Me precio de ser un
padre vigilante, algunos me calificarían de controlador, quizá también haya
algo de eso. Prefiero ser controlador a ser flojo. Prefiero asumir el dolor de cabeza que
representa estar atento a las actividades de mis hijos y a las mías propias,
que tener que ocuparme de visitarlos en una penitenciaria o en un hospital, o
peor aún, de irlos a reconocer en la morgue.
Ciertamente no hay garantía de que por el hecho de
mantener esta vigilancia alguno
de ellos, a pesar de mis mejores esfuerzos resulte ser un chico de voluntad
firme en la desobediencia y tuerza la senda. Pero todas las probabilidades
están volcadas a mi favor de que no será así, si me guió
por los principios de
la Palabra de Dios.
Por: Juan Alberto Galvá |
Uno de los fallos frecuentes en este campo es llevar
a los chicos a la iglesia y dejarlos participar
en el culto y en la escuela dominical y creer que esa es la solución. Por eso,
a menudo vemos el lastimero testimonio de pastores y líderes quienes se
lamentan diciendo que no saben cómo sus hijos legaron a descarriarse o incluso
a caer en las drogas, cuando ellos se criaron en la iglesia.
Parece que quizá lo mejor hubiera sido no criarlos en
la iglesia, porque, de hecho,
muchísimos muchachos nunca van a la iglesia y moralmente hablando, según el
estándar del mundo, viven vidas aceptables y en algunos casos ejemplares.
Pero la Biblia no nos manda a que mantengamos a
nuestros hijos metidos en la
iglesia en cada actividad o reunión. Lo que la Biblia nos manda a los padres es
en primer lugar a tener una relación verdadera, en espíritu y verdad con Dios,
no una relación religiosa, de costumbre u ocasional sino una vida dedicada y
deleitada en Dios.
Igualmente nos manda a entender qué son los hijos. Dado que la mayoría de los matrimonios no planifican
los hijos, estos llegan de súbito y trastornan la armonía del hogar, la pareja
no tiene un plan de vida y ni hablar de un plan de vida para sus hijos, así que
lo más crucial para estos muchachos parece ser la alimentación, la salud, la
educación, si se trata de cristianos, una experiencia religiosa y una pobre
relación afectiva; justo en el orden que lo he descrito.
Entonces, para que pueda haber un vuelco
significativo en esta cuestión
también tiene que haber una reorganización de las prioridades. Las parejas
antes de casarse deben hablar seriamente acerca de la procreación, de cuántos
hijos tener y cuando, de la posible educación de sus hijos incluido el tema de
que sus hijos como profesión escojan el ministerio cristiano.
Igualmente deben mantener el aspecto de la cobertura divina como valor supremo sobre sus hijos, desde su
concepción hasta el alumbramiento, esto es, orar, no solo para tener un parto
feliz, sino orar para que Dios cuide y dirija esa vida para bien y para su
gloria, desde el vientre de su madre, como fue el caso de Juan Bautista,
Jeremías, Jesús y mis tres hijos.
Los padres deben orar al Señor por todas las cosas
que importan, para que sean hijos
sanos, para que Dios provea todo lo relativo a su crianza, para que sean
guardados de vivir en rebeldía, para que sean hijos sabios, para que sean
muchachos inteligentes, para que Dios abra camino de bendición para ellos y
toda puerta buena sea abierta para sus vidas, para que sean útiles en el camino
de la fe, para que nada les haga apartarse del camino de salvación, para que no
caigan en vicios de ninguna clase ni en ningún tipo de desviaciones sexuales, para que sus mentes estén abiertas
al entendimiento y a la obediencia a la Biblia etc.
Si los padres se mantienen orando por estas cosas
ganaran tres cosas, en primer
lugar las tendrán presentes ellos mismos, sabiendo que ellos en primer lugar
deben ser ejemplo en todas estas cosas. En segundo lugar tendrán siempre
presente las cosas básicas en las que deben trabajar para que sus hijos estén
bien encaminados. Y en tercer lugar, por supuesto, conseguirán la cobertura de
Dios para que sobre sus hijos repose su bendición.
El paso siguiente es vivir en un hogar cristiano.
Esto no es el hogar en donde
hay dos personas que religiosamente van a la iglesia ciertos días establecidos,
pero que, al llegar a la casa tiran la Biblia en cualquier sitio y con ella se
va todo lo aprendido y su comportamiento domestico no hace diferencia del de
los inconversos. O de aquellos que siguen una vida muy intensa y piadosa, pero desconectados
de la realidad del hogar, el padre o la madre se suelen encerrar largas horas
para orar o estudiar la Biblia, y mientras tantos los hijos están en el
desafuero, cuando ellos salen de su encerramiento piensan que sus angelitos,
que de seguro ya aprendieron a simular, están guardados por el temor de Dios
que ellos suponen aprenden al llevarlos los domingos a la iglesia. Pero no es
así.
Lo que enseña Deuteronomio va más allá de simplemente llevar a los chicos a la iglesia, implica amar a los
hijos, disfrutarlos como regalos de Dios, y efectivamente guiarlos en el camino
de salvación. No es la iglesia la que tiene el deber de conseguir que los hijos
sean persuadidos de ser creyentes, sino los padres con su amoroso y virtuoso
ejemplo:
6:6 Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
6:7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
6:8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
6:9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
6:7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
6:8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
6:9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Note que el mandamiento
inicia con una experiencia personal: estarán sobre tu corazón. En otras palabras, tiene que ser
parte de tu experiencia personal, ninguna persona no cristiana, o con una mera
vida religiosa puede obtener resultados bíblicos en sus hijos, para poder
recibir la bendición de Dios sobre tus hijos necesitas estar genuinamente
comprometido con sus preceptos y deleitarte en ellos.
La segunda cosa importante es que deben ser repetidos de forma sistemática. No es la televisión o la radio o las historietas de súper héroes los que deben evangelizar a nuestros hijos sino nosotros, con nuestra vida y con nuestro conocimiento de la palabra, debemos fomentar la oración en unidad, y en todas las circunstancias, de tal suerte que se vea, que la oración no está confinada a momentos religiosos preestablecidos, sino que es un herramienta eficaz a la que se acude en todas las circunstancias de la vida, tanto para interceder solidariamente por otros, como para que nuestras necesidades sean suplidas, así como para mostrar a Dios gratitud por su provisión y sus favores.
Estas palabras no
estarán circunscritas a un ámbito específico, sino que deben ser
repetidas en casa, en el camino, a la hora de dormir, y a la hora de
levantarse. En otras palabras la vivencia cristiana debe permearlo todo.
Igualmente este programa
de inducción en la palabra de Dios precisa de mecanismos de repetición eficaces,
en palabras del apóstol Pablo esto es: “Colosenses 3:16: La
palabra de Cristo more EN
ABUNDANCIA en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. Todo instrumento a la mano deber
usado para que nuestros hijos sean instruidos en el camino de salvación.
Muchos sicólogos han
sugerido algo así como que los niños no deberían ser inducidos en ninguna creencia hasta que
ellos sean maduros y puedan elegir libremente si desean creer y en qué o quién
desean creer. Pero esto no es más que una patraña. ¿Acaso ellos pueden escoger
en qué país o en qué familia van a nacer? ¿O pueden ellos escoger que idioma
van a hablar? ¿O el apellido que van a tener? Resulta obvio que si tengo una
doctrina y la creo firmemente, tanto que procuro convencer a extraños, grandes
y chicos de que crean como yo, mal haría entonces si privo a mis propios hijos
de ser coparticipes de las bendiciones que entiendo se desprenden de tener una
relación con Dios, según mi fe.
Con todo, ningún padre
puede obligar a sus hijos a que sean cristianos, pues es la Biblia la que enseña que la gente
solo viene atraída (arrastrada) lit. Por el Padre (Jn. 6:37-44) y que es en ultima instancia el Espíritu Santo quien
convence a los pecadores de que se conviertan (Jn. 16:8). Pero, por supuesto, como creyentes tenemos el deber de
mantener a nuestros hijos en sujeción (I
Ti. 3:4) e indudablemente, es mucho más probable que una persona, debido al
hecho de que ha sido encaminado en el camino del orden, la obediencia y la
sujeción esté propenso a escuchar el mensaje de salvación, que un hijo
contumaz, rebelde e irreflexivo.
Tornando la verdad en mentira y la mentira en verdad
CUANDO LO PÚTRIDO HUELE A CAFÉ
Hace un tiempo en
temporada de lluvias las calles se inundaron de tal forma que hasta a los vehículos
altos se les hacía difícil transitar. Tratando de llegar a mi casa, tuve que
pasar por lugares en donde el agua llegaba casi a la mitad de la puerta, el
motor del vehículo no se apagó porque lo mantuve constantemente entre frenado y
acelerado, así, a pesar de las dificultades pude llegar a destino y el carro no
sufrió desperfectos mecánicos. Sin embargo, el interior del vehículo si sufrió
ya que de alguna forma, probablemente a través del piso del auto entró agua
sucia manchando el interior del automóvil.
Pero, por supuesto, eso no fue lo peor, al día siguiente la humedad y la fetidez resultante
eran insoportables. Hice muchas cosas para intentar “eliminar” el mal olor pero
nada funcionó. Entonces se me ocurrió comprar una funda de café en granos
logrando que el olor del café ocultara eficazmente el mal olor anterior. No
obstante, de tiempo en tiempo, cuando veía el piso del carro y miraba la marca
de agua que había quedado, recordaba que lo que originaba el mal olor, en
realidad no se había ido, solo había sido ocultado.
Algo parecido enfrenta el pueblo de Dios en este nuevo siglo. Satanás a levantado al “mundo” en una
defensa militante, pasiva y activa en contra de todas las normas que Dios le ha
legado a la humanidad. La última punta de estas lanzas parece ser la llamada
lucha de género. Demostradamente, de siete mil millones de personas que tiene
el planeta, la gran mayoría es heterosexual. Y los que no lo son, están vivos
gracias a una relación heterosexual, no trataré aquí el tema ético, social y
religioso que comporta la homosexualidad, pero les remito al siguiente artículo: http://highdefinitionandrealtime.blogspot.com/
Son las cadenas noticiosas y los canales de cable las entidades que hoy día se han convertido en
portaestandartes de Satanás para inducir
en el camino de la desviación sexual. Supuestamente mostrando tolerancia y
dando cabida al derecho de las minorías y apelando a los derechos humanos y
sobre todo apelando a la palabra mágica, “la discriminación” quiere imponerle
al resto de la humanidad que acepte como normal, lo anormal.
Una cosa es reconocer el derecho que tiene el
borracho a vivir y a ser
considerado un ser humano a pesar de vivir una vida disoluta y sin provecho, y
otra cosa es intentar que en honor a la tolerancia aceptemos que su conducta es
aceptable y provechosa. De la misma manera aceptamos la realidad de las desviaciones
sexuales, pero no quiere decir que las aprobemos o que estemos contentos con
ellas. Las desviaciones sexuales son una realidad tolerada, pero jamás
asimilada como normal.
Algo preocupante que he
visto en este ataque sistemático lo constituye el uso que da esta idolología a
los dibujos animados. Por ejemplo en la segunda película de Srek de los
estudios pinocho aparece risueñamente
siendo descubierto usando ropa interior de mujer, es una escena corta, que pasa
casi inadvertidamente. Pero luego hay otra escena más, en donde aparece un travesti
en la escena del bar, en la que el rey, padre de Fiona, se oculta para buscar
ayuda. Este mismo travesti, al final de la película, se abalanza sobre el Príncipe
Encantador y lo besa abiertamente.
En la película la saga
de Kung Fu Panda, resulta que el padre del Panda es un Ganso, la explicación
después de muchos episodios, es que el panda es adoptado, pero resulta que en
esta saga, la unión de animales de distinta especie es presentada como algo
normal. Pero seamos honestos, esto no es normal ni nunca antes habíamos visto
dibujos animados saltando esta barrera, todos los dibujos animados sin excepción
siempre respetaron este concepto lógico, el Oso Yogui, los osos revoltosos,
José Miel, la Ranita de Metan etc. ¿Qué pasa en la mente de los productores de
hoy en día?
Igualmente, tenemos el
caso de My Little Pony, aquí tenemos al dragón Spike, resulta que este está
enamorado de Rarity, pero Spike es dragón y Rarity es pony. Igualmente en Srek,
el burro está casado con la enorme dragona, y Srek, en principio, siendo un
ogro, está enamorado de la humana Fiona.
¿Qué está pasando? ¿Todas
estas son inocentes coincidencias?, ¿o se trata de una sistemática estratagema
de Satanás para introducir ya no subrepticiamente sino abierta y
sistemáticamente la idea de que no hay barrera ni distinción entre los géneros?
Se me hace difícil pensar que no.
La iglesia católica ha
adoptado históricamente una postura ambivalente sobre este tema. Por un lado,
públicamente se oponen a las
desviaciones sexuales. Pero diversos sacerdotes entrevistados por separado han
dado declaraciones sospechosas sobre el mismo tema. Pero, lo peor de todo, es
que la iglesia católica carece de calidad moral para juzgar este tema toda vez
que parece haber una epidemia de pedofilia en sus filas, pues, cuando se han
destapado estos casos de abusos de menores, sabiamente, el tema se ha manejado
solo enfocándolo en el trato del adulto con el menor, y soslayando el punto de
la atracción sexual desviada de los cientos o quizá miles de sacerdotes que
obviamente tienen predilección claramente homosexual pues los abusados nunca
son niñas sino solamente niños.
Una institución tan
comprometida con ocultar y no sancionar los males que al mismo tiempo condena
se vuelve hipócrita y está desautorizada para establecer un criterio creíble. Más
sugestivo, pero, no menos digno de prestársele atención, es la frecuente y
evidente inclinación al afeminamiento de muchísimo sacerdotes católicos que en
su trato y su ostensible forma de hablar se muestran muy poco varoniles en su
porte.
De otro lado, estamos
nosotros, los evangélicos, los que siempre nos enteremos del tema después de
llegar de limbolandia, por eso es que, nuestras declaraciones de prensa siempre
son publicadas en la esquina de debajo de la ultima parte de la sección de
deportes. No tenemos una voz al respecto, y como las únicas relaciones publicas
que dominamos son las encaminadas a promover actividades frenéticas y maratones
de recaudación de fondos, nadie nos hace caso, y es mejor que sea así, porque
las pocas declaraciones que he escuchado sobre el tema lloran ante la presencia
de Dios, nos hemos mostrado en contubernio con el mensaje de la iglesia
católica y hemos endosado su visión, por no tener nosotros una propia.