Por Juan
Alberto Galvá
LA VOLUNTAD DE DIOS ES ESENCIALMENTE ABSOLUTA
Ahora
bien, no es mi propósito reducir esta reconocida controversia a una fantástica
narración de ficción, corriendo con ello el riesgo de convertir el proceder de
Dios en un tema trivial, porque sin duda, no lo es. En esto lo mejor es
mantenernos humildes, pero debemos evitar a toda costa ser simplistas.
Indudablemente éste es un tema difícil y las implicaciones del mismo pueden
llegar a ser bastante problemáticas, no pretendo que lo aclaremos todo. De
hecho, lo que intento es mostrar que el tema es bastante oscuro y que es un
error tratar de aclarar hasta el más mínimo de los detalles que entraña esta
divina trama; pues todas las aristas que tiene el tema deberían llevarnos a esa
sana conclusión. No pretendemos desentrañar la mente de Dios, pretendemos dar
una teoría explicativa que sea consecuente con las Escrituras y con lo
humanamente observable acerca del proceder de Dios.
La
voluntad de Dios es esencialmente absoluta, pero muchos teólogos de dicen que
no es así; dicen que Dios tiene, supuestamente, una voluntad “directiva” o
“decretiva” y una voluntad “permisiva”.
Según
ellos Entran dentro del campo de su voluntad “decretiva” toda clase de eventos
que no dejarán de ocurrir bajo ninguna circunstancia, en tanto que en su
voluntad “permisiva” ocurren hechos que El, simplemente deja pasar. O en otras
palabras, se hace de la vista gorda. Sépase pues que, de entrada no me gusta
este concepto que le atribuye a Dios ser como la gatita de María Ramos que tira
la piedra y esconde la mano.
Pero todo
lo anterior es una mera suposición, dado que Dios a nadie le ha dicho tal cosa.
Toda esta teoría está basada en una serie de deducciones y suposiciones muchas
veces diseñadas para “ayudar” a Dios; ayuda que El, sin duda, no nos ha pedido,
y que la mayoría de las veces provoca más males que beneficios.
Eso no
quiere decir que dicha suposición sea necesariamente, absolutamente sin valor,
solamente quiere decir, que no debe darse a una suposición, el carácter de la
cosa definida y definitiva. En otras palabras, “los teóricos de Dios”, léase
los teólogos, deberían ser más cuidadosos a la hora de expresar sus pareceres
sobre una determinada materia bíblica y dejar en claro eso mismo, que lo que
están expresando es su parecer, porque si algo es cierto, es que la
teología no es la palabra de Dios, la teología es lo que los teólogos piensan
sobre la palabra de Dios. No obstante, los teólogos hablan muchas veces en
términos tan absolutos sobre sus elucubraciones sobre Dios y son citados así
mismo por quienes consumen esas elucubraciones con tal descuido en los púlpitos que el oyente poco avisado llega a no distinguir entre lo que dice la palabra
de Dios y lo que la teología afirma que la palabra de Dios quiere enseñar.
LA VALIDEZ DE CIERTO GRADO DE TEORIZACION
Ahora
bien, para que se vea que no estoy totalmente en contra de trabajar con cierto
nivel de teorización admitiré que la teología, es un mal necesario, al cual
podemos comparar a la arbitraria división de la Biblia en capítulos, versículos
y sub-secciones tituladas. Es un mal necesario porque sin estas divisiones
sería mucho más difícil recitar, memorizar, estudiar y citar la Biblia. Al
mismo tiempo, estas divisiones inexistentes en el texto original, hacen grande
la posibilidad de romper con la estructura del discurso y provocar énfasis,
distorsiones de sentido y objeto que jamás tuvieron en mente los autores
originales. Pero bueno, humanamente hablando era imposible hacer lo uno sin
correr el peligro de lo otro.
Del mismo
modo la teología, es un tímido acercamiento de la mente humana, al borde, del
borde externo del pensamiento del Omnipotente; a fin de intentar dar
explicación a situaciones que no están del todo claras en la Escritura.
No se
trata simplemente de una serie de comentarios sobre pasajes escogidos para el
ego personal del que los escribe, la teología es más bien un esfuerzo
intelectual para estructurar, sistematizar y “armonizar” las enseñanzas de la
Biblia y las aparentes incongruencias que en ella se encuentran.
El
problema, como ya lo hemos dicho anteriormente, es el hecho de que se procura
en muchos casos dar una explicación a ultranza, desde una perspectiva que no
siempre toma en cuenta ciertas barreras, ciertos límites que no se deben
trasvasar, sin por lo menos dejar en claro, que lo que se expone es una simple
teoría. Hay casos en la Biblia, en los que buscar una explicación a ciertos
fenómenos, declaraciones o actuaciones es sin sentido, dado que probablemente
el autor divino, “el revelador”, no tenía el propósito de que esa declaración,
o acción se entendiera en lo inmediato.
Por lo
mismo, de antemano, me tomo el tiempo necesario para dejar bien en claro, que
lo que están a punto de leer, es, sin lugar a dudas, de principio a fin, una
teoría teológica. Esta teoría ha sido escrita en primer lugar para mi propia
auto edificación, con el fin de darme un modelo unificado, sobre una serie de
temas todos relacionados, profundos, aparentemente contradictorios, decisivos y
decisorios, sobre una de los asuntos más controversiales de toda la doctrina
cristiana. Estoy hablando de la soberanía de Dios, la providencia divina, el
decreto de Dios, la predestinación, el problema del mal.
Soy muy
consciente de que, “las cosas reveladas son para nosotros y para nuestros hijos
para que nos vaya bien, mas las reveladas son de Jehová nuestro Dios para
siempre”. Con todo, no se puede decir, que este conjunto de temas este carente
de material, al contrario, la cantidad de material es bastante abundante como
para juntarlo, y si al menos no se puede elaborar “una teoría” “un modelo
viable de predestinación” realizar un esquema general de la manera en como Dios
maneja su universo, que nos deje medianamente satisfechos a todos, es decir,
hablo de una explicación más coherente y consistente con la naturaleza de Dios
de las que hemos visto hasta ahora, pues los autores que tratan el tema, casi
siempre, en vez de aclararlo, caen ellos mismos en contradicciones que la
Biblia no tiene. De esta manera no solo, no son de ayuda, sino que empeoran la
confusión.
SOBERANIA
VS LIBRE ALBEDRIO
Uno de los
casos que más tensión crea es el de la soberanía y presciencia de Dios, versus
el libre albedrío. Ni siquiera hay la necesidad de preguntar:
¿Lo puede Dios realmente todo?
O ¿Lo sabe y predestina Dios, realmente todo?
Las
respuestas no nos eluden, al contrario, nos abruman, Dios, finalmente, lo sabe
y arregla todo. Lo que sí debemos preguntarnos es:
¿En qué
manera es que lo arregla todo y cuáles son los alcances e implicaciones de este
arreglo?
¿Es el
hombre realmente libre? Si
lo es;
¿En qué
forma y medida lo es?
Y si no lo
es, o tiene una libertad limitada;
¿En qué
sentido y medida es responsable de sus acciones?
Si como el
mismo apóstol Pablo argumenta:
“si nadie
ha resistido jamás su voluntad, ¿Porqué pues inculpa de pecado?”.
EL PRINCIPIO DE LO QUE TIENE PRINCIPIO
Sé que
este título puede parecer algo repetitivo, pero fue la mejor frase que hallé
para expresar lo que sigue a continuación.
Pienso que
sin lugar a dudas la mejor manera de ir formándonos una idea acertada sobre la
persona de Dios, es verle en sus actos, desde que suponemos que estos iniciaron
y hasta el presente.
Así pues,
Dios inicia su planificada creación a sabiendas de que Luzbel
—a quien también creó— () se ha de revelar; esto, muchos
siglos antes de que se subleve. Él (Luzbel) ni siquiera sabe que se
volverá un traidor, esta pretensión no ha subido a su mente, pues se supone que
no fue creado así, aunque en palabras del apóstol Juan, uno se vería
inclinado a considerar que tal vez sí, pues dice que, “el es homicida desde
el *principio y no ha *permanecido en la verdad”. Jn 8:44. Pero
bueno, asumamos que no lo sabía. Él no sabía lo que haría y en lo que
degeneraría su accionar. En cambio Dios sí, claro que sí, todo el tiempo, en
todo momento; y sin embargo, jamás, ni por asomo, se detuvo a considerar*…
“Este
ángel, en el futuro intentará arrebatarme el trono: ¡Pues… lo
detendré ahora para que ni siquiera ose revelarse!....”.
No,
eso no es lo que Dios hizo. Por varias razones, siendo la más destacable de
ellas el hecho de que semejante consideración implicaría, como lo veremos más
adelante, el que Dios estaría adquiriendo nueva información que le provendría
no de El mismo, sino externamente por la acción futura de las causas
secundarias generada por sus propias criaturas, lo que, de paso, implicaría que
su conocimiento está limitado, pues no sabe las cosas hasta que las criaturas
que ha creado, aún en un futuro pretérito las conciben.
La idea de
que Dios es, o pueda ser ajeno a alguna acción o pensamiento es completamente
extraña a la Escritura. Dios lo sabe todo cabalmente, porque él fue quien creó
todo, pero es importante acotar que cuando aquí digo: “ni siquiera se detuvo a
considerar”… no estoy, ni por asomo sugiriendo que Dios no hizo algo que debió
hacer, de hecho, si se sigue el argumento cuidadosamente, se verá que no es la
intención de este autor.
Fue Dios quien
vació, plasmó, y alentó desde sí mismo, de antemano, el guión de
todo. Nada pues escapa ni a su conocimiento ni a su absoluto control, y no hay
nada que tome a Dios por sorpresa, pues solo ocurre lo que su anticipado
consejo ha planeado que suceda. Y aquí es bueno enfatizar que este
conocimiento es exhaustivo y universal, incluyendo las generalidades, como las
particularidades, lo infinitesimal y también lo inmensurable, lo crucial como
lo aparentemente trivial.
Por lo
mismo, antes bien, Dios sigue adelante con su plan. Es
importante aquí reflexionar sobre el hecho de que es un plan.
No es simplemente una creación que se terminó en todas sus partes, recibió un
empujón y luego se dejó a su suerte, para luego aplicar un plan B cuando las
cosas no salieron bien. De hecho, ni siquiera pudiéramos hablar de “salir bien
o mal” sin que de paso, hubiera de por medio un plan, si desde este punto
entendemos el plan, alcanzaremos la meta final de este libro, que sé desde ya
que no podrá alcanzarse a cabalidad, —nadie la podrá alcanzar jamás pues solo
Cristo conoce la mente del Padre— pero haremos nuestro mejor esfuerzo por
llegar reverentemente hasta donde la gracia y la sabiduría de Dios, conforme a
su plan, nos lo permita, es decir, al menos, al borde, del borde externo, de su
revelación.
Por qué es
que me detengo en lo aparentemente consabido, cuando enfatizo sobre el plan de
Dios; esto es porque no concibo que el Dios omnipotente organice un
plan en el cual de repente una de las criaturas, uno de los
actores de la obra, se rebela, y que, de paso, la rebelión de Luzbel no fuera
parte del plan, pues de otro modo, tendríamos que admitir
que antes de imprimir la versión original del plan, mientras
Dios “descubría” aspectos preocupantes de la trama de la novela que iba
escribiendo, entonces la iba remendado a fin de que todo contribuyera al final
para su propia gloria, y quizás, por eso es que la historia se ha alargado
tanto, debido a que han sido tantos los remiendos que Dios “ha tenido que
hacer”, que no fue sino después de muchos y agotadores eones cuando Dios pudo
cuadrar bien la historia a fin de que todo estuviera digno de ser puesto en
escena. Pero, por supuesto, si Dios iba “descubriendo” cosas, entonces, no las
sabía antes de descubrirlas, y si no las sabía entonces no era omnisciente, y
si no era omnisciente, tampoco era Dios… ¡Vaya dilema! O lo sabe todo y lo
planificó absolutamente todo, lo bueno lo malo, el mal y la maldad, o no lo
planificó todo, y cada criatura en si misma crea pensamientos y acciones que
Dios, no conoce íntimamente, sino que, solamente sabe de antemano porque tiene
la facultad de adelantarse al futuro, y por lo mismo prácticamente lo adivina o
descubre, y de paso, cae en una categoría defectuosa de Dios.
Se imagina
usted al Dios perfecto del que nos habla la Biblia, obrando de una forma tan
inconsecuente.
EL TEMA DE LA PREDESTINACIÓN SE RECONOCE COMO UN
TEMA COMPLICADO
No es mi
propósito reducir esta reconocida controversia a una fantástica narración de
ficción, corriendo con ello el riesgo de convertir el proceder de Dios en un
tema trivial, porque sin duda, no lo es. En esto lo mejor es mantenernos
humildes, pero debemos evitar a toda costa ser simplistas. Indudablemente éste
es un tema difícil y las implicaciones del mismo pueden llegar a ser bastante
problemáticas, no pretendo que lo aclaremos todo. De hecho, lo que intento es
mostrar que el tema es bastante oscuro y que es un error tratar de aclarar
hasta el más mínimo de los detalles que entraña esta divina trama; pues todas
las aristas que tiene el tema deberían llevarnos a esa sana conclusión. No
pretendemos desentrañar la mente de Dios, pretendemos dar una teoría
explicativa que sea consecuente con las Escrituras y con lo humanamente
observable acerca del proceder de Dios.
VAMOS A ESPECULAR UN POCO Y A EDIFICAR SOBRE LO QUE
YA OTROS HAN ESPECULADO
Así pues,
desde antes de que el tiempo fuera tiempo; Dios, piensan algunos, quiso empezar
la cuestión del tema de la obediencia en sus criaturas celestiales adelantando
el plan de la creación del hombre, que culminaría con la noticia de que los
seres celestiales, brillantes, sabios y poderosos terminarían sirviendo y
asistiendo a los seres humanos “inferiores” y como si todo esto fuera poco, los
ángeles tendrían que postrarse algún día y por la eternidad ante la figura
excelsa de la encarnación del hijo de Dios en forma humana. (Por supuesto que
todo lo anterior es pura especulación) no niego sin embargo, que es una
especulación que me atrae, porque tiene cierta “información” que nos da un
motivo que agrega más razones a la rebelión del Diablo. Pero, que quede claro,
esto no es más que pura novelería especulativa.
Como
sabemos Satanás es uno de los seres creados más excelsos, sino el que más, y
dotado de sobrada inteligencia y sabiduría. Por ello cuando interiorizamos en
la insólita pretensión de éste príncipe, quien, sabiéndose un ser creado,
conociendo la inmensidad de Dios, mirando que todo cuanto le rodeaba era creado
igual que él, por la misma persona que lo creó a él, y que aun así se atreviera
a sonsacar a otros seres creados iguales que él y procurar arrebatarle a Dios
su trono. ¡Caramba! Cuando pienso en esto, busco algunas analogías o
similitudes, y la verdad es que ninguna encaja a la perfección.
Tenemos
por ejemplo el caso del hijo humano que se rebela contra su padre terrenal:
¿Cuáles
serían las similitudes?
El hijo
discrepa en algo con el Padre y se quiere liberar, desea hacer mejor lo que él
considera que el padre no hace bien, como no lo puede conseguir por las buenas,
intenta robar a su padre y lo logra, porque metafísicamente es posible y él lo
sabe. O quizá Intenta matar a su padre y lo logra, porque metafísicamente es
posible y él lo sabe, el padre es un padre recto, pero confiado, o es viejo y está
debilitado, es blanco fácil.
LA SABIDURIA NO SIEMPRE INCLUYE EL BUEN JUICIO
En otras
palabras, la analogía, en el caso de Satán solo alcanza para el mal deseo, para
armar el plan, pero no alcanza para ejecutarlo; por ello la sabiduría, la
inteligencia que la Biblia atribuye a Satanás () no encuadra en un contexto en
el cual él quisiera arrebatar lo que su sapiencia, por limitada que fuera, está
al tanto, le era inasible. A menos, que también tengamos que suponer que
Lucifer ignoraba la altura, la anchura, la profundidad de la inmensidad de
Dios, y calculara, que con cierta cantidad de ángeles dispuestos pudiera
él alcanzar su propósito, a lo cual, aun así, tendríamos
necesariamente que añadir, un ocultamiento deliberado por parte de Dios de la
magnitud de su poder, lo cual pudiera dar pie o inducir a que Luzbel y su séquito
pensaran que podrían por el poder del número de sus seguidores destronar al
Todopoderoso. Este Satanás, cuando uno lo examina con más detenimiento es un
ser difícil de definir, por más sabiduría que le fue dada, más insensato
terminó volviéndose, lo cual me hace pensar, que la sabiduría no incluye la
prudencia y buen juicio. Lucifer, sin embargo no es el único ejemplo de este
extraño fenómeno.
El rey
Salomón, es dotado por Dios de una excelsa sabiduría cual ningún hombre la tuvo
antes, no obstante en su vejez, parece que la sabiduría no alcanzó a su sentido
común, pues se desvió de los caminos del Dios que le dio la sabiduría como
ningún otro hombre en su condición lo había hecho. ().
Del mismo
modo Satanás en un acto que no parece tener otra explicación que, o una
irracionalidad extrema, lo cual no debería estar bajo consideración, ya que,
fue creado con sabiduría extrema; () o bajo los mandatos de un
designio supremo, imposible de refrenar; que por dicho poder superior se
obnubilara en su “sabiduría”, y así El, —y no Dios forzándole—, se reveló en
contra del Soberano; por mandato incomprensible del mismo Dios, y ser así, el
archienemigo del Altísimo, y el origen de los más intensos contrastes entre la
bondad que la divinidad es capaz de mostrar y el mal y la maldad que pueden ser
producidos a fin de que, las criaturas, puedan apreciar, de la forma más
eficaz posible la infinita y excelsa bondad que el ser supremo es capaz de
obrar y que la puedan valorar y evaluar, a partir del único parámetro contra el
cual se podía esta bondad y excelsa misericordia evaluar; “la lucha”
encarnizada entre el bien y el mal. Así que, desde este punto de vista el mal
es un instrumento en las manos de Dios, le sirve a Dios y Dios se sirve de él, es
ordenado por él y controlado por él, y nada hay que salga fuera de su santo
designio. ¡Alabado sea Dios! Antes que existiera Satanás, Dios no había creado
los instrumentos que le sirvieran para mostrar su bondad en extremo buena, por
lo mismo, Dios creó vasos de ira, a estos vasos de ira decreto tolerarlos y
soportarlos con longánimo paciencia todo ello para mayor gloria suya mediante
sus escogidos.
CUAL ES EL PROPOSITO
Concluyo
pues, que dentro del plan excelso de Dios, Satanás no es, ni puede ser un
accidente. Sostengo pues, que ciertamente El, Satanás, es infinitamente
responsable de su rebelión y de su inigualable maldad, pero que, al mismo
tiempo, el Dios supremo, el Dios de amor, de una forma que no nos ha sido dado
entender por completo, es la inexplicable e imperceptible fuerza que motoriza
toda acción que conduce al mal, del mal, con un fin puramente bueno y el mal
que, en apariencia en la superficie, no tiene otro propósito que la maldad en sí
misma, porque a la postre, El, que es un Dios santo, y Dios de amor y de
justicia, (SU JUSTICIA, NO LA NUESTRA), encamina todas las cosas para su propia
gloria y aun las más detestables cosas han sido planificadas para ser así de
despreciables y mediante la denuncia y condenación de estas cosas, al final
Dios obra mediante ellas para su propia exaltación.
¡SATANAS NO PUEDE DEJAR A DIOS PLANTADO!
Sé que a
muchísima gente esto puede parecerle una idea despreciable, pero, nótese que me
he trasladado a los orígenes de todo, para que veamos cómo este claro propósito
esta definidamente expuesto en las Escrituras desde toda la eternidad. Y es
ésta disposición previa, la mejor explicación al hecho incontestable de que,
Satanás, y su rumbo final, ya están prefijados en un libro
(Apocalipsis) el cual explica con lujo de detalles cuáles serán sus próximos
pasos, su último proceder y destino final, y es tan claro este control;
que él, (Satanás), por cuenta propia no puede zafarse de ello, pues está preso
en su propia maldad, y “pudiendo” hacerle la contraria a Dios, y quizá
“dañarle” los planes, (pues al menos los de su destino final los conoce, pues
en Apocalipsis han sido claramente revelados) pudiera tratar de ser bueno.…
¡Quizá mucho pedir para el Diablo! o simplemente no ser tan malo, y jubilarse…
Pero no puede, él va según su propia maldad y según el designio supremo han
determinado. Y tan lastimero es el destino de Satanás, que al fin del principio
de su eterno final, ni siquiera Dios, o quizá el Arcángel Miguel, o algún otro
arcángel, o Gabriel un ángel especial es quien lo encadena, sino, un soldado
raso del ejercito celestial, sin nombre ni apellido, un humilde ángel
desconocido, lo apresa y lo manda al infierno a arder por los siglos de los
siglos amén.
SI DESDE LA PREHISTORIA HAY PLANIFICACION DE LA
MALDAD QUE ENTRAÑA EL FUTURO, NADA HAY EN EL FUTURO QUE NO SE HAYA CONTEMPLADO
IGUALMENTE
Lo que
quiere decir esa retahíla de palabras es esencialmente que, si el obrar de los
ángeles estaba ya asignado desde antes de crearlos, con mayor razón el obrar de
los hombres habría también de a estar prefijado. Partiendo de esta realidad
procuraré teorizar sobre como Dios organizaría “su historia”.
Dios
organizó la historia que quiso escribir estableciendo, primeramente, posiblemente;
las leyes de SU JUSTICIA, es decir, Dios empezó a hacer pública su “ley interna
de justicia”, probablemente no completamente, sino en parte, según conviniera
irla revelando para provecho de su plan secreto y beneplácito de su excelsa
voluntad. Esta ley de decretos que durante la eternidad pasada y hasta ese
momento “histórico” permaneció solo publicada dentro del seno de la santísima
Trinidad. Es aquí en donde Dios posiblemente anunció, quizá en una asamblea en
los cielos, una parte de la llamada:
“DECLARACION DE LOS DECRETOS
CONTRARIOS”
A- DECRETO DE
LA CAIDA DE LUCIFER (Yo soy Jehová que formo la luz y
las tinieblas)
B- DECRETO DE
LA TENTACION DE LUCIFER AL HOMBRE (y
los puso en el jardín y les dijo, no comáis)
C- DECRETO DE
LA CAIDA DEL HOMBRE (el pecado produjo en mi toda
codicia)
D- DECRETO DE
LA TRASMISION DE LA CULPA A TODA LA HUMANIDAD CAIDA. (por cuanto todos pecaron)
E- DECRETO
DEL JUICIO PRELIMINAR MEDIANTE LA MUERTE FISICA (la paga del pecado es muerte)
F- DECRETO
DEL JUICIO FINAL, MEDIANTE LA MUERTE ETERNA EN EL INFIERNO POR LOS SIGLOS DE
LOS SIGLOS. (y de la manera que está establecido
para todos que mueran una sola vez y después de esto, el juicio)
Debo
aclarar que no todas las citas bíblicas que estoy vertiendo para apoyar los
decretos, son necesariamente las mejores, en otras palabras, se trata solo de
citas que, a mi juicio expresan afinidad con el enunciado.
Esta norma
jurídica celestial sería el marco legal mediante el cual Dios manejaría los
asuntos de su creación, garantizando con este procedimiento de vía formal, lo
que de hecho, le correspondía por derecho de creación.
Era
necesario este marco legal, según mi teoría, porque no existiendo tal esquema
lógico o referencial, las criaturas habrían “podido” “acusar” a Dios de ser
arbitrario con ellas; pero, si en cambio, había tal marco referencial, entonces
se podía afirmar que hasta Dios estaba bajo regla, y que no abusaba de su
poder infinito para lograr sus propósitos, sino que respetaba la
decisión humana, en otras palabras, en un honesto y sincero ánimo de parte de
Dios de guardar las formas con los seres humanos y con la creación en general,
por así decirlo; El mismo estaría dispuesto a seguir gustosamente sus propias
reglas auto impuestas.
Así pues,
Dios estableció (decretó) en primer lugar EL PECADO, decimos que lo ordenó
porque no pudo haber surgido sin su planificación; y al lado del PECADO en su
decreto puso también la JUSTICIA y decidió que los seres creados tendrían la
posibilidad de intentar disputarle su Señorío, y que tendrían la libertad de
hacer berrinches mientras intentaban no someterse a su señorío, y decretó, que
todos los actores que por alguna causa, o de alguna forma manifestaran alguna
disputa contra su autoridad, ya fuera sutil u ostensible estarían bajo la
peligrosa condición de desobediencia y a su vez bajo el calificativo de
pecadores.
Decidió
así mismo, en el ámbito de la humanidad, quiénes que a todos los colocaría bajo
una desventajosa categoría de pecadores, siendo Adán y Eva los primeros en la
lista y a su vez, dictaminó que derramaría su ira contra todos los caídos en
esta condición, él ejercería contra tales seres la prerrogativa divina de
castigarlas, y decidió además, de antemano, que, como estarían bajo
la condición de pecado, todas, excepto aquellas en quien él de pura gracia
decidiera manifestar su amor, irían al lugar de castigo, a la cárcel que él
también preparó para estos fines, al infierno por los siglos de los siglos.
Así que,
en síntesis, tenemos al Ser Supremo que creó un universo perfecto pero con una
planificada “falla” de origen con el propósito de que ese universo cayera en un
caos moral, que degenerara en una serie de calamidades a todos los niveles y
así poder mostrar a las criaturas que El escogió para que le admiraran, su
eterno poder y deidad, (citas) y al mismo tiempo darles la oportunidad de que
pudieran apreciar su infinita bondad, de la mejor forma posible en que se
pudiera apreciar: experimentando las infinitas y destructivas formas de maldad,
y le conocieran en todas las formas que solo, la manifestación del mal y la
maldad le permitirían ser conocido, y esto es:
I- Primero
planificando un archienemigo, un oponente, es decir, Satanás.
II- Segundo
“dando” o permitiendo, (se los dio a sabiendas, pero no solo a sabiendas, sino
con propósito definido) a Satanás poder y súbditos para que los alcances del
mal y de la maldad no tuvieran precedentes:
Esto así
porque debemos entender algo más, normalmente hemos sido adoctrinados con la
explicación baladí de que Dios, “simplemente” creó a los seres capaces de pecar
y los dejó a cada uno que haga lo que bien le parezca. Pero eso no me parece
muy razonable viniendo del ser supremo. Sin ser nosotros dioses y ni por asomo
perfectos, sabemos que al hacer algo como eso seremos llamados; irresponsables,
verdad! O sea, que, siguiendo este argumento nuestra norma de vida vendría a
ser hasta más grande y santa y de sentido común que la del mismo Dios ¡Válgame
Dios!
Pero, de
ninguna manera, Dios no hace ni podría hacer las cosas así, es una
burla una subestimación de su sapiencia pensar, que Dios, a sabiendas del
resultado posterior haría algo como eso y aun así quedar inocente. Pero la
realidad es que Dios, PLANIFICA no se les escapa nada, ni deja nada al azar, ni
deja nada a su suerte, todo obedece al plan maestro y si es así, mucho mejor
es, porque significa que Dios se responsabiliza por lo que hace, aun parezca
muy malo, porque, porque Dios es esencialmente bueno, y todo lo que hace,
aunque no lo podamos comprender ha sido creado, planificado, para que al final
produzca tanto bien como sea posible. El es un Dios responsable, no es como “la
gatita de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano”, Dios es sabio,
justo misericordioso, e infinitamente inteligente, para mi es mil veces más
perturbador pensar en el Dios sabio y dios de amor como un Dios irresponsable
que nos quiere poner a ver blanco donde esta negro, que ver a un Dios
transparente, que ha hecho todo como le ha venido en deseo sin pedirle permiso
a nadie, que ejerce su soberanía, que nos dice que es bueno y que aun así hace
cosas que causan mal para alcanzar sus buenos propósitos secretos.
Recordemos
por último, que a Dios lo abordamos la más de las veces usando nuestra propia
concepción y definición de las cosas.
¿Qué es la
bondad con relación a Dios? No
lo que nosotros entendemos como bondad, sino el proceder de Dios en conjunto
mostrado, esa bondad en hecho, eso debe arrojar el significado de la bondad,
que es la justicia, no lo que nosotros entendemos por justicia, sino lo que
contrastado con los hechos en los que Dios se ha manifestado, nos muestra esa
justicia y así sucesivamente.
Dándoles a
El y a sus secuaces el privilegio de gozar de este “incomprensible” placer de
hacer mal durante un tiempo igualmente incomprensiblemente largo, para que
gocen tanto como puedan, ya que, el resultado final de sus desmandes tendría
necesariamente que ajustarse a la declaración de los decretos contrarios, que
como norma jurídica demandaría castigo para las sucias tareas de Satanás, así
que, Satanás no es una víctima, sino que él, sus secuaces demoníacos y humanos,
están ahora en su “paraíso” de maldad pero después les tocará ir al infierno a
quemarse por los siglos de los siglos, esa es la otra mitad de la justicia.
Sin embargo cuando pasamos a examinar al hombre y su libertad hallamos lo siguiente: en Edén el hombre fue creado para un propósito el cual le fue claramente expresado en un mandamiento:
a-deben multiplicarse
b-deben someter la tierra y todo lo que en ella habita.
c-no deben tocar el árbol de la vida del bien y del mal.
Las dos primeras partes del mandamiento no parecen un mandamiento en sí mismo, pero sí lo son. Abstenerse de intimar con su pareja no era algo a lo que el hombre debía ni podía oponer resistencia. No se trataba pues de un consejo amistoso o de una sugerencia o un anhelo sujeto a la decisión del hombre, se trataba más bien de la respuesta ineludible a un plan maestro.
Para que veamos la implicación de obligación solo tenemos que observar lo siguiente:
El hombre fue creado por Dios capaz de reproducirse, como sabemos, la seducción, la atracción sexual forman parte del proceso reproductivo. A Adán se le hubiera hecho imposible decidir resistirse a su deseo sexual, más temprano o más tarde aun cuando hubiera querido resistirse —para lo cual no parece haber ninguna razón inteligente— habría terminado ineludiblemente uniéndose a Eva, no quizás para procrear, sino para satisfacer su deseo sexual, y de paso, una causa aparentemente secundaria hubiera traído a la realidad la causa principal, la reproducción, el mandato de Dios, se habría cumplido entonces.
Someter la
tierra, por otro lado, tampoco era algo a lo que el hombre se pudiera resistir,
por diseño estaba programado para ello, su cerebro vino equipado para aprender
hasta el infinito, para inquirir, observar, crear y conquistar, por lo mismo,
ya en la primera o quizás en la segunda generación de hombres veríamos el
fenómeno de la jerarquía al que contribuiría como primer factor la longevidad,
el derecho de primogenitura, el ingenio y el esfuerzo personal. Como se ve, dos
aparentemente simple órdenes eran de principio imposibles de esquivar, Dios
normalmente nos manda hacer lo metafísicamente estamos equipados para hacer y
todo lo que a su predeterminado plan ayuda. En algunas ocasiones nos manda
hacer lo imposible pero eso lo veremos más adelante.
Antes de
proseguir veamos más o menos como podríamos asimilar la “organización de los
decretos de Dios” usando la palabra “decreto” en este caso no significando lo
que en la teología comúnmente esta apartado para este término, sino más bien
referido ahora este término a la “lógica” del proceder de Dios. Si tal cosa
pudriera ser posible.
LO QUE
DIOS DIJO, LO QUE ESO SIGNIFICABA Y LO QUE ESO SIGNIFICA A HORA.
Dios no
puede ser retado, por lo menos, no esencialmente, es importante entender aquí
como uso este término debido a que la Escritura habla consistentemente de la
desobediencia, de la rebeldía del hombre y responsabiliza directamente al
hombre por su rebeldía y por las consecuencias en otras palabras, nada ni nadie
puede hacer oposición a Dios sin que a su vez tenga consecuencias por ello. Si
Dios pudiera ser esencialmente desobedecido, o si, en otras palabras, esa
desobediencia pudiera dar como resultado arrebatarle a Dios algo que de antemano
él no hubiera planificado ceder, de buena gana, Dios esencialmente
no pudiera ser soberano y por lo mismo no calificaría en la definición de Dios
que nosotros hemos elaborado sobre él partiendo de las Escrituras.
Lo que quiero decir es que la tolerancia a la desobediencia que es capaz de alcanzar lo que la voluntad de Dios ha decidido que no se alcance, sería una muestra de debilidad por un lado, de carácter pusilánime por otro, de tendencia anárquica por otro, y de disputa del poder y la soberanía de Dios, entre muchas implicaciones todas negativas y por lo mismo, negaciones de la naturaleza perfecta de Dios. Así que las criaturas pueden intentar oponer resistencia, Pero como no son esencialmente libres, su intento tiene consecuencias: Dios las castiga. Ninguna criatura le tuerce el brazo a Dios, cada criatura tiene una cadena y solo llega en su berrinche contra el Creador hasta donde el Creador de ante mano ya estipuló que se puede llegar, hasta donde él decretó que está dispuesto a permitir el berrinche.
El hecho
de que Dios pueda castigar la desobediencia es una de las mayores pruebas en
contra de la “libertad” como algunos la conciben, no se puede ser libre, y a la
vez carecer de capacidad. Si no puedes hacer lo que quieras sin que a su vez
ello tenga consecuencias negativas, eso no se puede llamar libertad. Todavía
esa cualidad fuera anarquía y libertinaje, sería la libertad del libertinaje,
por supuesto que, la naturaleza benigna de Dios se explica también, por el
hecho de que, sería imposible la existencia de un universo ordenado y
sustentable mediante un sistema anárquico, sencillamente el azar, la anarquía y
el despropósito conduce inexorablemente a la destrucción, por lo mismo la
bondad es la naturaleza sustancial de Dios, el no se puede separar de ella, ni
ella de él en su esencia, esta cualidad es solo de Dios. Como la sabiduría,
Dios es luz, aunque la luz no es Dios, Dios es Amor aunque el amor no sea Dios.
Las criaturas no eligieron a Dios para que las gobierne, Dios no les preguntó si querían ser gobernadas, Dios, pues, ejerce su magistratura sobre sus criaturas por derecho de creación, las criaturas les pertenecen por derecho, no se pertenecen a sí mismas, son propiedad de Dios, esa es la misma razón por la cual puede haber un infierno donde Dios envía a los transgresores de su ley, porque él tiene no solo el derecho de reprobar, y de castigar, sino también el derecho de destruir si lo quisiera y el de alinear en el infierno, porque todo es suyo.
Así pues
el castigo es la respuesta unilateral de Dios, operando en su soberanía, para
dar una respuesta a una condición intrínseca dentro del diseño humano, el ser
humano es capaz de ser contestatario, pero no es libre; puede desde su propio
punto de vista, desviarse del camino que según él, es el que Dios trazó delante
suyo, y de hecho lo intenta, y a sus ojos se escabulle, pero en esencia, solo
hace un berrinche, porque él sigue el camino que le fue trazado de y prescrito
de antemano, pero como hace una disputa pública al camino que se le traza, como
desafía la autoridad máxima, es castigado, no por desviar la senda o tratar de
torcerla porque esencialmente no puede torcerla, sino por manifestar
públicamente su insurrección y rebeldía. En otras palabras lo único que quizá
Dios no escribió fue la queja y el pensamiento rebelde, tal vez esa sola parte
la dejó como la única libertad genuina de sus criaturas, y como de antemano
estas manifestaciones estaban condenadas, Dios puede juzgar sin ambages al
hombre que se rebela violando sus disposiciones.
Ahora
bien, lo que sigue puede ser conflictivo, porque las dos anteriores partes del
mandato se cumplieron porque por diseño debían ocurrir así, luego este mismo
principio no debería de aplicarse a la cuestión del “árbol de la vida de la
ciencia del bien y del mal” yo creo que no, pienso que sería una incoherencia
total. Parte del diseño y programación original era el que el hombre comiera
del árbol, el que comiera ayudaría al propósito original y redundaría en una
serie de consecuencias secundarias.
A- Una de ellas en primera instancia que el hombre fuera siendo consciente de que fue creado inferior, con relación a su creador y a otras criaturas.
A- Una de ellas en primera instancia que el hombre fuera siendo consciente de que fue creado inferior, con relación a su creador y a otras criaturas.
B- De
que estaba diseñado para llegar a ser superior.
C- De que valorara en toda su plenitud los conceptos de “bueno” y “malo”
D- De que contrastara mediante la experimentación lo infinitamente excelso de la grandeza y bondad de Dios.
E- Versus la infinita maldad capaz de ser albergada en el corazón humano
F- De que experimentara y valorara en su justa medida la indescriptible sarta de miserias que resultan de un corazón que no reconoce a su hacedor
C- De que valorara en toda su plenitud los conceptos de “bueno” y “malo”
D- De que contrastara mediante la experimentación lo infinitamente excelso de la grandeza y bondad de Dios.
E- Versus la infinita maldad capaz de ser albergada en el corazón humano
F- De que experimentara y valorara en su justa medida la indescriptible sarta de miserias que resultan de un corazón que no reconoce a su hacedor
Esto es así, porque no es posible, por definición, que Dios haya de antemano diseñado un plan sucesible al “fracaso”, sin que dicho “fracaso” hubiera sido originalmente parte del plan. De otro modo tendríamos que admitir —cosa que no haremos— que hay cosas en Dios que pueden suceder fuera de su plan y planificación. Si Dios es perfecto, entonces no se puede admitir este hecho sin graves consecuencias.
Qué estamos diciendo básica y abiertamente, estamos admitiendo que Dios en su infinita bondad, sabiduría, justicia, y conforme a su plan perfecto e insondable, configuró, escribió en sus designios eternos y secretos la historia del universo conocido por nosotros, en donde hay básicamente cuatro actores o grupos de actores principales,
Dios, por supuesto, lo primero
Los
ángeles de Dios, lo segundo
Los ángeles caídos, lo tercero
El hombre, lo cuarto
Los ángeles caídos, lo tercero
El hombre, lo cuarto
EL MAL Y
LA MALDAD
En
palabras de Francisco Lacueva,
“no todo mal es debido al pecado del hombre ni está destinado a castigar el pecado. Este asunto es mucho más complicado de lo que parece, y hay que estudiarlo con sumo cuidado”.
Aquí tenemos que hacer una necesaria matización entre el mal al cual podemos poner al lado como sinónimo el dolor, y la maldad. Parecen más bien sinónimo y de hecho la mayor parte del tiempo las usamos así, pero aquí estableceremos una conveniente distinción entre ambos términos.
En este libro Entendemos “el mal”, como aquello, que sin que necesariamente tenga un objetivo perverso, —conciencia y dirección en el que lo ejecuta— causa tal tristeza de ánimo y de espíritu en el que lo padece que no parece en la mayoría de los casos, aunque se explique con los mejores argumentos, que detrás de ello haya un bien o una razón que lo justifique, a la vez que también a veces se manifiesta con dolor físico leve en algunos e indescriptible sufrimiento corporal en otros.
Entre tanto, entendemos por maldad, y así la usaremos en este libro, aquella intención o acto que, consciente a nivel total o consciente a nivel de irresponsable irreflexión, por no hallar una mejor frase, está destinado desde el principio a causar ya sea un perjuicio leve y de consecuencias negativas limitadas, como también conscientemente a los niveles ya expuestos procura el mayor daño posible en el objeto elegido para dicho mal, a lo cual debe añadirse que quien lo perpetra siempre estará procurando satisfacer un perverso deseo interior pues obtiene gran gozo en infligir este mal sin sentido bueno que solo tiene como objeto destruir. El mal es pues un estado y la maldad es una disposición del corazón.
Dicho todo esto, podemos entonces proceder a poner algunos ejemplos.
Después que se inventaron las vacunas hemos estado acumulando en nuestros niños una gran cantidad de rencores no siempre adecuadamente expresados pues resulta que siendo que son niños, ni siquiera procuramos explicarles la razón de porque les pinchamos la piel, preferimos cuando son mas grandecitos engañarlos diciéndoles que no les va a doler, pero estamos más que claros en que les va a doler y mucho.
Pero siendo niños no han alcanzado la madurez mental como para que perdamos el tiempo tratando de explicarles algo que no parece tener otra explicación visible de que les estamos haciendo un daño y adrede. Este mismo caso aplica con el buen instructor militar, el instructor éticamente correcto y profesionalmente preparado, quien maltrata, hostiga, exaspera a sus alumnos hasta casi llevarlos al límite, porque sabe que al final, cuando estén en el campo de batalla será éste entrenamiento extremo, que les inflige mucho dolor, mucho mal, y sin embargo desprovisto de maldad, dirigido a la bondad, que tiene un propósito bueno, será a la postre, en la mayoría de los casos, lo que hará la diferencia entre los que regresan a casa y los que no vivan para contarlo.
Podría darles más ejemplos como estos, pero me parece que ya a esta altura me habrán comprado la idea. Creyendo que fue así, prosigo entonces con la otra cara de la moneda, todo lo anterior fue la explicación del mal y del dolor, el mal, desde esta perspectiva y el dolor desde esta concepción no son intrínsecamente pecaminosos siempre que estén conscientemente dirigidos a un propósito predeterminadamente bueno. De hecho, digo más, un mal, que termina en bien, si de antemano no fue planificado para tal fin, es loable, plausible y admirable, pero no tiene merito alguno para con Dios, y cae igualmente —yéndonos a la esencia de las cosas— en la categoría de la maldad, pues sería como admitir que fue simplemente una chepa. Fijémonos que esto se puede afirmar del mal y el dolor, pero jamás de la maldad, pues la maldad para que sea tal, siempre tendrá como propósito primario producir un daño que no intenta un resultado bueno finalmente.
Así que la maldad se distingue igualmente que la bondad porque tiene un propósito, ambas se valen de los elementos que sean necesarios para alcanzar sus objetivos. La maldad se vale del bien, o de lo que produce placer o algo bueno, para al final hacer sufrir lo más posible al objeto elegido, y así mismo, el bien, la bondad se vale del mal y el dolor, no así de la maldad, para lograr sus objetivos. Acerca de este delicado tema, les invito a consultar, The Problem Of The Pain, By C.S. Lewis. Hay traducción en español, por la editorial Caribe. El Problema Del Dolor.
Bien, esto explicaría la razón, inexplicable de porque Dios “permite”, en el lenguaje de los Teólogos, tanta maldad, y según mi teoría, —que no es realmente mía— esto explicaría más bien porque Dios usa tanto mal y dolor para lograr sus objetivos. Recordemos que hacer las cosas de una u otra forma es cuestión de su soberanía, no hay en Dios una sola manera de hacer algo, una misma cosa puede ser realizada de mil maneras, sin embargo, sabemos, o aceptamos según filosofan los teólogos como Francisco Lacueva, que Dios en su conocimiento exhaustivo contempla de una sola vez todas las posibilidades de un mismo evento incluidos los futuribles *aunque sobre los futuribles hablaremos más adelante* y elige de todas las alternativas la que sin lugar a errores resultarán en lo más conveniente. Así que, si a Dios, después de haber sometido el drama humano a su exhaustiva y perfecta consideración, resolutó y decretó que la manera más conveniente de guiar al hombre a la perfección era el sufrimiento, bienvenidas sean el mal y el sufrimiento como bienvenida es la inyección que le salva la vida a nuestros niños.
Elección Predestinación Libre Albedrio y sus ineludibles derivaciones
Ahora bien ya establecimos que Dios usa el mal y el dolor, pero dijimos que no usa la maldad, o más bien, el no es el autor de la maldad, porque ciertamente puede usarla, y de hecho, la usa para sus propósitos eternos. Luego la maldad la inventó o fue autoría de alguien más, o es el resultado no planificado pero previsto de Dios para también lograr algo bueno, o mejor dicho, es el resultado no deseado de la planificación sin que sea parte del plan. Es difícil abordar este tema sin culpar a Dios, es difícil tratar de sacar a Dios del asunto sin afectarle sus atributos, es difícil echarle toda la culpa a Satanás sin convertirlo en Dios, o en parte de Dios al mismo tiempo, o convertirlo o en victima en alguna manera. Si Satanás creó la maldad, el diablo, y así mismo los seres creados tendrían poderes creativos, es la Biblia la que afirma que Satanás fue perfecto en todos sus caminos hasta que fue hallada en él maldad. Ahora bien la Biblia en ninguna parte enseña categóricamente que Satanás fue el creador de la maldad, solo se limita a decir que en lo que a Satanás toca, que su conducta fue perfecta hasta que se detectó maldad en él. Luego el concepto “maldad” no nació con Satanás, existía antes de él.
“no todo mal es debido al pecado del hombre ni está destinado a castigar el pecado. Este asunto es mucho más complicado de lo que parece, y hay que estudiarlo con sumo cuidado”.
Aquí tenemos que hacer una necesaria matización entre el mal al cual podemos poner al lado como sinónimo el dolor, y la maldad. Parecen más bien sinónimo y de hecho la mayor parte del tiempo las usamos así, pero aquí estableceremos una conveniente distinción entre ambos términos.
En este libro Entendemos “el mal”, como aquello, que sin que necesariamente tenga un objetivo perverso, —conciencia y dirección en el que lo ejecuta— causa tal tristeza de ánimo y de espíritu en el que lo padece que no parece en la mayoría de los casos, aunque se explique con los mejores argumentos, que detrás de ello haya un bien o una razón que lo justifique, a la vez que también a veces se manifiesta con dolor físico leve en algunos e indescriptible sufrimiento corporal en otros.
Entre tanto, entendemos por maldad, y así la usaremos en este libro, aquella intención o acto que, consciente a nivel total o consciente a nivel de irresponsable irreflexión, por no hallar una mejor frase, está destinado desde el principio a causar ya sea un perjuicio leve y de consecuencias negativas limitadas, como también conscientemente a los niveles ya expuestos procura el mayor daño posible en el objeto elegido para dicho mal, a lo cual debe añadirse que quien lo perpetra siempre estará procurando satisfacer un perverso deseo interior pues obtiene gran gozo en infligir este mal sin sentido bueno que solo tiene como objeto destruir. El mal es pues un estado y la maldad es una disposición del corazón.
Dicho todo esto, podemos entonces proceder a poner algunos ejemplos.
Después que se inventaron las vacunas hemos estado acumulando en nuestros niños una gran cantidad de rencores no siempre adecuadamente expresados pues resulta que siendo que son niños, ni siquiera procuramos explicarles la razón de porque les pinchamos la piel, preferimos cuando son mas grandecitos engañarlos diciéndoles que no les va a doler, pero estamos más que claros en que les va a doler y mucho.
Pero siendo niños no han alcanzado la madurez mental como para que perdamos el tiempo tratando de explicarles algo que no parece tener otra explicación visible de que les estamos haciendo un daño y adrede. Este mismo caso aplica con el buen instructor militar, el instructor éticamente correcto y profesionalmente preparado, quien maltrata, hostiga, exaspera a sus alumnos hasta casi llevarlos al límite, porque sabe que al final, cuando estén en el campo de batalla será éste entrenamiento extremo, que les inflige mucho dolor, mucho mal, y sin embargo desprovisto de maldad, dirigido a la bondad, que tiene un propósito bueno, será a la postre, en la mayoría de los casos, lo que hará la diferencia entre los que regresan a casa y los que no vivan para contarlo.
Podría darles más ejemplos como estos, pero me parece que ya a esta altura me habrán comprado la idea. Creyendo que fue así, prosigo entonces con la otra cara de la moneda, todo lo anterior fue la explicación del mal y del dolor, el mal, desde esta perspectiva y el dolor desde esta concepción no son intrínsecamente pecaminosos siempre que estén conscientemente dirigidos a un propósito predeterminadamente bueno. De hecho, digo más, un mal, que termina en bien, si de antemano no fue planificado para tal fin, es loable, plausible y admirable, pero no tiene merito alguno para con Dios, y cae igualmente —yéndonos a la esencia de las cosas— en la categoría de la maldad, pues sería como admitir que fue simplemente una chepa. Fijémonos que esto se puede afirmar del mal y el dolor, pero jamás de la maldad, pues la maldad para que sea tal, siempre tendrá como propósito primario producir un daño que no intenta un resultado bueno finalmente.
Así que la maldad se distingue igualmente que la bondad porque tiene un propósito, ambas se valen de los elementos que sean necesarios para alcanzar sus objetivos. La maldad se vale del bien, o de lo que produce placer o algo bueno, para al final hacer sufrir lo más posible al objeto elegido, y así mismo, el bien, la bondad se vale del mal y el dolor, no así de la maldad, para lograr sus objetivos. Acerca de este delicado tema, les invito a consultar, The Problem Of The Pain, By C.S. Lewis. Hay traducción en español, por la editorial Caribe. El Problema Del Dolor.
Bien, esto explicaría la razón, inexplicable de porque Dios “permite”, en el lenguaje de los Teólogos, tanta maldad, y según mi teoría, —que no es realmente mía— esto explicaría más bien porque Dios usa tanto mal y dolor para lograr sus objetivos. Recordemos que hacer las cosas de una u otra forma es cuestión de su soberanía, no hay en Dios una sola manera de hacer algo, una misma cosa puede ser realizada de mil maneras, sin embargo, sabemos, o aceptamos según filosofan los teólogos como Francisco Lacueva, que Dios en su conocimiento exhaustivo contempla de una sola vez todas las posibilidades de un mismo evento incluidos los futuribles *aunque sobre los futuribles hablaremos más adelante* y elige de todas las alternativas la que sin lugar a errores resultarán en lo más conveniente. Así que, si a Dios, después de haber sometido el drama humano a su exhaustiva y perfecta consideración, resolutó y decretó que la manera más conveniente de guiar al hombre a la perfección era el sufrimiento, bienvenidas sean el mal y el sufrimiento como bienvenida es la inyección que le salva la vida a nuestros niños.
Elección Predestinación Libre Albedrio y sus ineludibles derivaciones
Ahora bien ya establecimos que Dios usa el mal y el dolor, pero dijimos que no usa la maldad, o más bien, el no es el autor de la maldad, porque ciertamente puede usarla, y de hecho, la usa para sus propósitos eternos. Luego la maldad la inventó o fue autoría de alguien más, o es el resultado no planificado pero previsto de Dios para también lograr algo bueno, o mejor dicho, es el resultado no deseado de la planificación sin que sea parte del plan. Es difícil abordar este tema sin culpar a Dios, es difícil tratar de sacar a Dios del asunto sin afectarle sus atributos, es difícil echarle toda la culpa a Satanás sin convertirlo en Dios, o en parte de Dios al mismo tiempo, o convertirlo o en victima en alguna manera. Si Satanás creó la maldad, el diablo, y así mismo los seres creados tendrían poderes creativos, es la Biblia la que afirma que Satanás fue perfecto en todos sus caminos hasta que fue hallada en él maldad. Ahora bien la Biblia en ninguna parte enseña categóricamente que Satanás fue el creador de la maldad, solo se limita a decir que en lo que a Satanás toca, que su conducta fue perfecta hasta que se detectó maldad en él. Luego el concepto “maldad” no nació con Satanás, existía antes de él.
Pero
Satanás fue obviamente creado mutable, bueno todo cuanto Dios crea goza o
adolece de ese atributo pues de otro modo su creación tendría atributos y
esencia divina y Dios “no puede” crearse así mismo, porque es un absurdo.
Recordemos que lo que en la tierra se llama o se atribuye como creación del
hombre, no es creación como la Biblia define el acto de crear al que ahora nos
referimos, el hombre descubre y aprende a manipular lo descubierto mediante
elementos todos preexistentes, eso no es crear, Dios crea de la nada. El amor,
el odio, el mal, el bien todo ello son conceptos y realidades existentes en
Dios. Pues Dios es la causa primaria de todas las cosas y cuando decimos todo
en este caso, realmente estamos diciendo todo. Ahora bien, vale destacar que la
esencia de Dios es el amor en su más pura expresión, de su amor infinito emanan
todas las demás manifestaciones, inclusive el odio, la maldad y todo lo demás.
DIOS FRENTE A LA ETICA Y A SUS ATRIBUTOS Y PERFECCIONES
DIOS FRENTE A LA ETICA Y A SUS ATRIBUTOS Y PERFECCIONES
LARGA DEFINICION SOBRE ALGO COMPLEJO así como es de intrincada esta larga definición, así tendríamos que admitir, deber un exhaustiva definición de Dios, Dios es, el Ser Supremo, por lo mismo, no podríamos esperar algo diferente, así que vamos a intentar definir en pocas líneas, a resumir una definición sobre la persona de Dios. Creo que sin lugar a dudas esta es la parte a mí entender que siempre nos esquiva, queremos conservar la libertad del hombre pero sin comprometer la soberanía de Dios, queremos que Dios mantenga su justicia y que al mismo tiempo sea el regente de la historia y que tenga control de ella, pero sin vulnerar la libertad humana.
La realidad es que eso es exactamente lo que Dios hace, el problema es que la Biblia no nos explica cómo. Y la manera en que aparece la doctrina expresada crea a mi modo de ver más que una simple tensión, crea una verdadera contradicción, por eso trabajamos en este ensayo, porque somos signatarios de la analogía de la fe en todas sus partes y del buen ejercicio hermenéutico así como de la doctrina de la inerrancia de las Escrituras.
Dicho esto, pasamos e examinar el asunto. Viene a ser pues que Dios es la causa primera de todas las cosas, Dios provee a las criaturas así como a la creación toda la energía vital que permite y determina que las cosas subsistan y El es la razón de ser y el ser mismo de todo lo creado, manteniendo a su vez la cualidad de estar distintivo de lo que crea, no mezclado, y sin embargo estando presente en cada átomo de su creación. En razón de su infinita perfección y de su simpleza, como define Lacueva esta perfección, Dios está completo a todos los niveles, nada le falta y nada le puede ser añadido, en razón de su eternidad, ninguna cosa le es extraña o ajena y por lo misma perfección posee un conocimiento exhaustivo de cada detalle de la historia de la cual dispone y controla sin que ella lo absorba a Él, pues El es atemporal pero tiene dominio absoluto sobre el tiempo. Debido a su omnisciencia, y omnipresencia así como su simultaneidad Dios es capaz en todo momento concebible de conocer exhaustivamente todas las cosas íntimamente de tal forma que nada escapa a su infinito conocimiento. Nada pues, toma a Dios por sorpresa.
Dicho todo
lo anterior, —que era necesario para que recordando la amplitud y el
alcance de los atributos divinos, entendamos a que nos estamos enfrentando—.
Pienso que hay más de una manera de ver este asunto. En primer lugar, que Dios
sepa todas las cosas que pudieran ocurrir por mera intuición.
Diccionario
de la Real Academia de La lengua Española.
§ deducción.
§ (Del lat. deductĭo,
-ōnis).
§ f. Acción
y efecto de deducir.
§ f. Fil. Método
por el cual se procede lógicamente de lo universal a lo particular.
§ percepción.
§ (Del lat. perceptĭo,
-ōnis).
§ f. Acción
y efecto de percibir.
§ f. Sensación
interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos.
§ f. Conocimiento,
idea.
§ ~
extrasensoria, o ~ extrasensorial.
§ f. percepción de
fenómenos sin mediación normal de los sentidos, comprobada al parecer
estadísticamente.
§ f. Facultad
de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.
§ f. Fil. Percepción
íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien
la tiene”.
O sea,
que, informado íntegramente de cada una de las variables que pudieran
intervenir en un determinado acto y conteste de todos los posibles escenarios y
motivaciones con que se pudiera desarrollar una determinada cosa o
acción, Dios puede formarse una idea perfecta de algo que no ha ocurrido pero
que por su inteligencia infinita puede prever como posible y hablar sobre dicha
cosa o evento con la mayor precisión. Eso será algo así como un enorme
ordenador capaz de predecir, en base a información previa, las condiciones del
tiempo, se trata de un conocimiento basado en la ventaja inimitable e
inigualable que le da su sabiduría e inteligencia.
Pero eso solo nos deja con un Dios que para todos los fines en realidad no sabe íntimamente nada, hasta tanto no se ha provisto así mismo de información foránea, el material de su conocimiento no le viene de sí mismo, sino que lo adquiere, luego si Dios adquiere información de las cosas que él mismo crea, deja de ser esencialmente simple y por lo mismo deja de ser Dios, según la definición que más arriba hemos ofrecido.
La otra cosa es que Dios sabe todo lo que ha concebido, es decir, antes de haber decidido el acto creador, Dios no sabía que crearía algo. Pero eso sería una admisión de que Dios está adquiriendo conocimiento, implicaría además que Dios se está expandiendo que Dios está creciendo, por lo tanto indicaría que Dios no está completo y por lo mismo Dios dejaría de ser perfecto.
Lo que sigue es que Dios eternamente se está comunicando así mismo se ha conocido así mismo infinitamente de tal manera que todos sus pensamientos que son pura energía creativa están siempre frente a sí mismo no de forma caótica sino mediante una perfecta armonía basada en la eterna comunicación que hay en las personas de la deidad. De este modo Dios ha visto ya todas las cosas ir y venir delante de Si.
AHORA BIEN, EN QUE FORMA DEBEMOS ENTENDER LA
SORPRESA
PUES PREVER Y PREORDENAR SON COSAS DISTINTAS
EL PROBLEMA DE LA PRESCIENCIA SIN PRERDESTINACION
Si la omnisciencia de Dios, solamente significara que Dios sabe todo lo que al presente existe y que es conocible, no sería mucho problema aceptar la presciencia de Dios como sinónimo valido para la predestinación. Pero, resulta que no es así. Dios sabe, no solo todo cuanto ha pasado, sino que también sabe todo cuanto ha de pasar y sabe también, según afirma la Biblia aun lo que podría haber pasado de haberlo El permitido.
Ahora
bien, no tenemos conflicto alguno con el conocimiento de lo pasado. Los hombres
hemos podido almacenar gran cantidad de información sobre el pasado sin ningún
problema, siendo pues el hombre creación de Dios, es de esperarse que Dios
tenga un “cerebro” muchísimo más potente, —usé este antropomorfismo para
hacerme entender—, el mismo razonamiento aplicaría para que pueda tener
conocimiento de todo lo conocible en el presente. Pero cuando hablamos del
futuro ya pasamos a otro campo.
La única
manera de saber lo ha de pasar es que ya haya pasado, es
sencillamente un absurdo que alguien pueda decir lo que va a ocurrir incluidas
las caídas de las hojas de los árboles en el evento, sin que necesariamente el
evento haya tenido lugar previamente. Primeramente porque Dios no depende de su
imaginación para obrar, es más, Dios no tiene tal cosa como la
imaginación, la imaginación es un asunto intrínseco de los hombres, en
cambio los pensamientos de Dios, son todos realidades, realidades estas que
ocurren indefectiblemente en un plano inmaterial y más adelante tienen evento
en el mundo físico, no todos sus pensamientos, sino, solo aquellos que Él en su
soberanía escogió de antemano como dignos de tener ocurrencia. Según mi
humilde parecer, lo que Dios anunció como posible, no es más que un
fragmento de historia no prescrita, por tanto no vivida y desechada entre
infinitas opciones por la mente exhaustiva de Dios, del cual en el cielo, hay
registro, pero que se decidió que no ocurriera. En esta categoría caerían los
futuribles, como cuando David pregunta a Jehová si los habitantes de Keila le entregarían
a Saúl si se quedaba en la ciudad, y Jehová le responde: “Ciertamente te entregarán”.
Por supuesto que mi tesis suscita muchas interrogantes, y además muchos odios y decepciones. Porque si Dios sabe todo, solo porque lo vio todo antes de que ocurriera, ¿cómo todavía podemos hablar de la omnisciencia en la manera en como la entendemos? A esto debemos responder que lo primero que hay que hacer es ir a la Escritura e investigar que enseña la Escritura sobre la omnisciencia de Dios, para ver qué diferencia hay entre lo que los teólogos dicen sobre su omnisciencia y lo que El mismo dice sobre ella.
Por supuesto que mi tesis suscita muchas interrogantes, y además muchos odios y decepciones. Porque si Dios sabe todo, solo porque lo vio todo antes de que ocurriera, ¿cómo todavía podemos hablar de la omnisciencia en la manera en como la entendemos? A esto debemos responder que lo primero que hay que hacer es ir a la Escritura e investigar que enseña la Escritura sobre la omnisciencia de Dios, para ver qué diferencia hay entre lo que los teólogos dicen sobre su omnisciencia y lo que El mismo dice sobre ella.
Puede
acaso alguna criatura pensar y lograr que sus pensamientos sean realidad a
algún nivel inmediato, es decir, que sus pensamientos cobren vida, la respuesta
es No.
Puede
alguna criatura acumular infinidad de información sobre toda clase de eventos y
organizar esa información infinita para orquestar un plan coherente y viable,
la respuesta es, No puede.
¿En qué
sentido quedaría Dios disminuido si su omnisciencia solo significara pre-conocimiento?,
desde esta perspectiva, la palabra presciencia adquiere entonces otra
connotación, sobre todo para quienes disputan la elección y la predestinación.
Como sabemos, los arminianos sostienen que siendo Dios omnisciente vio de antemano lo que habría de ocurrir con la humanidad en cuanto a aceptar o rechazar a Cristo. Por otro lado los calvinistas sostienen que Dios de antemano decidió quienes habían de salvarse y a los demás los dejó en su anterior estado de pecado, así lo cree una parte de los calvinistas, y que los predestinó al infierno cree otra parte de ellos.
Como sabemos, los arminianos sostienen que siendo Dios omnisciente vio de antemano lo que habría de ocurrir con la humanidad en cuanto a aceptar o rechazar a Cristo. Por otro lado los calvinistas sostienen que Dios de antemano decidió quienes habían de salvarse y a los demás los dejó en su anterior estado de pecado, así lo cree una parte de los calvinistas, y que los predestinó al infierno cree otra parte de ellos.
Nosotros
sostenemos que lo que los arminianos llaman “ver de antemano” en realidad lo
que quiere decir es que Dios, lo adivinó o lo supuso de antemano, —no quiero
decir que los arminianos crean en la adivinación, lo que sostengo es que ese
modo de pensar sobre el acto de Dios en realidad termina siendo aquello— lo
cual es completamente absurdo. Por otro lado si Dios simplemente vio de
antemano y se limitó a salvar a los que habían decidido salvarse de antemano,
la palabra elección pierde todo significado, o sea, ¡Dios eligió a los que eligieron
salvarse! Algo completamente inconsecuente.
Pero lo que dice Efesios, en cambio, es revelador, expresa que a los que antes preconoció, a estos también llamó y que además los predestinó, a este fin, no puede ser más pertinente el comentario del Dr. Eveis L. Carballosa, en el sentido de que el griego refleja claramente el que Dios tuvo una relación de conocimiento estrecho en la eternidad pasada y que a cada uno de los elegidos los conoció de antemano y le plugo salvarles haciendo lo necesario para que así ocurriera en la historia de la humanidad.
Yo sé bien, que tanto Agustín, como muchos otros pensadores e inclusive sectas demoníacas tienen conceptos muy parecidos a este, es cierto, hay que admitirlo, pero no olvidemos que hay muchísimas cosas que otros falsos profetas han ligado con la verdad sin que ello signifique que la verdad deje de ser correcta. Lo que hay que hacer cuidadosamente es separar la paja del trigo, aunque estamos advertidos y persuadidos de que desafortunadamente el hombre no es muy hábil en ello.
A pesar de todo, es importante reflexionar sobre lo que ya he dicho, Dios no es adivino, ni supone cosas que ocurren, eso sí que sería rebajar a Dios, Dios, en cambio conoce íntimamente y exhaustivamente cada episodio del universo habiendo realmente ocurrido dentro de sí, y habiendo El decidido cuál tendrá y cuál no tendrá ocurrencia según su infinita voluntad.
Pero lo que dice Efesios, en cambio, es revelador, expresa que a los que antes preconoció, a estos también llamó y que además los predestinó, a este fin, no puede ser más pertinente el comentario del Dr. Eveis L. Carballosa, en el sentido de que el griego refleja claramente el que Dios tuvo una relación de conocimiento estrecho en la eternidad pasada y que a cada uno de los elegidos los conoció de antemano y le plugo salvarles haciendo lo necesario para que así ocurriera en la historia de la humanidad.
Yo sé bien, que tanto Agustín, como muchos otros pensadores e inclusive sectas demoníacas tienen conceptos muy parecidos a este, es cierto, hay que admitirlo, pero no olvidemos que hay muchísimas cosas que otros falsos profetas han ligado con la verdad sin que ello signifique que la verdad deje de ser correcta. Lo que hay que hacer cuidadosamente es separar la paja del trigo, aunque estamos advertidos y persuadidos de que desafortunadamente el hombre no es muy hábil en ello.
A pesar de todo, es importante reflexionar sobre lo que ya he dicho, Dios no es adivino, ni supone cosas que ocurren, eso sí que sería rebajar a Dios, Dios, en cambio conoce íntimamente y exhaustivamente cada episodio del universo habiendo realmente ocurrido dentro de sí, y habiendo El decidido cuál tendrá y cuál no tendrá ocurrencia según su infinita voluntad.
DE LA SORPRESA EN DIOS
Ahora bien, esta parte de mi tesis nos lleva al otro problema, dicho problema es el factor sorpresa, dicho factor se supone que no tiene ocurrencia en Dios, nada ni nadie en el universo hace ninguna cosa sin que de antemano El sepa que habría de ocurrir. Pero, si como hemos dicho anteriormente Dios hace que sus pensamientos ocurran indefectiblemente y más adelante edita, no daría esto la impresión, de que lo ve antes, para saberse la novela, o en otras palabras, quiere saberse la novela porque no se la sabe. Y es después de aprendérsela que decide cuales capítulos y escenas dejar y cuales cortar, para que luego el producto final refleje su voluntad, y por supuesto, gozar así de conocer cada detalle de la historia y poder dar así a sus siervos los profetas ese pre conocimiento extraordinario de lo que ha de acontecer, habiendo El, por su infinito poder tenido la oportunidad de sondearlo todo de ante mano. Admitimos que así, podría ser.
Esa manera
de abordar el asunto reivindica la posición de los arminianos respecto del
libre albedrío. En una situación como la antes planteada, las criaturas tienen
hasta cierto punto un libre albedrío, tienen un libre pensamiento, solo que esa
libertad solo llega hasta donde el editor la permite.
Lo malo
del asunto es que Dios realmente no tiene un conocimiento calificable de
infinito o insondable, toda vez que lo que hacen o puedan pensar las criaturas
está fuera del conocimiento del creador de forma primaria, y El solo sabe todo
cuanto pueden pensar las criaturas y cómo van a reaccionar después de haber
editado la película.
Sinceramente creer que Dios es omnisciente, creer que Dios elige según este principio es cosa tan absurda e indigna de Dios, que llego a pensar que la única razón para ser arminiano es la falta de razonamiento.
La otra alternativa que es la que los arminianos y todos los que no son calvinistas detestan, es sin embargo la que parece que mejor encaja, humanamente hablando debo admitir por mi humana ignorancia que tampoco es agradable pensar en esta forma.
Pero bien,
aquí vamos, la otra manera de ver la omnisciencia y presciencia de Dios, es
verlo como un escritor. Un escritor prolífico y organizado con una cualidad
única, todo lo que escribe se hace realidad, porque lo que va escribiendo es su
buen plan maestro, el plan no estaba preescrito, antes de haber decidido
escribirlo, todo es pues antes y después de haber decidido escribir, en el
mismo acto de escritura el escritor contempló todas las posibilidades en cómo
podía ser su plan mucho más excelente para su gloria, pero lo que al final
plasmó con su pluma es lo que eligió como más conveniente para el propósito de
su obra, todo lo que sale de su pluma ya está completo en sí mismo, es decir,
en su cuaderno no hay borrones, lo que de su pluma sale es perfecto en todo
sentido y lo que ocurre bueno o malo, contribuye a su plan perfecto, así pues
Satanás, su rebelión, el hombre, su caída, Cristo, su obra redentora, el
infierno y el cielo todo estaba de antemano preescrito para que ocurriera todo
tal cual El lo había dispuesto.
Increíblemente
esta es la doctrina que encaja perfectamente con la soberanía de Dios, todo lo
demás entra dentro de ese esfuerzo inútil, condescendiente y absurdo de tratar
de defender a Dios, si él es soberano, creámosle que lo es, si él dice que es
bueno creámosle que lo es, si él escribió la página del pecado, creamos según
la analogía de la fe, que lo hizo para su propia gloria y que todo coopera para
esa gloria, si él dice que no es autor de la maldad, creámosle, porque él no es
autor de la maldad, sino del mal, la esencia de Dios es la bondad infinita,
pero, obviamente después de haber examinado todas las infinitas alternativas
posibles el sabio Dios decidió que una historia con mal y maldad y que era lo
más conveniente a su propia gloria y lo más apropiado para la exaltación de su
infinita bondad.
Toda queja contra este sistema tiene su origen simplemente en haber conceptualizado la libertad desde una perspectiva puramente humana y no desde una perspectiva bíblica. Toda rebeldía contra este planteamiento tiene a mi juicio su origen en el problema de ubicar al hombre en el centro del drama de la novela donde Dios es el autor, yo pienso que eso es humanismo de la peor calaña… en Génesis no dice: “en el principio creó el Hombre los cielos y la tierra”, tampoco dice: “en el principio creó el Hombre a Dios, ni siquiera dice: “en el principio Creó Dios al hombre. ¡No! el hombre es parte de una obra donde Dios es el protagonista, el guionista, el director y el que se lleva todos los créditos, lo que dice pues es: “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” con todas las cosas que en ellos hay (créame que hay muchas cosas en esas dos esferas) no todo es hombre, el hombre es parte del todo, para que Dios sea todo en todos.
Por tanto mucho yerran quienes creen que le hacen a Dios un favor “defendiéndolo” de sus declaraciones más enfáticas, como si se tratase de un presidente terrenal que dice algunas sandeces y luego sus funcionarios tiene que salirle al frente a sus declaraciones para decir que donde dije “digo”, dije “Diego”.
Así pues, Dios sabía que pecarían, pero digo más, Dios planificó la caída, porque todo ello al final coadyuvaba al plan principal. Dios no es reo de su propio infierno por ello, primero porque El es soberano, segundo, porque “quién ha resistido jamás su voluntad” tercero porque su plan es perfecto y nada escapa a su planificación, de este modo Dios no planificó el pecado como una causa primaria sino como un consecuencia directa de la causa primaria. Dios mandó al hombre no comer, a sabiendas de que dicho mandato era el detonante, para que comieran, no es cierto que si no comían sucedería algo más, eso es una falacia, y una incoherencia total, Dios no tiene un plan B debajo de la manga.
Toda queja contra este sistema tiene su origen simplemente en haber conceptualizado la libertad desde una perspectiva puramente humana y no desde una perspectiva bíblica. Toda rebeldía contra este planteamiento tiene a mi juicio su origen en el problema de ubicar al hombre en el centro del drama de la novela donde Dios es el autor, yo pienso que eso es humanismo de la peor calaña… en Génesis no dice: “en el principio creó el Hombre los cielos y la tierra”, tampoco dice: “en el principio creó el Hombre a Dios, ni siquiera dice: “en el principio Creó Dios al hombre. ¡No! el hombre es parte de una obra donde Dios es el protagonista, el guionista, el director y el que se lleva todos los créditos, lo que dice pues es: “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” con todas las cosas que en ellos hay (créame que hay muchas cosas en esas dos esferas) no todo es hombre, el hombre es parte del todo, para que Dios sea todo en todos.
Por tanto mucho yerran quienes creen que le hacen a Dios un favor “defendiéndolo” de sus declaraciones más enfáticas, como si se tratase de un presidente terrenal que dice algunas sandeces y luego sus funcionarios tiene que salirle al frente a sus declaraciones para decir que donde dije “digo”, dije “Diego”.
Así pues, Dios sabía que pecarían, pero digo más, Dios planificó la caída, porque todo ello al final coadyuvaba al plan principal. Dios no es reo de su propio infierno por ello, primero porque El es soberano, segundo, porque “quién ha resistido jamás su voluntad” tercero porque su plan es perfecto y nada escapa a su planificación, de este modo Dios no planificó el pecado como una causa primaria sino como un consecuencia directa de la causa primaria. Dios mandó al hombre no comer, a sabiendas de que dicho mandato era el detonante, para que comieran, no es cierto que si no comían sucedería algo más, eso es una falacia, y una incoherencia total, Dios no tiene un plan B debajo de la manga.
Por diseño
el hombre estaba inclinado a comer del árbol, sin que comerlo implicara en este
caso pecar (me explico) no estoy diciendo o negando lo innegable, que el hombre
al violar el mandato de Dios haya pecado, no jamás de los jamases, lo que digo
es que, la comezón por saber y conocer el bien y el mal y más allá, eran parte
intrínseca del diseño humano, no así quizá, la prudencia, la continencia, y
otras cualidades que le vinieron después de aprender por experimentación la
imprudencia y la incontinencia.
Dios dijo que no coman, sabiendo que comerían, y habiendo planificado que lo hicieran, y cuando lo hicieron no es que lo haya descubierto, es simplemente que el plan prosiguió, tal como había sido planeado.
No hay pecado en decirle a alguien que no haga algo, que de todos modos sabemos que lo hará, no hay nada de malo en advertir a alguien que no haga algo porque tendrá consecuencias que nosotros anticipamos a crear a fin de lograr un propósito definido. Los mandamientos adquieren magnitud dependiendo de quién los establece.
Dios dijo que no coman, sabiendo que comerían, y habiendo planificado que lo hicieran, y cuando lo hicieron no es que lo haya descubierto, es simplemente que el plan prosiguió, tal como había sido planeado.
No hay pecado en decirle a alguien que no haga algo, que de todos modos sabemos que lo hará, no hay nada de malo en advertir a alguien que no haga algo porque tendrá consecuencias que nosotros anticipamos a crear a fin de lograr un propósito definido. Los mandamientos adquieren magnitud dependiendo de quién los establece.
Solo
establece mandamientos quien tiene fuerza para hacerlos cumplir mediante la
coerción, un mandamiento sin poder coercitivo, se convierte en una mera
declaración de intenciones. Es bien sabido que Dios había demostrado al hombre
hasta cierto punto que tenia poder. Se había presentado ante él como su
creador. Cuando el hombre abrió los ojos por primera vez no sabemos qué fue lo
primero que vio o a quien vio, quizá estaba junto a si el Ángel de Jehová. O
tal vez, simplemente escuchó la voz de Dios después de un rato. Lo cierto es
que esa voz hablaba de todo lo que rodeaba al hombre como suyo, y dado que todo
era de su propiedad y creación suya, tenía el poder y el derecho para delegar
autoridad sobre todo lo creado.
En el hebreo bíblico nombrar además de simplemente poner un nombre tiene una implicación de propiedad y de pertenencia. “He aquí llamó Dios a lo seco tierra y a la reunión de las aguas mares” Dios llama a las cosas por nombre como él quiere porque les pertenecen. Como una forma de mostrar al hombre que Dios realmente está delegando autoridad sobre él le da la potestad de ponerle nombre a los animales, Dios reservó parte del evento post creación para el hombre; nombró todas las cosas en términos generales, pero un acercamiento más particular lo dejó en manos del hombre.
La relación que Dios mantenía con el hombre era armoniosa, aparentemente nada ocurría que rompiera la calma y el equilibrio reinantes en el Jardín del Edén. Los roles parecían estar claros:
Dios era alguien diferente de todo lo conocido, no tenía cuerpo, no era visible, pero era una realidad presencial. De una u otra forma la voz de Dios llenaba la ausencia de un cuerpo visible.
Dios tenía poder, siempre se presentaba así mismo como el propietario.
Dios era feliz, no parecía necesitar nada, lo sabía todo y hacía todo cuanto quería.
Dios por lo mismo era dueño, establecía reglas y anunciaba castigos.
Pero hasta ese momento no había incursionado ningún tipo de actividad violenta en el entorno; entonces el hombre ignoraba la ira de Dios, aunque conocía el termino castigo, pero solo en términos teóricos. Dios hasta ese entonces no había probado que era capaz de hacer cumplir sus demandas. Por lo tanto, el hombre podía verse tentado a desafiarle. Pero Dios no ha tenido ocasión de mostrar su poder persuasivo y correctivo aunque sabe que muy pronto lo hará. El hombre, por su parte, no ha despertado a la realidad de que puede intentar cuestionar a quien se presenta ante sí como superior y desafiarlo. Y no ha despertado a dicha realidad porque no ha habido en la necesidad hasta el momento. El hombre es feliz con lo que ve, con lo que oye, con lo que tiene, y con lo que da, y la palabra necesidad no existe para él, pues en este momento histórico realmente no le falta nada.
Hasta que otra voz, pero con cuerpo, llama su atención procurando desacreditar a la primera voz, esa primera voz que hasta aquel momento era la única voz, aquella voz, que, hasta aquel entonces había sido suficiente para proporcionarle toda clase de bienes todos palpables; pero que por su puesto, a cambio ejercía supremacía mediante la coerción de: “mira, si haces esto luego te pasa esto”
Así que la segunda voz, la de Satanás, procura desacreditar la voz de Jehová. Así que el hombre ha sido advertido de que la primera voz no le ha dicho todo, de que pudiendo darle más cosas las retiene caprichosamente y de que teme perder su supremacía si ellos descubren la clave del poder que se halla en precisamente aquello que se les ha prohibido tocar.
Aquel fruto, bonito o feo, grande o pequeño, rojo o blanco, estaba en el contrato desde el principio; pero de buenas a primeras una de las partes ha decidido quebrar el contrato unilateralmente, sin previo aviso, sin mesa de discusión y de manera alevosa.
En el hebreo bíblico nombrar además de simplemente poner un nombre tiene una implicación de propiedad y de pertenencia. “He aquí llamó Dios a lo seco tierra y a la reunión de las aguas mares” Dios llama a las cosas por nombre como él quiere porque les pertenecen. Como una forma de mostrar al hombre que Dios realmente está delegando autoridad sobre él le da la potestad de ponerle nombre a los animales, Dios reservó parte del evento post creación para el hombre; nombró todas las cosas en términos generales, pero un acercamiento más particular lo dejó en manos del hombre.
La relación que Dios mantenía con el hombre era armoniosa, aparentemente nada ocurría que rompiera la calma y el equilibrio reinantes en el Jardín del Edén. Los roles parecían estar claros:
Dios era alguien diferente de todo lo conocido, no tenía cuerpo, no era visible, pero era una realidad presencial. De una u otra forma la voz de Dios llenaba la ausencia de un cuerpo visible.
Dios tenía poder, siempre se presentaba así mismo como el propietario.
Dios era feliz, no parecía necesitar nada, lo sabía todo y hacía todo cuanto quería.
Dios por lo mismo era dueño, establecía reglas y anunciaba castigos.
Pero hasta ese momento no había incursionado ningún tipo de actividad violenta en el entorno; entonces el hombre ignoraba la ira de Dios, aunque conocía el termino castigo, pero solo en términos teóricos. Dios hasta ese entonces no había probado que era capaz de hacer cumplir sus demandas. Por lo tanto, el hombre podía verse tentado a desafiarle. Pero Dios no ha tenido ocasión de mostrar su poder persuasivo y correctivo aunque sabe que muy pronto lo hará. El hombre, por su parte, no ha despertado a la realidad de que puede intentar cuestionar a quien se presenta ante sí como superior y desafiarlo. Y no ha despertado a dicha realidad porque no ha habido en la necesidad hasta el momento. El hombre es feliz con lo que ve, con lo que oye, con lo que tiene, y con lo que da, y la palabra necesidad no existe para él, pues en este momento histórico realmente no le falta nada.
Hasta que otra voz, pero con cuerpo, llama su atención procurando desacreditar a la primera voz, esa primera voz que hasta aquel momento era la única voz, aquella voz, que, hasta aquel entonces había sido suficiente para proporcionarle toda clase de bienes todos palpables; pero que por su puesto, a cambio ejercía supremacía mediante la coerción de: “mira, si haces esto luego te pasa esto”
Así que la segunda voz, la de Satanás, procura desacreditar la voz de Jehová. Así que el hombre ha sido advertido de que la primera voz no le ha dicho todo, de que pudiendo darle más cosas las retiene caprichosamente y de que teme perder su supremacía si ellos descubren la clave del poder que se halla en precisamente aquello que se les ha prohibido tocar.
Aquel fruto, bonito o feo, grande o pequeño, rojo o blanco, estaba en el contrato desde el principio; pero de buenas a primeras una de las partes ha decidido quebrar el contrato unilateralmente, sin previo aviso, sin mesa de discusión y de manera alevosa.
Una de las
cláusulas del contrato, establecía en su párrafo dos b, que la muerte, una
situación del todo desconocida para el hombre, tendría lugar el día que hubiera
una violación al contrato, decimos desconocida, a menos que se admita que, la
muerte tenia manifestación en alguna forma en el Huerto del Edén. El hombre
sabia en teoría que era la muerte, pero no lo había experimentado, sabia
también en teoría que era el castigo, pero no lo había vivido, conocía el amor
y lo bueno, pero no había visto jamás la maldad, así que no tenía plena
conciencia de lo que tenía entre manos, no tenía un paralelo eficaz con el cual
comparar y contrastar su inmensa felicidad a fin de que la supravalorara. Lo
único que conocía hasta entonces era la obediencia y sus resultados. Así que un
día el hombre decidió violar el contrato, se vistió de boy scout y se aventuró
a la mar, aunque no esperando encontrar lo que halló.
Buscaba saber lo que la primera voz, la voz de Jehová había rehusado decirle, esperaba tal vez adquirir poder y quizá encontrase con Dios en aquella esquina inmaterial en la que se ocultaba y silbarle, “hey tú Jehová, no me querías decir el secreto, pero, no importa, mi amigo Satanás me dijo todo” ¡Cómo te quedo el ojo!”
Buscaba saber lo que la primera voz, la voz de Jehová había rehusado decirle, esperaba tal vez adquirir poder y quizá encontrase con Dios en aquella esquina inmaterial en la que se ocultaba y silbarle, “hey tú Jehová, no me querías decir el secreto, pero, no importa, mi amigo Satanás me dijo todo” ¡Cómo te quedo el ojo!”
Pero
aunque su piel se veía exactamente igual que antes de comer el fruto y el aire
en la piel no se sentía diferente un extraño sentimiento jamás experimentado
antes empezó a bombardear su mente. Era la culpa. Ese sentimiento comenzó más o
menos cuando la conversación iba por: “no es cierto, de todos los árboles
podemos comer, menos del árbol de la ciencia del bien y el mal, porque Dios nos
ha advertido que moriremos si lo hacemos.”
El asunto
empeoró cuando sabe Dios usando que artimaña la mujer convenció a su marido
para que también participara, y se terminó de desmoronar, cuando los armoniosos
sonidos del Huerto y el dulce trinar de las aves tornaron en ruidos espantosos
porque la mente ya estaba predispuesta al mal, cada eco era la presencia de
Dios, la primera voz, pues la segunda voz hacía rato ya no se oía, por más que
llamaron al Diablo para que les respondiera por haberlos estafado, por más que
le dieron voces, la segunda voz no respondió; y no podía ser de otro modo, la
segunda voz estaba en el cielo, llevando un recado ante la primera voz:
¡Mira lo que le hice al rey de la tierra, le arrebaté su corona, ahora yo soy el príncipe! ¡Lo ves, te dije que gobernaría de cualquier forma!
Es entonces cuando Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, las tres voces omnipotentes, que forman la única e inconfundible voz que inspira reverencia y respeto conforme al plan preestablecido actúan para adoctrinar al hombre sobre el fundamento del poder de Dios. Hasta ahora el hombre no sabía si Dios, era el único Dios, o si era el único poderoso, o si simplemente era medio poderoso, o poderosito, ahora el hombre iba a aprender por experimentación que cuando Dios dice: NO HAGAS, no solo expresa un deseo, sino que también está dando una orden, y que cuando Dios dice: “si no haces esto te pasa esto” es porque de cierto tiene con qué responderle a los pretendidos desafíos, porque para él no hay tales.
¡Mira lo que le hice al rey de la tierra, le arrebaté su corona, ahora yo soy el príncipe! ¡Lo ves, te dije que gobernaría de cualquier forma!
Es entonces cuando Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, las tres voces omnipotentes, que forman la única e inconfundible voz que inspira reverencia y respeto conforme al plan preestablecido actúan para adoctrinar al hombre sobre el fundamento del poder de Dios. Hasta ahora el hombre no sabía si Dios, era el único Dios, o si era el único poderoso, o si simplemente era medio poderoso, o poderosito, ahora el hombre iba a aprender por experimentación que cuando Dios dice: NO HAGAS, no solo expresa un deseo, sino que también está dando una orden, y que cuando Dios dice: “si no haces esto te pasa esto” es porque de cierto tiene con qué responderle a los pretendidos desafíos, porque para él no hay tales.
Crear de
la nada solo viene de Dios, hasta donde sabemos. Si el diablo inventó o creó la
maldad o es Dios o debemos admitir, sin rebajar a Dios, que Dios dotó a las
criaturas con cierto nivel y capacidad de creación de tal manera que su
carácter de exclusividad como soberano de todas las cosas no queda afectada.
Por tanto, vista la complejidad del asunto vemos que la única vía de, siquiera, tener un pequeño acercamiento a esta cuestión será filosofar un poco sobre los alcances de la creación de las criaturas. Como Dios es infinito en poder y sabiduría, podríamos argumentar que sabe bien como creó tanto a hombres como ángeles. Los ángeles, sabemos, no tienen un cuerpo que los limite más allá de las restricciones propias de un ser inferior a su creador. El mundo físico y sus limitaciones, así como las reacciones medioambientales, fisiológicas y meteorológicas que inciden en menor o mayor grado en la psiquis del hombre y en el desenvolvimiento de la vida humana, estas no tienen ninguna incidencia en la existencia de ellos. No obstante los ángeles son seres dotados de emociones y sentimientos a una escala que solo podemos imaginar, aunque lo que si fuera de toda duda es que la codicia, el orgullo y hasta la lascivia pueden tener cabida dentro de un ser angelical.
Por tanto, vista la complejidad del asunto vemos que la única vía de, siquiera, tener un pequeño acercamiento a esta cuestión será filosofar un poco sobre los alcances de la creación de las criaturas. Como Dios es infinito en poder y sabiduría, podríamos argumentar que sabe bien como creó tanto a hombres como ángeles. Los ángeles, sabemos, no tienen un cuerpo que los limite más allá de las restricciones propias de un ser inferior a su creador. El mundo físico y sus limitaciones, así como las reacciones medioambientales, fisiológicas y meteorológicas que inciden en menor o mayor grado en la psiquis del hombre y en el desenvolvimiento de la vida humana, estas no tienen ninguna incidencia en la existencia de ellos. No obstante los ángeles son seres dotados de emociones y sentimientos a una escala que solo podemos imaginar, aunque lo que si fuera de toda duda es que la codicia, el orgullo y hasta la lascivia pueden tener cabida dentro de un ser angelical.
Continuará.