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miércoles, 8 de abril de 2015

COMO IDENTIFICAR UNA IGLESIA FALSA?


La IGLESIA IGLESIA
Vs
LA IGLESIA NO IGLESIA

Por. Prof. Juan Alberto Galvá
Director Académico del Instituto Teológico De Santo Domingo (INTESAND)


PARAMETROS CLAROS
PARA DECIDIR BIBLICAMENTE
DÓNDE CONGREGARSE
Y DONDE NO CONGREGARSE
Para quienes asisten a una iglesia, pero albergan serios cuestionamientos contra ella.

Este libro se escribió pensando en ustedes.

Juan Alberto Galvá

Ministerio de Orientación & Difusión Cristiana (O&DC)
(Iglesia Cristiana Ejemplar (ICE))
En asociación con
Unidad de Recursos Didácticos del (INVITI-INTESAND)
Santo Domingo Rep. Dominicana.
Año 2014
Prof. Juan Alberto Galvá
Clasifíquese: Eclesiología/Evangelismo Personal/Misiones.
Ninguna parte de esta obra podrá ser reproducida para fines comerciales sin la debida autorización de sus editores.
1-829-333-3981
albertogalvac@hotmail.com

Si usted desea una copia completa del libro del cual fue desprendido este articulo hágalo escribiendo a una de las direcciones de correo vertidas más arriba.


CAPITULO II

RAZONES PARA NO RESIGNARNOS A CONVIVIR EN UNA IGLESIA NO IDEAL, UNA IGLESIA NO IGLESIA



“La resignación es un suicidio cotidiano”.
Honoré de Balzac 
Escritor francés.




Recuerde lo que ya hemos acordado. La iglesia idealizada no existe. No hay iglesia perfecta, sino una iglesia que anda en armonía con Dios en medio de un mundo imperfecto y cuyos integrantes, también imperfectos, andan  no obstante en el camino de la perfección. Ahora bien, una iglesia no ideal, es una aberración ofensiva al plan de Dios y una mala propaganda acerca de su persona. Si la iglesia es obra de Jesucristo (Mt. 16:18), si la iglesia es su esposa (19:7), si la iglesia es su cuerpo (I Co. 12:7), mal hacemos en mostrar al mundo cualquier cosa que sea menor a su estándar divino. Debemos recordar que es mediante la iglesia que Dios se da a conocer, toda vez que a ella le ha sido conferida la responsabilidad de anunciar nada más y nada menos que “las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (I P. 2:9). Veamos entonces a continuación las cosas que necesariamente deben ser parte de una IGLESIA IGLESIA,

ANUNCIAR.

Anunciar en este caso implica vocería, es decir, la iglesia es designada en su conjunto la portadora de la voz profética de Dios para este último tramo de la historia humana. Semejante privilegio y tal encomienda constituyen un honor que a la vez entraña una delicada responsabilidad, ya que Dios no dará por inocente a aquellos que le representen mal, pues es celoso de su nombre. (Ex. 20:7; Job. 42:7).

Este pregón que se nos ha encomendado a su vez conlleva en sí mismo una responsabilidad moral, pues, si lo pensamos bien, la vida de millones de personas ha sido puesta bajo la esperanza de que la iglesia cumpla su deber de anunciar el evangelio (Ro. 10:14).  Pero esa es precisamente la causa por la que la iglesia debe ser muy cuidadosa en cuanto al testimonio que exhibe, dado que, cualquier mensaje que, por su contenido, o mala presentación, muestre inconsistencias que den como resultado un rechazo basado en un testimonio defectuoso o cuestionable, o por otro lado, conversiones falsas fruto de un mensaje inconsecuente con las Escrituras, será severamente desaprobado por Dios:

Mateo 25:41: Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 

Sé que no existe un espiritualometro; para determinar la veracidad de la experiencia cristiana en las personas. — ¡Ojala lo hubiera!— Sé que a veces es muy difícil determinar si una persona ha nacido de nuevo o no, pero, también sé, que hay ciertos parámetros que, si bien, tampoco son infalibles, están muy cerca de serlos. La predicación del evangelio es el tipo de cosas que no hacen, ni pueden hacer dos clases de personas: los que no son creyentes, y los que están espiritualmente neutralizados.


LO SOBRENATURAL

Pero si el mensaje está bien presentado en términos de las acciones de sus agentes portadores, y además es consistente con la Escritura, pero viene desprovisto de poder del Espíritu Santo, no hay garantía ninguna de que aún en aquellas circunstancias habrá una respuesta que produzca frutos agradables a Dios (Hch. 19:13). Por tanto, para que una iglesia sea ideal, debe ser una iglesia verdaderamente controlada por el Espíritu Santo.


SENTIMENTALISMO VS ESPIRITUALIDAD


Pero muchos creyentes confunden a menudo el sentimentalismo con la espiritualidad. Siendo que, no entienden la diferencia entre ambos, las emociones marcan la pauta de todo cuanto ellos hacen. Así, en muchas iglesias hay mucho proselitismo religioso “espiritual” externo: programas de oración, ayunos programados fijos, y actividades por el estilo, pero esta maquinaria de actividades solo permanece el breve tiempo que dura el combustible de la emoción. Pero cuando entran en escena la adversidad y la cotidianidad-rutina, estas iglesias suelen atravesar largos y peligrosos períodos de frialdad e incluso caen en la indiferencia: oran para que Dios bendiga a los pobres, pero si algún necesitado llega terminado el culto de oración y pide ayuda, se miran unos a otros y le despiden con excusas baladíes o les da un ostensible trabajo meterse la mano en el bolsillo para solidarizarse con los necesitados, o las ayudas individuales no existen, sino que todas son remitidas al fondo oficial y a los días establecidos para la realización de las actividades de misericordia.  Cuando se manifiesta un demonio la iglesia vacila para mandarlo a su lugar, cuando hay que juzgar algún asunto difícil se recurre a evasivas y a comisiones o dilaciones cómplices con el pecado.

En cambio, la IGLESIA IGLESIA, (la iglesia ideal) conoce el poder de Dios en la pasión por las Escrituras, en la perseverancia en medio de la adversidad, en la confianza en sus promesas y esta confianza basada a su vez, en quien promete: (Lm. 3:23; I Co. 1:9; I Co. 10:13).

121:1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
121:2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.



Les invito a que brevemente analicemos el Salmo 121 para que extraigamos de él la sabiduría y la perspicacia del salmista inspirado a fin de reexaminar nuestro concepto del PODER y de la FE según están enseñados en las Escrituras, y no según la tan popularizada fe “asombrosa-milagrosa” de nuestros días, una fe más bien, fantasiosa, escandalosa y en no pocos casos, ridícula.







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