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viernes, 17 de agosto de 2012

SABER VA MAS ALLA DE LO IMAGINABLE


Saber, conocer, entender, intuir, percibir, interpretar
Por: Alberto Galvá


Saber

En español todos estos términos son sinónimos y de hecho algunos se pueden usar casi intercambiablemente pero a un nivel más profundo estos términos no son realmente sinónimos y para fines de clarificación semántica y filosófica ameritan ser deslindados.

Empecemos por definir SABER:

SABER es la escala superior en esta pirámide terminológica. Lo que esencialmente significa es CONTROL, PODER y DOMINIO. A esta escala solo Dios posee el SABER. Esto es así, porque solo él por su omnisciencia y omnipresencia es capaz de tener delante de sí tanto la infinitesimal partícula constitutiva de cada cosa en el universo, así como la intención clara del ser interior de las criaturas pensantes detrás de sus palabras.

El pues conoce de manera exhaustiva a los animales que creó y conoce con exactitud única la intención del corazón de los seres humanos así como el gemir, mugir, piar, graznar, croar y cuanta manifestación sonora atribuible a animal alguno sobre la tierra.

Cuando queramos saber si Dios comprende, lo que debemos saber es que solo Dios sabe. Así que esta frase “solo Dios sabe” acuñada por la sabiduría popular milenaria es correcta y precisa en su formulación. Ante cualquier duda sobre un hecho no declarado o presumiblemente declarado con falsedad, o proveniente de personas de testimonio dudoso, es correctísimo expresar “solo Dios sabe” porque es cierto. SOLO DIOS SABE. 

Aplicación práctica de este principio

Entonces en el plano pastoral en lo tocante al consuelo y en lo referente a la eficacia de la oración vale decir a los hermanos y a todos los afligidos, que Dios sabe. Aunque parezca a veces, que El ni siente ni padece, realmente si sabe.

Por tanto los pastores deben no perder la fe, por hastiante que se vuelva el conflicto de una persona que, aparentemente no ve solución, cuyos problemas se agravan de día en día. Sé por experiencia que llega un momento en que el agotamiento en la consejería con casos así, genera un desgaste emocional tan fuerte que se refleja no solo en el paciente sino también en el consejero. Bueno, al llegar ese momento el consejero debe saber, lo mismo que le ha estado tratando de comunicar al paciente: QUE DIOS SI SABE. Pero, en todo esto recuerde lo más importante, la definición que dimos a saber: CONTROL, PODER y DOMINIO.

En buen castellano, cuando el consejero se halla en el mismo terreno que el paciente, debería considerar lo siguiente: Dios le ha llevado un caso extremadamente complicado con el objeto expreso de que su fe y su confianza experimenten un crecimiento vertiginoso, le ha traído a un caso difícil y fragoso con la idea de que salga de la rutina de recetar analgésicos espirituales, sacados de los libros de recetas de consejería y vuelva  a la Biblia en oración y ruego, le ha puesto en una encrucijada para que redescubra si quien esta haciendo el trabajo de consejería es un siervo obediente y sensible a la voz de su Espíritu Santo o si se trata de un “profesional de la fe” un mecánico-a, es decir, alguien que cree tener todas las respuesta aprendidas y ya no profundiza.

La fascinante y desconcertante historia de Eliseo y la sunamita

En este caso particular quiero traer a colación una historia de la Sagrada Biblia con la idea de que los pastores y consejeros vean a que nivel nos quiere Dos llevar:

El libro de II Reyes nos trae la historia de Eliseo su servidor Giezi y una mujer de la comunidad de Sunem cuyo nombre el autor no nos da, algo así como el caso de la mujer samaritana, a esta solo la conocemos como la sunamita.

El asunto es que esta mujer era servidora de Jehová y seguidora, admiradora del ministerio de Eliseo, dicha admiración la llevó a concederle a Eliseo y a su servidor, varios favores de gran valor para cualquier siervo de Dios a lo que se sumaba la admiración misma.


Eliseo siente necesidad de devolver el favor


Agradecido por las atenciones de la sunamita, Eliseo se  ve movido en gratitud y manda a su servidor averiguar si la mujer tenía necesidad de algún favor político, ya que Eliseo, diferente de Elías, se llevaba bien con el rey de turno, por tanto podía acercarla al rey o al general del ejercito según fuera el caso. Si embargo la mujer estaba felizmente casada y gozaba de generosos bienes materiales junto a su esposo dados por Jehová.

Esto desconcertó un poco a Eliseo, sin embargo, Giezi, su servidor, le pone en conocimiento de que esta mujer no tiene hijos, y eso si que era una desgracia para una mujer en aquel tiempo. Así que Eliseo, sin siquiera consultar con Dios, por lo menos el texto no lo dice, declaró a la mujer que ella habría de tener un hijo. Tenemos un caso parecido a este en II Samuel 7:1-8. Donde Natán sin consultar a Dios aconseja a David que haga todo lo que desee porque Dios estaba con Él.

“para este tiempo, según el tiempo de la vida, abrazaras un hijo” BTX.

La mujer escéptica por la noticia del varón responde alarmada: 

“¡No señor mío, varón de Dios, no engañes a tu sierva!” BTX.

Pero, tratándose de un siervo tan fiel como había sido Eliseo (pero humano como el que más) Jehová cumple la palabra dicha por su siervo y le entrega un hijo a la sunamita, ¡un verdadero milagro!

Mas sucedió andando los años, que el chico tuvo lo que por el relato da la impresión de ser un derrame cerebral, y murió en pleno día. Obviamente el gozo y la felicidad de esta mujer cambiaron de manera abrupta cuando vio a su hijo muerto. Sin embargo, y ahora veremos claramente la importancia de creer que Dios sabe, esta mujer en un momento de su vida llego a albergar mas fe, que el mismo siervo de Dios.


Dios premia la fe tenaz, la fe audaz, la fe genuina


La sunamita había recibido promesa de que tendría un hijo y lo tuvo. Pero su hijo muere en la niñez, súbitamente, sin razón aparente, ella era una sierva de Dios a carta cabal, sus hechos hablaban por ella, así que ella no se resignó a la muerte de su hijo, ella tomó la determinación de clamar a Dios por los medios establecidos, que deseaba que su hijo estuviera de vuelta.

Así que en una actitud de admirable fe y determinación, la sunamita le solicita encarecidamente a su marido que le de uno de los siervos y que le preparen una cabalgadura.  Como sabe que su plan es humanamente absurdo y descabellado (su hijo ya estaba muerto) a los ojos naturales, a los sentidos comunes, a la percepción de la mayoría; ella se rehúsa amablemente a darle explicaciones a su esposo de lo que piensa hacer, da instrucciones precisas al siervo y le pide que la lleve sin dilación hasta la morada del siervo de Dios Eliseo.


La fe de Eliseo puesta a prueba


La Escritura señala que Eliseo divisa  a la mujer a la distancia cuando esta viene a su encuentro, y manda a Giezi, a recibirla, en parte, el propósito de Eliseo es evitar que ella llegue hasta El, en su morada privada, pues los profetas debían cuidar con celo su reputación, pero además Eliseo deseaba cuidar también la reputación de la sunamita. Giezi trata de descubrir el propósito de la sunamita, el autor resume su dialogo, pero solo podemos imaginarnos todas las pablaras que mediaron antes de que llegaran hasta donde Eliseo.

Una mujer centrada en su propósito, y un hombre que de alguna forma desea detenerla en sus planes; pero la determinación de ella fue más fuerte, de modo que, a Giezi solo le quedó la alternativa de seguir a la mujer.

Entonces en su profunda angustia, en su rabia mezclada con la convicción de estar justo en el lugar preciso, la mujer se lanza a los pies del profeta, y Giezi, de inmediato procede a apartarla del Eliseo, por todo lo antes dicho. Pero, es aquí donde Eliseo da la primera indicación de estar viviendo la consecuencia de algo que había hecho años atrás sin ninguna consulta  Dios. El profeta declara:

“déjala porque su alma esta en amargura, y Yahve me lo ha ocultado, y no me lo ha declarado” II S 4:27.

Valdría la pena preguntarse, ¿por qué Dios había decidido ocultar no al profeta, sino al súper profeta  Eliseo, la simple razón de la amargura de una persona, cuando Dios había hecho hasta descender fuego del cielo a pedido suyo?

Dios conoce la causa objetiva y el móvil causal de cada acontecimiento

Y ahora viene lo mejor. Cuando la sunamita llega donde Eliseo no arriba ni con buena cara ni con buen carácter, le reclama:

“¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me engañaras?”
II S 4:28.

Esta frase es solo el resumen de la conversación, la respuesta de Eliseo revela que ella terminó de declararle la situación.

Un profeta de los de hoy día, diría, mujer, ¿pero qué más quieres, te prometí un hijo y Jehová decidió llevárselo, a mi qué me reclamas?

El que ensucia con lodo, deberá luego ensuciarse las manos para quitar el lodo.

A renglón seguido Eliseo dispone humanamente hablando la solución del problema, sin embargo pretende permanecer al mismo tiempo al margen del problema, pero la sunamita, con profunda perspicacia espiritual, indudablemente guiada por Dios en su tenacidad, se aferra al profeta a sabiendas de que esa situación empezó con él, y solo podía terminar con El.

Una vez más, el autor omite la pretensión de Eliseo para que la sunamita acompañe a Giezi, pero queda evidenciada por el hecho de que ella le reclama firmemente que hasta que El no vaya al lugar de los hechos, ella no se moverá de ahí.

Al actuar así, Jehová estaba obligando a su siervo a tomar responsabilidad sobre sus hechos y a reflexionar sobre su proceder. Así que, Eliseo que tal vez pensó que ahora su problema habría de resolverse de la misma manera en que habitualmente resolvía todo, solo declarando la palabra, ahora se ve involucrado en un engorroso problema, que incluye a una mujer famosa e influyente en su tierra, desesperada, a la que le debe grandes favores, ahora es la fe de Eliseo la que esta siendo probada.

Eliseo sin más alternativa y probablemente igual de contrariado que la mujer toma su cabalgadura y los sigue hasta llegar a casa de la sunamita. Cuando llegan el cuadro es patético, porque Giezi a hecho todo cuanto se le mandó hacer, pero desafortunadamente no ha funcionado.


Este proceder, casi mágico, con el apoyo del poder de Dios, había sido apoyado por Dios dadas las circunstancias animistas y  mágico religiosas de aquella época, El Dios de Israel es más fuerte que todos los Dioses, porque es el único Dios verdadero;  pero  la imagen de un Dios único, aún no había sido firmemente arraigada en Israel, y por tanto las prácticas animistas a las que estaban acostumbrados la mayoría de los israelitas por la influencia de los pueblos vecinos eran demasiado fuertes como para que algún tipo de similitud no terminara caracterizando a los profetas verdaderos.

Y es en este punto donde vemos, a quien esta probando Dios. Ciertamente a Eliseo, no a la sunamita, la sunamita a ha mostrado fe en todo el trayecto. Pero Eliseo debe enfrentarse con Dios.

Y claro, en la próxima entrega, les contaré como terminó todo, y la gran enseñanza que nos deja esta experiencia, donde Saber que Dios sabe, es la única cosa que debemos saber a ciencia cierta. Así mismo también hemos de profundizar en los términos restantes:

Conocer, entender, intuir, percibir, interpretar.



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