Prof. Juan Alberto Galvá Director Academico Instituto Teologico De Santo Domingo INTESAND |
Hace unos años participé en una conferencia sobre Guerra Espiritual, yo creo en la Guerra Espiritual, por supuesto, no todas las novelerías que plantean sus proponentes actuales, que la tratan como una nueva revelación queriéndonos enseñar a descubrir la fórmula del agua tibia y otros inventos novedosos, sino en esa Guerra Espiritual que la iglesia de Cristo ha librado desde que se fundó el cristianismo hasta hoy.
El expositor de una de las sesiones era el conocido autor Peter Wagner, parafraseándolo, el inició su charla más o menos así: (Según creen algunos autores —esto no está confirmado— Juan fue aparentemente obispo en Éfeso, allí en Éfeso, la principal deidad que era adorada era Diana de los efesios, así que, según estos autores, es posible que en algún momento Juan tuvo que confrontar a este ¨espíritu territorial¨ y echarla de su influencia).
Como se puede ver hay varias palabras de su exposición que nos dejan perplejos:
· Según creen
· esto no está confirmado
· aparentemente
· es posible
En cuatro ocasiones el autor, tiene que admitir que está nadando sobre el océano de la pura especulación. El punto es que esta latitud es sumamente movediza y bíblicamente hablando se nos conmina a no proceder de esta manera.
A partir de esa especulación Peter Wagner construyó un castillo de arena quimérico, explicando con muchos argumentos circulares alrededor de la misma tesis, por cuáles razones era factible organizar excursiones turísticas a Turquía (actual Éfeso) con el objetivo de, una vez más, echar de esa localidad al espíritu territorial que dos milenios atrás ¨Juan había echado¨.
Sin embargo veamos lo que nos manda la palabra a través del apóstol Pedro:
I Pedro 4:11 ¨Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios, si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos amen¨.
1 Corintios 4:6: Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más DE LO QUE ESTÁ escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
Así que, el tener un buen equipamiento académico no da derecho a nadie a edificar doctrinas sobre bases endebles y a establecerlas sobre las mentes de los discípulos de Cristo, como si fuera enseñanza genuina, manada de la sencillez e iluminación del Espíritu Santo y las Escrituras. Es más bien deber de los eruditos ser tan bíblicos y sencillos como sea posible en su exposición, y si algo ha de tratarse desde el campo de la especulación, deben crearse todas las salvaguardas necesarias a fin de que los oyentes estén advertidos, de que, lo que se expone, es eso mismo, materia especulativa y que dicha información no es normativa ni apropiada para la construcción de dogmas que todos deben seguir.
Por último, valdría la pena preguntarse… ¿Qué cosa habrá ocurrido con Diana de los Efesios, a quien Juan supuestamente ¨ató y expulsó¨ y ahora había necesidad de volver al mismo sitio a ¨volverla a atar¨? ¡Curioso verdad!
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