EL ESCABROSO TEMA DEL PODER VISIBLE-ASOMBROSO Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. Salmo 121:1-2.

LA IGLESIA IGLESIA-IDEAL, TIENE PODER

La IGLESIA IGLESIA-ideal No es una fábrica de milagros falsos, ni un taller de histeria colectiva. No, nada de eso. No es una asamblea cirquera cargada de un histrionismo mundanal, carnal, animal y no pocas veces diabólico. La espiritualidad y el poder del espíritu han sufrido de una conspiración conceptual de la que en cierto sentido mucho de nosotros, de una u otra manera hemos sido cómplices. Eso se debe en parte a la habitual suspicacia condescendiente con la que, por pura ignorancia tratamos de defender lo indefendible en cuanto a las enseñanzas de la Escritura. Me explico:

I-                  La cuestión sobre si Dios no tiene poder

II-               La cuestión sobre si él sí tiene poder

III-            La cuestión sobre si él tiene poder, pero no quiere usar su poder

IV-            La cuestión sobre si él tiene poder pero lo usa solo en épocas especificas

V-               La cuestión sobre si él tiene poder pero está usando su poder de forma limitada y selectiva

EL PODER DEL ASOMBRO

El cansancio es una característica intrínseca del ser humano, cuando la monotonía se apodera del hombre sus patrones de pensamiento obran de tal forma que le impiden actuar con el cuidado y la debida cordura. ¿Sería esto lo que les habrá pasado a Nadab y Abiu hijos de Aarón, quienes, después de ver tantas maravillas y de ser premiados con tanta cercanía en la presencia de Dios, un día, de puro aburrimiento y presumiblemente borrachos, (Cf. Lev. 10:8-12) entraron al santuario y Dios tuvo que ajusticiarlos por su irreverencia? Pero, esto no solo les ocurrió a los hijos de Aarón, sino que, toda la nación de Israel en el desierto sufrió de la misma enfermedad, tentando a su Dios más de diez veces teniendo Dios que infringirles castigos justos por su desobediencia, a pesar de haber visto todas sus maravillas.

Quizá, entre otras razones teológicas, después de los sucesos del desierto, el poder Dios no volvió a manifestarse a esos niveles sino solo cuando Dios se hizo hombre y realizó entre su pueblo toda clase de actos asombrosos.

Pero, aun el mismo Jesús, tuvo que tolerar eventos similares. Recordemos que, al menos en dos ocasiones, después de haber realizado un portentoso milagro, la multiplicación de los panes y peces  (Cf. Jn. 6:1-30) y la resurrección de Lázaro, la gente reaccionó, como si los milagros no fueran algo extra-ordinario, sino cotidiano ordinario; recordemos que la multitud que fue beneficiada con la hartura de sus vientres, aquellos malagradecidos comensales tuvieron el tupé de pedirle a Jesús que les mostrara “alguna señal” para poder comprobar si él tenía las credenciales para ser su mesías; como si la multiplicación del pan y los peces hubiera sido el servicio diario mandado por Herodes. Igualmente ocurrió con los que vieron a Lázaro resucitar, increíblemente corrieron para dar aviso a las autoridades judías en el sentido de que había que matar a Jesús porque estaba haciendo grandes señales.

Históricamente nuestra lectura de los milagros solo se centra en el efecto asombroso en sí, pero, no contempla los efectos colaterales; el resultado positivo de los milagros es lo que siempre se enfatiza, pero las reacciones adversas a ellos, las pasamos por alto. Veamos algunos ejemplos de efectos adversos devenidos por milagros:

Marcos 1:45: Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente  en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes. 

Juan 11: 1-52 

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 
11:53 Así que, desde aquel día acordaron matarle. 
11:54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos. 

Hechos 14:9-14 

9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 
14:10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 
14:11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 
14:12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 
14:13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 
14:14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 

Hay más casos, pero, pienso que estos ejemplo son lo bastante elocuentes para ver, que, a veces, la actividad milagrosa en un mundo caído, además del beneficio inmediato y la gloria efímera, también es susceptible de generar malos entendidos y efecto no deseado. Los seres humanos, somos psicológicamente hablando muy complejos, vivimos de hecho, en la dimensión de lo complejo, lo variable, lo relativo el cosmos como está ahora estructurado es complejo; cuando alguien ora en un pueblo para que llueva y su maíz crezca sano y fuerte, alguien en el mismo pueblo ora para que no llueva para que no se moje y ensucie toda la ropa que con tanto esfuerzo a lavado. El poder milagroso tiene un propósito puntual; conocerlo es importante para que sepamos cómo lo usa Dios para su propia gloria, qué podemos esperar en cuanto al uso de tal poder siempre partiendo de este conocimiento, y qué no deberíamos esperar de esta prerrogativa divina.

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