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viernes, 8 de agosto de 2014

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA LOS ACONTECIMIENTOS FINALES



Prof. Juan Alberto Galva
Fundador 
Instituto Teológico de Santo Domingo 
LIBRO DE DANIEL
ANALISIS  DEL TEXTO DE MUESTRA II
Explicación de la visión de Daniel 9.
(EL TIEMPO DE LAS SEMANAS)


 Ï Siete (7) semanas y sesenta y dos semanas (62), en suma 69 semanas.

Gabriel continúa:

 vr. 26 Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí. Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Santuario, pero su fin será como una inundación, y hasta el fin de la guerra han sido decretados asolamientos. 

Gabriel viene explicando un orden que se irá cumpliendo dentro del esquema de tiempo que el ha ido revelando, primero siete años, y luego sesenta y dos años más. Nótese, que esto es una forma hebrea de arreglar el tiempo en conjuntos de “sietes” lo cual era algo muy común en Israel, debido a los años sabáticos y los jubileos cada cincuenta años5 obsérvese también, que dentro de estos eventos hay una consecución sin entrar en especificaciones, porque, el único evento que suponemos sucedió en el inicio de los primeros siete años fue el decreto de Ciro, pero tampoco se puede dudar que haya sucedido en el ultimo de esa serie. Después de ahí, nadie sabe específicamente que habría de pasar en cual año de los siete que eran a su vez parte del primer grupo de sietes, el arreglo lo dice todo, pero específicamente no dice nada, como es muy habitual en el modo de revelación de Dios, el arreglo de estos “sietes” marca hitos en el camino, pero no define el momento especifico dentro de las series para su realización eso está en marcado dentro de la elasticidad del plan de Dios expresado en la profecía.

No obstante, los eventos principales se debían cumplir siempre dentro del plazo establecido de cuatrocientos noventa años. Es obvio que si Gabriel ya ha descrito lo que ha de acontecer en las primeras sesenta y nueve semanas, y él mismo ha anunciado que hay setenta determinadas para su pueblo, y además añade:

“Después de las sesenta y dos semanas”

La única conclusión plausible es, que esté hablando de la semana septuagésima. De otro modo, estaríamos poniendo a Gabriel a explicar un plan incoherente, donde él ha anunciado una serie de eventos que deben suceder dentro de ese lapso de tiempo, pero, de hecho, hay eventos que se saldrían del programa si no entendemos esta frase como referida a la semana setenta esto implicaría que:

Ì El Mesías vendría fuera del plan
Ì Se quitaría la vida al Mesías fuera del programa

Ahora debemos reexaminar qué hizo el Mesías, y verificar si su ministerio cumplió con las expectativas proféticas que le fueron anunciadas a Daniel que son:





DIAGRAMA 5
Vr. 24.
Para terminar                                      la transgresión                                                              û fin del pecado
y poner fin                                           al pecado,
y expiar                                                la iniquidad,





para traer                                            la justicia perdurable,
y sellar                                                  la visión y la profecía,
y ungir                                                   al Santo de los santos.                                                ü Inicio del reino

Todas las expectativas proféticas expresadas en esta declaración fueron cabalmente cumplidas en Jesús. La iniquidad, heb. avón, 6Strong traduce: perversidad, delito, falta, pecado, transgresión. Por tanto en labios del ángel transgresión, pecado, e iniquidad, tienen una relación inseparable, son solo distintos estadios del mal, sería parecido a decir: “leyes, estatutos, decretos y ordenanzas, cada una tiene su ligera distinción, pero la más de las veces son usadas deforma sinónima y todas juntas son la ley y la voluntad de Dios. Así mismo, transgresión, pecado, e iniquidad son todas las manifestaciones de la maldad. Las palabras que acompañan esta declaración tienen también la misma función: terminar, poner fin, expiar todas juntas forman un superlativo para acentuar la contundencia y la eficacia que Dios se propone hacer contra el pecado:

Lado negativo de la declaración:
PECADO,                               en grado superlativo
ANIQUILACION,                  del pecado y de lo que lo origina.

De igual forma las expresiones: Justicia perdurable, visión y profecía, Santo de los santos, forman el conjunto de conquistas más caras para el pueblo hebreo y todas pudieran ser resumidas en la idea del reino de los cielos, el reino de los santos del altísimo, en el lenguaje de Daniel. Lo que ha de ocurrir con estas aspiraciones se expresa como: traer, sellar y ungir palabras todas que expresan determinación en la obtención de un resultado.

Lado positivo de la declaración:
EL REINO ETERNO
SU INSTAURACION


Tiene gran significación que el Mesías terminara su ministerio con su muerte expiatoria justo cuando se completaron las setenta semanas, ni antes ni después. Cuando el Mesías nació, Gabriel anunció a María, “el librará al pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21) esto es porque la solución del problema del pecado no estribaba solo en que Israel abandonara la idolatría o en lograr la purificación del templo, ninguna de estas cosas fue suficiente para que la profecía se cumpliera. Era preciso que el Mesías príncipe muriera más no por sí, en propiciación por los pecados de toda la humanidad. Por tanto, si estas acciones eran parte del plan narrado por Gabriel, no cabe duda de que todas fueron cumplidas en Jesús cabalmente. 


jueves, 7 de agosto de 2014

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA LOS ACONTECIMIENTOS FINALES


Prof. Juan Alberto Galva
Fundador 
Instituto Teológico de Santo Domingo







TERCERA SECCION; ANALISIS DEL LIBRO DE DANIEL

CAPITULO VI
DANIEL, EL LIBRO DE DANIEL
LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL


“Y uno de ellos dijo al varón vestido  de lino […]
¿Cuándo será el fin y sucederán estas maravillas?
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del rio,
Que alzando al cielo su derecha y su izquierda,
Juró por el que eternamente vive
Que eso será dentro de un tiempo, de tiempos  y la mitad de un tiempo,
Y que todo esto se cumplirá
 Cuando la fuerza del pueblo de los santos
Estuviera enteramente quebrantada.
“Y yo vi; pero, no entendiendo, pregunté: Mi Señor, ¿cuál será el fin de estas cosas?
Y él respondió: Anda, Daniel, que estas cosas están cerradas y selladas
Hasta el tiempo del fin”. […] (Dn.  12:6-9). NC.




D
aniel es el cuarto libro de la sección de los profetas mayores en nuestras Biblias protestantes. La historia de Daniel es sumamente interesante, él es parte de los judíos que vivieron el tiempo de ignominia iniciado por la devastación de Nabucodonosor II en 587 a.C. según dice el relato bíblico, Dios había profetizado al rey Ezequías que sus descendientes serían eunucos (funcionarios) (II R. 20:17-18) en Babilonia. En cumplimiento de esta profecía tenemos también el gráfico registro bíblico que atestigua de que Nabucodonosor, rey de Babilonia efectivamente destruyó la ciudad, saqueó el templo, se llevó a los príncipes, es decir, los que tendrían algún derecho de gobernar y la gente de influencia política y militar dejando en Jerusalén solo a los pobres de la tierra (II R. 24:14).

Es el mismo Daniel o su cronista (Cf. Dn. 10:1), quien relata que el rey Nabucodonosor II, de los príncipes que se había traído desde Israel mandó que escogieran a los que tuvieran más cultura y buena apariencia y los prepararan para ser parte de su séquito de consejeros reales. Nabucodonosor II deseaba por así decirlo, ser aconsejado por lo más granado de las mentes brillantes de los pueblos que él iba conquistando, Daniel y sus amigos no eran los únicos judíos en esta especie de “Miss Universo masculino”  (Dn. 1:6), pero fueron ellos sin duda los más destacados, por haber en ellos una disposición de corazón hacia su Dios que los distinguía de los demás, y esto evidentemente inspirado en Daniel (Dn. 1:8).

Pero este aparente privilegio llevaba aparejado una serie de retos y sacrificios que Daniel y sus compañeros debían sortear:

Ì En primer lugar serían despojados de su identidad, pues les cambiaron el nombre, como señal de domino y posesión. A Daniel le asignaron el nombre de Beltsasar (Dn. 1:7).
Aunque no es seguro, es probable que al hacerse eunuco del rey, tuviera que someterse a la castración, lo cual explicaría la ausencia de mención de una esposa e hijos.
Ì Debían aprender el idioma de los babilonios, así como sus ciencias, entre estas ciencias es presumible que debiera aprender conjuros mágicos y toda clase de actividades asociadas con los astros y las matemáticas. (Dn. 1:4).
Ì Debía tratar de mantenerse saludable, a pesar de rechazar los suculentos alimentos de la mesa del rey, ya que para su dieta kosher1 era considerada comida impura. (Dn. 1:5).
Ì Necesitaba apoyarse firmemente en su Dios para adaptarse a un nuevo estilo de vida que le alejaría de su familia y su gente, y lo introduciría de lleno en un ambiente cosmopolita, marcado por las prácticas idolátricas y un rey arrogante y ególatra.


ESTILO Y ARQUITECTURA DEL LIBRO

Un número importante de eruditos concuerda en que el libro tiene dos grandes secciones: la parte histórica y la parte profética, en nuestro caso creemos que estaría mejor dividido si lo entendiéramos como articulado en tres secciones muy bien de definidas:

v  Una sección narrativa histórico-contextual, la introducción del libro (Cap. 1)
v  Una sección admonitoria -vinculante en términos de aplicación teológica (Caps. 2:44, 3:16, 18, 28-30; 4:1-37; 5:1-30, 6:1-28). 
v  Y otra eminentemente de profecía vatídica (Caps. 7 al 12).

Existen también las llamadas adiciones deuterocanónicas al libro de Daniel. Se trata de dos relatos que varían bastante entre sí, una de estas llamada “Teodoción”.  El espíritu que se extrae de la lectura de estas porciones es muy diferente al hallado en las Escrituras canónicas, el estudio de estas adiciones revela en cada recodo de ellas la huella del arreglo meramente humano. Siendo que no hay guía divina en el autor, irrumpen la banalidad y fantasía propias de la literatura no inspirada  (algo que, sin embargo, no escapa al libro canónico de Esther) pero impropias de la narrativa bíblica.
Podría pensarse que el género apocalíptico nace con Daniel, pero no parece ser este el caso. Como es frecuente, los autores bíblicos están influidos por las corrientes culturales de su tiempo; aprovechan el medio circundante en el cual se han desenvuelto y con la guianza del Espíritu Santo dan el toque distintivo a su obra que tiene como elementos más destacables la sobriedad, la síntesis, la aplicación teológica encaminada a la exaltación de Dios, la honestidad y la autocrítica. Parecidas a la obra de Daniel, han sido identificados los llamados “Apocalipsis Acadios” que muestran de donde pudo haber obtenido Daniel las herramientas de las cuales se valió para comunicar su mensaje:

“En la literatura acadia existen algunas obras (que datan del siglo XII hasta el siglo III o IV) que han sido identificadas como apocalipsis (la Profecía de * Marduc, la Profecía de  Shulgi, la Profecía de * Uruc, la Profecía dinástica, y el Texto A). Se ha demostrado que existe una relación literaria entre algunas de estas obras y los textos de augurios (astrológicos), lo cual las ubica dentro del área de la especialidad de Daniel. […] Es innegable que el capítulo 11 de Daniel comparte algunas características comunes con este género, ya que presenta una secuencia de reyes sin nombre y un resumen de algunos de los acontecimientos de sus reinos. […] De modo que entonces, como sucede a través de todo el libro, Daniel usa un tema reconocido pero lo reacomoda para su propio uso particular”.2 […]…

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA LOS ACONTECIMIENTOS FINALES


Prof. Juan Alberto Galva
Fundador 
Instituto Teológico de Santo Domingo




APOCALIPSIS
ANALISIS DEL TEXTO DE MUESTRA IV
IDENTIFICACION POSITIVA DE LOS DOS TESTIGOS
Apocalipsis 11:1-12.

 “y me fue dada una caña semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el santuario de Dios, y el altar, y a los que adoran en él; pero el atrio del santuario déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, y ellos hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.
Y daré mis dos testigos, y profetizarán durante mil doscientos sesenta días vestidos de saco.
Estos son los dos olivos, y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de toda la tierra.
Si alguno procura dañarlos, un fuego procede de sus bocas que devora a sus enemigos: si alguno procura dañarlos, debe morir de la misma manera.
Estos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que no caiga lluvia durante los días de su profecía; también tienen potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
Cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma, y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.
Y los de los pueblos, y tribus, y lenguas y naciones, contemplan sus cadáveres durante tres días y medio, y no permiten que sus cadáveres sean puestos en un sepulcro.
Y los que habitan en la tierra se regocijan sobre ellos y lo celebran, y se enviarán regalos unos a otros, porque ellos atormentaron a los que habitan sobre la tierra.
Pero después de los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida procedente de Dios, y se pusieron sobre sus pies, y un gran temor cayó sobre quienes los contemplaban.
Y oyeron una gran voz procedente del cielo, que les decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en la nube, y los contemplaron sus enemigos”.  BTX.

En el versículo 1 Juan recibe una caña para que haga el trabajo simbólico de medir a los adoradores del templo. Esta imagen recibe muchas interpretaciones. Juan recibe una encomienda en lenguaje simbólico:

Ì Se le da una vara.
Ì Se le ordena que tome acción (levántate).
Ì El debe medir el templo y también a los que están en él.
Ì Hay una parte del santuario que no debe medir, porque ha sido entregado a los gentiles, quienes profanarán la ciudad por un tiempo limitado.
Ì […] Durante el mismo tiempo que los gentiles tendrán preeminencia Dios levantará dos testigos.
Ì Los testigos son identificados como: siempre delante de Dios, dos olivos, dos candelabros.
Ì Los testigos llevan un distintivo de humildad y penitencia  en su porte.
Ì Los testigos están revestidos de poder espiritual.
Ì Sufrirán persecución, pero serán dotados de poder para mantener su misión hasta el fin de su ministerio.
Ì La bestia (el Anticristo) les hará la guerra y los derrotará y los aniquilará, y se burlara de ellos.
Ì El mundo hará fiesta, cuando vea que ellos habrán sido eliminados.
Ì Pero Dios al final de su ministerio los reivindica haciéndolos subir a su presencia.

Daría la impresión, en principio, que no hay relación directa entre lo que se le ordena hacer a Juan y lo que van a hacer los testigos. La estructura del discurso experimenta un cambio de tema o de enfoque muy abrupto cuando se pasa de: “ellos (los gentiles) pisotearán la ciudad cuarenta y dos meses” a: “y daré (ordenaré RV95) a mis dos testigos”. Aunque se le ha pedido que tome acción, Juan nunca aparece realizando la obra que le es encomendada hacer, sino que parece darse por sobreentendida su realización, él, en su narración, se muestra febrilmente interesado en pasar a lo referente al testimonio de los testigos. En este pasaje tenemos un asunto importante que considerar. Juan es más críptico en algunos pasajes más que en otros, por eje:

[…] “Y vi, y oí un águila volando en medio del cielo, que decía a gran voz.
¡AY! ¡Ay! ¡Ay de los que moran en la tierra, por causa de las otras voces de la  trompeta de los tres ángeles que están a punto de tocar!” (Apoc. 8:13-14).
 
El parece notar a veces, que su lenguaje simbólico puede llegar a ser difícil de decodificar para sus destinatarios, así que, cuando lo considera pertinente suple la interpretación del código:

[…] “Y hace que a todos, a los pequeños y a los grandes, a los ricos y a los pobres, y a los libres y a los esclavos, les pongan una marca en su mano derecha o en su frente, y que ninguno pueda comprar ni vender, sino el que tiene la marca; el nombre de la bestia o el numero de su nombre.
Aquí está la sabiduría. El que tiene entendimiento, deduzca el numero de la bestia, porque es número de hombre; y su número es: seiscientos sesenta y seis.” (Apoc. 13:16-18).

Pero este pasaje en particular (Apoc. 11:1-14) está estructurado en forma figurada y en una estructura de cierto paralelismo sinónimo; Juan no hace ninguna interpretación del pasaje; sus destinatarios son las iglesias cristianas que luchan en medio de la persecución; por tanto, o Juan da por sentado que la iglesia entenderá fácilmente las alusiones simbólicas de este pasaje, o no tiene preocupación sobre si sus destinatarios han de entender o no. Siendo que este mensaje fue escrito para ser usado a beneficio del pueblo de Dios, la iglesia de Cristo, que era su destinatario inmediato, de buena gana me inclino a pensar que él asumió confiadamente que los siervos de Dios de su tiempo entenderían las alusiones a las que hacía referencia esta revelación sobre los dos testigos. Al mismo tiempo, se me hace difícil pensar que la iglesia del tiempo de Juan bien formada en las imágenes del A.T., y en principio no muy dada a las alegorías interpretaría estas alusiones como referidas a la Iglesia y a Israel. Esta es una admisión que debo hacer en honor al buen método. Claro, no quiere esto decir, que el hecho de que los destinatarios de Juan pudieran hacer tal identificación indica por fuerza de necesidad que ellos estarían en lo correcto. Esto es así, porque los ejemplos de identidad equivocada y malas interpretaciones en la Biblia no son pocos, y por tanto, este no es un argumento decisivo a favor de los dos individuos como heraldos. Cf: (Jn. 1:19-27), (I Co 5:9-13), (Jn. 20:20-23).

Ahora bien, siendo que todo el lenguaje usado para describir esta sección es simbólico en su integridad, insertado en un libro simbólico, considerando que Juan mismo no nos da una explicación más clara del pasaje, tomando en cuenta que el pasaje ofrece solo dos interpretaciones posibles: la literal y la figurada, y habiendo considerado seria y exhaustivamente las posibilidades de una interpretación literal y todos los trastornos que genera su asimilación como tal, pasamos a considerar la interpretación figurada como la más armónica con el libro y con la Escritura en su conjunto. Así que con el mayor cuidado, dentro de un marco de viabilidad y posibilidad veamos estos dos testigos como más que solo dos individuos.


 ISRAEL Y LA IGLESIA, LOS DOS TESTIGOS

Veamos ahora bíblicamente hablando por cuáles razones creo que la iglesia e Israel pueden ser los dos testigos más viables:

Y daré mis dos testigos, y profetizarán durante mil doscientos sesenta días vestidos de saco.
Estos son los dos olivos, y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de toda la tierra. Vr.3-4. BTX.

1-Ambos, Israel y la iglesia son y han sido históricamente testigos naturales de Dios:

I S A R E L    T E S T I G O

[…] “Vosotros sois mis pruebas, dice Yavé; mi siervo, a quien yo elegí, para que aprendáis y me creáis y comprendáis que soy yo. Antes de mi no fue formado dios alguno, ninguno habrá después de mí. Yo, yo soy Yavé, y fuera de mí no hay salvador. Soy yo el que he anunciado, he salvado y he hecho oír; vosotros sois mis testigos4, dice Yavé”. (Is. 43:9-11).  BNC.

[…] “Miren, yo les he enseñado los preceptos y las normas que me ordenó el Señor mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra que ahora van a tomar en posesión.
Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos preceptos, y dirán: “En verdad, este es un pueblo sabio e inteligente; ¡Esta es una gran nación!”. (Dt. 4:5-6). NVI.

Es obvio por este y por muchos otros pasajes, que Dios quería que Israel fuera su pueblo misionero, su pueblo modelo, su testigo ante las naciones ignorantes.

[…] “Ustedes me serán un reino de sacerdotes, un pueblo consagrado para mi”. […](Ex. 19:6). BDHH.

L A    I G L E  S I A     T E S T I G O

“Y les dijo: no os toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y en Samaria y hasta lo último de la tierra”. (Hch. 1:7-8). RV95.

[…] “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable5” […] (IP. 2:9). BA.

1-      Surgen, sin embargo, algunas interrogantes:
FIGURA 4.

A)  Si fueran dos individuos, o Israel y la iglesia; y si para ese tiempo el mundo estará a punto de acabarse, ¿Qué propósito pueden tener estos dos testigos?
B)  Si los dos testigos fueran Israel y la Iglesia, ¿En qué sentido se suple a dos testigos que de hecho ya están en acción?

 

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA



Prof. Juan Alberto Galva


EL LIBRO DE APOCALIPSIS


[…] “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;
Y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto,
Ni clamor, ni dolor,
Porque las primeras cosas pasaron”.


C

ompartí al principio de este libro cual fue mi primer contacto con el Apocalipsis, no creo que fuera realmente el tipo de experiencia que Juan tendría en mente para sus lectores, pero, quizá, sin tanto dramatismo, sigue siendo parte de la experiencia de muchos lectores actuales. Apocalipsis no debe ser abordado como un libro antiguo de ciencia ficción, no es el equivalente hebreo de las crónicas de Julio Verne, es más bien el mensaje de Dios, dando a su pueblo el aliento y el estimulo necesarios para mantener vivo el testimonio cristiano en medio de la diversidad, con la plena garantía de una victoria final asegurada.  

La lectura de este magnífico libro puede ser abordada desde diferentes ángulos, todos provechosos. Los pastores y maestros deben ver este lado del libro a fin de que introduzcan a los discípulos en la profunda experiencia de la fe perseguida. Un estudio entrelazado del libro de los Hechos, la carta a los Hebreos y Apocalipsis desde este enfoque puede ser muy provechoso para la congregación como paso previo de un estudio de Apocalipsis enfocado en los acontecimientos finales.                                                                                                   

UN LIBRO DIRIGIDO A LOS JUSTOS, LOS SANTOS, LOS REDIMIDOS, AL PUEBLO DE DIOS.

Una de las enseñanzas más arraigadas hoy día es el llamado paréntesis de la iglesia1, el cual se inicia con la ascensión de Cristo. Este paréntesis llega a su punto culminante con el inicio de la Gran Tribulación identificada con la semana setenta de Daniel. Con apoyo de esta premisa se afirma que después del mensaje a las siete iglesias emblemáticas de Apocalipsis, nada, o prácticamente nada se dice de la iglesia en el libro. Muchos aducen esto como prueba de que la iglesia ha de estar en el cielo. En otras palabras, el argumento del silencio es en parte, el sustento de esta doctrina. Si esto es así, surge una pregunta importante: ¿Cuál sería entonces el propósito de esta revelación? Los judíos nunca la han estudiado ni la consideran palabra de Dios. Y la iglesia va a ser arrebatada a los cielos antes de la Gran Tribulación, ¿dónde estarán esos creyentes que puedan sacarle provecho a la revelación en los días finales?

Resulta evidente en tal coyuntura, que la lectura del Apocalipsis sería inútil para los cristianos e igualmente inútil para los judíos. Es obvio que todas las cosas que se revelan en el libro tienen como propósito servir de guía para el pueblo de Dios de todas las épocas y muy especialmente para los creyentes que hayan de vivir en los días en que se manifiesten las cosas descritas en el mismo, por  tanto la única explicación posible para el propósito de esta revelación es que el pueblo de Dios, se beneficie del consuelo y la guía del libro cuando estos acontecimientos sean desatados.

EL LIBRO ES OSCURO

Si no le agrada esta designación pongámoslo de otra manera, digamos entonces que el libro no está tan claro. Apocalipsis es una revelación de algo que no está del todo revelado; esto parece una contradicción, pero no lo es, no es la primera vez que Dios, al revelarse, a penas nos deja ver  la punta del  iceberg de su plan, creando al mismo tiempo mayores incógnitas a quienes da su mensaje. La misma función simbólica del Apocalipsis puede ser aplicada al libro de Levítico. Todo el libro apuntaba a una realidad que se materializó en eventos concretos de la historia de la redención; pero antes de la crucifixión de Cristo, la mayor parte de las implicancias del libro estaban veladas y después del cumplimiento del símbolo en su anti tipo9, se pudo discernir con meridiana claridad qué parte era la mariposa propiamente dicha, y se evidenció que la mayor parte de la simbología asociada con lo principal era simplemente el bolsón de la oruga.  La idea es que los receptores del mensaje se mantengan alerta, investigando, inquiriendo, aprendiendo y que de esta manera se garantice la vigencia del mensaje. En cierto sentido es la revelación de un misterio pero no en el sentido de que algo que era misterioso ahora perdió su carácter de misterioso, sino al contrario, se nos comunican algunas luces entre muchas sombras. Cuando entremos de lleno en el análisis del libro veremos la clara relación entre símbolo, simbología y su realización.

Por supuesto, que hay quienes dicen que de ninguna manera el libro es oscuro, sin embargo, en la práctica el libro casi no es usado, y no pocos de quienes lo usan lo entienden mal. Están también los que atribuyen al diablo el que no se entienda su mensaje porque a él le conviene para sus fines demoníacos. Pero si lo ponemos así, reconozco que ese sería un argumento difícil de rebatir, toda vez que a Satanás le interesa que, no solo el Apocalipsis o Daniel, sino, toda la Biblia deje de ser leída y entendida porque a él le conviene. Pero, ¿qué tal, si aparte del fiel y consistente trabajo del diablo, también nosotros, los pocos que usamos el libro hemos hecho nuestro notable aporte para hacerlo aún menos claro?

Por supuesto que el problema radica en la forma en como cada uno está usando el término “claro”. En mi opinión, algo está claro, cuando con una lectura atenta un mensaje puede ser entendido por la mayoría de los lectores, sin necesidad de explicaciones profundas o rebuscadas.  Para otros, algo puede estar claro, aunque para llegar a esa claridad haya primero que consultar la Biblioteca del Vaticano, o la del congreso de Estado Unidos; obviamente, como el objetivo de este libro, es proveer a los lectores principios prácticos y sencillos para la interpretación de la profecía, siguiendo la filosofía de este manual Apocalipsis no se ajusta con nuestra definición de lo que está claro.

Pero que no esté del todo claro, no significa que sea ininteligible, o que sea imposible de saberse lo que de él se puede conocer, lo que significa, es que el libro ofrece información básica y general que concuerda perfectamente bien con todo lo ya revelado antes en las Escrituras Sagradas, y es ese el mensaje que debemos captar los creyentes que aún no estamos viviendo en la época de los acontecimientos que transmite Juan. Ahora bien, el libro contiene en si mismo un mensaje “pasivo” por así decirlo, que hace referencia a hechos cuya manifestación cronológica y especifica en sus actores directos, de alguna forma nos está velado, son esas áreas “de mensaje pasivo”  donde debemos ser muy cautos y no forzar interpretaciones extemporáneas.

En palabras llanas: Esas áreas no claras constituyen precisamente la parte que no nos tiene que preocupar, porque así se diseñó el libro por la sabiduría divina para la protección de los planes eternos del Dios altísimo. No obstante, podemos tener la certeza de que los creyentes que estén viviendo en los días del cumplimiento de esta profecía, habrán de recibir la oportuna asistencia del Espíritu Santo, tal como hizo Jesús con sus discípulos en los días de su manifestación, dice:

[…] “Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? (Lc. 24:32).
[…] “Y les dijo: Estas son mis palabras, que os hablé estando aún con vosotros: que tenían que cumplirse todas las cosas que había sido escritas acerca de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos. Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras” (Lc. 24:45). BTX.

Ya sea que la frase: “abrir las Escrituras” solo signifique la explicación previa para entender, o capacidad sobrenatural para decodificar, es para todos los fines lo mismo. Las Escrituras estaban ahí frente a ellos, se estaban cumpliendo, frente a ellos, a pesar de todo, para ellos estaban cerradas. Y eso es exactamente lo que pasa actualmente con la profecía vatídica, la enseñanza general y didáctica está disponible, pero la aplicación puntual, y por tanto, el entendimiento de los detalles está reservado para los actores del momento histórico de su cumplimiento. Por consiguiente hay una reserva, adrede, en la misma configuración de la profecía que preserva la soberanía de Dios, el secreto de sus planes y la paz y el equilibrio de los hombres en tanto llega el tiempo. Esto no debe convertirse en un desestímulo para estudiar las profecías, porque a fin de cuentas, los acontecimientos finales (los culminantes) pueden empezarse a desatar frente a nosotros en cualquier momento.

Así que, si vamos a hablar de claridad casi total entonces podríamos hablar del evangelio de Juan, o de las epístolas juaninas, pero no del Apocalipsis: ¿Por qué hablar con enigmas, cuando las cosas pueden ser dichas claramente?, ¿Por qué usar un lenguaje de símbolos cuando el Señor sabía de antemano que hoy día no podría haber consenso sobre muchos de esos símbolos? Cuando Dios, no habla totalmente claro, debemos recordar, como ya hemos establecido, que Dios lo está haciendo adrede:

Acaso es lo miso decir:

Juan 3:16-18.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque Dios no envió al Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de Él. 
18 Quien cree en Él, no es juzgado; el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Dios. 
Que decir:
Apocalipsis 11:4-8.
4 Éstos son los dos olivos, y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de toda la tierra. 
5 Si alguno procura dañarlos, un fuego procede de sus bocas que devora a sus enemigos: si alguno procura dañarlos, debe morir de la misma manera. 
6 Éstos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que no caiga lluvia en los días de su profecía; también tienen potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. 
7 Cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. 
8 Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma, y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos. 

Pienso que todos estarán de acuerdo en que no. Es obvio, que cuando algunos comentaristas dicen que no hay opacidad en este libro, uno tiene que asumir que ellos tienen un manual de interpretación que muchos  de nosotros desconocemos. Para que este libro sea claro tendría que estar escrito en lenguaje similar al de (Jn. 3:16). Apocalipsis en cambio, fue revelado y escrito en un lenguaje críptico y este lenguaje enigmático responde a razones históricas.

LA ARQUITECTURA DEL LIBRO

Todos los autores coinciden en que el libro mismo señala cuál es su división natural, Jesús declaró a Juan:

“Escribe las cosas que has visto, las que son y las que han de ser después de estas” (Apoc. 1:19)

Esta declaración, sin embargo, no es indicio de cronología o indicación de que hay una hilaridad ininterrumpida en el mismo. Este relato muestra lo que ha de ocurrir durante el relato, Juan lo escribirá en el orden que se le ha de mostrar, sin que implique que alguien puede hacer la agenda de los tiempos finales y establecer con exactitud a partir del relato la ocurrencia de cada evento. Pero, aparte de este esquema natural, el libro presenta también un patrón de eventos aparentemente duplicados; como si se quisiera presentar los distintos planos de una misma escena, algo como lo que logran los evangelios, que nos permiten ver el mismo hecho desde cuatro ángulos distintos, pero, como Dios no nos iba a presentar su revelación final cuatro veces, decidió esquematizarla a través de su siervo Juan de Patmos. Además de mostrarnos un mismo evento desde varias perspectivas o enfatizando hechos relacionados en cada imagen, se percibe en los cuadros siguientes, que el relato avanza hacia una intensificación del conflicto hasta su desenlace; un gráfico de círculos concéntricos pero que en vez de describir una trayectoria explosiva muestre una trayectoria implosiva podría ayudarnos a entender el flujo del libro:

                                                                                                                   
 
Consideremos el comentario de José Grau  al respecto:

“En todo el libro se da un progreso impulsado hacia la consecución del gran clímax final: la regeneración universal,  la consumación total y definitiva de los designios de Dios.
Las siete cartas (Caps. 2 y 3) constituyen una sección bien definida. Y el resto del libro lo forman otras seis secciones igualmente bien definidas. En cada una de dichas secciones el apóstol Juan nos conduce hasta el final y, luego comienza de nuevo, pero desde otro punto de mira, desde otro ángulo, con distinto enfoque y diferente perspectiva. No obstante, a pesar de los horizontes plurales, desde los que contemplan la historia, siempre nos conducen hasta el mismo término o consumación final. Así, no es de extrañar que se produzca un considerable número de paralelismos entre las varias secciones, y que el libro se mueve con creciente ímpetu hacia el clímax que persigue el autor inspirado.2

 ¿QUIEN ES EL AUTOR DE APOCALIPSIS?

El libro de Apocalipsis, al igual que el de Hebreos y otros escritos canónicos tuvo que pasar por un proceso bastante interesante antes de ser agregado oficialmente al canon de las Escrituras. En un principio hubo comunidades de fe que lo rechazaron y su asimilación integra a toda la comunidad de fe tardó bastante tiempo. En cuanto a la identidad del autor ha habido no poca discusión, sobre todo, sustentada en las evidentes y significativas diferencias entre el estilo del griego del apóstol del cuarto evangelio y el griego del autor del Apocalipsis. Los expertos opinan que las diferencias de estilo son tan significativas que hacen casi imposible que se trate del mismo autor. Si esto fuera así, explicaría la fuerte influencia que muestra el Apocalipsis en cuanto a las ideas pseudoepigráficas de las obras apócrifas, lo cual uno no ve en el cuarto evangelio, igualmente la bifurcación prpfética que hace el autor del apocalipsis entre Israel y la iglesia difícilmente con la el énfasis del apóstol en interpretar en el movimiento cristiano el cumplimiento de las promesas del antiguo pacto asi como su arraigada cristología. Con todo, a favor de la paternidad juanina parece estar el testimonio antiguo de los padres apostólicos y una larga tradición que ha atribuido siempre a Juan el apóstol la producción literaria de este libro, al respecto las palabras de A. T. Robertson:

“Quizá ningún otro libro del Nuevo Testamento  presenta problemas tan grandes y formidables como el Apocalipsis de Juan. Esas dificultades tocan a la paternidad, la fecha, el método apocalíptico, la relación con los otros escritos juaninos,  el propósito, el ambiente histórico, la recepción del libro en el canon del Nuevo Testamento, el uso y mal uso del libro a través de los siglos, etc. En las iglesias orientales el reconocimiento del Apocalipsis de Juan fue más lento que en occidente, por cuanto no estaba en la versión Siríaca Peshitto. Cayo de Roma atribuyó el libro al gnóstico Cerinto, pero fue capazmente refutado por Hipólito, que lo atribuyó al apóstol Juan. El concilio de Laodicea (alrededor del 360 d.C.) lo omitió, pero el tercer concilio de Cártago (397 d.C.) lo aceptó. La disputa acerca del milenarismo condujo a Dionisio de Alejandría (a mediados del siglo tercer d.C.) a negar la paternidad del apóstol Juan, aunque lo aceptó como canónico. Eusebio sugería un segundo Juan como su autor. Pero finalmente, e libro fe aceptado en Occidente como Hebreos lo fue igualmente, tras un período de dudas.3

Veamos igualmente las palabras que sobre este libro vierte el Dr. Millos en su comentario:

[...]“El escrito es importante por cuanto refleja el pensamiento de los cristianos en Sardis, una de las siete iglesias que se mencionan en el libro y en un tiempo relativamente próximo al de [la] composición del libro. Policarpo, sobre el año 155, discípulos inmediato de Juan, en su carta a los filipenses, utiliza frases idénticas a algunas que aparecen en él, considerando el libro como divinamente inspirado. En el año 195, Irene, que fue discípulo de [uno?] de Policarpo, a su vez, discípulo del apóstol Juan, citaba frecuentemente el Apocalipsis, aceptándolo como Escritura y como obra de Juan, el discípulo de Jesús.4

Sea como fuere, no cabe duda de que la tarea del Espíritu Santo al decretar que este libro llegase a formar parte del canon actual de las Sagradas Escrituras debe ser suficiente argumento como para que lo recibamos con reverente y humilde atención a fin de que seamos beneficiados con su mensaje de advertencia y esperanza.

¿QUIEN NO ES EL AUTOR DEL APOCALIPSIS?

Si bien vale la pena indagar la probable identidad del autor del libro, también vale la pena indagar quien no pudo ser su autor. El objeto de esto es saber qué ideas son improbables en uno y otro caso, pero además formarnos una tesis sobre sus posibles destinatarios. Por ejemplo, si el libro tuviera como autor a Juan el Bautista, considerar que el mensaje estaba fundamentalmente dirigido a Israel tendría todo sentido, pues sabemos que Juan Bautista, es el eslabón de transición entre el Antiguo y Nuevo Pacto, y que únicamente introdujo al Mesías en la escena, pero no avanzó más allá en la comprensión de la trascendencia del plan de Dios respecto de la iglesia. Su mente estaría impregnada del pasado y condicionada por las ideas y estereotipos del A.T. para ser realizadas según ese estereotipo cuyo centro de gravedad es Israel. De hecho, en pleno auge de la fe cristiana aún sobrevivían discípulos de Juan el Bautista quienes mantenían sus enseñanzas (Hch. 24:28).
Sin embargo, no podría ser un judío no cristiano, porque el libro da claras indicaciones de que el autor es cristiano, de hecho, la revelación la recibe de Jesucristo mismo (Apoc. 1:1). Y obviamente toda su argumentación es cristiana. Pero, si el autor es Juan de Éfeso, o Juan de Patmos, o Juan el apóstol, sobre todo este último, el enfoque cambia significativamente, porque Juan el apóstol sí que conoce bien el plan de Dios respecto de su pueblo, no muestra sesgo entre Israel y gentiles, pues comprende perfectamente bien que el pueblo de Dios en su tiempo eran dos rebaños que Jesús había empezado a unir (Jn. 10:16). Sabía además que la iglesia no era un plan de último minuto sino parte integral, inseparable del plan del Padre, y que él, junto al apóstol Pedro, a la cabeza de los apóstoles, había puesto su vida por la defensa de la construcción de ese pueblo. Este es un hecho que no puede ser soslayado sin serias consecuencias para una interpretación objetiva. En ningún momento ni Juan el apóstol, ni ninguno de los apóstoles mostraron algún sentimiento de ser parte de un grupo marginal, la clara enseñanza de los apóstoles era que ellos, la iglesia, eran el pueblo de Dios (I P. 2:9-19), por tal razón es dable conceder que cuando Juan escribe, “Israel”, “sus instituciones” y todo el simbolismo alrededor de ellas, apunta a los santos, los redimidos, a los elegidos de Dios, bajo el nombre de Israel, él, pues, está hablando del pueblo de Dios de forma integral.

EN EL OSTRACISMO

Patmos es una pequeña isla griega del archipiélago del Dodecaneso, en el mar Egeo, tiene una superficie de 34,6 km. Es una isla mayormente rocosa; es en este inhóspito lugar donde nuestro autor dice que fue desterrado por causa del testimonio de Jesús y la palabra de Dios. En otras palabras, el compositor del libro es un preso por causa de la conciencia, un preso político diríamos hoy. Así que si Juan está preso y además desterrado, es posible que se tratara de un preso importante para el imperio.

Juan yace encarcelado en una época crítica para el cristianismo; gobierna probablemente el emperador Domiciano (81-96 d.C.) que se hacía llamar, nada más y nada menos: “Dominus ac Deus noster”6  (Nuestro Señor y Dios) y quien así mismo, había desatado gran persecución en contra de los cristianos, quienes habían disfrutado hasta el momento la tolerancia del imperio romano al ser considerados como una rama de los judíos y por tanto una religión tolerada, pero después de la revuelta judía del (66 d.C.) esa consideración jurídica cambió, y siendo que los cristianos se negaban a adorar al emperador fueron declarados religión ilícita y Juan es precisamente víctima de esta atmósfera de intolerancia. El imperio romano era celoso de los conspiradores y cualquier grupo o persona que oliera a sedición podía convertirse en foco de atención del imperio, por tanto para los creyentes y sobre todo para los dirigentes cristianos de aquellas épocas era necesario tener cuidado con lo que se decía y mucho más con lo que se escribía:

[…] “Los romanos reprimían a cualquier grupo cuyos profetas denunciaran a Roma, pero Juan estaba bien plantado en la tradición veterotestamentaria que pronunciaba oráculos contra las naciones y los imperios opresores, especialmente los que oprimían al pueblo de Dios. Algunos otros escritores judíos pronunciaron juicio contra Roma (a menudo utilizando  nombres crípticos como Babilonia, Edom, o Quitim), y muchos hasta querían iniciar un rebelión (este fervor revolucionario se materializó en Egipto y Cirene un poco más adelante); el Apocalipsis está entre los oráculos de juicio más explícitos contra la rebelión de Roma contra Dios.”10  

En tal sentido un libro como el Apocalipsis que fuera escrito de manera verdaderamente clara, (cosa de por sí inusual para la profecía vatídica, que a menudo es opaca), y que fuera hallado en poder de cualquier persona o grupo, se convertiría en la prueba irrefutable de que se estaba frente a traidores subversivos. El Apocalipsis, aún a pesar de su mucha simbología hace alusiones fácilmente identificables o asociables con el emperador romano y con el imperio, algunas de ellas muy peligrosas:10

Apocalipsis: 17: 8:9.
“la bestia que viste, era, y no es, y está a punto de subir del abismo, y va a perdición. Y los que moran en la tierra, cuyo nombre no ha sido escrito desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán al ver la bestia que era, y no es, y estará presente. Aquí está la mente que tiene sabiduría: Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer, y también son siete reyes: cinco cayeron, el uno es, el otro aún no ha venido, y cuando venga, debe durar poco.

¿(Roma)?

Apocalipsis 13:15-18.
15 Y le fue dado infundir aliento a la imagen de la bestia, e hiciera hablar a la imagen de la bestia, e hiciera que fueran muertos cuantos no adoraran la imagen de la bestia. 
16 Y hace que a todos, a pequeños y grandes, a ricos y pobres, a libres y esclavos, les pongan una marca en su mano derecha o en su frente, 
17 y que ninguno pueda comprar o vender, sino el que tiene la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre. 
18 Aquí está la sabiduría. El que tiene entendimiento, deduzca el número de la bestia, porque es número de hombre: su número es seiscientos sesenta y seis.11

¿(Nerón- Domiciano) ?

Apocalipsis 17:15-18
16 Y los diez cuernos que viste, y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y devorarán sus carnes, y a ella la quemarán con fuego; 
17 porque Dios puso en sus corazones hacer lo que Él se ha propuesto, y hacer que se pongan de acuerdo, y den su reino a la bestia, hasta que se hayan cumplido las palabras de Dios. 
18 Y la mujer que viste es aquella gran ciudad, la cual tiene dominio sobre los reyes de la tierra.

¿(Roma)?

Tenemos pues aquí motivos de sobra para que este libro fuera escrito en este lenguaje enigmático, simbólico y realmente poco claro. ¿Es una revelación? ¡Claro que lo es! Es la revelación del misterio nada especifico en cuanto a detalles de lo que va a suceder en los días finales. Pero es más aún, es la garantía de la victoria final, es un canto de alabanza y un pregón de aliento y consuelo para el pueblo atribulado, es la anticipación pictórica de las imágenes del día glorioso donde los santos brillaran como las estrellas del cielo y el mal será neutralizado para siempre jamás.

DESTINATARIOS INMEDIATOS

Ahora bien, este libro tuvo destinatarios inmediatos cuando fue escrito. Hay que suponer que el libro fue distribuido de forma clandestina porque aún en el lenguaje velado en el que este libro fue escrito, cualquier autoridad que lo leyera hallaría en el libro motivos de suspicacia, no porque entendiera el mensaje, sino precisamente porque el mensaje no era inteligible.

Este libro, sin embargo, hallaría rápida aceptación entre los cristianos, sobre todo aquellos provenientes del judaísmo acostumbrados a los libros apocalípticos tales como Enoc, Jubileos, los oráculos Sibilinos6, Baruc y otros. Las imágenes que Juan usa están firmemente arraigadas en el A.T. pero aunque él nunca cita fuentes apócrifas directamente, es evidente que su estilo sigue estas fuentes. Por tanto sus lectores, habituados a esta simbología, e identificados con el medio ambiente de la persecución, de las esperanzas mesiánicas y de los sufrimientos latentes, de seguro hallaron rápidamente referentes inmediatos a los cuales aplicar las alusiones veladas de este libro que fue escrito como todos los libros de este género para llevar consuelo, animo, estimulo y esperanza al pueblo sufriente.

EL PROPOSITO DEL AUTOR
Es obvio que Juan de Patmos escribe a una iglesia perseguida, y el mejor testimonio de ello, es que él mismo está presumiblemente preso por causa del testimonio de Jesús y la palabra de Dios (Apo. 1:9). Juan ha recibido un mensaje de parte de Jesucristo, y a él le toca comunicar ese mensaje. Pero, vamos a estar claros, hay dos maneras de considerar el tesoro revelacional del libro de Apocalipsis:

Ü  LA FANTASTICA: por fantástica no quiero decir, falsa, sino, espectacular. La que, de hecho, más gusta a la mayoría de los evangélicos, y la que parece tener más adeptos hoy día. Esta consistiría en que Juan subió al cielo, allá vio y escribió sus revelaciones, y cuando bajó del cielo, el había ya escrito todo desde allá, o sea que bajó el libro escrito de un todo; así que solo se limitó a distribuirlo. ¿Puede Dios hacer algo así? ¡Dios lo puede todo! La tabla de los diez mandamientos fue esculpida por el dedo de Dios y entregada a Moisés (Ex. 31:18, 34:1), (Dt. 9:10). La sentencia de la destrución de Babilonia dada a Beltsasar, fue escrita por una mano misteriosa en la pared del salón del rey (Dn. 5:5). Ahora bien, ¿acostumbra Dios hacer esto?, la verdad es que no. Lo habitual es que él manda a que sus siervos escriban, ellos mismos de su puño y letra. (Ex. 17:14, 24:4. Nm. 5:23, 17:2, 33:2, Jos. 8:32, I S. 10:25, etc..).
Ü  LA TRADICIONAL: como ya hemos señalado, lo corriente es mostrar las visiones, predicar el mensaje, y tiempo después ponerlo por escrito poco a poco; porque como hemos de entender que escribir, en aquella época remota, ni era tarea fácil, ni las herramientas que se precisaban para la escritura eran accesibles a todos, no era veloz, ni era económico. Escribir un libro era toda una empresa que muchas veces requería el patrocinio de mecenas como probablemente fue el caso de los libros de Lucas  y Hechos de los Apostoles bajo el patrocinio de Teófilo. Los libros no existían en forma de códice como hoy día, sino que eran en forma cilíndrica, eran rollos, y la escritura era gruesa y grande, por tanto, el rollo de un libro como el Apocalipsis podía tener varios metros de longitud, por lo mismo solo algunas sinagogas tenían copias enteras de la torá. Por tanto, la publicación por copiado de los libros del Nuevo Testamento debió ser un proceso lento, que requirió mucha pasión y dedicación, y el Apocalipsis de Juan de seguro no fue la excepción a este proceso.

Si escogemos la forma habitual y tradicional, el análisis es más simple, pero si optamos por la forma espectacular entonces hay al menos ocho asuntos básicos a considerar aquí. Siga este análisis conmigo para que aprenda a hacer, con mucho cuidado, las preguntas sabias —no capciosas— que nos ayudan a un análisis racional, inteligente, bíblico y que reinvindica las perspicacia de las Escrituras y la sabiduría de Dios.

Primero.           
¿Debemos suponer, partiendo de la forma en cómo Juan presenta la información, que su relato es la forma exacta en como  el tuvo su visión?, en otras palabras, ¿es el libro de Apocalipsis una reproducción fiel palabra por palabra, imagen por imagen, de lo que Juan recibió como revelación?

Segundo.          
¿Juan iba escribiendo mientras recibía las revelaciones, o él solo observaba?
Tal parece que hay de ambas cosas, pues aunque en la mayoría de los casos él simplemente está narrando, hay ocasiones en las que parece que estaba escribiendo. Incluso en una ocasión se le ordena dejar de escribir. (Apo. 2:1, 8, 12, 17, etc. 10:4, 14:13, 19:9, 21:5,).

Tercero.
¿Fue ese proceso de revelación una visión ininterrumpida? O ¿fue por etapas, en varios días o meses, como en los casos de Moisés y Daniel?

Cuarto.     
Si Juan vio y escuchó las cosas tal y como él las presenta en el libro de Apocalipsis, ¿habrá él entendido de inmediato toda esa comunicación simbólica? Hay que destacar que Daniel recibió revelaciones en un proceso similar, y no pudo entender la mayor parte de lo que le fue revelado, (Dn. 7:15-16, 8:13 y ss. 9:20 y ss.. 12:6 y ss.) sino que necesitó en cada caso la interpretación de un ser celestial. En el libro del Apocalipsis también hay pasajes que tienen su interpretación a posteriori, pero el grueso de las visiones que Juan ve, se dejan a la interpretación de los lectores bajo la premisa aparente, de que los destinatarios conocen los referentes a los que Juan hace alusión.

Quinto.     
Si fue ininterrumpida, ¿Juan estaría  en una condición de atemporalidad, de tal suerte que no habría relación de transición del tiempo entre lo que él experimentaba y las horas terrestres? Porque si esta visión fue contemplada por él en tiempo y espacio terrenal, ¿cuánto tiempo le habrá tomado a Juan presenciar todos estos eventos?

Sexto.                       
Si Juan escribió todo mientras recibía la revelación, ¿significaría que él bajó el libro escrito desde el cielo cuando terminó el éxtasis de la visión? Y más interesante aún, ¿sí realmente Juan iba escribiendo el libro palabra por palabra mientras iba mirando las visiones, a qué velocidad iría su pluma y  con qué frecuencia se gastaría su tintero para que pudiera hacer lo que hoy día hace un taquígrafo, fijo en una mesa, y con un aparato especial para estos fines? ¿O también debemos asumir que le fue conferido un poder especial y sobrenatural para la escritura, que no se explica en la revelación y que nosotros desconocemos?
Pero si no fue así, habría que preguntarse, ¿cuánto tiempo le tomaría a Juan poner por escrito un libro tan extenso e intrincado como el Apocalipsis a la manera tradicional? Estamos halando de un libro que ciertamente requeriría un trabajo arduo y dedicado, todo esto con los utensilios de la época, limitado de recursos y por demás preso.

Séptimo.
¿Cabe la posibilidad de que Juan recibiera sus visiones y luego, poco a poco las fuera componiendo con la asistencia del Espíritu Santo, a fin de que recordara lo que había recibido en visión, y él mismo escogiera las imágenes y frases estereotipadas con las cuales él se aseguraba que el libro solo pudiera ser entendido por sus destinatarios, siguiendo en su composición el conocido genero de la apocaliptica?

Octavo.
¿Si realmente Juan recibió un mensaje básico, y después lo codificó para que una parte del público no lo entendiera y otra parte sí, podemos asumir con buen grado de certeza, que sus destinatarios inmediatos lo entendieron?

Noveno.
Y último. Si la situación que vivía la comunidad cristiana del tiempo del apóstol Juan, era de una severa persecución, matizada por no pocas deserciones, (Cf. Heb. 10:32 y ss.) temor y angustia que se agravaban por la “dilación” (II P. 3:9, 15),  de la promesa del Señor de que regresaría en breve; ¿No sería razonable que el propósito principal de este libro, como también el libro de Hebreos y casi todas las epístolas finales fuera consolar y alentar, y que por tanto este libro tuviera una fuerte referencia tanto retrospectiva para la reflexión, pero también un puntual referente a la apremiante realidad política que vivían los seguidores de Jesús y así mismo su propósito fuera también animar a los creyentes para que permanecieran firmes en su fe, a sabiendas, y este es el mensaje principal, que según la trama principal de la profecía la victoria  final estaba asegurada para los vencedores, para los que perseveraran hasta el fin? (Apoc. 13:10; 14:12; Mt. 10:22, 24:13. Mr. 13:13).

¿CÓMO DEBERIAMOS ABORDAR EL ESTUDIO DEL APOCALIPSIS?
Obviamente no tenemos todo el espacio que quisiéramos para poder analizar en detalle todo el libro de Apocalipsis, pero hay en español hay algunos buenos comentarios al respecto. El trabajo del profesor Samuel Pérez Millos (premilenialista) es especialmente notable; el esmero en los detalles, su orientación a la mesura,  la meticulosidad en su metodología, su incuestionable erudición y su sensibilidad pastoral lo hacen un muy buen Manual de estudio sobre Apocalipsis.

Dado que el propósito fundamental de este libro es establecer principios que sirvan de guía para la interpretación escatológica ninguno de los libros eminentemente escatológicos o con información escatológica será abordado en forma exhaustiva sino que de cada escrito tomaremos ejemplos que sean ilustrativos para el caso que nos ocupa, siendo en parte, la excepción de esta regla, el libro de Apocalipsis. En el caso particular del Apocalipsis, utilizaremos dos pasajes los cuales analizaremos extensamente a fin de que sirvan de ejemplo para la aplicación de los demás escritos escatológicos. Uno de los casos que trataré será el capitulo 20, el cual analizaremos cuando estemos tratando el tema del milenio “temporal”/eterno, y el capítulo once, acerca de los dos testigos.

LA GENESIS DEL LIBRO DE APOCALIPSIS

La posición que asumimos aquí es que el Apocalipsis es palabra infalible e inspirada divinamente por el Espíritu Santo a Juan de Patmos, sin entrar en consideraciones de si este era el apóstol o no, dado que no hay certeza de ello. Sostenemos que Juan recibió revelación inspirada sobre los acontecimientos finales, y que fue inspirado a ponerla por escrito valiéndose de un esquema humano, conocido por sus destinatarios, (el género apocalíptico) por tanto, solamente un método literal rígido de interpretación no puede hacerle justicia al libro toda vez que el libro no habla directamente sino a través de símbolos, simbología y metáforas.

Asumimos que la simbología es artificial y que Juan con sabiduría, maestría y moderación sigue el estilo de autores de esta misma corriente: por tanto, tener presente con el debido cuidado, lo que quiere decir el autor y no tomar al pie de la letra todo lo que está diciendo será de vital importancia para una interpretación consecuente con el estilo elegido7. Esta postura, de ningún modo socava la integridad de la declaración precedente sobre la inspiración del libro y la inerrancia de las Escrituras, y esperamos demostrar fehacientemente, que si nuestro método de abordar este libro no es el más apropiado, al menos es uno de los más consecuentes con el resto de la palabra revelada:

La evidencia de que nuestro autor ha tomado su mensaje y nos lo ha revestido de lenguaje simbólico siguiendo un estilo bien establecido queda clara cuando vemos esta breve cita de David Lozano Medina:

8“La tradición atribuye a Moisés varios cánticos, entre ellos el Hallel de Pascua, que son los salmos comprendidos entre el 113 y 118 del salterio. Estos salmos son recitados en la fiesta Pascual con motivo de la conmemoración de la salida de Egipto, es un recuerdo del poder y de la misericordia de Dios. La Apocalíptica creía que aparte de estos, que han sido registrados en el libro de los salmos, había otros cánticos celestiales entonados por Moisés a los cuales tenían acceso sólo los justos o elegidos. En Apocalipsis se alude a ello, cuando se habla del “cántico de Moisés”, en cambio en 3 Hen, se hace indirectamente, ya que cualquier lector familiarizado con l tradición judía, se daría cuenta que se trata de Moisés  sus cánticos.
     En Ap 12:6 leemos: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios…”, en el ApEl 3:20-24, el Anticristo lleno de ira contra la virgen Tabita: “la persigue hasta el poniente, chupa su sangre a la hora de la tarde y la arroja sobre el templo; pero (la sangre) se convertirá en salvación para el pueblo. (Tabita) se levantará de mañana, vivirá e insultará (al Anticristo) con estas palabras: ´Oh impúdico, no tienes poder sobre mi alma ni sobre mi cuerpo, porque vivo en todo tiempo en el Señor. Has arrojado mi sangre sobre el templo, y se ha convertido en salvación para el pueblo.
     La mujer siempre jugó un papel simbólico importante en la apocalíptica. En Gn 3:15 se ve a la mujer y a su simiente en una confrontación con la serpiente, y en Is 7:14 a la virgen dando a luz un hijo. Estos sajes fueron vistos como vaticinios mesiánicos tanto por los judíos como por los judeo-cristianos de épocas tardías.
     A lo largo de todo el libro de Apocalipsis encontramos diversos paralelismos con la literatura judeo-apocalíptica. En realidad casi en su totalidad, el libro se presta expresiones y símbolos de judaísmo tardío, con la diferencia sustancial de que todo gira en torno a Jesucristo.”

Por todo esto el método que utilizaremos para analizar este libro es el que está alineado con los postulados que hemos venido estableciendo. Examinaremos la forma habitual de abordar el tema escatológico y lo contrastaremos con una escatología orientada a ver, de todas las imágenes vertidas, y así develar la gran imagen o el mensaje central, basados en la información que aporta el texto.



1-       (Véanse Waldron E. Samuel, El Fin De Los Tiempos. Una explicación para todos. Una escatología sencilla basada en el evangelio. Traducido al español por David Rivero. Págs. 184-186. Graham, N.C., N.Y., EE.UU. Publicaciones Faro de Gracia. 2008).
2-       (Ryrie C. Charles. Las Bases de la fe Premilenial. Ampliado por Homer Payne. Págs. 168-176.traducido por Santiago Escuain. Grand Rapids, Michigan. EE.UU. Publicaciones Portavoz Evangélico, división de Kregel Publications. 1984).
3-       (Grau José, Curso de Formación Teológica Evangélica. Escatología Final de los Tiempos. Pág. 298. Editorial Clie, 1977).
4-       (Robertson Archibald Thomas, Imágenes Verbales en el Nuevo Testamento/Comentario Al Texto Griego Del Nuevo Testamento. Introducción al comentario del libro de Apocalipsis, 1er par. Pág. 659. Adaptada al castellano y anotada por Santiago Escuain. Viladecavalls (Barcelona) España. Editorial Clie 2003).
5-       (Millos Samuel Pérez. Th.M.  Apocalipsis, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento. Pág. 20. Villadecavalls (Barcelona) España. Editorial Clie. 2010).
6-       (Véase González L. Justo. Historia Del Cristianismo, Tomo I, Desde la era de los mártires hasta la era de los sueños frustrados. Págs. 47-54. Miami Fl. USA. Editorial Unilit. 1994.)
Robertson Archibald Thomas, Imágenes Verbales en el Nuevo Testamento/Comentario Al Texto Griego Del Nuevo Testamento. Pág. 720. Adaptada al castellano y anotada por Santiago Escuain. Viladecavalls (Barcelona) España. Editorial Clie 2003)
7-       (Véase por ejemplo John H Walton, Victor H. Matthews, y Mark W. Chavalas, traducido por Nelda Bedford de Gaydou, Arnoldo Canclini, Raimundo Ericsson, y José Antonio Septién. Comentario del contexto cultural de la Biblia, Antiguo Testamento. Pág. 833. Alabama St. El Paso Texas, Estados Unidos. Editorial Mundo Hispano, 2008).
8-       Véase, Berkhof Luis, Principios de Interpretación Bíblica, Hermenéutica Sagrada. Edición revisada y aumentada con apendices y bibliografías de la hermenéutica en castellano preparados por Humberto Casanova.  El sentido místico de la Escritura. Págs.121, 122. Jenison, MI. EE. UU. Editorial TELL, 1992.
(Medina Lozano David, Rabinismo y exégesis judía, un acercamiento al pensamiento de los escritores del N.T. Págs. 93, 94. Editorial Clie, 1999).
9-       Se entiende por tipo, aquello que hace una alusión indirecta a una realidad futura, por ejemplo José fue tipo de Jesús, en cuanto a que fue vendido, humillado y después fue exaltado hasta lo sumo. El anti tipo se entiende como la materialización del tipo o su cumplimiento, Jesús es el anti tipo de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento.
10-    (Véase. Keener S. Craig. Traducido por: Nelda Bedford de Gaydou, Arnoldo Canclini, Gabriela de la Rocha, Raimundo Ericson, Miguel A. Mesías, Edgar Morales, José Antonio Septién y Rubéb Zorzoli. Comentario del contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento. Introducción al libro de Apocalipsis. Pág 750. Alabama St. El Paso Texas, Estados Unidos. Editorial Mundo Hispano, 2008).
1-       Para una interesante explicación sobre la simbología detrás del número (666) véase:   Kaiser Jr. C. Walter, Davis H. Peter, Bruce F.F., Branch T. Manfred,  Pasajes difíciles de la Biblia. ¿su número es 666? Págs. 762, 763, 764.  Traductores Alfredo Ballesta, N Rubén y Alicia Zorzoli. Nelda Gaydou, Edgar Morales, Martha de la Rosa Rodríguez, José Septién. Editores. El Paso, Texas, EE.UU. Editorial Mundo Hispano 2010).

Preguntas y proyectos de investigación

1-       ¿Está usted de acuerdo con la autoría del apocalipsis por Juan el apóstol? Diga por qué sí o por qué no.
2-       Haga un estudio exhaustivo del libro de Apocalipsis  y construya una tesis personal acerca de la forma en cómo Juan recibió sus revelaciones, cómo las puso por escrito y qué tiempo le tomó escribir y distribuir su libro.
3-       ¿Cuál es a su juicio el mensaje central del libro de Apocalipsis?




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