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domingo, 26 de junio de 2016

UN LIBRO QUE CAMBIARA TU VIDA COMPLETAMENTE, MILLONES

A TODOS LOS SEDIENTOS
VENID A LAS AGUAS

Todos los sedientos: Venid a las aguas;
y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed.
 Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan,
y vuestro trabajo en lo que no sacia?
Oídme atentamente, y comed del bien,
y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí;
oíd, y vivirá vuestra alma;
y haré con vosotros pacto eterno,
las misericordias firmes a David

Isaías 55:1,3


Este no es el libro que quería escribir, sino el que me vi en la necesidad de escribir. Cada escritor se siente cómodo escribiendo determinados géneros literarios, y sin duda, el género de de “Autoayuda” es uno de esos campos que no me llaman particularmente la atención.

     Para ser franco siento cierto recelo acerca estos libros, porque me parece que suelen abordar la vida desde una perspectiva superficial y simplista, percibo que a menudo no van a la médula de los problemas de la gente y están saturados de corrientes ideológicas populares pero desbalanceadas y ausentes del punto de vista bíblico en su aplicación; hablo del humanismo, positivismo,  teología de prosperidad y otros remanentes de ideas muy viejas pero empacadas y distribuidas con envolturas nuevas.  

     He recelado de estos libros porque muchos de ellos prometen mucho pero no dan más allá de una emoción momentánea que la mayor parte del tiempo no pasa de ser justamente eso, mera emoción, porque en muchos casos son imprácticos y vacíos. Dan muchísimos consejos humanos y “pragmáticos” pero  ignoran complemente la palabra de Dios, o la usan fuera de contexto, además porque muchos de ellos no dan herramientas sobre cómo hacer las cosas, sino sólo, sobre qué hacer. Sin embargo usted descubrirá leyendo este corto libro que entre qué hacer y cómo hacerlo, hay de por medio un profundo abismo.  

La última razón es que estos libros suelen estar en la misma línea de las Pirámides Financieras, son un producto bien presentado, pero sin un fundamento sólido y verdadero capaz de pasar la prueba de la experiencia en el mundo real. Ofrecen  una lectura soft, entretenida, y estimulante, pero pocas veces transformadora.

A pesar de todo esto, descubrí que es posible escribir un libro de este género que enfoque un problema real, e indique a los lectores qué hacer para resolver el problema y cuáles pasos dar para solucionarlo.

Si usted está sufriendo los efectos devastadores del fenómeno de las Pirámides Financieras al estilo TELEXFREE, o negocios Multinivel donde ha invertido muchísimo dinero y no ha visto buen fin, o negocios de otra índole, pero con resultados similares , o si usted padece la angustia de haber fracasado antes o recientemente en la instalación de algún negocio o proyecto, este libro ha sido escrito pensando en usted, para que sepa que no todo está perdido y descubra que aún de las cenizas del más voraz incendio y con la ayuda del Señor Jesucristo es realmente posible levantarse. ¿Está usted preparado para seguirme en este corto, pero sinuoso y emocionante viaje? Espero que sí, échele ganas y ¡Manos a la obra!

Porque siete veces cae el justo,
y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal”.
Proverbios. 24:16.









CAPITULO I
¿LLUVIAS DE GRACIA O TORRENTES DILUVIALES?


En el tiempo actual no hay milagro más prodigioso que la mente racional con la que Dios nos ha equipado. Desafortunadamente, mucha gente ignora eso. Pasé cinco años en el sector comercial de las ventas mayoristas, lidiando con clientes y suplidores mentirosos, picaros y simuladores. Cuando pasas por semejante proceso en el que descubres cómo los clientes te llaman para preguntarte por el precio de algo, con el único objetivo de lograr la rebaja de precio de otro suplidor y no exactamente para vender más barato a los consumidores, entonces aprendes a sacarle una punta muy filosa a tu lápiz, y a mirarlo todo con mucho recelo.

     Esa aciaga noche, mi cabeza daba cientos de vueltas, me encontraba absorto por los muchos problemas financieros que tenía. Había probado ya, casi toda solución posible, y nada había dado resultado, así que me hallaba particularmente escéptico hacia casi todo. Cuando María, mi esposa, por fin salió de la habitación después de haberse vestido y desvestido como diez veces solo para rendirse al final y gritar con enojo y resignación, ¡Vámonos, total, estoy fea como quiera! Abordamos nuestro vehículo, un Mitsubishi Galant azul del noventa y ocho, bajo un cielo rojo y una leve llovizna íbamos hablando toda clase de vaguedades por el camino saltando de un tema al otro sin dirección alguna, como tratando de llenar el espacio con palabras sin conexión, aunque todos los temas tenían una raíz común: la crisis económica. Eso fue así hasta que la conversación empezó a centrarse en la dramática metamorfosis de la romántica llovizna que notoriamente iba transmutando de tiernas y leves gotitas de agua a una precipitada y furiosa lluvia torrencial.

La última gran preocupación era que una parte del tramo del trayecto antes de llegar a la casa de la amiga de mi esposa  en donde se realizaría la reunión solía anegarse de agua y generar caóticos entaponamientos, lo cual, de hecho, sucedió. Fue así como repentinamente el tema de nuestra vaga conversación pasó de ser la preocupación por la desesperante crisis económica, a la posibilidad real de que el automóvil se quedara varado en medio de un fétido lago de aguas negras.

Por un instante pensé en mis adentros, “si este temporal es una señal de Dios, indudablemente, en lo que nos quieren meter no puede ser bueno”. Pero, ¿cómo decirle eso a María mí esposa, cuando yo estaba desempleado y ella estaba tan convencida de que en la asistencia a aquella charla magistral estaba sin sombra de duda la solución que andábamos buscando para nuestros agobiantes problemas económicos? Si le hago este comentario, —Me decía—,  seguramente dirá:

“¿La lluvia, la manda Dios o la manda el Diablo?, ¡En la Biblia, la lluvia siempre es señal de bendición!

Claro que a esa respuesta imaginaria de María yo habría respondido inmediatamente: ¡Bueno, realmente hay que admitir que durante el diluvio llovió bastante!...  Pero ahí quedó todo, pues no pasó de ser solo un pensamiento. 

Fue así como entre divagación y divagación, mientras el auto avanzaba, de repente, nuestra existencia se halló en medio del temido charco de aguas negras ya no solo metafórica sino también literalmente, pero como María nunca mostró pesadumbre por habernos aventurado a salir de la casa a pesar de que el cielo preanunciaba un gran aguacero, y ni por asomo habló de retornar a la casa cuando el clima pasó claramente de claro a oscuro, yo decidí seguirle la corriente y mantener la calma. Sin embargo, si noté como disimuladamente ella me miró por el rabillo del ojo como haciéndome un escáner facial para sondearme y enterarse si yo estaría enojado por el percance en que estábamos metidos, pero me contuve para no mostrar reacción alguna porque quería llevar la fiesta en paz pues, como sabemos, en el Caribe hace mucho calor y nosotros no teníamos aire acondicionado en la casa, pero esa noche gracias a Dios hacía frío así que era una buena oportunidad para amanecer acurrucado con tu esposa, entonces ¿para qué dañar la noche discutiendo por algo que a la postre no tenía ninguna trascendencia?


UN ABOMINACIÓN LLAMADA TELEXFREE
LA PIRÁMIDE ESTILO AVISPA
Si me engañas una vez, tuya es la culpa;
si me engañas dos, es mía.
Anaxágoras
(500 A.C.-428 A.C.) Filósofo griego.

     Antes que llegara lo que para muchos fue la novedad contagiosa llamada TELEXFREE, había sido contactado por más de un “evangelista” de Pirámides y empresas de multinivel con la idea de “premiarme”, y “privilegiarme” con la oportunidad de ser parte de aquellos exclusivos paraísos de la felicidad financiera, pero ninguno logró enrolarme en su milicia por algunas razones que deseo compartir con ustedes con el propósito de que mi humilde experiencia sirva a millones de personas que son tildadas de bobos, estúpidos, e incautos, cuando, necesariamente, ese no es el caso.

UN SUEÑO SIN UN PLAN
NI ES SUEÑO NI ES NADA

Corría el año dos mil, y mi situación económica no podía ser peor. Acababa de mudarme a la ciudad capital después de haber tenido una fructífera experiencia ministerial cristiana en el interior del país, y les confieso que en ese preciso momento, si me preguntaban que qué quería en la vida, Hubiera respondido lo mismo que respondería hoy, deseo consagrar mi vida al Servicio de Jesucristo y su obra de evangelización a los perdidos, claro con la diferencia de que en ese momento no tenía ni la más remota idea de cómo haría eso.

     Me había ido como misionero desde la ciudad capital a la ciudad de San Francisco de Macorís y mi único norte era servir a Jesucristo, y como he dicho, lo sigue siendo aun hoy. Por entonces era muy joven, y no tenía en el plano terrenal un plan de vida muy definido que digamos. El concepto de la inminencia de la Venida de Jesucristo era tan fuerte en mí que, honestamente, procurarme ciertas seguridades o comodidades materiales era algo no inexistente, pero si muy secundario. Eso mismo es lo que explica porque no vacilé al ser comisionado por mi congregación cristiana para participar como misionero fuera de la seguridad de mi hogar en Santo Domingo, hacia una ciudad donde literalmente no conocía a nadie. Cuando mi pastor me hizo la propuesta de trasladarme al interior de país simplemente lo comuniqué a mis padres y a mis hermanos, y confiado en la gracia de Dios me fui a dirigir una estación de radio propiedad de la iglesia y a procurar el levantamiento de dos congregaciones, una en San Francisco de Macorís, y la otra en la comunidad de Fantino.

     Los años que pasé en San Francisco de Macorís fueron años muy difíciles y de mucho aprendizaje. Me mudé en una casa que realmente no era una casa, sino una especie de galpón donde estaba colocado el transmisor de la estación de radio ubicada en las afueras de la ciudad. Era un lugar algo lóbrego, inhóspito hasta algo sórdido era aquel lugar, y honestamente las condiciones del sitio no eran nada halagüeñas para una institución cristiana. El piso del local era de argamasa pulida y las paredes muy rusticas y algo derruidas y en la parte frontal, en vez de ventanas había blocks calados, no bien llegué procurar con la ayuda del pastor, cambiarle un poco el rostro a esa situación, introduciendo mejoras básicas que hicieran el lugar menos desagradable.

     En los primeros meses de mi estancia en ese lugar tenía a modo de cama un viejo mueble de madera tapizado  con un hule azul celeste ya desgastado por el paso de los años. Detrás de la edificación había una caseta en donde se alojaba un generador eléctrico diesel de manivela y fuera de servicio hacia un tiempo considerable, y al lado de la caseta se erigía imponente la torre de la antena de la estación de radio.

     Por ese entonces además de gerenciar la emisora, tenía la encomienda de predicar la palabra de Dios mediante el levantamiento de pequeñas reuniones familiares, de modo que inicié un grupo de estudio bíblico en la calle Salomé Ureña, donde asistían tres hermanas, allí compartimos muchas experiencias gratificantes y sembramos con ahínco la palabra de Dios. Recuerdo  una ocasión en que después de haber terminado una clase bíblica, con un par de estas señoras, una de ellas se me acercó y me hizo una generosa e inolvidable propuesta.

“Maestro, (así me decía Yolanda cariñosamente) yo tengo un apartamento que compré para mi hijo Alberto, para dárselo de regalo cuando él se gradúe de la universidad, como el apartamento está desocupado, y yo sé que usted vive con muchas incomodidades, me gustaría prestárselo para que usted viva allí por el tiempo que sea necesario”.

Evidentemente después de haberles relatado acerca las condiciones en que estaba viviendo muchos imaginarán que acepté eufórico la generosa proposición de esta agradecida discípula. Sin embargo, no fue así. Y no lo fue por razones que mucha gente siquiera consideraría. Mi respuesta fue un amable no. Entendía que no debía aceptar su propuesta para evitar que alguien pudiera interpretar que me estaba tratando de aprovechar de la generosidad de esta persona, quería evitar así que el testimonio de Cristo pudiera quedar atascado por alguna mala interpretación; igualmente no acepté por no dar lugar a algún tipo de presión o influencia de parte de quien me daba esta facilidad y que ese favor terminara debilitando mi autoridad cuando tuviera que confrontarla si su conducta no se ajustaba  a la Palabra de Dios, no acepté además, porque aunque mi descripción de puesto en San Francisco de Macorís no incluía hacer el papel de wacthman de la estación de radio, yo me sentía moralmente comprometido con la integridad física de aquella institución.


LÉALO COMPLETO, EN FORMATO DIGITAL

     Para ese tiempo no estaba casado así que mis decisiones no tenían el potencial de afectar mi vida y mi paz de forma prolongada. Ciertamente tenía sueños, pero carecía completamente de un plan el cual presentar a Dios para que él lo bendijera, en realidad yo vivía simplemente el día a día, sin ninguna expectativa específica del futuro. Ahora soy consciente de lo malo que esto fue para mí, pues la carencia de ese plan influyó en que no pusiera la tenacidad necesaria para alcanzar objetivos específicos en mi vida. Dicho de otro modo, la falta de propósito definido en un hombre es sencillamente  catastrófica para su vida.

     Por tanto ayude a sus hijos, guíelos a tener, un plan de vida, esto es, ¿Qué vas a estudiar? ¿Dónde lo vas a hacer?; ¿Cómo te vas a ganar la vida?... (a veces resultan ser diferente la carrera que una persona quiere estudiar y la forma práctica en que se ha de ganar el sustento), quizá su hijo o hija no sea bueno para los estudios, pero tal vez sea un emprendedor nato. Explore a sus hijos quizá su destino no sea meterse cuatro años u ocho años en una universidad, sino ir al mercado a comprar y negociar con frutas, si ese es el caso, refuércelo en matemáticas, en costos, en administración básica, enséñele cómo administrar un negocio pequeño, guíelo a tener un plan de corto mediano y largo plazo, y quién sabe, tal vez su hijo empiece comprando frutas en el mercado para vender en un puesto en una esquina, y termine supliendo a muchas cadenas de supermercados e incluso hoteles…. ¿Lo había pensado? Este no es solo un buen ejemplo hipotético, conozco varias personas exitosas que empezaron así. Franklin tenía un pequeño puesto de frutas en la avenida, era un negocio bastante informal, a él no le llamaban la atención los estudios ni su familia tenía los medios para costeárselos, así que simplemente hizo lo que realmente le gustaba hacer, esto es, negociar. Al cabo de pocos meses Franklin descubrió como su clientela crecía y con ella la demanda de nuevos productos y servicios. Una vez Franklin recibió la visita de uno de los coach de los equipos de pelota que estaban establecidos cerca del trayecto donde Franklin tenía su puesto ahora de frutas, víveres y vegetales y se interesó en él, compró algunas vituallas y le animó para que visitará la oficina del campo de entrenamiento para que les ofreciera sus productos para la cocina del campo de prácticas; el resultado fue que Franklin consiguió venderles sus productos aumentando así sus ventas considerablemente y en unos meses más Franklin estaba supliendo frutas, vegetales y víveres a casi todos los campos de entrenamiento de la zona y a otras instituciones de su localidad.

     Ayude a sus hijos a pensar sabiamente, a evaluar cada aspecto importante de la vida y a tener una idea fundamental sobre algunas decisiones determinantes en la vida tales como: ¿a qué edad sería sabio casarse, bajo cuáles condiciones? ¿Cuáles son las implicaciones y responsabilidades emocionales y financieras de una decisión como esa? Monitorear aspectos como estos de tiempo en tiempo en sus hijos les ayudará a mantenerse motivados y debidamente enfocados.

     En mi caso particular no tenía un plan, pero sabía que estaba enamorado de María, por eso en enero del año noventa y siete contrajimos matrimonio y por supuesto, esa decisión le dio un giro totalmente distinto a mi vida y a la de ella.


     Ahora le invito a que continúe conmigo este breve recorrido y entenderá qué tiene que ver este relato anecdótico con Pirámides Financieras al estilo TELEXFREE y por qué gente inteligente puede caer en una debacle económica seria, que a su vez le llevará por un derrotero de error y al abismo de los falsos sueños de empresas bajo un modelo piramidal. O a decisiones de negocios erradas y erráticas por falta de orientación adecuada.



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