Dividir el mundo entre líderes y seguidores no conduce a nada útil, ni tampoco lo hace imaginarse el liderazgo como algo gratificante y cercano a la gloria.
Mientras llenaba los papeles para ingresar a un postgrado en una universidad extranjera, María se sintió confundida al tener que responder la pregunta “¿Es usted un líder?”. Siendo consciente y honesta, decidió responder “No”, y envió los documentos, segura de que iban a rechazarla. Para su sorpresa, la carta que recibió de la universidad decía:
“Estimada candidata: un estudio sobre las solicitudes de admisión de este año revela que nuestra universidad tendrá 1 452 nuevos líderes. Estamos aceptando su solicitud, ya que creemos imperativo que tengan por lo menos a un seguidor”.
Moraleja: preguntarle a una persona si es un líder, resulta inefectivo, y hasta puede convertirse en una trampa. Si uno de esos postulantes fuera un líder, ¿lo será siempre, en toda circunstancia? Y si no lo fuera, ¿está esa persona condenada a seguir siempre a otros? La respuesta a ambas preguntas es no.
Por lo tanto, más que hablar de ser líderes o no, deberíamos hablar acerca de si ejercemos o no liderazgo. En esa lógica, la pregunta clave es: “¿Ejercemos liderazgo cuando se nos presenta el desafío de hacerlo?”.
Por ejemplo, ¿ejercemos liderazgo cuando nuestra relación conyugal o familiar no es buena?; ¿ejercemos liderazgo cuando, al ver una oportunidad de negocio, nos topamos con la negativa de nuestro jefe para abordarla?; ¿ejercemos liderazgo cuando, como ciudadanos, no nos agradan ciertos hechos que ocurren en el país?; ¿ejercemos liderazgo cuando, como autoridades, sabemos que es necesario cambiar la forma en que se vienen haciendo las cosas?
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En ese sentido, resulta indispensable movilizar a otras personas a que asuman también su parte de la responsabilidad y cambien. Sin embargo, esto no es fácil, porque la gente se resiste. De hecho, puede resultar incluso peligroso.
Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Anuar Sadat e Isaac Rabin, entre muchos otros (y podríamos incluir al mismísimo Jesús de Nazaret y a Abraham Lincoln, quien se ha puesto de moda nuevamente), fueron asesinados por atreverse a ejercer liderazgo. Ellos decidieron enfrentar los problemas de su entorno y de su época, y al hacerlo tuvieron que hacer que muchos otros también los enfrentaran, moviéndose de las posiciones en que estaban.
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Por supuesto, no todos querían moverse, muchos se resistieron, evitando ver el problema o culpando a los demás, y otros simplemente se rebelaron y eliminaron a quien era para ellos el problema: la persona que estaba ejerciendo liderazgo.
Es poco probable que usted acabe asesinado físicamente por movilizar a otros hacia un cambio; pero cuidado: también existen los asesinatos virtuales.
Además de estar dispuesto a lanzarse en este desafío, hay que saber cómo hacerlo para no morir en el intento.
Carly Fiorina intentó llevar adelante un cambio mayúsculo en Hewlett-Packard, el cual provocó mucha tensión y una exacerbación de las posturas. Finalmente sucumbió ante la resistencia de fuerzas poderosas dentro de la organización y tuvo que dejar el cargo. La paradoja es que los cambios que impulsó comenzaron, con el tiempo, a mostrar sus beneficios, aunque ya era tarde para ella. Jack Welch también introdujo mucha tensión en sus primeros años al mando de General Electric, en la década de los ochenta; pero, a diferencia de Fiorina, usó las estrategias adecuadas, no sólo para que los cambios se produjesen y la empresa despertara del letargo en que se encontraba, sino para sobrevivir al desafío y llevarse los créditos.
Si hacemos las cosas bien, es probable que lleguemos a ver la luz al final del túnel y seamos reconocidos por ello; pero mientras esto no suceda, habrá incertidumbre e incomprensión. Y puede que, al salir del túnel, ya no estemos ahí para recibir las flores y sean otros los que se beneficien.
Los griegos tenían la razón al decir que, para ejercer liderazgo, había que atreverse y estar preparado para morir. Por lo tanto, más que preguntarle si usted es un líder, le pregunto si está dispuesto a ejercer liderazgo.
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