La IGLESIA
IGLESIA
Vs
LA
IGLESIA NO IGLESIA
Por. Prof. Juan Alberto Galvá
Director Académico del Instituto
Teológico De Santo Domingo (INTESAND)
PARAMETROS CLAROS
PARA DECIDIR BIBLICAMENTE
DÓNDE CONGREGARSE
Y DONDE NO CONGREGARSE
Para quienes asisten a una iglesia, pero
albergan serios cuestionamientos contra ella.
Este libro se escribió pensando en
ustedes.
Juan Alberto Galvá
Ministerio de Orientación
& Difusión Cristiana (O&DC)
(Iglesia Cristiana
Ejemplar (ICE))
En asociación con
Unidad de Recursos
Didácticos del (INVITI-INTESAND)
Santo Domingo Rep.
Dominicana.
Año 2014
Prof. Juan Alberto Galvá
Clasifíquese:
Eclesiología/Evangelismo Personal/Misiones.
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obra podrá ser reproducida para fines comerciales sin la debida autorización de
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CAPITULO II
RAZONES
PARA NO RESIGNARNOS A CONVIVIR EN UNA IGLESIA NO IDEAL, UNA IGLESIA NO IGLESIA
“La resignación es un suicidio
cotidiano”.
Honoré de Balzac
Escritor francés.
Recuerde
lo que ya hemos acordado. La iglesia idealizada
no existe. No hay iglesia perfecta, sino una iglesia que anda en armonía con
Dios en medio de un mundo imperfecto y cuyos integrantes, también imperfectos,
andan no obstante en el camino de la
perfección. Ahora bien, una iglesia no ideal, es una aberración ofensiva al
plan de Dios y una mala propaganda acerca de su persona. Si la iglesia es obra
de Jesucristo (Mt. 16:18), si la iglesia
es su esposa (19:7), si la iglesia es
su cuerpo (I Co. 12:7), mal hacemos
en mostrar al mundo cualquier cosa que sea menor a su estándar divino. Debemos
recordar que es mediante la iglesia que Dios se da a conocer, toda vez que a
ella le ha sido conferida la responsabilidad de anunciar nada más y nada menos
que “las virtudes de aquel que nos
llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (I P. 2:9). Veamos entonces a
continuación las cosas que necesariamente deben ser parte de una IGLESIA IGLESIA,
ANUNCIAR.
Anunciar
en este caso implica vocería, es decir, la iglesia es designada en su conjunto
la portadora de la voz profética de Dios para este último tramo de la historia
humana. Semejante privilegio y tal encomienda constituyen un honor que a la vez
entraña una delicada responsabilidad, ya que Dios no dará por inocente a
aquellos que le representen mal, pues es celoso de su nombre. (Ex. 20:7; Job. 42:7).
Este
pregón que se nos ha encomendado a su vez conlleva en sí mismo una
responsabilidad moral, pues, si lo pensamos bien, la vida de millones de
personas ha sido puesta bajo la esperanza de que la iglesia cumpla su deber de
anunciar el evangelio (Ro. 10:14). Pero esa es precisamente la causa por la que
la iglesia debe ser muy cuidadosa en cuanto al testimonio que exhibe, dado que,
cualquier mensaje que, por su contenido, o mala presentación, muestre
inconsistencias que den como resultado un rechazo basado en un testimonio
defectuoso o cuestionable, o por otro lado, conversiones falsas fruto de un
mensaje inconsecuente con las Escrituras, será severamente desaprobado por Dios:
Mateo 25:41: Entonces dirá
también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles.
Sé
que no existe un espiritualometro;
para determinar la veracidad de la experiencia cristiana en las personas. —
¡Ojala lo hubiera!— Sé que a veces es muy difícil determinar si una persona ha
nacido de nuevo o no, pero, también sé, que hay ciertos parámetros que, si
bien, tampoco son infalibles, están muy cerca de serlos. La predicación del
evangelio es el tipo de cosas que no hacen, ni pueden hacer dos clases de
personas: los que no son creyentes, y los que están espiritualmente
neutralizados.
LO
SOBRENATURAL
Pero
si el mensaje está bien presentado en términos de las acciones de sus agentes
portadores, y además es consistente con la Escritura, pero viene desprovisto de
poder del Espíritu Santo, no hay garantía ninguna de que aún en aquellas
circunstancias habrá una respuesta que produzca frutos agradables a Dios (Hch. 19:13). Por tanto, para que una
iglesia sea ideal, debe ser una iglesia verdaderamente controlada por el
Espíritu Santo.
SENTIMENTALISMO VS
ESPIRITUALIDAD
Pero
muchos creyentes confunden a menudo el sentimentalismo con la espiritualidad. Siendo
que, no entienden la diferencia entre ambos, las emociones marcan la pauta de
todo cuanto ellos hacen. Así, en muchas iglesias hay mucho proselitismo
religioso “espiritual” externo: programas de oración, ayunos programados fijos,
y actividades por el estilo, pero esta maquinaria de actividades solo permanece
el breve tiempo que dura el combustible de la emoción. Pero cuando entran en
escena la adversidad y la cotidianidad-rutina, estas iglesias suelen atravesar
largos y peligrosos períodos de frialdad e incluso caen en la indiferencia:
oran para que Dios bendiga a los pobres, pero si algún necesitado llega
terminado el culto de oración y pide ayuda, se miran unos a otros y le despiden
con excusas baladíes o les da un ostensible trabajo meterse la mano en el
bolsillo para solidarizarse con los necesitados, o las ayudas individuales no
existen, sino que todas son remitidas al fondo oficial y a los días
establecidos para la realización de las actividades de misericordia. Cuando se manifiesta un demonio la iglesia
vacila para mandarlo a su lugar, cuando hay que juzgar algún asunto difícil se
recurre a evasivas y a comisiones o dilaciones cómplices con el pecado.
En cambio, la IGLESIA
IGLESIA,
(la iglesia ideal) conoce el poder de Dios en la pasión por las Escrituras, en
la perseverancia en medio de la adversidad, en la confianza en sus promesas y
esta confianza basada a su vez, en quien promete: (Lm. 3:23; I Co. 1:9; I Co. 10:13).
121:1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
121:2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
121:2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.
Les
invito a que brevemente analicemos el Salmo 121 para que extraigamos de él la
sabiduría y la perspicacia del salmista inspirado a fin de reexaminar nuestro
concepto del PODER y de la FE según están enseñados en las Escrituras, y no
según la tan popularizada fe “asombrosa-milagrosa” de nuestros días, una fe más
bien, fantasiosa, escandalosa y en no pocos casos, ridícula.