Desmentido a la predisposición a pecar
Contra los defensores del
Lesbianismo y la homosexualidad sobre la base de una inclinación genética para dicho fenómeno.
Debido a la al pecado que generó la caída del hombre este yace esclavo de sus pasiones hasta cierto punto. El pecado como condición heredada y consecuencia ineludible de la desobediencia hace al hombre inexcusable ante Dios; o sea, sin haber realizado “ni bien ni mal” un recién nacido, no es más que un descendiente de la raza caída y rebelde de Adán, así pues, es, desde el vientre de su madre, uno más en la lista de los más buscados por la justicia divina. En este punto, nada lo hace diferente a este niño que no ha materializado ningún acto pecaminoso por sí mismo, de otros que en el futuro si lo harán.
Ahora bien, se podría decir que a pesar de ello, en su niñez o en su etapa inmadura e hombre es todavía “capaz” de aplacar o contener toda la maldad de que potencialmente es acreedor. El hombre sin la misericordiosa revelación e iluminación de Dios es capaz de matar, robar, violar asesinar prostituir y prostituirse, inclusive es capaz hasta de atentar contra su propia vida, lo que ni los animales hacen. No unos si, y otros no, sino todos son capaces, todos vienen inclinados y equipados para hacer toda clase de actos deleznables, solo los disminuidos físicamente, vienen sin la capacidad potencial, aunque si vienen con la capacidad arquitectural para ello.
Por todo lo anterior, si alguien, quien quiera que sea dice que algo lo arrastra hacia el mal, debemos darle crédito hasta cierto punto, dado que ese comportamiento tiene asidero en la Escritura me explico:
Todo mundo, en algún momento ha sentido la tentación de robar. De hecho me gustaría conocer a alguien en el planeta y en todas las edades pasadas que no se haya robado algo, grande o pequeño, valioso o carente de valor. Este simple ejemplo nos confirma que todo ser humano tiene el potencial, viene equipado con lo que se necesita para hacer el mal, es desafortunadamente una verdadera tendencia hacia lo mal hecho, y no se puede negar que es fuerte, y que es variable, no todos la experimentan en el mismo grado, en algunos es leve y en otros es casi, casi, incontrolable.
Es por ello que la sociedad para tener al menos alguna nivel o mecanismo de freno a la maldad a jerarquizado los pecados —sabemos que Dios no hace tal cosa, Dios ve todos los pecados iguales de de despreciables— y los castigos a fin de evitar la anarquía, por la anarquía es en sí misma la negación de la sociedad. Por su puesto, que los entes y los arreglos sociales que imperan hoy día no llegaron a estas conclusiones haciendo el mismo análisis sino orientados por otros intereses que no materia de este breve ensayo.
Así normalmente se reconocen:
Contravenciones
Delitos
Crímenes.
Así de este modo el que se roba un lápiz o se lleva papel de la oficina, lo más que recibirá será una bochornosa y embarazos reprimenda y en el peor de los casos será despedido. Pero al que se roba una suma considerable de dinero no solo lo abochornarán sino que además, deberá pagar lo robado e irá a la cárcel —esto lo escribo pensando en gente que no vive en República Dominicana, aquí hasta la ley de la gravedad se rompe—
Todo mundo después de vivir en cierta sociedad sabe que se considera bueno y que no, ciertos aspectos éticos varían o se invierten dependiendo de la latitud en que se viva, pero hay ciertos delitos cuyas consecuencias son graves universalmente. Usted puede haber salido de Harvard o puede provenir de una recóndita aldea en Tanzania, pero esos principios acompañan al ser humano donde quiera que esta.
No importa la sociedad en la que usted viva, si usted roba usted recibirá castigo. Lo mismo se puede decir del homicidio. Es cierto que en épocas pasadas han existido culturas, y aun existen algunas pocas, que practican el asesinato “ritual” pero fuera de esa retrograda forma de adoración “sacrificial” el asesinato esta universalmente considerado una ofensa grave que acarrea al que lo comete severos castigos.
La mayoría de la gente siente en algún momento deseos de robar, pero reprime ese deseo, pensando en las consecuencias, eso sería lo que J.J. Rosseau, llama: El pacto social o la conciencia social porque la conciencia social pesa mucho y las penalidades que impone son muchas veces severas. De esta manera entre mas se aleja una persona de los controles sociales establecidos más se acerca a la perdida de los frenos que impiden un severo y perjudicial descontrol lo cual degenera en un proceder errático y anárquico.
De esta manera el ladrón consumado, el asesino el violador y el homosexual sufren de las mismas presiones, no hay diferencia, como ya lo exprese, hay diferentes niveles de intensidad dependiendo del individuo y del ambiente en que se desarrolle, pero nunca la presión es incontrolable, eso no quiere decir que una persona no pudo haber sido sometida a una situación de esclavitud sexual por ejemplo y que fuera expuesta u obligada a hacer cosas contra naturaleza, pero no fue un descontrol personal, sino una violencia externa quien guió a tal resultado. También vale acotar que entre más se desobedece ese freno natural ejercido por nuestros instintos contra los actos que la conciencia social reprueba, más propensa se torna la persona a la caída en actos condenables y más susceptible de caer en transgresiones por la irresponsable relajación de la moral social.
Como hemos expuesto más arriba estas cuatro personas, fueron en principio igual que todos los demás, tenían la misma predisposición al mal, la diferencia fue que unos eligieron ante qué o cuáles presiones ceder. Así pasaron de ser pecadores capaces “controlados:” a ser pecadores capaces “descontrolados”.
LOS PECADOS QUE NO TIENEN CASTIGO PENAL
VS LOS PECADOS QUE SI TIENEN CASTIGO
Si usted es alguien que trabaja o ha trabajado en una oficina, taller o almacén obedeciendo las órdenes de un patrón arbitrario, intransigente, sabelotodo, soez, y mezquino, muy probablemente sabe lo que es desear que alguien se muera. O si usted vio la afamada serie “ Raíces”, la historia de Alex Haley: “Kunta Kinte, o la dramática producción una película biográfica de 1993 dirigida por Steven Spielberg que cuenta la historia de Oskar Schindler, un empresario alemán que salvó las vidas de un millar de judíos polacos durante el Holocausto cinematográfica usted también puede que haya deseado la peor de las muertes a los crueles hombres que llevaron a cabos sendos actos de barbarie
Si en cambio usted conoce a alguien que violo a su esposa, hijo, madre o hermana, o que quizás le quitó la vida a cualquiera de las personas mencionada, tal vez usted ya paso al siguiente nivel, usted ya no solo le desea la muerte, usted también puede que haya pensado en matar. Yo creo que muchísima gente pasa por ese sentimiento, de hecho, más de lo que nos imaginamos. Lo cierto es que aunque le pensamiento llega, una cosa es con guitarra y otra es con violín. Cuando uno se enfrenta a la realidad de que si mata al que mató a su ser querido, le tocaría podrirse en la cárcel los años que le tocaba vivir al asesino, un freno y un sentido de anhelo justiciero surgen de inmediato, después de todo treinta años de prisión son treinta años.Me atrevo pues a afirmar que lo que detiene a la gente, en la mayoría de los casos a cometer más hechos graves penalmente hablando es sin lugar a dudas la característica coercitiva de la ley. Poca gente llega al punto de transgredir la ley de tal manera que se vea privada de su libertad. Quizá muchos no estén de acuerdo conmigo al ver la cantidad enorme de delitos que se comenten a diario en todo el mundo, pero, si pensamos en que la población mundial actual es aproximadamente siete mil millones de personas, si sacamos del numero digamos a los niños de 15 anos para abajo, diríamos que quedarían unos cuatro mil millones de personas, y si de esas cuatro mil millones entonces calculamos lo que estadísticamente está comprobado, que un 15 por ciento de la población mundial está en la cárcel, llegamos a la conclusión de que en realidad el numero es bastante pequeño en comparación con el grueso de la población mundial, por su puesto esto es un promedio, y se sabe que estos datos varían dependiendo del país o la región de que se trate.No obstante todos los días hay una serie de delitos de los cuales casi todos somos participes pero eso se debe a que no tienen castigo penal, mentiras, engaños, simulaciones, robos menores y así por el estilo. Ahora bien, cuando se trata de el adulterio, la fornicación, el lesbianismo o la homosexualidad, ya estamos hablando de delitos no penados por la ley, pero que llevan consigo una gran estigma social, por lo mismo, la mayoría de los que lo practican lo hacen secretamente y los demás, la minoría, lo hace abiertamente, ellos no tienen reparo en ceder estas tentaciones, porque no hay cárcel para ellas, ellos inclusive procuran justificar su conducta diciendo que estaban propensos e inclinados a hacerlo y les decirnos, que tienen razón, pero que no tienen mas razón de la que tiene el que quiere matar a alguien y no lo hace porque el desprecio por la cárcel es más grande que su pasión por la venganza. Ningún homosexual, ni lesbiana tiene más razón en sentirse inclinado al mal, que yo, o que cualquier otra persona.DE LA DISPOSICIÓN GENÉTICA DE LOS HOMOSEXUALES Y LESBIANASEste es un argumento muchas veces esgrimido, mucha gente que no sabe nada de genética repite inclusive como loros que existe tal disposición, pero, acudiendo a la mejor información disponible sobre el tema, lo único que se puede concluir a partir de dicha información es que no existe fundamento para admitir que genéticamente hablando una persona pueda ser naturalmente orientada a tener relaciones sexuales anales o que dos personas del mismo sexo se puedan unir en una relación conyugal a fin de formar una unión perfecta que cumpla con las disipaciones naturales y lógicas de la creación. De manera natural dos hombres o dos mujeres jamás podrán tener descendencia.
Si desea profundizar más sobre este tema desde una perspectiva científica y profesional le remito al excelente trabajo del Dr. José Dunker:
Dunker José, L. LA HOMOSEXUALIDAD AL DESNUDO. Editora Búho, República Dominicana, 2010.