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miércoles, 16 de mayo de 2012

Sí, Cristo podía pecar, No Cristo No podría pecar





La impecabilidad de Cristo


Por: Juan Alberto Galvá

Abordamos un tema que muchos quisieran que fuera respondido con una respuesta cerrada de sí o no, pero esta crucial cuestión no puede ser respondida así. Es preciso ahondar en todas las implicaciones que tiene el tema para poder dar una respuesta lo más cercana a la realidad expresada en las Escrituras.

El tema debería empezar por clarificar la identidad de Cristo, el Cristo preencarnado, según las Sagradas Escrituras es Dios:

Jn 1:1 ¨En el principio era el Verbo, y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios¨

Este sucinto prologo es la introducción del apóstol Juan a su evangelio, para describir de la manera más profunda posible, pero en palabras humanas la trascendencia de un hombre de carne y hueso a quien él conoció, vio y palpó.

16. 1 Juan 1:1: Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

Como se ve estos dos pasajes, son una pequeña  muestra de muchísimos otros pasajes que afirman la divinidad de Jesucristo y al mismo tiempo establecen su plena humanidad. Por tanto partiendo de esta realidad tenemos el caso insólito en el universo de un ser cohabitando con dos naturalezas perfectamente unidas y al mismo tiempo diametralmente diferentes. Por un lado está la naturaleza débil y limitada del hombre y por otro lado está la naturaleza infinita y todopoderosa de Dios. Así que Cristo no es medio hombre y medio Dios, Jesús es enteramente hombre y enteramente Dios, la única diferencia en su humanidad, es que la humanidad de Jesús era una humanidad colocada en la misma posición en la que una vez estuvo Adán y de la cual cayó Adán  por su desobediencia. En otras palabras estaba humanado, pero, como lo estuvo Adán al principio, facultado para hacer el bien.


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Antes de la caída Adán estaba inclinado y orientado solo para el bien, pero por supuesto, tenía el potencial para ejecutar el mal, lo cual de hecho hizo, a partir de ese momento, su voluntad quedó cautiva y sus pensamientos esclavizados inclinado al mal de una forma que le era imposible agradar a Dios.

Así pues, Cristo vino en igual de condiciones que Adán para desde la misma posición desde la cual este cayó, Cristo, el postrer Adán recuperar el Edén perdido.

De este modo, no hay que discutir, si, desde la perspectiva de su deidad Cristo podría pecar o no, sale sobrando esa pregunta porque la Biblia afirma categóricamente que no:

¨En Dios no habita ni sombra ni mudanza de variación, Dios habita en luz inmarcesible, Dios no tienta a nadie ni puede ser tentado por el mal¨.

Ahora bien, lo que hay que establecer es si Cristo, desde su condición humana si podría pecar.

A priori uno pudiera decir que sí, y la deducción no puede ser más lógica, si él estaba en la misma condición de Adán, y Adán pecó, es entonces obvio que si podía pecar. Es una conclusión que parece lógica, pero que necesariamente no entra dentro del marco de la lógica Dios, que para todos los fines, es a la que nos tenemos que atener, es simplemente una consideración muy humana sobre la manera habitual  en como sacamos conclusiones a la luz de la limitada información que manejamos.

Pero, no se puede descartar esta posibilidad sin primero considerar seriamente el tema que más polémica hace esta cuestión, y ese tema sin duda lo constituyen las tentaciones a las que Jesús fue sometido, a las que fue impulsado por el Espíritu. (En palabras de Lucas)

Aquí la controversia da un giro inesperado, porque otra vez hay que colegir, que, a quien se está tentando, es al hombre Jesús, y no a la persona de Dios que está en Jesús. A mí en lo particular no me gusta ese esquema, simplemente lo desecho porque en vez de una sana explicación bíblica, parece una salida humana conveniente para un problema que no tiene solución.

Ya hemos dicho que Jesús no era mitad hombre y mitad Dios,  sino ciento por ciento hombre y ciento por ciento Dios, por tanto, me parece muy irresponsable que, cuando nos convenga, presentemos a Jesús en la práctica como compuesto como mitad hombre y mitad Dios, y cuando los argumentos son menos dificultosos, entonces lo presentamos como ciento por ciento hombre y ciento por ciento Dios. Y mejor aun, me parece que deberíamos dejar de hacer esa distinción.

Jesús es algo nuevo el es Dios hombre, el único ser en su género en el universo, Dios se hizo hombre, por supuesto, el hombre no se hizo Dios, por eso el no es el hombre Dios, sino el Dios hombre, algunos le llaman el Teántropo.

Entonces visto desde esta óptica, ya no es tan complicado, Dios no puede ser tentado, el hombre si puede ser tentado. Cristo, el Teántropo, al igual que el hombre, puede ser tentado y de hecho lo fue con todas las de la ley.

Ahora bien,  la otra pregunta es, si podía ser tentado, ¿podía entonces pecar, podía fallar, podía caer? La respuesta es, sí y no.

La respuesta es sí, porque queda claro que si no había posibilidad alguna de que Cristo pudiera caer entonces la tentación a la que era sometido era una farsa, un acto sin valor en sí mismo, no podríamos hablar de que Cristo venció la tentación, si jamás luchó contra ella hablando aquí de la lucha en armonía con el tipo de lucha que tendría un hombre ante un adversario real contra el que se puede ganar o perder.  

Obviamente la posibilidad existía, así que cuando Cristo fue tentado ciertamente atravesó por un proceso similar al que atraviesan los hombres, y en buena lid venció, en la posición de Adán, vale recordar, que era una situación diferente de la situación en la que yacían los hombres de su tiempo. Cristo era el prístino Adán, o estaba en la posición de aquél, para recuperar la victoria donde el Adán original había caído  y había perdido.

Ahora bien, aunque según hemos afirmado, Cristo, el Teántropo podía caer, no podría caer. Parece una contradicción pero no hay tal contradicción, el punto es que para que algo ocurra no solo debe ser posible que ocurra, también tiene que ser probable que ocurra y para que sea probable que ocurra tienen que estar dadas las condiciones para que esto pase. En el caso de Cristo estaban dadas todas las condiciones para que, aunque era posible que pecara, fuera completamente improbable que ocurriera por varias razones:

1-      Estaba en la posición original en la que Adán estuvo, el no cayó como Adán, sino que se mantuvo como el Adán original antes de la caída, poderoso en su condición de hombre, sin caer ni fluctuar.
2-      Este postrer Adán, Cristo, el Teántropo, muy diferente de Adán, estaba en una esfera de conocimiento de la que Adán no gozó. La experiencia acumulada de la raza humana y el modus operandi del diablo no eran cosa que había que deducir, sino algo consabido, para lo que el postrer Adán habría hecho las previsiones de lugar.
3-      Más aun, este postrer Adán, es el Teántropo, es Dios hecho hombre la nueva presentación de Dios, sé que aquí tendré algunos problemas con el tema de la inmutabilidad de Dios, pero, vale decir que el tema de la inmutabilidad es presentado por los teólogos de una manera cerrada y limitante para un Dios libre y Todopoderoso, la esencia de Dios nunca queda afectada por ningún acto que el realice y el tiene el derecho de, sin perder su esencia, sin crecer o decrecer presentarse a sí mismo como algo nuevo, que no conocíamos, de hecho, qué sabemos de Dios sino solo una ínfima parte de lo que El nos ha mostrado.
4-      Por tanto, Cristo, con todo el conocimiento previo que tenía de su misión, con la asistencia divina constante del Espíritu Santo, y en la condición original de Adán antes de la caída, tenía todo lo necesario para no ceder ante las terribles tentaciones a las que el Diablo lo sometió. La posibilidad de caer pues, existía, fue tentado como nosotros en todo, pero sin pecado, y no pecó debido a que todas las probabilidades estaban a su favor, y estas probabilidades fluyeron a su favor básicamente por una razón:

La soberanía de Dios en su plan salvífico. Hermanos, Dios nunca hace nada acerca de lo cual no conozca su desenlace de principio a fin. El plan de salvación es un plan asegurado, por tanto, por encima de cualquier argumento filosófico sobre este  asunto, la fuerza que más prevalece sobre todo esto, es el arreglo divino antes de la fundación del  mundo, que garantizaba la victoria del mesías sobre el diablo. Esa victoria sin embargo tomaría lugar en la historia en tiempo y espacio a través de la humanidad caída y a través del sacrificio vicario del Dios encarnado. Que belleza la sabiduría y la profundidad de los actos de Dios.



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