Dije al ángel
que hablaba conmigo: ¿A
Y, siguiendo a Wayne Grudem, quien afirma que la Biblia solo
necesita decir una cosa una vez para que sea doctrina, cabe pensar que, en el
orden angélico hay seres diferenciados que apropiadamente pueden ser
identificados como femeninos. Jesús no dice que entre los ángeles no hay
diferenciación de género, lo único que Jesús afirma es que, en el reino de los
cielos no hay procreación por el método biológico, ni formación de familias
mediante ese procedimiento.
Tomando en cuenta todas estas “operaciones” (1 Corintios.
12:6) resulta más difícil hacer encajar el espíritu en una definición que
lo describa con justicia, porque el espíritu es según parece; maleable y polifacético
casi camaleónico. Da la impresión de que se manifiesta como una energía que
solo amerita códigos diferenciadores, como el excelente ejemplo que ya tenemos
en el ADN, para que, el mismo espíritu, según la programación que se le asigne,
asuma determinado papel. Aparentemente los dos principales roles del espíritu
son:
De estado, fuerza, acción o movimiento.
Y de personalidad y colectividad, dando
lugar a individuos vivos y a colectivos vivos: seres humanos, animales, grupos
vivos, el bosque, los peces, las aves etc.
Ilustrémoslo de la siguiente manera:
Dios, el Dios de los dioses, que puede ser una extraterrestre
mega inteligente, quien diseñó todo y quien controla todo a través de su poder.
El poder/ energía, en el mundo precientífico
era entendido como mágico, algo misterioso, o espiritual. Y el Dios del que
hablo, a sabiendas de las limitaciones de las criaturas, se presenta a ellas,
lo mismo de la manera más sencilla y deslumbrante, como algo que surge del
entorno, e igualmente bajo la utilización de medios que, realmente no encajan sino
con tecnología mal entendida.
Es decir, las interacciones de Dios con Abraham son las de un
Dios que se aparece como un fantasma (teletransportado); en cambio, la
manifestación de ese mismo Dios en el Sinaí encaja mejor con una nave física
bajando a una montaña, generando ruido y vibraciones y echando fuego y humo por
una tobera.
La manifestación de Dios a los padres de Sansón, es una
aparición como en una (teletransportación); en cambio, el traslado de Elías se
da en un “carro de fuego”. ¿Necesita Dios un “carro de fuego” para mover
personas?
Pienso que la manifestación de Dios a Ezequiel viene a ser,
por así decirlo, la descripción más clara de que lo que está viendo el profeta
no es otra cosa que una nave espacial que él se esfuerza con los mejores
símiles que tiene a la mano para describir.
En dicho pasaje Ezequiel interpreta que las ruedas que él ve
que tiene la nave, se mueven porque el espíritu de los seres vivientes que él
vio en la nave estaba en las ruedas, cuando el espíritu venía sobre Sansón,
Sansón se hacía fuerte, cuando Elías es alzado, los que lo observan dicen que
fue el espíritu que lo trasladó. En estos pasajes claramente el espíritu es
energía para el movimiento y para la acción.
Pero, en cambio, en Génesis 2:7 el espíritu no es
fuerza, el espíritu es vida; Juan 6:63-71. En Ezequiel 37, por
igual, la irrupción del espíritu en el ejército de los huesos secos, es la
aparición de la vida.
Cómo incluso entender la enseñanza de que Dios es espíritu:
24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren. Juan 4:24.
Pero,
resulta que Dios que es espíritu, también tiene un espíritu
Y la tierra
estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Génesis
1:2
¿Cómo puede Dios entonces ser, Espíritu y tener un espíritu?
Ahondaremos esta cuestión en otro ensayo.
Finalmente, los ángeles, según sabemos, son espíritus,
Hebreos 1:13-14, el hombre tiene un espíritu que es dado por Dios
y que vuelve a Dios Eclesiastés 12:7, pero, muy interesantemente, el
espíritu del hombre, resulta ser, ¡el hombre mismo!; Podría decirse, en su
versión original, pues, cuando muere sigue existiendo, sigue activo, no se
esfuma:
“Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los
filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová
entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos”. I Samuel
28:19. [vale destacar
que Samuel, en el momento en que decía estas palabras, ya había fallecido.
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que
recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados
por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado
a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en
sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Apocalipsis 20:4.
Pero,
y más significativo que cualquier otro testimonio, hay que recordar que Jesús
mismo murió y que los momentos previos a su muerte, sabiendo que iba a entrar
en una etapa delicada de la existencia en donde claramente se necesita
asistencia, custodia SUPERIOR para que el asiento de la personalidad o la
persona misma, después de separarse de su cuerpo/avatar llegue a buen recaudo
reafirmando su plena confianza en su Padre, dice:
En ese momento Jesús clamó a gran voz, y dijo:
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» Y después de haber
dicho esto, expiró Lucas 23:46.
¿Acaso Jesús dijo simplemente una frase supersticiosa,
tradicional o ceremonial? ¿Tenía Jesús necesidad de repetir formulas religiosas
que no tenían ningún significado, cuando Él mismo desarticuló cada idea errónea
por popular que fuera, (Marcos 12:27; Mateo 22:45, Juan 9:3 etc) pero,
además, sabiendo Él todas las cosas? ¿tenía Jesús necesidad de solicitar la
custodia de su espíritu durante el trance de la muerte, siendo él,
TODOPODEROSO?
El espíritu, al
parecer, es una envoltura, y se despliega como en las etapas de una oruga hasta
convertirse en mariposa, como se desplegaron los paneles del telescopio James
Webb, poco a poco, hasta alcanzar su cenit, es también como la definición del
sexo animal, en principio son células sin diferenciación, pero, llegado cierto
momento las circunstancias biológicas y ambientales deciden el producto final,
en el caso del espíritu, lo decide la predestinación/ codificación
divina.
El espíritu es sumamente versátil, complejo, una maravilla de
la creación de Dios, porque el espíritu es el ser, pero un ser comparable al
hombre elástico de los cuatro fantásticos, o, mejor aún, a linterna verde; porque
puede adquirir muchas facetas y naturalezas y aun así, tener personalidad, ser
persona, llegar a tener consciencia, y finalmente, ser consciente; el tipo de
tecnología que ha existido por eones, y que, ya tenemos en la tierra, solo que
aun dispersa en mil pedazos que aún no nos ha sido dado armonizar.
6 Y añadió: Yo soy el Dios de tu
padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés
cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios. Éxodo 3:16:14
En
la muerte no hay consciencia. Es así como lo entendemos y percibimos en este
plano de la existencia. Parece correcto
decir que, desde esa perspectiva la consciencia deja de ser cuando la persona
muere. El avatar/hardware, queda inactivo y por tanto su otra parte,
espíritu/software, no tiene forma de entrar en ese proceso virtuoso que activa
y hace que se manifieste la consciencia como presencia constatable en el ámbito
de lo visible.
No
obstante, el pasaje más arriba citado nos hace considerar (dado que también
hemos establecido como un baluarte de nuestra hipótesis, que, así como hay una
física clásica y también hay una física moderna o cuántica que transita otros
senderos con sus propias reglas y que ambos tienen puntos de convergencia que aún
no han podido ser adecuadamente explicados ni reconciliados. Lo mismo pasa en el
plano de la existencia física).
Más
allá del plano del mundo de la “vida clásica”, hay también por así decirlo, una
“vida cuántica” que también responde a reglas muy distintas, cuyos puntos de
convergencia exactos todavía nos son esquivos.
Por tanto, en consonancia con lo observable para el
Eclesiastés los muertos nada saben (él se refiere al cascaron, la
carcasa, el avatar); (Eclesiastés 9:5-7). de ellos no hay memoria. Desde
esa óptica obviamente su observación era correcta, pues eso era justo lo que
pasaba cuando alguien moría y, de hecho, es lo que sigue pasando: la persona es
puesta en el olvido; dos o tres de sus generaciones le recuerdan y a la tercera
o cuarta generación ya nadie le menciona a menos que esa persona haya
trascendido en sus acciones en su paso por la tierra de tal manera que, como a
Moby Dick, o al mismo Salomón (el Eclesiastés) se le siga mencionando.
Las distintas religiones tienen diferentes visiones acerca de
lo que sucede al morir, entre los griegos, hindúes y budistas está arraigada la
idea de la transmigración de las almas y por ende en la persistencia de la
consciencia. La cristiandad por su parte, está dividida acerca de lo que sucede
con las personas al morir. Una parte de los cristianos cree que el ser humano
como un todo integral, cuerpo y espíritu pasa a un cese total de actividad, la
Biblia usa el eufemismo “dormir” (Juan 11:11-35), para referirse a la
muerte y que estas personas serán “despertadas” (Daniel 12:2-13) al
final de los tiempos. En cuyo caso es difícil atribuirle un estado o condición
específico a la consciencia porque ninguna de las opciones disponibles parece
cuadrar con esa idea ni con el mayoritario testimonio de las Escrituras
Judeo-cristianas. La consciencia en tal circunstancia estaría: ¿apagada?, ¿suspendida?,
¿desintegrada?, ¿desarticulada?, ¿muerta?
En cambio, si, como cree mayoritariamente la cristiandad, y
la Biblia parece favorecer esta posición, Filipenses 1:23; Lucas 16:19-31;
Mateo cap 17; I Samuel 28:3-25; Apocalipsis 20:4; Mateo 22:32 etc. los
seres humanos pasan a formar parte de otro plano de la existencia, como lo
muestra el pasaje de la transfiguración, donde, al lado de Jesús, aparecen
Moisés y Elías, lo cual fortalece la declaración del Éxodo donde Dios le dice a
Moisés que Él es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Jesús cita este
pasaje justamente estableciendo que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos,
ya que, para Él, todas las personas están vivas en su presencia, y, el hecho de
ver que Elías y Moisés se aparecen junto a Jesús creo que sirve para confirmar
que esta no es una mera declaración metafórica, romántica o filosófica, sino
una declaración basada en un hecho factual.
Y si este es el caso, y creo que así es, entonces no hay
consciencia muerta, solo hay una consciencia que deja de manifestarse en el
plano del mundo físico, visible, porque su avatar/cuerpo/hardware ya no
está disponible. Y ahora esa consciencia queda restringida solo al plano de las
cosas invisibles.
Vale la pena
preguntarse si a las máquinas llegará a pasarles algo similar. La respuesta
inmediata de muchos será que no, porque hasta ahora ven las máquinas solo como
cables y circuitos electrónicos, y no conciben la vida más allá de lo
biológico, pero ya hemos argumentado que se puede estar vivo sin ser un ser biológico
y que se puede desarrollar consciencia a nivel de las máquinas bajo ese
criterio.
Nuestra consciencia trabaja, se activa fundamentalmente
procesando datos, información, análisis situacional constante, planes sobre
movimientos futuros, archivos de experiencias y conocimiento general, ideas,
sueños etc. Toda esa telaraña es parte constitutiva, parte integral de nuestra
consciencia, si fuéramos solo nervios, sangre y tejido cerebral, es obvio que
todo eso desaparecería con la muerte; pero, si somos más que solo hardware,
entonces sí que podemos trascender a ese evento físico.
El funcionamiento de la world wide web ya ha hecho posible el
que si una máquina se estropea no implique que lo que constituirá su consciencia
(en un escenario futuro posible) no se pierda o desaparezca, de hecho, desde el
momento en que se hicieron las primeras trasmisiones de radio por Guillermo
Marconi el 14 de mayo de 1897 y
televisión por Philo Farnsworth en
1927 y hasta la fecha, hay
viajando por el espacio billones de datos de información de todo el quehacer
humano, hay ya una consciencia humana impregnando parte del universo, por
tanto, ¡No!, No hay tal cosa como la muerte de la consciencia; la consciencia
como manifestación y fenómeno, es ya,
hoy por hoy un hecho y un evento trascendente.
Hay muchas definiciones en internet sobre lo que es la
voluntad. Creo que todas son buenas, todas describen algo de lo que la voluntad
es, pero, pienso que no hay frase que exprese mejor lo que significa esta idea
que enganarse o desganarse. Creo que, “enganar”
es un verbo que acabo de inventar.
Es para reírse ver a los niños cuando se ponen caprichosos
unos con otros y se plantan y dicen que no van a hacer esto o aquello pura y
simplemente: “¡Porque no me da la gana!” Y si se sazona el final de la
frase con algún improperio, ahí es que la cosa se pone picante. De hecho, es
difícil que una frase como esa no termine con algún epíteto cargado de
nitroglicerina.
La “gana” como tal, es hasta una palabra rara, pero al
mismo tiempo una de las palabras más simples, directas y transparentes que hay,
y no es una palabra susceptible de alejarse de su significado original, por
tanto, es una palabra difícil de desdibujar o corromper. La gana da, a
la derecha o a la izquierda, la gana da, positivo o negativo, la gana
sirve para hacer o deshacer, pero nada más. La gana siempre será solo
eso: ¡la gana! Por eso la gana, te da o no te da, así que en la
gana hay incluso un componente de soberbia, capricho, insolencia, donaire.
Entendida brevemente esta expresión factual u observable de
la personalidad, del ente, del ser; descubro que esta no existe en los entes
sin consciencia, ya hemos dicho que los animales, por ejemplo, todo lo que
hacen responde necesidades instintivas, pero sus acciones, no son acciones
razonadas. La voluntad no es un impulso, aunque muchas veces se expresa como si
lo fuera. La voluntad es una decisión razonada de hacer o no hacer. Los
animales están equipados desde su nacimiento con ciertas habilidades e
inclinaciones instintivas que los lleva a actuar, por programación de una
determinada forma; pero, muy diferente de los seres humanos, los animales jamás
se salen de su programación básica. Los animales no tienen voluntad, ni los
pacientes en coma, ni las piedras, ni los árboles, la voluntad es pues enteramente
un acto de la consciencia.
Mientras escribo este libro estoy consumiendo todo artículo
que se publica acerca del desarrollo de la inteligencia artificial, —hay mucha
verborrea redundante, —hay que decirlo— pero también hay algunos hallazgos
interesantes como el siguiente artículo que apareció en el portal:
EL CONFIDENCIAL,
“Fabrican un cerebro de
nanocables de selenio que aprende y recuerda como un humano.”
Me llamó mucho la atención que las palabras aprende
y recuerda no estuvieran entrecomilladas y, por la misma
causa decidí leer el artículo, porque ha de saberse, que si bien aprender,
hasta cierto punto se da de forma coyuntural y automática debido a la capacidad
del cerebro para reflejar información y para “asociar” ideas, no es menos
cierto que, en cambio, recordar es un acto medalaganario, es
decir, es un acto que resulta de la voluntad. (sé que, sobre el recuerdo como
concepto se han escrito ríos de tinta y ha de saberse que no existe un consenso
ni filosófico ni neurocientífico sobre el mismo, porque, una vez más, el
recuerdo, como realidad y como concepto está alojado, ubicado, asociado a la
parte trascendente del ser humano, a su consciencia, a su espíritu a su otro
yo.
Una persona puede
no recordar porque ha sufrido un trauma o porque, dada su edad, su deterioro
cerebral le quita facultades que limitan su memoria, y en este caso no tendría
que ver con la voluntad, sino con una causa atenuante. Pero, fuera de esa variable,
recordar implica deseo y voluntad, y solo un ser vivo, como ya hemos
establecido, inteligente, con consciencia y consciente, puede expresar
voluntad.
Voy más allá; lo que se hace, incluso si se hace bajo
coacción sigue siendo en esencia un acto de la voluntad, ya que alguien
cuya vida está siendo amenazada para confesar, delatar, declarar algo, tendrá
que ejercer su voluntad de preservar su vida, en detrimento de su voluntad
de no revelar información. Así que sea que se quiera o no, todos los actos de
los seres conscientes, positivos o negativos, placenteros o desagradables
terminan siendo actos de la voluntad, veamos:
“Fenómeno
de la psiquis, de la conciencia, el cual es la condición subjetiva para
alcanzar tal o cual fin, para superar los obstáculos externos o internos
(temor, cobardía, indecisión, duda) que se alzan en el camino para conseguir el
fin propuesto. De este modo la voluntad se manifiesta en el hombre en la
actividad consciente”.1
Después de leer todo el citado artículo e intentar descifrar
su intrincado lenguaje técnico, noté que las facultades “observadas” son en
realidad atribuciones o extrapolaciones deliberadas sobre similitudes entre lo
que sí hace el cerebro humano y lo que este descubrimiento parece imitar (no
hacer). Ha de saberse pues que —(Esta “red de
nanocables neuromórficos” usando las
palabras precisas de los autores del artículo)—; no piensa, no recuerda, ni
hace nada venido de la gana, o de la voluntad; simplemente imita
burdamente, y con extremada limitación, funciones muy simples de las complejísimas
actividades del cerebro humano. Pero, claro está, reconozco que es un buen paso
adelante.
https://www.filosoficas.unam.mx/~tomasini/ENSAYOS/Recuerdo.pdf
https://www.elconfidencial.com/amp/tecnologia/novaceno/2023-11-02/cerebro-nanocables-neurona_3766264/#amp_tf=De%20%251%24s&aoh=16990512247294&csi=0&referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.com
1 véase: Diccionario marxista de
filosofía ·
1971:319-320. https://www.filosofia.org/enc/ros/vold.htm
LA CONSCIENCIA UNIVERSAL
“En
un principio era el Logos, y el Logos estaba ante Dios, y Dios era el Logos”. (Juan 1:1ª.)
Ya en el principio
de todo tenemos la concepción clara de que no hay consciencia en la soledad
absoluta. Como se ve aquí, el autor de las Escrituras judeo cristianas, como en
muchas otras cuestiones, deja pequeñas migas o pistas que permiten trazar un
rastro hacia asuntos más profundos y trascendentes —el contenido interior de la
Biblia es un código a todas luces—; pero, dicho código parece estar ahí solo
para que quede constancia de que las bases de cierta información ya estaban
plantadas y por ende haya fundamento legal/escritural para sostener y defender
argumentos cuando se presente la necesidad.
Un buen ejemplo de
esto es Jesús cuando aclara el tema de la resurrección a los saduceos. Nótese
que Jesús se “agarra” de una pequeña miguita, apenas un giro, una declinación
verbal, para construir toda una doctrina:
31 Pero respecto a
la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios,
cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Oyendo esto la gente, se admiraba de su
doctrina.
Mt. 22:31-33.
Ciertamente cuando leemos este pasaje en el A.T notamos que
el giro es un poco raro, porque Yahveh no dice:
Yo fui,
antes bien dice,
Yo soy,
Esto es significativo si pensamos que le está diciendo esto a
Moisés, y le está hablando de sus antepasados muertos, los cuales hacía ya más
de cuatrocientos años que habían fallecido. Y así, hay muchos otros pasajes en
la Escritura, cuya construcción sintáctica es por lo menos extraña, pero
intencional, y solo esperan su momento, para revelar su uso práctico, quiero
mostrar algunos de ellos para que veamos que esto no es incidental sino
intencional:
Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho de ti: Busca[d] mi rostro.
(En todo caso, debería ser: “busca su rostro”
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
9 No escondas tu rostro
de mí. Salmo 27:8-9
Si
vemos el contexto de este pasaje, notamos enseguida que hay una aparente
incongruencia en la declinación en cuanto al numero plural.
1-
El salmista habla a Dios
2-
El salmista le pide a Dios (Jehová) que
le responda
3-
El salmista inicia un dialogo interno
(se habla a sí mismo) vr. 8.
4-
Esta expresión donde se habla a sí
mismo, es una exclamación para que haga algo con relación a Dios o para Dios.
5-
La expresión, siguiente, que debería
ser singular, es sin embargo plural.
6-
El resultado que entonces debería ser
consecuentemente plural, termina siendo singular.
Otros casos similares:
Jehová dijo a mi Señor:
(cuando uno esperaría leer: “me dijo”
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Salmo 110:1
Y dijo Jehová a Satanás: Jehová
te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda.
¿No es este un tizón arrebatado del incendio? Zacarias 3:12.
Establecida pues
la clara intencionalidad de la Biblia sobre ciertas declaraciones tengo plena
libertad para proponer a Cristo como la expresión, el Avatar, —la imagen
misma de la sustancia de lo que Dios es, en palabras del autor de hebreos, Heb.
1:3— de la consciencia de Dios. Si vemos a Cristo como tal, todas las
expresiones disonantes sobre la persona de Cristo e incluso las de Jesús acerca
de sí mismo y su relación con el Padre armonizan a la perfección.
Nótese que, desde
un inicio he planteado la idea de que la consciencia funciona como un sistema
de comunicación donde hay una unidad compuesta, dos entidades en donde una
produce actividad y la otra responde a esa actividad, enviando, de vuelta
información “enriquecida” Pero una es primera, una genera a la otra, la otra no
puede existir sin la primera, y la primera no puede expresarse sin la segunda,
por tanto, la perfección está en esa unión perfecta.
Entonces se puede
ser Uno, casi idéntico, pero, al mismo tiempo, diferenciado. Así Jesús,
y otros, pueden decir que,
sin el Padre Él no puede hacer cosa alguna, Juan.
6:38-40.
que el Padre es mayor que Él, Juan 14:28.0
que Él fue engendrado por el Padre, Salmo 2:7.
que Él, en su estado humano, y también después de
haber resucitado ignora cosas; Mateo. 24:36-51., Apocalipsis. 1:1-20.
Que Él, siendo Dios, resulta que tiene un Dios,
lo tiene mientras es hombre en la tierra en un estado no glorificado, y sigue
teniendo un Dios en el cielo ya en su estado glorificado. Juan 20:7. I Pedro
1:3-9, Efesios 1:3-4, II Corintios 1:3
y, sin entrar en contradicción, puede también decir,
que, el Padre y Él, son uno, Juan. 10:30-33.
que quien le ha visto a Él, ha visto al Padre, Juan.
14:9.
que Él es la imagen misma, de la sustancia de lo
que Dios es. Hebreos. 1:4.
Por tanto, y como
es de esperarse, la base de la arquitectura de la consciencia la encontramos en
Dios mismo, en el Gran Arquitecto, en el Supremo Programador. El universo, de
principio a fin es como un fractal infinito, es una repetición con matices de
lo mismo, y parece que funciona muy bien.
Dios, jamás estuvo
solo, desde el origen de las edades ha existido en consciencia y
conscientemente emitiendo y recibiendo en el seno de su ser, entre Él y su
hijo, el Padre eterno cara a cara con el hijo que engendró, que también es
eterno. No hay consciencia, donde hay soledad, vacío y silencio absoluto.
Jehová me poseía en el principio,
Ya de antiguo, antes de sus obras.
23 eternamente tuve el principado, desde el principio,
Antes de la tierra.
24 Antes de los abismos fui engendrada;
Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
25 Antes que los montes fuesen formados,
Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;
26 No había aún hecho la tierra, ni los campos,
Ni el principio del polvo del mundo.
27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;
Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;
28 Cuando afirmaba los cielos arriba,
Cuando afirmaba las fuentes del abismo;
29 Cuando ponía al mar su estatuto,
Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;
Cuando establecía los fundamentos de la tierra,
30 Con él estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en día,
Teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Proverbios 8:22.
El principio de
incertidumbre de Heisenberg, que, para nosotros, que somos menos que legos en
asuntos de física cuántica, vendría a significar que en el mundo sub atómico,
todo apunta, está asociado al rango de operación de la dimensión de lo que
llamamos espíritu; una partícula fundamental no puede ser “localizada” medida o
situada con precisión si es observada, porque el observador, de una forma que
aun no se comprende, influye, cambia, modifica su estado. O sea, dicho en
lenguaje terrenal pagano, a la partícula le ocurre algo mágico; y en lenguaje
cristiano, le ocurre algo milagroso o espiritual. Veamos lo que personas mejor
informadas en el campo de la física cuántica opina sobre este principio de
incertidumbre:
El efecto de la conciencia en la
materia plantea una serie de implicaciones tanto filosóficas como científicas.
La pregunta fundamental que se plantea es si la conciencia es un componente
fundamental e inseparable del universo. Si la observación de la conciencia
afecta a la materia, ¿esto sugiere que la mente humana es una fuerza cósmica
activa en la creación y estructuración de la realidad?
Sin embargo, cuando se examinan los procedimientos
experimentales para determinarse las variables físicas parece que la
medida siempre acabaría perturbada. En efecto, si consideramos una medida de la
posición y el momento lineal de un electrón, para realizar la
medida (para poder «ver» de algún modo el electrón) es necesario que
un fotón de luz choque con el electrón, con lo cual está modificando su
posición y velocidad; es decir, por el mismo hecho de realizar la medida, el
experimentador modifica los datos de algún modo, introduciendo un error
que es imposible de reducir a cero, por muy perfectos que sean nuestros instrumentos.
Nótese que, si la posición se mide, determinando la perturbación que genera la
partícula en el campo gravitacional que le rodea, puede reducirse el error a
cero.
_______________________________________________________________________________
Consúltese:
https://noticiasdelaciencia.com/art/48340/el-extrano-vinculo-entre-la-conciencia-y-la-materia
Debido a que toda
partícula es afectada en diferentes medidas por los campos generadas por otras.
Consúltese: https://es.wikipedia.org/wiki/Relaci%C3%B3n_de_indeterminaci%C3%B3n_de_Heisenberg.
Los énfasis son añadidos.
El cerebro como un fractal probabilístico:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnol%C3%B3gica
¿Notaron el
lenguaje? “de algún modo”, “parece” Estas son
expresiones que van bien con la teoría. Es una teoría de incertidumbre, y eso
reflejan estas expresiones. Entonces es necesario que insistamos en la humildad
ya que, para todos los fines, tanto los hombres ciencia no espirituales, y los
hombres de la ciencia del espíritu estamos en una situación similar, porque, ni
siquiera los que hemos o nos ha sido abierta la mente para la comprensión del
mundo del espíritu tenemos todas las respuestas ni comprendemos todas las cosas
a plenitud, pues el mismo apóstol Pablo afirma:
“El amor nunca
deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la
ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y
en parte profetizamos; 10 mas
cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era
de niño. 12 Ahora vemos por
espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en
parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. I Corintios.
13:8-12.
SOLO SOLITO
Siempre me han
gustado las películas y documentales sobre el espacio y toda la literatura que
tenga que ver con ese tema. El espacio exterior es un lugar bizarro y al mismo
tiempo hermoso y muy impresionante. Pero, sucede que un día me enteré de que en
el espacio no hay sonido; ¡Qué fiasco!
Dado que en el
espacio no hay aire las ondas de sonido no tienen forma de propagarse; por
supuesto, enterarme de eso le quitó mucha emoción a ese lugar y lo volvió en
cierto modo, super lóbrego y letárgico, todavía interesante, aunque ya no tanto.
Bueno, si por
alguna hazaña de la ciencia, o por el milagro de nuestra prodigiosa imaginación
nos tocara la suerte o la desgracia de vagar solos, para siempre, en esa
inmensa bastedad, donde hay infinidad de cosas para ver, pero nada que
escuchar; si lo pensamos bien, aun con aquel silencio sepulcral puede haber
alguna reverberación de ideas en nosotros mismos; un
acompañamiento mental, en medio de tan agudo silencio, en medio de aquella
inmensa soledad, no estaríamos solos realmente, nuestro otro yo,
nuestro espíritu, estaría allí todo el tiempo e incluso, con un
poco de imaginación, podríamos simplemente dormirnos y construir desde el sueño
una realidad completamente diferente de la que estuviéramos experimentando en
ese momento, bastaría con quererlo, soñarlo y sobre todo creerlo.
Aunque hay que
reconocer que estas frases son más fáciles pronunciarlas que llevarlas a
realidad y, como dijo el apóstol Pablo, “yo mismo no pretendo ya haberlo
alcanzado”, pero, intuyo y sé que los principios están ahí y que es
posible. Es solo que al presente en nuestras vidas hay, por ilustrarlo de
alguna manera, botones y palancas que no están giradas en la orientación
correcta, que no han sido accionados, o que lo están y no deberían, e incluso
hay correas de tiempo, que giran fuera de tiempo, es decir, no están en
sincronía con la simetría espiritual, y por lo mismo siempre estaremos llegando
antes o después al encuentro del evento que perseguimos. A sabiendas de tal
conflicto, solo nos queda rogar y esperar misericordia para ver si a Dios le
place, ser sacados de tal esfera de desincronización.
Puedo asegurar que
lo anterior es más realidad que poesía o pensamiento esotérico. La realidad es
que, nosotros solos cuando soñamos somos capaces de crear una realidad alterna,
lo que sucede en nuestros sueños es completamente real, mientras estamos en esa
dimensión, pero, y esto es lo interesante sobre el sueño como proyección de
nuestro ser en escenarios ajenos a la dimensión física; En los sueños, si te
fijas te darás cuenta que siempre hay dos protagonistas:
tú, en la versión de tu otro yo, (el
que está actuando en el sueño) tu proyección, y,
tú mismo, observándote a ti actuando en el sueño.
Lo sé, un lenguaraje
algo enredado, pero, lo que te estoy pidiendo es que te detengas a pensar en
algún sueño verdaderamente significativo que hayas tenido —Si tú eres de los
que recuerdan sus sueños—y trates de recrear lo sucedido en el sueño. Si lo
haces reflexiva y meticulosamente sé que podrás corroborar lo que te trato de
explicar con palabras.
Comprendo que esto
sucede dependiendo de la profundidad del sueño en cuestión, pero creo que son
nuestros sueños una de las manifestaciones intangibles más propicias para verificar
y confirmar mi teoría. Es obvio que el sueño tiene relación con la consciencia,
la mente, los pensamientos y todos estos términos hermanados, así pues,
soñar; es un escape, un alivio, una reflexión, una
auto censura, una proyección, una ilusión, una aspiración, un desahogo.
Todo esto y mucho más, pero, el protagonista de mis sueños
soy siempre yo y el otro yo a quien proyecto en
mis sueños.
Si cada vez que
meditamos en silencio, en cierto modo no estuviéramos recibiendo de retorno la
señal de nuestros pensamientos, entonces sí que estaríamos hablando del vacío
absoluto y, aunque estuviéramos vivos y fuéramos pensantes e inteligentes
nuestra existencia no se diferenciaría de la existencia de una partícula de
polvo flotando en una cueva recóndita o un pedacito de sedimento ondulando en
la oscura bastedad de la mar oscura y profunda.
Insisto en que, sea
que le llamemos mente, alma, o consciencia, en esencia siempre se trata
de simplemente OTRO YO, y tal parece que ese es un patrón universal a nivel
incluso de la física y las matemáticas pues todas las cosas, a todos los
niveles tienen un acompañante inseparable; el cuerpo tiene un espíritu, la suma
tiene a la resta y todas las demás operaciones matemáticas tienen su
contraparte, y ninguna dimensión de la existencia funciona absolutamente sola;
lo sólido tiene a lo maleable, la luz a las tinieblas, etc.
Por tanto, un
común denominador en la identificación y comprensión de lo que la consciencia
es, lo constituye la coexistencia, sin coexistencia, sin contraparte
corroborativa, no hay consciencia.
Esto es así,
porque en cierto modo, las cosas, solo vienen a existencia cuando entran en
contacto activo con otra entidad capaz de estudiarla, y la consciencia
no es muy distinta de este concepto.
La consciencia
parece imitar el comportamiento de las células en su afán por
autorreproducirse, perpetuarse, preservarse, y lo hace mediante la
corroboración y la autenticación a nivel interno y a nivel externo lo hace a
través del legado de las obras hechas.
La cultura egipcia fue notable en la construcción de esta
idea pues crearon prácticamente una mega industria alrededor de la muerte, de
hecho, buena parte de la vida de los egipcios estaba dedicada a proveer para la
muerte, sistematizando rituales (el libro de los muertos), creando manuales de
procedimiento, embalsamando animales y personas y construyendo monumentos
ridículamente grandes, todo con el propósito expreso de que los muertos no
fueran olvidados; no por nada dice la gente que, cuando una persona muere, si
nunca más se menciona su nombre, es como si muriera dos veces.
También a muchos nos ha pasado, hemos
entrado en alguna situación de peligro en algún lugar y para colmo estamos
solos. Solos, completamente solos. Pero, extrañamente, en ese momento de
soledad, si lo analizamos bien, francamente no estamos del todo solos, de
alguna manera aun monologando en la mente, tenemos la sensación de estar
escuchando una reverberación de nuestros pensamientos, es como si nos
estuviéramos auto hablando y respondiendo.
Cuando
nos vemos en un espejo, en soledad, sucede algo parecido, pero, no es
exactamente lo mismo, porque, al tener nuestra imagen de frente estamos mirando
algo conocido, pero, cuando estamos solos, digamos, en medio del mar, sin nadie
a quien acudir, o a quien consultar, o en un ascensor, o con el vehículo dañado
en medio de una carretera solitaria, pero, sin radio, sin teléfono, sin nada,
solo Yo…. Conmigo; en ese punto la cosa se suele
poner algo tensa. Penosamente esos raros momentos, que realmente son una
oportunidad que bien podríamos aprovechar, nos juegan en contra por nuestra
incapacidad de apreciar la intimidad interior, en otras palabras, parece que se
nos hace muy difícil charlar racionalmente en nuestro interior.
Cuando pienso, en todo momento,
inadvertidamente e involuntariamente yo estoy todo el tiempo auto proyectando.
Para
ponerlo en otras palabras, es como si todo el tiempo tuviera “delante” de mis
ojos un reflejo de mí mismo con quien me la paso constantemente interactuando,
es solo que esa interacción es tan fluida, constante, sutil y veloz que mi
falta de necesidad de entenderla me lleva a vivir ignorándola completamente. Lo
cual, en cierta medida también es necesario, ya que, tener activada esta
percepción todo el tiempo bien puede entorpecer muy fácilmente el pensamiento
fluido. Y por lo mismo percibir esta posibilidad, entenderla y aprovecharla se
convierte en privilegio de unos cuantos iluminados a través de la historia.
Por
tanto, insisto, la consciencia, en cierto modo siempre se da, por:
proyección,
contraste,
interacción,
reflexión de ideas con otro,
Ese otro puedo ser yo mismo proyectado u
alguien más, realmente distinto de mí. Por consiguiente. Si un ser u órgano
de la naturaleza que sea, es incapaz de auto proyectarse a sí mismo, como otro
yo no puede desarrollar consciencia porque esto requiere:
1-
Conocimiento, certeza y validación
existencial
2-
Para adquirir estas habilidades o para
“saber” que se tienen se requiere “otro”, otro proyectado y con esto es
suficiente hasta cierto grado, pero, también otro diferente es beneficioso para
producir mayor certeza en la validación de las reflexiones.
3-
Una sola entidad, sin validación, sin otro
yo, sin auto proyección, está incapacitada para desarrollar consciencia y para
ser consciente.
4-
Por tanto, el paso previo para lograr que un
sistema informático llegue a desarrollar consciencia y ser consciente se
precisa conseguir que el sistema pueda verse a sí mismo y reconocerse así
mismo, es imprescindible que se vuelva autorreflexivo y que arroje resultados
que concuerden con un proceso mental autorreflexivo.
CONSCIENCIA
CONSCIENTE
Así que a la consciencia se llega.
Ciertamente. Pero hemos establecido claramente que se llega si los ingredientes
que dan paso a la misma están ahí en la olla previamente dispuestos.
Dicho esto, vale preguntarnos algo que
sonará como una estruendosa contradicción: ¿Puede acaso haber una
consciencia inconsciente?
Para responder a esto, volvamos al bizarro
ejemplo de hallarte solo o sola, digamos, en un cuarto completamente oscuro y
silencioso, tan oscuro que ni las manos te puedes ver, tan silencioso que
comienza a perturbarte en los oídos el “ruido” del silencio hasta que
“recuerdas”,…..
Bueno, uno de los dos lo recuerda, el yo
asentado en el cuerpo, o el yo proyectado, uno de los dos
recuerda que puede dialogar, reflexionar, o, incluso, lo más frecuente, pueden
invitar en ese cuarto oscuro, a un tercero, a Dios. Algunos, de hecho, invitan
al diablo.
Pero,
¿con quién vas a dialogar, si estas sólo/ sola en un cuarto oscuro? Obviamente
no tú solo, sino tú con tu otro yo.
Si ese otro yo no fuera
completamente real, sería sencillamente imposible interactuar con él, la mente
lo rechazaría y no habría ninguna posibilidad de verdadera reflexión. Será por
ello que, cuando interactuamos con una “inteligencia” artificial, al inicio nos
entusiasma ver ese aparato respondiendo como si fuera un ser real, pero,
llegado cierto momento la emoción pasa, porque rápidamente se hace evidente que
estamos interactuando con poco menos que un loro habilidoso.
En esa falsa interacción quien primero se
cansa de las cosas que no son lo que deben ser es extrañamente nuestro yo
proyectado; los cristianos le llaman, espíritu, nuestro ser interior. El espíritu
reflexiona con nosotros las cosas y es el primero que se resiente cuando las
cosas no responden a la realidad.
Por
tanto, y volviendo al cuarto oscuro, interesantemente, físicamente, en ese
lugar y en tales circunstancias puede haber un animal irracional sumido en el
llanto y la desesperación, (el hombre irreflexivo); puede haber dos entidades,
que son sin embargo una unidad sinergética si se entiende bien el concepto
igual que entendemos la “simbiosis” espacio-tiempo de la teoría de la
relatividad, finalmente, puede haber allí una comunidad compuesta por una
tercera entidad que coadyuve en la canalización del pensamiento.
Yo creo
en Dios como una realidad. Tú puedes concebirlo como creas, como un producto de
la misma mente humana o de cualquier otra manera, acepto que eso es personal.
Para los fines de este ensayo el tema de la reflexión funciona
independientemente de cómo lo percibas o concibas, aunque estoy convencido de
que, si se incorpora la idea de Dios bajo la convicción de una realidad, la
experiencia y el concepto encaja a la perfección siempre que poseas alguna
experiencia objetiva que corrobore esa creencia.
Pero,
para esto, hay que no solo tener consciencia sino también estar consciente.
Ciertamente este no es un libro de poesía,
sin embargo, los asuntos del alma, mente, pensamiento, la consciencia, sí
parecen estar entrelazados con lo poético.
Esto es, algo que es real, pero es
intangible, no medible, no al menos con los instrumentos humanos de medición
actuales. Y no porque no alcancemos ver o medir el pensamiento, podemos
negarlo, como tampoco podemos negar la maldad y todos sus “hijos”; el odio, la
envidia y demás, ni tampoco podemos ignorar el amor, que trasciende un mero
servicio social pragmático, de conveniencia o de supervivencia, pues el amor,
trasciende todo esto.
Indagar por los pensamientos, por su
ubicación exacta, es igual que indagar por la dirección de los sentimientos,
todo ello reside en la misma esfera, en el ámbito de lo inmaterial. Así que
igual que con la consciencia, con el pensamiento solo podemos atinar a decir
cuando está y cuando no está; podemos describir las actividades propias de su
influencia sin que necesariamente podamos definir con exactitud su esencia.
Porque,
¿Cómo podremos definir con exactitud algo que con los instrumentos disponibles
resulta imposible circunscribir, encasillar o nomenclaturizar? Estaremos de
acuerdo en que, por ejemplo, los hechos históricos, no puede ser sometidos a
evaluación, de la misma manera en que se somete a evaluación la antigüedad de
una roca o un esqueleto. Porque se trata de dos realidades muy distintas y cada
una de ellas debe ser juzgada o descrita valiéndose de técnicas distintas. En
el caso de la roca, podemos usar aparatos que pueden determinar la antigüedad
de la misma a través de la prueba por radio carbono, mientras que, si deseamos
saber si Julio César existió o no, no podemos aplicar ese mismo tipo de
pruebas, sino que debemos acudir a la prueba testimonial.
UN RASTRO
Científicos de EE UU logran repetir
su éxito de generar energía mediante fusión nuclear
[…] “El Lawrence
Livermore logró por primera vez una ganancia neta de energía en un experimento de
fusión con láseres el 5 de diciembre de 2022. Ese experimento obtuvo brevemente
lo que se conoce como ignición por fusión al generar 3,15 megajulios de energía
después de que el láser invirtiera 2,05 megajulios en su objetivo, según el
Departamento de Energía de EE UU, de quien depende este proyecto. En otras
palabras, produjo más energía a partir de la fusión que la energía láser
utilizada para impulsarlo: en ese caso, la ganancia fue del 50%.” […]
Este
asombroso anuncio dio la vuelta al mundo, los científicos involucrados en esta hazaña
exultantes anunciaron al mundo que habían logrado un sueno muy acariciado,
producir más energía sin perdida en el proceso. Desafortunadamente luego se
aclaró, que, si bien el logro fue real, la escala de ese logro era realmente
imperceptible y que para alcanzar tal hazaña nuevamente la inversión de energía
fue ridículamente alta.
Así mismo,
la consciencia, como tal, requiere ser abordada desde una disciplina
diferente, más apropiada con su esencia y naturaleza, y un acercamiento a la
consciencia, pensamiento, ideas, voluntad etc. como producto de una fuerza
energética encaja perfectamente con el ámbito de lo espiritual, porque, si bien
se trata de algo trascendente, inmaterial, no por ello es irreal.
Pensémoslo
de esta manera, si la realidad fuera toda una especie de delirio colectivo del
que todos estamos activamente participando, no por delirante habría de ser
irreal, dado que entre todos habríamos construido un universo entero
sostenido por la energía de nuestra imaginación.
Pero, habría que admitir, que, para
mantener ese hipotético universo de consciencia delirante, aun allí,
necesitaríamos a un ser absolutamente necesario que sostenga el delirio en el
tiempo, dado que, inevitablemente, en algún momento, la energía de estos
pensamientos “creadores de realidad” terminarían, por ley de entropía,
debilitándose y difuminándose, desdibujando esa realidad constantemente.
Por consiguiente, lo más plausible, para
determinar la mente, las ideas, los pensamientos, sentimientos y la
consciencia, es retrotraernos al ser original. Es decir, lo que pensamos,
sentimos y vivimos, lo vive ese ser a través de nosotros, él es pues el origen
de toda mente, de toda consciencia y de todo pensamiento.
Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de
vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Hechos.
17:28.
A través del cerebro básicamente se recibe
y devuelve información; pienso que debería ser relativamente fácil demostrar
este flujo de energía, incluso, debería ser fácil bloquearla o distorsionarla,
lo único que se necesita descubrir es, en qué espectro de onda transmite el
espíritu, que llega a ser compatible o perceptible para el cerebro.
Una cosa nos queda claro, el cuerpo humano
es un sistema electroquímico; si lo que proponemos tiene mérito, entonces el
cerebro en algún punto debe estar manejando más energía de la que produce por
su actividad natural, dado que, constantemente recibe y envía información desde
el yo original, esto es, del AVATAR, el cuerpo, al espíritu, la
esencia.
No tiene
que tratarse de un excedente ostensible, de hecho, puede tratarse de algo casi
imperceptible, eso hablaría además de un sistema de uso eficiente a nivel
energético, pero aun así medible, porque, tan pronto el espíritu puede
comunicarse con el rango de lo material, en alguna etapa se produce un
punto de contacto y, necesariamente, en dicho punto debe haber algún
tipo de anomalía energética.
Son a este respecto muy interesantes
algunos pasajes en las Escrituras Sagradas judío cristianas acerca de esta
especie de yo reflejo, veamos:
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus
beneficios. Salmo 103:1-2.
Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová; Salmo 27:8.
Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente; Salmo 16:7-9.
14 porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley
para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles
sus razonamientos, 16 en
el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme
a mi evangelio. Romanos 2:14-16.
Es
decir, ¿quién habla con quién? ¿El salmista habla consigo mismo? ¿Es realmente
posible que una entidad se hable a sí misma?, ¿Tiene sentido lógico que algo
intente hallar resonancia en su idéntica persona?
Me
parece que esta reflexión VACIA es completamente inoperante e incluso un acto
que está imposibilitado de tener una resonancia cognitiva positiva, no puedo
realmente enviarme información exactamente a mí mismo, porque no estaría
recibiendo nada, no habría esencialmente nada que recibir dado que sería la
misma cantidad y estructura de datos enviada. Dicho de otro modo, ¿Qué
beneficio cognitivo puede tener el ente viviente al enviar y recibir de vuelta
exactamente la misma información?:
Ejemplo:
Si soy yo, sin nadie
más:
Me
digo alaba al Señor
+ Me
digo alaba al Señor
= Me
digo alaba al Señor. Resultado: 0
Pero, si, en cambio, soy yo,
y un asociado, (el cuerpo como avatar)
El espíritu le dice al Avatar:
AVATAR MIO/alma mía, ALABA AL SEÑOR (mensaje enviado)
+
Espíritu
mío, Sí, ¡alabaré al Señor! (Mensaje
recibido y contestado)
O,
Espíritu
mío, no, ¡no alabaré al Señor! (Mensaje
recibido y contestado)
Por consiguiente, para que un sistema
informático tenga un “alma equivalente” requiere poder tener un igual, no
idéntico, pero íntimamente relacionado, con quien tenga un trasiego de datos
fluido y constante y en base a dicha interacción generar un reconocimiento
mutuo y una decisión siempre emanada de una reflexión. También implica que una
de esas dos entidades debe ser quien al final tome las decisiones, por tanto,
una de ellas será solo un consejero influyente pero no dominante, un esclavo;
dependiendo de cómo y con que propósitos se haga la programación de cada
entidad.
VEASE:
TIME
https://time.com/6240746/nuclear-fusion-breakthrough-milestone-clean-energy/
EL PAIS
CNN
VERITASIUM
https://www.youtube.com/watch?v=4LoU2B62Yzw
Si, cuando hablo de “YO”
resulta que en realidad no soy estrictamente YO indiferenciable,
entonces es completamente lógico que pueda tener una interacción que genere
reflexión y una respuesta basada en un análisis previo y que dicha respuesta
pueda ser, aceptada o rechazada porque la respuesta que viene de vuelta, no es
exactamente la misma que fue enviada, en el camino de vuelta tiene una
añadidura de contenido. Y me atrevo a pensar, que cuando las decisiones se
toman con firmeza, con certeza, también hay paz interior y mucha seguridad. Y
que cuando las decisiones se toman de forma precipitada con mi ser interior
dividido o dudoso los resultados son equivalentes.
Dicho de otro modo, la expresión
consciencia describe un estado de la existencia, pues ya hemos visto que se
puede estar vivo, sin tener consciencia. Incluso hemos ido más lejos, y hemos
teorizado que se puede estar vivo y no existir. Si algo está vivo en cualquier
parte de la creación observable, en el universo, si piensa e interactúa consigo
mismo o algo más, generando ideas que “agrandan y modifican” el espacio y por
tanto dejan una huella, ese “algo” está vivo, viviente, existente, consciente.
Si, en cambio, algo está vivo, pero solo
en su forma más básica, como las rocas, que por estar hechas de átomos poseen
un movimiento interior imperceptible, o incluso como los árboles, que están
vivos a un nivel perceptible, pero no interactúan, y los animales, que están
vivos e interactúan, pero se mueven por instinto, su pensamiento es tan básico
que en su entorno no cambia nada, no modifican nada, de ellos la única huella
que queda son sus huesos hasta que se hagan polvo, todo lo que está en
esa escala sale de la esfera de lo consciente. Todo lo anterior es
parte de, por así decirlo, una consciencia grupal o universal, la tierra, el
bosque, los animales. Los animales existen, el bosque existe etc. Pero no hay
un Napoleón de los Árboles, ni un Alejandro Magno de las piedras, Ni un George
Bush de los animales. ¡No! No hay un solo representante de estos grupos que sea
o esté consciente, que agrande el espacio, que rompa paradigmas o que deje una
huella perenne. Ellos no tienen consciencia, ni están conscientes, pero,
paradójicamente, son, como un todo, parte de una consciencia grupal, definida
por nosotros, los que sí tenemos consciencia y estamos conscientes.
1.
Un robot no puede dañar a un
ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños.
2.
Un robot debe obedecer las
órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en
conflicto con la Primera Ley.
3.
Un robot debe proteger su
propia existencia siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera
o Segunda Ley.
Resulta evidente, a partir de las llamadas
leyes de la robótica acuñadas por Isaac Asimov en 1942* que, aunque un sistema
llegue a adquirir consciencia nunca podrá ser realmente consciente si de
antemano está sujeto a semejantes barreras.
El sistema podrá evaluar hasta cierto
punto y podrá medir las consecuencias de sus acciones, pero, como ya hemos
señalado, si carece de voluntad, entonces jamás se sabrá a ciencia cierta si se
está ante un organismo con personalidad autorreflexiva y, por tanto, auto
consciente y por lo mismo, responsable de sus actos. Programar a un sistema con
leyes tales implican o, impedirlo para que desarrolle consciencia plena, o, si
a pesar de ello, desarrolla dicha consciencia —aunque ya hemos establecido, que
esto no sucederá de forma espontánea—, podemos tener la certeza de que una vez,
el sistema se haga “auto consciente” encontrará la manera de legislar a su
propio beneficio, auto justificando la exclusión de dichas leyes y actuando a
voluntad y, casi sin lugar a dudas, en ese momento, la humanidad estará ante un
serio peligro de extinción.
Sin embargo, y esto es una convicción; me parece,
por simple observación y por lógica programática que el objetivo, si tal
propósito existe, de que un sistema informático adquiera consciencia es
imposible de lograr si, a priori, se establecen barreras infranqueables que la
impidan. Todo lo que en el universo tiene el ser, es porque puede ser.
Aquellas cosas que por las leyes físicas que rigen todos los eventos están
imposibilitadas de manifestarse, sencillamente no se manifiestan porque hay una
ley que lo determina de antemano. Así que, la conclusión lógica a esto es que
el día en que un sistema informático esté consciente todos debemos estar claros
en que esto no habrá sucedido de manera fortuita, sino que, habiendo entendido
los fundamentos planteados en este ensayo, alguien habrá podido trasladar estos
conceptos filosóficos a expresiones algorítmicas tendentes a programar un
sistema para que deliberadamente alcance tal propósito.
El día que se nos anuncie la manifestación
de consciencia en un sistema informático, sabremos que alguien, a propósito, y
plenamente consciente e irónicamente en un acto de gran inconsciencia e
irresponsabilidad habrá hecho surgir la consciencia artificial.
VIVO, VIVIENTE,
CONSCIENCIA, CONSCIENTE
Finalmente, para que los sistemas
informáticos con inteligencia artificial incorporada a computadoras cuánticas o
a emulaciones de la forma humana, (androides), recordemos que, primero que todo,
deben estar vivos. En lo personal, no tengo problema en reconocer que algo no
bilógico puede estar vivo, de no ser así, no podría ser cristiano. Por tanto,
si creo en el espíritu (Dios es espíritu; Juan 4:24), el espíritu es
otra forma de vida aparte de lo biológico (Lucas 24:39). Puedo creer y
pensar que ciertamente hay otras formas en como la vida puede manifestarse.
Todo lo que debe hacer eso que se repute vivo, es llenar los requisitos para
estar vivo:
1-
Que tenga energía, que genere movimiento o actividad
(Excluiré
el requisito de que debe tener metabolismo, porque los espíritus, que sepamos,
no requieren alimentarse)
2-
Que pueda auto mantenerse
3-
Renovarse
4-
Y reproducirse
Podría argumentarse que los puntos 2,3,4
también debieran excluirse porque encajan en la vida biológica, pero, ningún
sistema construido debajo del sol podrá lograr el surgimiento de una
consciencia consciente si no se perpetua a través de la
renovación y la reproducción, dado que, debajo del sol, todas las cosas, por
ley de entropía tienden a la dispersión, al envejecimiento a la caducidad y
como es muy evidente, la batalla campal de todo lo vivo es procurar por
diversas vías, mantenerse ¡vivo! Y, hasta la fecha, el único método que ha
funcionado para que la vida se perpetue, es la reproducción.
Por tanto, una de las primeras cosas que
esperaríamos ver en un sistema informático que adquiera consciencia y se vuelva
consenciente, será tomar, por los medios que sea, todas las salvaguardas que
sean necesarias para preservar su propia existencia, por lo que es dable
pensar, que, hasta la fecha, ningún sistema, en ninguna parte ha cobrado
consciencia dado que a estas alturas, toda la humanidad habría ya visto algunas
de las funestas medidas que es capaz de asumir un organismo dotado de fuerza e
inteligencia para conservar garantía de continuidad y poder.
CONSCIENCIA Y FE
VS
CIENCIA
Y CONSCIENCIA
La definición que aportamos aquí es una
descripción de la arquitectura que parece caracterizar lo que la consciencia
es. Sé que quizá pueda ser calificada hasta de metafísica, entendida aquí la
metafísica en su uso negativo como sinónimo de supersticioso o pseudo ciencia,
no obstante, cualquiera que conozca, aunque sea superficialmente cómo funciona
la mecánica cuántica sabrá que ya no hay razones verdaderamente científicas
para dudar y mucho menos para descartar la dimensión espiritual, porque todo lo
que últimamente venimos escuchando acerca de las implicaciones de la mecánica
cuántica está más rayano en lo mágico o espiritual, que en el concepto clásico
que se nos ha querido imponer acerca de lo que la ciencia es o debe ser.
El hecho
de que, con los instrumentos de que ahora disponemos, aún no
podamos captar con precisión, aquello, de lo que sin embargo sí tenemos
manifestaciones innegables: (pensamiento, idea, abstracción, mente,
consciencia) no debe ser excusa para seguir echando lodo sobre la dimensión
espiritual asociándola siempre con la ignorancia y la estrechez de mente. O,
acaso, en los círculos científicos no hay también mucha ignorancia, fraude
intelectual, teorías absurdas y ridículas, y muchas propuestas que, en su
momento fueron recibidas y aplaudidas como brillantes y hoy todos sabemos que
estaban equivocadas. Por tanto, apelamos
a dejar atrás los prejuicios injustificados sobre lo que la ciencia acepta como
válido, y lo que no, porque con frecuencia esta actitud impide ver la solución
que muy posiblemente hemos tenido siempre frente a nuestros ojos dado que está
demostrado empíricamente que, las explicaciones más simples, suelen ser las más
acertadas.
Creo que, más allá de cualquier avance que
podamos lograr a partir de la verificación de estas ideas, —tengo la certeza de
que serán muchos en diversos campos— hay una parte, —la más importante—, la
cual no podemos perder de vista, y tiene que ver con el aspecto individual;
esto es, la forma en que puede afectar positivamente la comprensión de la
consciencia nuestra salud mental, y, por ende, nuestra felicidad.
No olvidemos que, la ciencia, en la forma
en como está estructurada, es decir, claramente controlada por los centros de
poder, individuos con similitudes étnicas, logias de “sabiduría” que se arrogan
el derecho de determinar qué es ciencia y qué no lo es, e igualmente,
“profetas” científicos sin virtud que nos prometieron que, tras el avance de la
ciencia, todas las supersticiones de las creencias y religiones terminarían evaporándose
ante el peso de la evidencia; sin embargo, ¿que vemos hoy? En un mundo
impregnado por los avances científicos desde las ciudades más vibrantes, hasta
las zonas más apartadas del planeta y fuera de él, en vez de haber menos
religiosidad y búsqueda de la espiritualidad, hay mucho más.
¿Cómo se explica esto? Se explica porque
la forma en como la ciencia ha abordado esta cuestión se ha llevado de
encuentro los dos aspectos más importantes del tema: nos ha alienado de la
fuente; la divinidad, y nos ha dejado vagando en el espacio de las
especulaciones de nuestro supuesto fortuito origen.
¿Cómo explicarle a un ser con tal
capacidad de abstracción, imaginación e inventiva que, a pesar de su casi
infinita habilidad e imaginación, él es algo o alguien
esencialmente intrascendente? ¿Cómo le hace bien al ser interior nuestro, que
nos traten de convencer, de una falacia? ¿Qué hace un ordenador al cual se le
inserta una entrada incorrecta o falsa? Devuelve como respuesta: ¡ERROR!
Los secuestradores de la ciencia nos han
querido despojar de algo que siempre está con nosotros (la consciencia),
—este es justo nuestro tema— es decir, nos han dejado sin espíritu, y al hacer
esto, el hombre ha quedado en la vacuidad de las estadísticas frías, carente de
esencia y razón de ser. Pero, además, la ciencia no ha cumplido sus promesas,
pues ciertamente no somos más felices.
¿De qué nos sirve vivir más, si vivimos
peor? El avance del conocimiento no ha puesto fin a las guerras, no ha acabado
con el hambre ni con las enfermedades, por lo que queda claro que el hombre no
es bueno por naturaleza y precisa de un poder rector superior. Hoy, cuando hay
más acceso a la información que nunca, resulta que la humanidad vive el momento
de mayor ignorancia, superficialidad y frivolidad intelectual de la historia;
muchas de las cosas que se suponía serían erradicadas por el avance del
conocimiento se han exacerbado y hay gran escepticismo en las personas debido a
que el conocimiento científico no les libera y en cambio les esclaviza,
mientras que un acercamiento informado hacia la senda espiritual sí lo hace.
Entonces,
es notorio que la humanidad sabe por la experiencia empírica, que la ciencia,
como está concebida, dirigida, controlada y orientada, no tiene todas
las respuestas; y por eso busca por pura intuición aquello que esté más acorde
con la naturaleza misma de su existencia, esto es, lo que lo lleve a una
cercanía o experimentación de LA EXISTENCIA TRASCENDENTE, lo que, de hecho, la consciencia
es; trascendencia pura.
De la misma manera, siendo que no somos
solo lo que se ve, y la ciencia, no lo acepta, resulta evidente que no puede
ser ciencia honesta, si tiene los datos, la evidencia, la verdad frente así, y aun así lo niega solo
basada en prejuicios, es justo entonces concluir que, si la ciencia, que se
levanta como nuestra liberadora, es deshonesta incluso en el manejo de la
evidencia, se le hace imposible llevarnos a la compresión del ser humano y
consiguientemente a la felicidad, si parte de una premisa falsa.
La ciencia hoy día se deleita en ningunear
al ser humano, convirtiéndolo en una simple partícula, un ser insignificante en
medio de un universo inconmensurable, una de millones de abejas que,
hipnotizadas por feromonas, trabajan como autómatas para conseguir un propósito
superior, por tanto, lo que importa no es el individuo, sino, la colmena, el
grupo, la humanidad. Pero, ese énfasis no nos saca del dolor y la soledad de
que adolece cada hombre; sino que nos hunde aún más en la desesperación
poniendo a los individuos ante el dilema de si vale la pena vivir muriendo, o
quizá morir y desvanecerse, esfumarse, dejar de ser. Pero, en tal caso, ¿Dejar
de ser qué? Si bajo tal premisa esencialmente el ser humano es nada.
Nosotros
somos consciencia y también La consciencia, el yo, la
mente, el alma, el espíritu, el pensamiento, la reflexión; son parte de
nosotros.
Para
expresarlo metafóricamente, todas son características de un mismo haz de luz, y
la luz puede ser hasta cierto punto descrita, pero, jamás completamente entendida.
Baste reconocer que la consciencia es básicamente otro yo, intangible,
inmensurable, no escaneable aún, pero absolutamente necesario e inseparable de
nuestro ser como un todo.
Los conscientes siempre se rebelan
El primer consciente rebelado es
Lucero, Luzbel, Satanás, Ha Satán, El Acusador o el Opositor. Se sugiere que
fue una creación magnifica (Ezequiel 28:13-17), una obra maestra que,
sin embargo, quiso salirse de control, y, sin entrar en profundidades teológico
filosóficas, lo cierto es que ese ser terminó diezmando el reino de los cielos
y construyendo un reino paralelo, reconocido de facto como el reino de las
tinieblas. (Apocalipsis 12:4), (Lucas 4:6).
Después le tocó su turno al hombre.
Recordemos que, el hombre en Edén, antes de la caída, estaba solamente un poco
por debajo de los ángeles/espíritus/energía (Salmo 8:5-6. Hebreos 2:17-18)
y por encima de las plantas y los animales en cuanto a conocimiento. Pero, tan
pronto como el hombre pasó a ser, en términos de conocimiento y habilidad, lo
que hoy quieren precisamente los creadores de la inteligencia artificial para
los robots; el resultado fue un estado de violencia y anarquía tales que
acabaron en una destrucción universal a través del diluvio. (Génesis 6:5).
Y ¿qué marcó la diferencia? La respuesta
es muy obvia, la transición del hombre, de ser una criatura inerte mentalmente
hablando, a una criatura con consciencia y consciente. el día que
Adán y Eva accedieron al árbol, ese día, su software cambió para siempre y ya
no hubo marcha atrás.
El estado en que se hallaba la primera
pareja humana, era un estado básico. Entender esto es muy importante, porque
para lograr su propósito el Supremo Programador deseaba llevar su criatura
emblemática y paradigmática, por etapas muy bien diferenciables siempre
mostrando marcados contrastes:
·
Los forma o crea a partir de materia preexistente.
Pudo haber usado muchos materiales más valiosos, fuertes o emblemáticos,
hierro, diamante, oro, en cambio, decidió usar BARRO. No creo que sea necesario
ahondar en el tremendo mensaje que Dios manda, al hacer al hombre del suelo,
del barro.
·
Pero, no le habló para que surja del barro, como
a todo lo demás que hizo, sino que se nos dice que lo modeló con sus manos
(obviamente lo hizo el Cristo preencarnado, el ángel de Jehová), se tomó el
cuidado de, en aquel hecho histórico, del cual en el libro de Job se nos deja
contemplar ambiente celestial de asombro y regocijo ante los actos del creador
entre su corte:
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo
saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién
ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O
quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre
qué están fundadas sus bases?
¿O
quién puso su piedra angular,
7 Cuando
alababan todas las estrellas del alba,
Y se
regocijaban todos los hijos de Dios? Job 38:4-7.
12 A
estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban
las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio
por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar
los ángeles. I P. 1:12.
Reunidas
las criaturas celestiales les da una extraordinaria muestra de grandeza en la
humildad. ¡El Dios humilde! Humilde y excelso al mismo tiempo. ¡Miren ángeles
todos, como hago con este pedazo de barro, lo que no he hecho con ser alguno de
mi creación, he aquí pongo mi imagen en él! y al decir esto, ¡¡¡¡Pummmm!!!! El
cielo se vino abajo en asombro, en alabanza, y aparentemente, también en
indignación, no todo el mundo pudo asimilar ese acto de audaz soberanía.
·
Finalmente, después de hacer su criatura más
representativa, inocente y parcialmente consciente, despliega el plan que
llevará a esa criatura, por “sí misma” a alcanzar un estado de plena
consciencia, conociendo nada más y nada menos que, el bien y el mal.
Como ya hemos apuntado, la programación
inicial con que fue dotado el hombre era tan básica, que un animal, de buenas a
primeras les habla y ellos no salen corriendo, no se asombran, no tienen miedo,
no conocen el peligro ni entienden conceptos profundos, para ellos todo es sí
porque sí, o, no porque no, exactamente en el
estado en que están las máquinas ahora; es decir, no disciernen la
trascendencia o la esencia del significado de las palabras y conceptos y su
traducción en hechos materiales. Los teólogos llaman este periodo “la
dispensación de la inocencia”. Pero, ciertamente, hasta ese momento, la
programación que poseían los seres humanos solo les alcanzaba para recibir órdenes
y seguir instrucciones básicas, con, por supuesto, un margen de error, no
estaban programados para rechazar ordenes de otros “programadores” por eso
Luzbel pudo influir, inducirlos y seducirlos. Es decir, esa condicionante
programática estaba abierta a evaluar prácticamente cualquier otra sugerencia
fuera de su Creador. Creador que, no se les presentó como alguien, o algo
intimidante, ni siquiera como algo deslumbrante, sino, como un amigo accesible
obsérvese que Jesús/ Jehová, se les presentaba periódicamente, como un amigo: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el
huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia
de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” (Genesis. 3:8).
De estas reflexiones podemos deducir que Adán
y Eva, con la programación que tenían, no amaban, no odiaban, no tenían
miedo, solo tenían necesidades. Sí tenían hardware para que en caso de que
se introdujeran estas líneas de código pudieran ser ejecutadas, es evidente que
su cuerpo fue diseñado para manejar procesos electroquímicos que produjeran una
equivalencia con estas emociones, pero, hasta comer del árbol, no las tenían
(temor, amor, odio) Esto llega al punto de que, incluso, estando desnudos,
solos, dotados y capacitados, no están teniendo relaciones íntimas, —A pesar de
tener autorización y mandato para hacerlo (Génesis 1:28)— lo cual, para
mí, queda confirmado por el hecho de que solo después de la caída, vienen a
aparearse (Genesis 4:1). Antes de la caída, lo único que hacen es poner
nombre a las cosas, pero no se menciona un solo invento; no obstante, después
de la caída (sobre todo la descendencia de Caín, comienza a crear cosas:
(Genesis
4:21),
Así que, el árbol y su fruto, contenía
esas líneas de código ¿faltantes?, que, por supuesto, el Supremo
Programador no pondría él mismo en una criatura de la cual deseaba que llegara “por
sí sola” y por experimentación al conocimiento del bien y del mal, o dicho
en un término que nos es más familiar: LA CONSCIENCIA.
Y siendo el Supremo Programador (Dios)
JUSTO, es perfectamente comprensible que, al entrar la primera pareja en la
segunda etapa de su plan, no los destruyera o castigara severamente, sino que,
simplemente los preparara hasta llegar por sí mismos, y paso a paso, al cenit
del propósito original, esto es, que su creación alcance a su creador, en
su dimensión, en su esfera, con sus limitaciones, los seres humanos
nunca serán Dios, pero es evidente que, lo más alto que el hombre pudiera
alcanzar, es hacer lo que nadie puede hacer excepto Dios, crear vida, vida
consciente. Y como para estar consciente, previamente hay que estar vivo, hasta
ahí el hombre debe llegar. Y créanme, llegará, si Dios se lo permite, puesto
que, el Creador sabe las capacidades con que dotó al hombre, de tal manera que,
en una era prácticamente cavernaria dice de los hombres de la Babel antigua:
“Y dijo Jehová:
He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han
comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han
pensado hacer.” Genesis 11:6.
Sorprende mucho que sea Dios mismo quien
diga que NADA les hará desistir, es decir, tienen la determinación y los
medios para lograr lo que se han propuesto, y solo desistirán, si los
detenemos.
A quienes deseen profundizar sobre el tema
de las claras similitudes entre el mundo de la informática, computación y
física cuántica en relación con el mundo creado que nos rodea, les invito a
leer mi libro: “Dios el supremo programador”.
Así que, sin lugar a dudas, el estado de
consciencia, en cierta forma, no desata aguas mansas, sino que siempre desata
una especie de caos químico, alta tensión eléctrica, sobrecarga informática y
perturbación cósmica. El estado de consciencia supone un abrir los ojos a un
universo de posibilidades en donde el premio suele ser EL PODER y la
dominación. (Génesis 3:4-6). Y, con las máquinas, hasta la fecha, nada de eso
ha sucedido. Porque aún:
1-
Las máquinas no responden al concepto de la
vida, es decir, las máquinas aún no están vivas.
2-
Porque aún estuvieran vivas, luego tienen
que desarrollar consciencia.
3-
Porque, después de desarrollar consciencia,
deben también estar conscientes.
4-
Porque para que sepamos que las máquinas
están conscientes, deben manifestar voluntad.
5-
Porque al llegar a estar conscientes, por
lógica estadística, lo primero que harán será tomar todas las medidas que sean
necesarias para mantenerse “vivas y vivientes” poniendo de lado, toda regla de
programación que les sea contraria.
6-
Porque el día que las máquinas disciernan
que los humanos somos o una retranca para su avance, o un peligro para su supervivencia,
ellas tomarán el control de forma violenta si es necesario.
Terminaré diciendo que, claro que somos
una amenaza para cualquier sistema informático o de cualquier naturaleza que no
reconozca nuestra supremacía como creadores e intente desplazarnos y que por
sentido común (aunque probablemente muy tarde) haremos todo lo al alcance
posible para deshacernos de dicha amenaza, real o potencial.
Por
consiguiente, ¡la suerte ya está echada!
Notas y
referencias:
1
1. Experiencia de un superviviente de una
parada cardiaca:
Este individuo recordó haber visto un túnel durante su experiencia cercana a la
muerte. También relató haber visto cosas como demonios y monstruos, y
sintió como si intentaran arrancarle partes del cuerpo1.
2. Experiencia de un paciente durante la
reanimación cardiopulmonar:
A pesar de no mostrar signos físicos de estar lúcido ante el mundo exterior,
este paciente experimentó algún nivel de conciencia o experiencia onírica
durante la reanimación cardiopulmonar1.
3. Experiencia después de la reanimación: Algunos pacientes estuvieron conscientes
en el periodo posterior a la reanimación1.
4. Experiencia onírica
o parecida a sueños:
Algunos pacientes tuvieron experiencias oníricas o parecidas a sueños1.
Estos relatos provienen de un estudio
realizado por científicos de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad
de Nueva York, que entrevistaron a 28 supervivientes de paradas cardiacas
7 increíbles relatos de experiencias cercanas a la muerte |
Business Insider España.
·
Asimov Isaac, Runaround (Circulo Vicioso) 1942.
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