LA HONRA DE DIOS
En tiempos de campaña electoral los
candidatos suelen, dependiendo de si las encuestas les favorecen o no, dar lecturas sesgadas a las encuestas
de opinión. Si uno de los candidatos que lleva ventaja, aunque sea por un punto
porcentual por encima de su oponente suele alardear y das vítores frente a sus
eufóricos seguidores. Todo esto por apenas un punto porcentual de diferencia.
Eso no es del todo malo, porque el candidato ciertamente está arriba, pero, eso
no es bueno porque la reacción frente al logro es ciertamente exagerada, porque
otra lectura de los mimos datos revelaría, que, al candidato opositor, solo lo separa
un punto porcentual de su oponente para ser el ganador. No se trata pues de un
motivo para estar triste, pero tampoco se trata de una razón para celebrar.
Igualmente, muchas veces el tema de la
honra de Dios únicamente es enfocado desde la perspectiva de lo que se hace
bien, o lo que se hace mal, pero casi nunca es enfocado desde la perspectiva de
lo que se ha dejado de hacer. Debemos pues aprender a tener un radio de lectura
más amplio que el habitual para ver muchas cosas que deberíamos ver y las
cuales están completamente desatendidas.
El tema de la gloria de Dios es uno de
los temas más ligeros y relajados entre los evangélicos, este tema, por sí
solo, tiene suficiente material para la escritura de un libro voluminoso. No se
trata de un tema que haya que fabricar,
pues en la Biblia hay un mar de información al respecto y sus ríos
recorren toda la Escritura. En la Iglesia ideal debe haber más conciencia y
respeto por el nombre de Dios. No solo reverenciaremos al Señor dejando de hacer cosas incorrectas en su nombre sino que además Él será
reverenciado cuando hagamos en su nombre
las cosas que estamos llamados a hacer. Hay que revisar lo que está mal hecho en su nombre y dejarlo de hacer, porque
de lo contrario estaremos tomando el nombre de Dios en vano y la advertencia
para los que no tienen respeto por el nombre de Dios, es digna de ser tomada muy muy en serio:
Éxodo 20:7: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no
dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Deuteronomio 5:11: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque
Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano.
Igualmente hay que revisar aquellas
cosas que debemos estar haciendo en las que Dios recibe la gloria, cosas que
hemos dejado de hacer o se están haciendo mal y hacerlas apropiadamente.
Salmos
105:1: Alabad a Jehová, invocad su nombre;
Dad a conocer sus obras en los pueblos.
Dad a conocer sus obras en los pueblos.
1 Crónicas 16:29: Dad a Jehová la honra debida a su nombre;
Traed ofrenda, y venid delante de él;
Postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad.
Traed ofrenda, y venid delante de él;
Postraos delante de Jehová en la hermosura de la santidad.
Salmos 29:2: Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.
Esta insistencia no es casual, el
apóstol Pablo enseña que hemos sido creados para alabanza de la gloria de su
gracia, (Ef. 1:6). Por tanto es deber
de cada creyente y de la iglesia de forma corporativa mostrar al mundo la
grandeza de Dios en todo su esplendor.
Dado que el Mesías es Dios hecho
hombre, es función de la iglesia reverenciar a Dios en el nombre del Mesías
igualmente. Es deber de la iglesia usar el nombre del Mesías de tal manera que
los resultados hagan honra al Mesías, sino le hacen honra, entonces le
deshonran. Una iglesia sin poder es una burda caricatura de la voluntad de
Dios.
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