Mario Vargas Llosa nació en el seno de una familia de clase
media en la ciudad de Arequipa,
en el sur del Perú.7 Fue el único hijo de Ernesto Vargas Maldonado y
de Dora Llosa Ureta, quienes se separaron meses antes de su nacimiento7 para divorciarse luego del mismo, de
mutuo acuerdo.8 Poco después de que Mario
naciera, su padre reveló que tenía una relación con una mujer alemana y, como resultado de dicha unión, nacieron dos
medio hermanos menores del escritor: Enrique y Ernesto Vargas9 (el primero falleció de leucemia a los once años de edad; el
segundo es abogado y ciudadano estadounidense).10
Mario vivió con su familia materna en Arequipa
hasta un año después del divorcio de sus padres, momento
en que su abuelo Pedro J. Llosa Bustamante se trasladó con toda su
familia a Bolivia, donde había conseguido un
contrato para administrar una hacienda algodonera cercana a Cochabamba.11 En dicha ciudad pasó Mario los
primeros años de su niñez, junto con su madre y la familia de
esta, cursando estudios primarios en el Colegio La Salle, hasta el cuarto
grado.12 13 Hasta los diez años, se le hizo
creer que su padre había fallecido, ya que su madre y su familia no querían explicarle que
se habían separado.14 15
Al iniciarse el gobierno del presidente José Luis Bustamante y Rivero en 1945, su abuelo, que era primo
hermano del mandatario, obtuvo el cargo de prefecto deldepartamento de Piura, por
lo que la familia entera regresó al Perú. Los tíos de Mario se establecieron en Lima,
mientras que Mario y su madre siguieron al abuelo a la ciudad de Piura.16 17 Allí Mario continuó sus estudios de
primaria en el colegio salesiano Don Bosco,18 cursando el quinto grado y donde hizo
amistad con uno de sus compañeros, Javier Silva Ruete, quien
tiempo después sería ministro de economía.19
A fines de 1946 o principios de 1947, y cuando tenía diez años de edad, Mario
se encontró con su padre por primera vez en Piura.20 Sus padres restablecieron su relación y se trasladaron
a Lima,
instalándose en Magdalena del Mar,
un distrito de clase media.21 Luego se trasladaron a La Perla, en el Callao,
donde vivieron en una pequeña casa aislada. Los fines de semana
Mario solía visitar a sus tíos y primos que vivían en el barrio de
Diego Ferré, en el distrito de Miraflores,
donde hizo muchos amigos y donde tuvo sus primeros enamoramientos.22
En Lima estudió en el Colegio La Salle, de la
congregación Hermanos de las Escuelas
Cristianas,23 cursando el sexto grado de primaria en
1947, y los dos primeros años de secundaria de 1948 a 1949. La
relación con su padre, siempre tortuosa, marcaría el resto de su
vida. Por años, guardó hacia él sentimientos entremezclados, como el
temor y el resentimiento, debido a que durante su niñez debió soportar
violentos arrebatos de parte de su padre, además de un resentimiento hacia la familia
Llosa y grandes celos para con su madre; pero, sobre todo, a causa de la
repulsión de su padre hacia su vocación literaria, que nunca
llegó a comprender.24
A los 14 años, su padre lo envió al Colegio Militar Leoncio Prado,
en el Callao, un internado donde cursó el 3º y el 4º año de educación secundaria,
entre 1950 y 1951. Allí soportó una férrea disciplina militar, y, según su testimonio,
fue la época en la que leyó y escribió «como no lo había hecho nunca
antes», consolidando así su precoz vocación de escritor.25 Sus lecturas predilectas fueron las
novelas de los escritores franceses Alejandro Dumas y Victor
Hugo. Entre sus profesores figuró el poeta surrealista César Moro, quien por
un tiempo le dio clases de francés.26
Durante las vacaciones veraniegas de 1952, Vargas Llosa
empezó a trabajar como periodista en el diario limeño La Crónica donde se le encomendaron reportajes,
notas y entrevistas locales.27 Ese mismo año se retiró del colegio
militar y se trasladó a Piura, donde vivió con su tío Luis Llosa (el
“tío Lucho”) y cursó el último año de educación secundaria en el colegio San Miguel de Piura.16 28 Simultáneamente trabajó para el diario
local, La Industria, y presenció la representación teatral de su
primera obra dramatúrgica, La
huida del Inca, en el teatro «Variedades».16 29
Bases para una
interpretación de Rubén Darío, tesis presentada
por Mario Vargas Llosa a su alma
máter, la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (Lima,
1958).
En 1953, durante el gobierno de Manuel A. Odría, Vargas Llosa
ingresó a la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, donde estudió Derecho y Literatura.30 Participó en la política universitaria
a través de Cahuide, nombre con el que se mantenía vivo el Partido Comunista Peruano,
entonces perseguido por el gobierno, contra el que se opuso a través de los órganos
universitarios y en fugaces protestas en plazas. Poco tiempo después, se distanció del grupo y se
inscribió en el Partido Demócrata Cristiano de Héctor Cornejo Chávez, esperanzado en
que esa agrupación lanzara la candidatura de José Luis Bustamante y Rivero,
quien, por aquel entonces, regresaba del exilio.
Dicha expectativa no se cumplió. Durante este tiempo, trabajó como asistente
del renombrado historiador sanmarquino Raúl Porras Barrenechea en una obra que nunca llegó a concretarse:
varios tomos de una monumental historia de la conquista del Perú.
En 1955, a la edad de 19 años, contrajo matrimonio con Julia
Urquidi, hermana de su tía política por parte materna, quien era 10 años mayor.31 Debido al rechazo que este acto causó en su familia, se
vieron forzados a separarse durante un tiempo estando recién casados. Para
lograr mantener una vida en común, el joven Mario, ayudado por Porras
Barrenechea, consiguió hasta siete trabajos simultáneos: como
asistente de bibliotecario del Club Nacional, escribiendo para varios medios
periodísticos e incluso catalogando nombres de las lápidas del Cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima; finalmente ingresó a trabajar como
periodista en Radio Panamericana, aumentando sustantivamente sus ingresos.12 32
Por entonces, Vargas Llosa empezó con seriedad su
carrera literaria con la publicación de sus primeros relatos: El abuelo (en el diario El Comercio, 9 de diciembre de 1956)33 y Los jefes (en la revista Mercurio
Peruano, febrero de
1957).34 A fines de 1957 se presentó a un concurso de
cuentos organizado por La Revue Française, una importante
publicación francesa dedicada al arte. Su relato titulado El desafío obtuvo el primer premio, que consistía en quince días de visita en París, hacia donde partió en enero de 1958.
Su estadía en la capital de Francia se prorrogó durante un mes,
antes de retornar a Lima.12 35 Ese mismo año se graduó de bachiller en
Humanidades en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, a mérito de su tesis sobre las Bases para una interpretación de Rubén Darío.36 Fue, además, considerado como el alumno
sanmarquino más distinguido de Literatura,37 por lo que recibió la beca Javier Prado para seguir cursos de posgrado en la Universidad Complutense de
Madrid, en España.38 Antes de partir hacia Europa, hizo un
corto viaje por la amazonía peruana, experiencia que después le serviría para ambientar
tres de sus novelas —La casa verde, Pantaleón y las visitadoras y El
hablador— en dicho espacio
geográfico.39
En 1960, luego de terminarse la beca en Madrid, Vargas
Llosa se mudó a Francia creyendo que iba a obtener una beca para
estudiar ahí; sin embargo, llegado a París se enteró que su solicitud
había sido denegada.40 A pesar del inesperado estado
financiero de Mario y Julia, la pareja decidió quedarse en París donde Vargas
Llosa comenzó a escribir de forma prolífica.40 Su matrimonio duró algunos años más, pero terminó en divorcio en 1964.41 Un año después, Vargas Llosa se casó con su prima,
Patricia Llosa,41 con quien tuvo tres hijos: Álvaro
Vargas Llosa (1966), escritor y editor; Gonzalo
(1967), empresario y representante en el Reino
Unido del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR);42 y Morgana (1974), fotógrafa. En junio de
2015, después de que la revista ¡Hola! publicara unas fotos en las que Vargas
Llosa aparece con Isabel
Preysler,43 el escritor reconoció estar separado de
su segunda esposa, y pidió respeto por su vida privada.1
En la capital francesa, terminó de escribir su
primera novela, La ciudad y los perros, y allí, a través del hispanista Claude
Couffon, entró en contacto con Carlos
Barral, director de la editorial Seix
Barral. La novela consiguió en 1962 el Premio Biblioteca Breve y se publicó al año siguiente en la
editorial barcelonesa. En 1966, durante la lectura que hizo de La
casa verde, la entonces
responsable de derechos de la editorial, Carmen
Balcells, decidió proponerse al escritor para
convertirse en su agente literario. Lo animó a centrarse exclusivamente en la
literatura y le consiguió sustento económico durante el tiempo que durase la
redacción de Conversación en La Catedral, a condición de que el
contrato con la editorial lo hiciese ella. A partir de ese momento, se convirtió en su agente y
llegó a conseguirle contratos extraordinarios.44
En 1971, bajo la dirección del profesor Alonso Zamora Vicente,
obtiene un Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de
Madrid con la calificación de sobresaliente
cum laude por su tesis García Márquez: lengua y estructura
de su obra narrativa, publicada luego
bajo el título de García Márquez: historia de un deicidio.45 Fue jurado del Festival de Cannes de 1976.
Aficionado al fútbol, Vargas Llosa es un experto en
estadísticas de este deporte46 y durante el Mundial España 1982 ejerció como periodista deportivo.47 48
En 1983 su ex esposa Julia
Urquidi publicó sus memorias tituladas Lo que Varguitas no dijo en respuesta a la novela La tía Julia y el escribidor, basadas en la relación entre ambos,49 que fueron reeditadas en 2010.50
Mario Vargas Llosa en 1982.
Narrativa[editar]
Características generales[editar]
Mario Vargas Llosa ha sido definido como uno de los más completos
narradores de su generación y una figura destacada de la literatura
hispanoamericana.51 Representante ideal del espíritu del Boom latinoamericano, pues nació literariamente
con él y ayudó a definirlo y a identificarlo con una
nueva generación de escritores,52 su obra narrativa se caracteriza por la
importancia de la experimentación técnica, aspecto por el que es valorado
como un maestro de la composición novelística y en el que se ha desempeñado como un
notable innovador de posibilidades narrativas y estilísticas.51
Desde el punto de vista temático, sus novelas tratan de la
antinomia entre lo histórico y lo estructural, como así lo expresa el título de varias de
sus novelas (La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral), en las que la presencia de estructuras demuestra el interés casi obsesivo
que el autor tiene por éstas.53 Asimismo, en cuanto a los tonos, su
obra presenta las características más variadas, desde el humor y la
comicidad hasta la caída trágica.51
Por otra parte, el hecho de que el grueso de su producción literaria la
haya realizado desde el extranjero, explica el sesgo retrospectivo que domina
buena parte de la misma, así como la reconstrucción constante que
hace de vivencias íntimas o colectivas del Perú como base de su ficción, salvo algunas
excepciones como La guerra del fin mundo y algunas de sus últimas novelas.54
En cuanto a sus modelos literarios, o “precursores” (a
los que ha dedicado en varios casos estudios críticos), hay que citar, por un lado, a
la novela de caballeríasTirant
lo Blanc, de Joanot
Martorell, y a Cien años de soledad, de García Márquez, ambas como ideales
del concepto de novela total (la que funde lo real con lo irracional
y el mito); por otro, son imprescindibles para Vargas Llosa dos escritores en
especial: Flaubert, como modelo de
la literatura como vocación, de la utilización de la realidad como pozo sin fondo
para encontrar contenidos y temas (la mediocridad del ser humano, la violencia
y el sexo), como modelo, también, de la importancia de una estructura
narrativa rigurosa y de un narrador impasible ante los hechos narrados, etc.; y Faulkner,
tanto en lo que respecta a temas y ambientes, como a rasgos formales,
especialmente, el multiperspectivismo, los saltos en el tiempo, el uso de
varios narradores en vez del omnisciente, la retención de información, el uso de
historias paralelas, etc.55
Trayectoria narrativa[editar]
Los inicios literarios de Vargas Llosa fueron el estreno
en Piura, cuando tenía 16 años, de una obra de teatro, hoy
probablemente perdida, titulada la La huida del Inca, y algunos cuentos publicados en Lima en diversos medios. En Lima, la
presencia literaria dominante era la de los narradores de la llamada generación del 50. Aunque
finalmente se distanciaría de ellos, el grupo estimuló su vocación literaria con su
visión realista de la sociedad peruana, especialmente la de
Lima. Más en concreto,
Con ellos, aprendió a cultivar el
realismo urbano, de clara intención social y testimonial, a veces
inspirado en la escuela narrativa norteamericana, el neorrealismo literario y
cinematográfico italiano y las ideas del «compromiso» desarrolladas
por Sartre. Estos influjos son visibles en los cuentos juveniles de Vargas
Llosa y aun en sus primeras novelas.56
Luego, la ruptura con los criterios estéticos de esa
generación se produce sobre todo en el plano técnico y en la
resistencia de Vargas Llosa a defender en sus obras tesis o propuestas ideológicas de
determinado signo. Así, la novedad básica que introduce con sus obras es
la ruptura del
modelo de representación naturalista y del esquema intelectual algo simplista en
el que se apoyaba el documentalismo de ese grupo. La misma evolución de las novelas
del autor demostraría su rápida independencia estética, estimulada
por su experiencia europea y el descubrimiento de otras formas y propuestas.57
En el primero estarían sus obras iniciales: Los jefes, Los cachorros, La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en La Catedral. Aunque se trata de narraciones muy diversas en intención, asunto y formas
(y, de hecho, cada obra constituye una intensificación de la
complejidad técnica y de contenido respecto de la anterior), presentan
una incuestionable unidad en cuanto a la complejidad del proyecto y a la visión narrativa que
proponen.
A partir de 1973, con la publicación de Pantaleón y las visitadoras, Vargas Llosa inicia una fase marcada por una actitud cuestionadora
tanto de los grandes problemas de la sociedad latinoamericana moderna (en
especial, los referidos a Perú, en un momento crítico de su
historia), como las del arte narrativo con el que intenta representarlas.59 Así, y de una forma evidente, se aprecia
una moderación de su afán totalizante y una tendencia a la
plasmación de historias generalmente menos complejas y dentro de
unos márgenes más restringidos, aunque sin prescindir
de recursos técnicos esenciales para él como el efecto de contraste que
permite el desarrollo paralelo de dos o más historias.60 Con todo, publica en esta fase una
obra, La guerra del fin del mundo, que constituye no solo una excepción a estos rasgos
generales (es la obra de mayor ambición y trascendencia del período), sino la
primera incursión de Vargas Llosa fuera de la realidad física o histórica de su país.
Desde finales de los setenta, además, su reflexión como narrador
aborda especialmente la relación entre lo real y su trasposición literaria, esto
es, la, así llamada por él, «verdad de las mentiras», o la
constatación de que la palabra crea un mundo propio que se parece a
la realidad externa, pero que tiene sus propias reglas y «verdades».61
En consecuencia, todos estos rasgos se manifiestan de una
u otra manera, en otros dos grupos de obras: uno que comprende una serie de
novelas de tema político, como La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Lituma en los Andes, La fiesta del Chivo, etc.; y otro que empieza con Pantaleón y las visitadoras, y en el que aborda tanto temas centrados en la reelaboración de experiencias
más privadas (La tía Julia y el escribidor) o de modelos clásicos de novela
policiaca (¿Quién mató a Palomino Molero?) o erótica (Elogio de la madrastra).
Obras[editar]
Su primer libro publicado fue una colección de cuentos
titulada Los Jefes (encabezada por el relato del mismo nombre),
que obtuvo el premio Leopoldo Alas (1959).
Su primera novela, La ciudad y los perros (1963) se desarrolla en medio de una
comunidad de estudiantes del Colegio Militar Leoncio Prado (situado en el Callao)
y se basa en las experiencias personales del autor.62 Esta prematura obra adquirió la atención general del público así como un éxito inmediato.63 Su vitalidad y hábil uso de técnicas literarias
sofisticadas impresionó de inmediato a los críticos,64 y ganó así el Premio de la Crítica Española.63
En 1966 aparece su segunda novela, La
casa verde, acerca de una
casa-burdel del mismo nombre cuya presencia en Piura afecta las vidas de los personajes. La
trama se centra en Bonifacia, una chica de origen aguaruna que es expulsada de un convento para transformarse luego en «la selvática», la prostituta más conocida de «La casa verde». La
novela obtuvo de inmediato una entusiasta recepción por parte de la crítica, que confirmaba a
Vargas Llosa como una importante figura de la narrativa latinoamericana.65
Tres años más tarde publica Conversación en La Catedral, su tercera novela, y en 1971 sale García Márquez: historia de un deicidio, que había sido su tesis doctoral en la Universidad Complutense de
Madrid.66
Mario Vargas Llosa, actor en su obra de
teatro "Los cuentos de la peste", junto a Aitana Sánchez-Gijón,
estrenada en el Teatro Españolde Madrid (2015).
Después de la publicación de la monumental Conversación en La Catedral, Vargas Llosa se distanció de los temas de mayor seriedad, como
son la política y los problemas sociales. Raymond L. Williams,
especialista en literatura latinoamericana, describe esta fase de su carrera
literaria como «el descubrimiento del humor»,67 cuyo primer fruto fue Pantaleón y las visitadoras(1973),68 seguido en 1977 de La tía Julia y el escribidor, basada en parte en el matrimonio con
su primera esposa, Julia Urquidi, a quien dedicó la novela.69
En 1981 aparece La guerra del fin del mundo, su primera novela histórica y una de las más importantes que
ha escrito.70 Esta obra inició un cambio radical
en el estilo de Vargas Llosa hacia temas como el mesianismo y la conducta irracional humana.71 Ambientada en las profundidades del sertón del siglo
XIX, se basa en hechos auténticos de la historia del Brasil: la revuelta
antirrepublicana de masas milenaristas sebastianistas guiadas por el taumaturgo iluminadoAntonio Conselheiro en el pueblo de Canudos.
Tras un período de intensa actividad política, Vargas Llosa
volvió a ocuparse en la literatura y en 1993 sacó su libro
autobiográfico, El
pez en el agua, la novela Lituma en los Andes y la obra de teatro El loco de los balcones. A la histórica Lituma le seguiría la erótica Los cuadernos de don Rigoberto (1997). La Fiesta del Chivo (2000), sobre el dictador dominicano Trujillo fue llevada al cine con el mismo
nombre por su primo Luis
Llosa. A esta novela le siguió el El paraíso en la otra esquina (2003), que alterna la historia del
pintor Paul Gauguin con la de su abuela, Flora Tristán.
Otro trabajo destacable es un ensayo que resume el curso
que dictó en la Universidad de Oxford sobre la novela Los
miserables de Victor
Hugo: La tentación de lo imposible (2004). En mayo de 2006, presentó su novela Travesuras de la niña mala, y el 3 de noviembre de 2010 publicó El sueño del celta, obra con la que vuelve al género de la novela
histórica y que trata sobre la vida de Roger
Casement, cónsul británico en el Congo
Belga y en Perú, que entre 1903 y 1911 se dedicó a investigar y a
denunciar las atrocidades —explotación salvaje, torturas y genocidio—
cometidas por el régimen de Leopoldo II en el Congo y por la compañía C. Arana y la
británica Peruvian Rubber Company en la remota selva del
Putumayo peruano.72 En 2013 El héroe discreto vuelve a ambientarse en Perú; en ella narra
las vivencias de dos empresarios peruanos.
Intereses personales[editar]
Durante su encuentro con la prensa internacional en el Instituto Cervantes de Nueva
York, tras conocer que le había sido otorgado el Premio
Nobel 2010, Vargas Llosa declaró que dicho galardón lo consideraba
como un reconocimiento al idioma
español.74 Respecto a su producción literaria
manifestó: "Lo que hago, lo que digo, expresa el país en el que he
nacido, el país en el que he vivido, las experiencias fundamentales que
marcan a un ser humano, que son las de infancia y juventud, de tal manera que
el Perú soy yo. Yo le puedo agradecer a mi país, a lo que yo
soy, el ser un escritor".75
Vargas Llosa ha declarado ser hincha del Universitario de Deportes de Perú.76 y en El
pez en el agua cuenta que desde pequeño ha sido hincha
del llamado equipo crema, al que vio por primera vez en el terreno de juego un día de 1946 cuando
tenía 10 años de edad.77 En febrero de 2011, dicho club peruano
le otorgó la condición de socio honorario vitalicio, en una
ceremonia llevada a cabo en el Estadio Monumental.78 79
Premios y distinciones[editar]
A lo largo de su carrera ha recibido innumerables premios
y distinciones, entre ellos el Nobel de Literatura (2010) y los dos máximos galardones
que se conceden en el ámbito de las letras hispánicas: el Rómulo Gallegos 1967, por su novela La
casa verde y el Cervantes (1994).
Otros destacados galardones en su haber son el Premio
Nacional de Novela del Perú (1967, por La
casa verde), el Príncipe de Asturias (España) (1986) y el de la Paz de los
Libreros de Alemania, otorgado en la Feria del Libro de Fráncfort (1997). En 1993 ganó el Planeta por Lituma en los Andes y, anteriormente, había obtenido elBiblioteca Breve 1963 por La ciudad y los perros, que marcó el inicio de su
exitosa carrera literaria internacional.
Mario Vargas Llosa recibiendo el
birrete de manos del rector de laUniversidad de La Rioja(2007).
Calle dedicada a Mario Vargas Llosa en
el campus de la Universidad de La Rioja en la ciudad de Logroño (España).
Es miembro de la Academia Peruana de la Lengua desde 1977, y de la Real Española desde 1994. Cuenta con varios doctorados honoris
causa por universidades de América, Asia y
Europa; pueden citarse los concedidos por Yale (1994), Universidad de Lima (1997), Ben Gurión de Israel (1998), Harvard (1999), su alma
mater la Mayor de San Marcos (2001), Oxford (2003), Europea de Madrid (2005), La
Sorbona (2005), La Rioja y de Málaga (2007), Alicante, Simón Bolívar y Católica del Perú (2008), Granada (2009), Castilla-La Mancha,Autónoma de México (2010), Cayetano Heredia80 (2011). Próximamente le será conferido otro
doctorado honoris causa por la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay.81
Ha sido condecorado por el gobierno francés con la Legión de Honor en 1985, y en 2001 recibió de su gobierno la
condecoración Orden El Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz con Diamantes,
la más alta distinción que otorga ese país.
En 2004 obtuvo el Premio
Konex MERCOSUR a las Letras, otorgado por la Fundación Konex (Argentina), como el escritor más influyente de la
región.
El 7 de octubre de 2010 se le concedió el Premio
Nobel de Literatura y el discurso de aceptación, titulado Elogio de la lectura y la ficción, lo pronunció en la Gran Sala
de la Academia Sueca el 7 de diciembre.82 83 Tres días después recibió el galardón de manos del rey Carlos XVI Gustavo en la Sala de Conciertos de Estocolmo.84 85 Durante el banquete de gala posterior a
la recepción de los Premios Nobel, Vargas Llosa pronunció un brindis de
agradecimiento en forma de cuento.86
Mario Vargas Llosa
(Arequipa, Perú,
1936) Escritor peruano. Con la publicación de la novela La ciudad y los perros (1963), Mario Vargas Llosa quedó consagrado como una de las figuras fundamentales del
«boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60. Al igual que otros miembros del mismo grupo, su
obra rompió con
los cauces de la narrativa tradicional al asumir las innovaciones de la
narrativa extranjera (William Faulkner, James Joyce) y adoptar técnicas como el monólogo interior, la pluralidad de puntos de
vista o la fragmentación
cronológica,
puestas por lo general al servicio de un crudo realismo.
Mario Vargas Llosa
Por otra parte, se deben también al novelista peruano importantes
aportaciones críticas
y hondas reflexiones sobre el oficio de escribir, como su teoría sobre los "demonios interiores",
que intenta explicar la escritura como un acto de expulsión, por parte del creador, de los elementos de
la conciencia capaces de incubar perturbaciones que sólo el hecho de escribir puede exorcizar. La
concesión
del Nobel de Literatura en 2010 coronó una trayectoria ejemplar.
Biografía
Mario Vargas Llosa pasó su infancia entre Cochabamba (Bolivia) y las ciudades
peruanas de Piura y Lima. El divorcio y posterior reconciliación de sus padres se tradujo en frecuentes
cambios de domicilio y de colegio; entre los catorce y los dieciséis años estuvo interno en la Academia Militar Leoncio Prado,
escenario de su novela La ciudad y los perros. A los dieciséis años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del drama La huida del Inca (1952), pieza de escaso éxito.
Poco después
ingresó en
la Universidad de San Marcos de Lima, donde cursó estudios de literatura. Desempeñó múltiples trabajos para poder vivir sin abandonar sus
estudios: desde redactor de noticias en una emisora de radio hasta registrador
en el Cementerio General de Lima. En 1955, el escándalo que provocó al casarse clandestinamente con su tía política Julia Urquidi (episodio que inspira la novela La tía
Julia y el escribidor) agravó aún más su situación, y hubo de recurrir a algunos amigos para aliviar su
penosa situación
doméstica.
En la capital peruana fundó Cuadernos de Composición (1956-1957), junto con Luis Loayza y Abelardo
Oquendo, y luego la Revista de Literatura (1958-1959), erigiéndose
en estas publicaciones como abanderado de un grupo que reaccionaba contra la
narrativa social y documentalista de aquel entonces. A finales de los años 50 pudo finalmente viajar y establecerse
en Europa, donde empezó a
trabajar en la Radio Televisión Francesa y fue profesor en el Queen Mary College de
Londres.
Mario Vargas Llosa
Publicó su
primera obra, Los jefes (1959), con veintitrés años apenas, y con la novela La ciudad y los perros (1963) se ganó ya
un prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente
«boom» literario iberoamericano. Vargas Llosa acabaría figurando entre los autores esenciales de
aquel fenómeno
editorial, y se le situó por
su relevancia en primera línea, junto a narradores de la talla del colombiano Gabriel Garcia Márquez, el mexicano Carlos Fuentes o el argentino Julio Cortázar.
El éxito de esta novela y el espaldarazo que supuso a su
carrera literaria le permitió dejar atrás una etapa de precariedad y bohemia. En el viejo
continente, Vargas Llosa estableció su residencia primero en París y luego en Londres (1967), de donde se trasladó a Washington y a Puerto Rico.
La labor de Mario Vargas Llosa como crítico literario se refleja en ensayos comoGarcía Márquez:
historia de un deicidio (1971) y La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975). En 1976, con José María Gutiérrez, codirigió la versión cinematográfica de su novela Pantaleón y las visitadoras. En
1977 fue nombrado miembro de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la
cátedra
Simón
Bolívar
en Cambridge.
En el terreno político, su ideario sufrió con los años profundas mutaciones. El rechazo visceral a toda
dictadura y el acercamiento a la democracia cristiana caracterizaron su
juventud; en los años
60 pasó de
un explícito
apoyo a la Revolución
cubana a un progresivo distanciamiento del comunismo y a la ruptura definitiva
con el gobierno de Fidel Castro (1971) a raíz del llamado Caso Padilla.
Vargas Llosa en la campaña presidencial de 1990
Con el tiempo acabó
convertido en un firme defensor del liberalismo, aunque sin renunciar a los
avances sociales conseguidos por el progresismo, y en los 80 llegó a participar activamente en la política de su país. Impulsor del partido Frente Democrático, cuyo programa combinaba el
neoliberalismo con los intereses de la oligarquía tradicional peruana, Mario Vargas Llosa se presentó como cabeza de lista en las elecciones
peruanas de 1990, en las que fue derrotado por Alberto Fujimori.
Decidió
entonces trasladarse a Europa y dedicarse por completo a la literatura; publicó artículos de opinión en periódicos como El País, La Nación, Le Monde,Caretas, The New York Times y El Nacional. En 1993 obtuvo
la nacionalidad española,
y un año
después
fue nombrado miembro de la Real Academia Española. Mario Vargas Llosa ha sido distinguido, entre otros
muchos galardones, con los premios Príncipe de Asturias de las Letras (1986), Cervantes (1994)
y Nobel de Literatura (2010). El máximo galardón de las letras universales le llegó como reconocimiento a "su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces
imágenes
sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual".
La obra de Mario Vargas Llosa
Formado en el marco generacional del cincuenta (su primer libro es de
1959: la colección de
cuentos titulada Los jefes), Mario Vargas Llosa es uno de los novelistas hispanoamericanos de
mayor fama mundial, y acaso el que ha escrito el mayor número de novelas de altísima calidad. Como narrador, Vargas Llosa
maduró
precozmente: La ciudad y los perros (1963) es la primera novela peruana completamente "moderna" en
recursos expresivos. La Casa Verde (1966), Los cachorros (1967) y Conversación en La Catedral (1969) lo ungieron como uno de los
protagonistas del «boom» de la novela hispanoamericana de los años sesenta y como el más característicamente neorrealista del grupo, con un virtuosismo técnico de enorme influencia internacional.
Sus novelas posteriores, excepción hecha de la más ambiciosa de todas, La guerra del fin del mundo (1981, agudo retrato de la heterogeneidad sociocultural de América Latina), abandonaron el designio de
labrar "novelas totales" que hasta entonces lo obsesionaba, y optaron
por la reelaboración
(irónica
o transgresora) de formas o géneros subliterarios o extraliterarios, planteando con
gran frecuencia una reflexión sobre los límites de la realidad y la ficción que recrea aspectos de la literatura fantástica y el experimentalismo narrativo, sin
caer en ellos totalmente: la farsa, en Pantaleón y las visitadoras (1973); el melodrama, en La tía
Julia y el escribidor (1977); la política-ficción anticipatoria, en Historia de Mayta (1984); el relato de crimen y misterio, en ¿Quién mató a
Palomino Molero? (1986) y Lituma en los Andes (1993); la narrativa erótica, en Elogio de la madrastra (1988) y Los cuadernos de don Rigoberto (1997); y la política,
en La fiesta del chivo (2000).
Obra narrativa
No cabe duda de que la narrativa ocupa el lugar central de su abundante
producción.
Su magistral destreza técnica,
su capacidad para hacer de cada una de ellas un mundo sólido capaz de autosostenerse y el hecho de
otorgar una total autonomía al
quehacer narrativo son sus virtudes centrales. En todos sus libros, inclusive
los que como Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y el escribidor podrían
ser considerados menores, la forma adquiere el más alto grado de importancia.
Su producción
narrativa se inició en
1959 con los cuentos de Los jefes y alcanzó
resonancia internacional con la novela La ciudad y los perros (1963, premio Biblioteca Breve de 1962), reflejo y denuncia de la
organización
paramilitar del Colegio Leoncio Prado, donde el autor había realizado sus estudios secundarios. El
ambiente cerrado y opresivo de aquel colegio militar de Lima parece compendiar
toda la violencia y corrupción del mundo actual; los "perros" del título son los alumnos del primer año, sometidos a crueles novatadas por parte de
los mayores.
Dejando a un lado su problemática social y ética, la novela muestra una asombrosa madurez por el
trazo ambiguo y mudable de los personajes, por la precisa descripción de los ambientes urbanos, por su trama
sinuosa y por el hábil
tratamiento del tiempo narrativo. Lejos de atenuar, el experimentalismo y la
superposición de
tiempos, personajes y acciones intensifica su brutal e impactante realismo y el
retrato de una violencia explícita o subyacente.
Mario Vargas Llosa
Su consolidación
literaria llegó con La casa verde (1966), verdadera exhibición de virtuosismo literario cuya prosa integra
abundantes elementos experimentales, tales como la mezcla de diálogo y descripción y la combinación de acciones y tiempos diversos. El relato,
que transcurre principalmente en un burdel, presenta varias historias paralelas
con un montaje sumamente complejo, con yuxtaposición de planos temporales y cambios de punto de
vista.
Tales recursos se emplean también en parte en Los cachorros (1967), cuyo asunto, un internado, nos remite
en su fase inicial a la temática de La ciudad y los perros; y en Conversación en La Catedral (1969), amplio retablo histórico-político del Perú (con sugerencias de libelo contra el régimen del dictador peruano Manuel Odría) compuesto a través de los diálogos sostenidos entre un periodista y el guardaespaldas
negro de un dictador. Tales diálogos tienen lugar en "La Catedral", nombre del
modesto bar de Lima en el que comparten sus vidas fracasadas.
En las dos novelas siguientes, Vargas Llosa pareció renunciar a los grandes temas para abordar
una vía más lúdica, en busca de nuevas posibilidades para su narrativa. Pantaleón y las visitadoras (1973) es una sátira
humorística
de la burocracia militar que añade a su siempre lúcida visión del poder un componente brutal y grotesco, emparentable
con el esperpento hispano. La tía Julia y el escribidor (1977), acaso influida por los relatos del argentino Manuel Puig,
desarrolla en contrapunto las vivencias sentimentales y el mundo de los
seriales radiofónicos.
La guerra del fin del mundo (1981), en cambio, pretende ser de nuevo una obra "total". En
ella abordó la
problemática
social y religiosa de Hispanoamérica a través del relato de una revuelta de fondo mesiánico; la obra se inspira en un clásico del periodismo brasileño de principios de siglo, el libro Os Sertões de Euclides da Cunha, a partir del cual
reconstruye y elabora la trama novelesca.
Escritor de oficio y trabajador infatigable,
que ha sido galardonado con numerosos premios a lo largo de su carrera, su
prosa fue adquiriendo en sus posteriores novelas un tono medio o periodístico, que tal vez suponga cierto descenso
respecto a obras anteriores, pero que ha incrementado su audiencia entre el público lector.
En esa dirección
cabe destacar Historia de Mayta (1984), encuesta sobre un antiguo compañero del colegio que, en 1958, protagonizó una sublevación en una localidad andina; ¿Quién
mató a
Palomino Molero? (1986), que es en sí mismo un proceso narrativo bajo pretexto de
una investigación
policial; y El hablador (1987), sobre un contador de historias entre
las tribus primitivas de Latinoamérica. Esta última obra reveló su fascinación por la tradición oral de la selva, región que siempre ha motivado su imaginación literaria; resulta llamativa tal comunión con las raíces indígenas en un escritor normalmente tan cosmopolita.
Su novela Lituma en los Andes (1993) mereció el
Premio Planeta; un año
después
recopiló sus
colaboraciones periodísticas
en Desafíos
a la libertad (1994). En 1997 apareció su novela erótica Los cuadernos de don Rigoberto, en la misma línea de su anterior Elogio de la madrastra (1988). En la tradición de la novela de dictadores, Vargas Llosa publicaría también una obra ambiciosa y total, La fiesta del chivo(2000),
en la que reconstruye con absoluta maestría la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana. Seis años después dio a la imprenta Travesuras de la niña mala (2006), una historia entre lo cómico y lo trágico en la que el amor se muestra dueño de mil caras. El héroe
FERNANDO VICENTE
La derrota de Evo Morales en el referéndum con el que pretendía reformar la
Constitución para hacerse reelegir por cuarta vez
en el año 2019 es una buena cosa para Bolivia y
la cultura de la libertad. Se inscribe dentro de una cadena democratizadora que
va golpeando al populismo demagógico en América Latina de la que son jalones importantes la elección de Mauricio Macri en Argentina contra el candidato de
la señora Fernández de Kirchner,
el anuncio de Rafael Correa de que no será candidato en las
próximas elecciones en Ecuador, la
aplastante derrota —por cerca del 70% de los votos— del régimen de Nicolás Maduro en las
elecciones para la Asamblea Nacional en Venezuela y el desprestigio creciente
de la presidenta Dilma Rousseff y su mentor, el expresidente Lula, en Brasil,
por el fracaso económico y los escándalos de corrupción de Petrobras que
presagian también un fracaso catastrófico del Partido de los Trabajadores en las próximas elecciones.
A diferencia de los Gobiernos
populistas de Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil, cuyas políticas demagógicas han
desplomado sus economías, se decía de Evo Morales que su política económica ha sido exitosa. Pero las estadísticas no cuentan toda la verdad, es decir, el período enormemente favorable que vivió Bolivia en buena parte de estos 10 años de Gobierno con el auge del precio de las materias
primas; desde la caída de estas, el país decrece y está sacudido por los
escándalos y la corrupción. Esto explica en parte el descenso en picada de la
popularidad de Evo Morales. Es interesante advertir que en el referéndum casi todas las principales ciudades bolivianas
votaron contra él, y que, si no hubiera sido por las
regiones rurales, las menos cultas del país y también las más alejadas, donde es más fácil para el Gobierno falsear el
resultado de las urnas, la derrota de Evo habría sido mucho
mayor.
OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR
¿Hasta cuándo continuará el singular mandatario echando la culpa al “imperialismo
norteamericano” y a los “liberales” de todo lo que le sale mal? El último escándalo que ha protagonizado tiene que
ver con China, no con Estados Unidos. Una examante suya, Gabriela Zapata, ahora
presa, con la que tuvo un hijo en 2007, fue luego ejecutiva de una empresa
china que ha venido recibiendo jugosos y arbitrarios contratos gubernamentales
para construir carreteras y otras obras públicas por más de 500 millones de dólares. El
favoritismo flagrante de estos contratos ilegales, denunciados por un gallardo
periodista, Carlos Valverde, ha sacudido al país y los
desmentidos y explicaciones del presidente sólo han servido
para comprometerlo más con el enjuague. Y para que la opinión pública boliviana recuerde que este es sólo el último ejemplo de una corrupción que a lo largo de este decenio ha venido manifestándose en múltiples ocasiones
aunque la popularidad de Evo sirviera para acallarla. Da la impresión de que aquella popularidad, que va apagándose, ya no bastará para que la opinión pública boliviana siga engañada, aplaudiendo a un mandatario y a un régimen que son un monumento al populismo más desenfrenado.
Ojalá que, al igual que
los bolivianos, la opinión pública
internacional deje de mostrar esa simpatía en última instancia discriminatoria y racista que, sobre todo
en Europa, ha rodeado al supuesto “primer indígena que llegó a ser presidente de Bolivia”, una de las muchas mentiras
que propala su biografía oficial, en todas sus giras
internacionales. ¿Por qué discriminatoria y
racista? Porque los franceses, italianos, españoles o alemanes
que han jaleado al divertido gobernante que se lucía en las reuniones oficiales sin corbata y con una
descolorida chompita de alpaca jamás habrían celebrado a un gobernante de su propio país que dijera las estupideces que decía por doquier Evo Morales (como que en Europa había tantos homosexuales por el consumo exagerado de la
carne de pollo), pero, al parecer, para Bolivia, ese ignaro personaje estaba
bien. Los aplausos a Evo Morales en Europa me recordaban a Günter Grass cuando recomendaba a los latinoamericanos
“seguir el ejemplo de Cuba”, pero para Alemania y la culta Europa él no proponía el comunismo
sino la socialdemocracia. Tener pesos y medidas distintas para el primer y el
tercer mundo es, pura y simplemente, discriminatorio y racista.
Quienes creen que un personaje como Evo
Morales está bien para Bolivia (aunque nunca lo
estaría para Francia o España) tienen una pobre e injusta idea de aquel país del Altiplano. Un país al que yo quiero
mucho, pues allí, en Cochabamba, pasé nueve años de mi infancia, una época que recuerdo como un paraíso. Bolivia no es un país pobre, sino,
como muchas repúblicas latinoamericanas, empobrecido
por los malos Gobiernos y las políticas equivocadas
de sus gobernantes —muchos de ellos tan poco informados y tan demagogos como
Evo Morales—, que han desaprovechado los ricos recursos de su gente y su suelo
—sobre todo, cerros y montañas— y permitido que una pequeña oligarquía prosperara en
tanto que la base de la pirámide, las grandes masas quechua y
aymara, y la población mestiza, que es el grueso de sus
clases medias, vivieran en la pobreza. Evo Morales y quienes lo rodean no han
hecho avanzar un ápice el progreso de Bolivia con sus
acuerdos comerciales con Brasil para la explotación del gas y sus
empréstitos gigantes provenientes de China
para la financiación de obras públicas faraónicas y, muchas de
ellas, sin sustentación técnica ni
financiera, que comprometen seriamente el futuro de ese país, a la vez que su política de
nacionalizaciones, victimización de la empresa privada y exaltación de la lucha de clases (y, a menudo, de razas)
incentivaba una violencia social de peligrosas consecuencias.
Bolivia cuenta con políticos respetables, realistas y valientes —conozco a
algunos de ellos— que, pese a las condiciones dificilísimas en que tenían que actuar,
arriesgándose a campañas innobles de desprestigio por parte de la prensa y los
aparatos de represión del Gobierno, o a la cárcel y al exilio, han venido defendiendo la democracia,
la libertad ultrajada, denunciando los atropellos y la política demagógica, la corrupción y las medidas erróneas e insensatas
de Evo Morales y su corte de ideólogos, encabezados
por el vicepresidente, el marxista Álvaro García Linera. Son ellos, y decenas de miles de bolivianos
como ellos, la verdadera cara de Bolivia. Ellos no quieren que su país sea pintoresco y folclórico, una anomalía divertida, sino un país moderno, libre,
próspero, una genuina democracia, como lo
son ahora Uruguay, Chile, Colombia, Perú y tantos otros países latinoamericanos que han sabido sacudirse, o están a punto de hacerlo, mediante los votos de quienes, como
los esposos Kirchner, el comandante Chávez y su heredero
Nicolás Maduro, el inefable Rafael Correa,
Lula y Dilma Rousseff los estaban o están todavía llevándolos al abismo.
La derrota de Evo Morales en el referéndum del domingo pasado abre una gran esperanza para
Bolivia y ahora solo depende que la oposición mantenga la
unidad (precaria, por desgracia) que esta consulta gestó, y no vuelva a dividirse, pues ese sería un regalo de los dioses para la declinante estrella de
Evo Morales. Si se mantiene unida y tan activa como lo ha estado estas últimas semanas, Bolivia será el próximo país latinoamericano en librarse del
populismo y recobrar la libertad.
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© Mario Vargas Llosa, 2016.
© Mario Vargas Llosa, 2016.
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