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lunes, 14 de mayo de 2012

NOVELA KELVIN EL SONADOR JUAN ALBERTO GALVA





kELVIN EL SOÑADOR
By: Juan Alberto Galvá
Novela/ Guión 
ninguna parte de esta obra puede ser usada sin permiso de su autor.


LA REALIDAD ES UN SUEÑO QUE HACE A LOS SUEÑOS UNA REALIDAD

Se levantó temprano en la mañana como de costumbre y tomo su auto rumbo a la compañía. Para ser un hombre tan joven era claro que Kelvin tenía lo que todo hombre solo podía soñar.

Al llegar a la compañía esperó hasta que el Vigilante le abriera la puerta exterior del recinto y después de saludarlo parcamente se quedó un rato dentro del vehiculo, como disfrutando el instante antes de comenzar la faena.

Cogió  la taza de chocolate caliente que nunca dejaba y se dio un sorbo haciendo una muesca graciosa mientras soportaba el ardor debido a lo caliente que estaba la bebida, pero lo hacia gustosamente; aquellas sorbidas intermitentes eran para el como un ritual catártico.

EL SUEÑO DENTRO DEL SUEÑO

 Miró  el reloj y viendo que aun faltaban algunos minutos para que los empleados llegaran decidió encender la radio  y se quedó abstraído de la realidad por un leve momento escuchando un mensaje grabado el cual había recibido de mano de un amigo el día anterior.

El mensaje giraba en torno a lo que el predicador llamaba “Los Acontecimientos Finales”. Hablaba de la aparición del Anticristo y de la dura persecución que tendrían que padecer los creyentes antes del segundo retorno de Jesucristo.

Repentinamente, en un parpadeo se vio a si mismo en una iglesia, varias bancas atrás, contemplando un pequeño puñado de feligreses quienes aparentemente ahogados por la confusión se preguntaban las razones de que a pesar de ser indubitable que Moisés Itzstar,  la despiadada figura política que había asumido el mandato mundial, tras la crisis surgida del vacío creado por el derrumbe de los Estados Unidos como potencia dominante, personificaba al Anticristo, Jesús no había arrebatado aun a la iglesia.

La expresión de su rostro cambiaba lentamente a medida que veía las caras de los congregados, la angustia y la desesperación.

     Entonces, inesperadamente, un alarmante sonido que estremeció su breve estado de transportación le trajo devuelta a su primer sueño. Se trataba del vigilante quien le despertaba para que se diera cuenta de los demás empleados habían ya llegado, así que, volviendo en si, se limpió la baba que le corría por barbilla, y tragando en seco se dispuso a darse un segundo sorbo del chocolate caliente, y mientras salía del automóvil y cerraba la puerta se tropezó estragosa e irremediablemente con la perra realenga, la acompañante fiel del vigilante, así que los empleados se le acercaron y trataron de reanimarlo ya que aparentemente se había dado un golpe fatal.

El vigilante, al principio se mostró algo indiferente, haciendo un muesca con la cara, pero después de un muy breve rato, apoyando la escopeta en el suelo hizo al menos la mímica de que estaba interesado por la situación, así que se unió al grupo de los que lo jamaqueaban para que despertara.

DE VUELTA A LA REALIDAD IRREAL

Kelvin solamente sintió aquel incomodo cambio de temperatura, ¡Coño! —dijo, me oriné.  Con los ojos vidriosos comenzó a divisar objetos y de repente enfocó el rostro de su madre, quien le urgía para que se bañara y se preparara para ir al trabajo, lo cual hizo lerdamente como le era propio. Después de bañarse y cambiarse, se metió un pedazo de pan en la boca y se bebió un trago de chocolate y sin escuchar la retahíla de cosas que le decía su madre le dio un beso en la frente y se marchó.

LUCHANDO EN SU CARCEL TEMPORAL

Ella lo miró con aquella expresión de pena mezclada con optimismo, empezando a aceptar que su amado  Kelvin no era ya un niño sino un joven cuyo futuro empezaba a preocuparle seriamente, así que no pudiendo detener el curso de los acontecimientos volvió a sus tareas habituales. 

Cuando Kelvin llegó al trabajo era ya tarde, y sabia que lo tendrían en la mirilla pues llevaba tres días llegando fuera de la hora así que aprovechando una discusión sobre unas mercancías no entregadas intento escabullirse sin ser advertida su presencia, pero no fue posible pues Antonio, su jefe, lo notó al vuelo.

—¡Kelvin! —le gritó Antonio enérgicamente. O sea que ahora esto ha de ser todos los días…
Kelvin no le respondió pues sabía que era la mejor táctica para evitar un largo sermón. Pero Antonio lo miró  fijamente a los ojos y lo invitó a que lo acompañara a su oficina. Kelvin supo entonces que las cosas no serían tan simples como las veces anteriores.

—Kelvin, —lo abordó Antonio, tu comportamiento me hace pensar que realmente no te interesa este trabajo.
—De ninguna manera señor Antonio, este trabajo es muy importante para mí.
—Y si es tan importante ¿porqué estas llegando tarde todos los días?
El muchacho no supo que decir, hizo algunas muescas con el rostro y le sobrevino una repentina comezón craneal, que mas adelante fue avanzando hasta llegar inclusive a su ingle. Antonio reaccionó algo molesto ante su inesperada comezón y, no sin cierto enojo le conminó a dejar de rascarse.
— ¿Podrías dejar de hacer eso? —le dijo resueltamente.
Kelvin asintió  con la cabeza pero sus manos parecían actuar independientes de él, pero con cierto esfuerzo consiguió calmarse.
—Los otros muchachos del almacén también tienen quejas de ti, dicen que  te la pasas en el limbo y que muchas tareas salen mal porque la mayor parte del tiempo estas en Kelvinlandia.

Kelvin no hizo esfuerzos por negar lo que Antonio le increpaba, él sabía que todo era cierto y que aunque trataba de controlar aquello le era imposible. Sus sueños eran muy vividos y le impedían mantenerse en la realidad, eran tan vividos y distrayentes que inclusive le estorbaban para realizar su añorada meta de convertirse en escritor. 
        
Fue entonces cuando Antonio decidió ponerle a Kelvin los puntos sobre las íes.
     Mira hijo para no alargar inútilmente esta conversación te lo voy a poner tan claro como sea posible, la próxima vez que llegues tarde o te aleles y te quedes en la luna en el almacén, hasta ahí llegas. Así que lo dejo en tus manos.

A Kelvin no le quedó otra sino aceptar todo lo que le dijo el jefe, pidió permiso para retirarse de la oficina y cuando entro al almacén los demás lo miraban de reojo, con cierta malicia. Mondragón, uno de los hombres del almacén se le acercó para supuestamente solidarizarse con el muchacho, pero Kelvin sabia que su intención no era buena, pues era el mismo quien lo indisponía con el jefe. Corpulento como era, lo abrazo fuertemente dejándolo casi sin aliento.

Kelvin sabía que sus días estaban contados en aquel lugar. Pero lo que mas le preocupaba era el hecho de que si no lograba su aspiración su tiempo estaba contado en cualquier lugar en que estuviera pues no tenia control de sus desvaríos  mentales.

EUSEBIO, EL AMIGO FIEL

Salió  del trabajo muy tarde ese día, y se marchó rumbo al lugar en donde con frecuencia se reunía con un amigo de la infancia. Se trataba de Eusebio. Se sentaron en un restaurante barato y compartieron rico majarete.

— ¿Escuchaste el cassette que te presté? —Dijo Eusebio.
— Aha, lo escuché en mi vehiculo. —Le respondió Kelvin.
— ¡Cómo, no me digas!, ¿desde cuando tienes vehiculo? —Dijo Eusebio.
— Te gusta seguirme la corriente, —le dijo Kelvin. Sabes bien que no tengo ni en qué caerme muerto. Cuanto más un vehiculo.
Eusebio solo atinó a sonreírse, ambos estaban muy mal económicamente.
— Una pregunta, le dijo Kelvin a Eusebio inesperadamente, mientras lo miraba de una forma muy inusual….
— No se supone —indagó Kevin, que tú deberías ser pobre, los evangélicos andan diciendo por ahí, que un cristiano no puede ser pobre, entonces….
— Esas son boberías sin ningún fundamento, le respondió Eusebio, no te niego que las cosas no están muy bien conmigo, pero nada tiene eso que ver con que ser creyente en Jesucristo implique tener riqueza material.
— Ojala fuera cierto, —respondió Kelvin, si así fuera creo que ya me hubiera decido.
Eusebio reintrodujo el tema del cassette aunque sin mucha convicción, lo hizo de hecho solo para evitar que la conversación girara entorno a su persona.

—No me terminaste de decir sobre el cassette, ¿Qué te pareció el mensaje?
Kelvin se quedó pensativo un rato, hizo algunos ademanes que no parecían tener fin, y al final miró o a Eusebio con cierto misterio, fue entonces cuando, sin pausa le dijo palabra tras palabra: “creo haber tenido una revelación”.

Esa frase pareció sacar a Eusebio de su letargo.
— ¡Cómo dices! ¿Una revelación? ¿Qué revelación?
Las preguntas de Eusebio llovían una tras la otra casi sin dar tregua a Kelvin para que respondiera. Sin embargo, Kelvin hizo consciente a su buen amigo de una realidad que debía tener presente.
—Recuérdate, que no es infrecuente en mí, salirme de mi realidad, así a que nada de lo que te diga debes dar total crédito, pues se puede tratar simplemente de otro desvarío de mi cabeza. De hecho, muchas veces estoy tan embebido en mis sueños que no distingo si son sueños o realidad. Ahora mismo estamos reunidos tú y yo, pero quizá algo me haga despertar y descubra que todo esto ha sido un letargo o algo así.
Un breve silencio pareció ocupar el espacio entre ambos amigos, de repente Kelvin sintió un fuerte dolor en su mano izquierda.

     ¡Hey! ¿Qué pasó porqué me pellizcas? —le inquirió Kelvin a Eusebio.
     Para que te des cuenta que esto no es un sueño, ahora vamos, cuéntame tu revelación.
Entonces Kelvin empezó a contar a su amigo su extraño sueño. Al terminar de contar la historia Eusebio estaba sorprendido y con multitud de palabras procuró hacer entender a Kelvin que de alguna manera Dios le estaba mostrando cosas que muchos creyentes anhelarían haber visto.



Eran las 9 de la noche, llovía copiosamente, Kelvin llegó a su casa ensopado y completamente cariacontecido, allí lo esperaban su madre Perfecta y su hermana Tranquilina, que por compasión fue apodada Lina, pero cuando había alguna disputa entre ambos no se salvaba, así que la hacía sufrir llamándola por su oprobioso nombre.
Perfecta preparaba la cena, un chocolate de agua, pan tostado y huevos revueltos. Tranquilina esperaba en la mesa limándose las uñas, mientras  Kelvin entraba sigilosamente tratando de no llamar la atención.

Iba a mitad de camino, casi llegando al pasillo que conducía a las escaleras que daban con las habitaciones cuando escuchó a su madre propinarle una bofetada a Tranquilina. Aquella noche las cosas no irían bien, habría una de tantas rabiacas provocadas por la frustración de la madre, quien no se resignaba a la pérdida del esposo que se había ido a vivir lejos a trabajar por el bien de la familia y del que hacía ya 5 años que no sabía nada.
— ¡Coño! ¡Porqué me das!
Estalló Tranquilina en cólera.
—Te haces, que no sabes, —le gritó la madre mientras se disponía a sermonearla. Cuántas veces tengo que decirte que no te limes las uñas en el comedor, porque es de mal gusto, sino no entiendes con palabras luego tengo que usar lo único que parece funcionar contigo.
Entre tanto Kelvin seguía subiendo las escaleras lentamente, pues no quería tener que involucrarse en aquel pleito.
—No soy un animal, no tienes que pegarme.
Perfecta se acercó a Tranquilina y cuadrándosele de frente le dijo cadenciosamente: “Eres peor que un animal, a los animales los golpeas y jamás repiten los mismos errores, pero a ti no hay forma de corregirte porque siempre vuelves a lo mismo”.
Perfecta se dio entonces media vuelta e intentó retomar el hilo de los deberes. Fue entonces cuando en un leve susurro Tranquilina dijo: “amargada”.
Pero Tranquilina había olvidado para desgracia suya, que su madre escuchabas más que un malogrado, así que ya no aguantando más volteó airada y le dio otra bofetada a la joven mientras le gritaba histérica “malagradecida”, “abusadora”.
La muchacha estaba petrificada y sus ojos ardían de ira, mientras la madre en total desenfreno se desbordaba en improperios, mientras se preparaba para dar su estocada final, la midió con ira sañosa, sus músculos estaban preparados para la descarga, sus piernas firmemente plantadas para lanzar el ataque, y de pronto el misil fue impactado antes que llegara a su destino. Kelvin la tomó por el brazo sujetándola fuertemente, y le dijo en tono enfático un sonoro: “!Basta!”
—Suéltame, le ordenó la madre airada. Pero el la apretó mas fuerte, entonces en una movida inesperada, Perfecta abofeteó a Kelvin con la otra mano y también abofeteó a Tranquilina con la otra.
Terminando ese feo capitulo con una frase lapidaria: “aquí mando yo!”

Para entonces la lluvia había arreciado y tronaba profusamente. Perfecta terminó de poner la mesa y los demás comensales se dispusieron a cenar en medio de un silencio tan agudo que podía escucharse, mientras

Juan Alberto Galvá
829-333-3981
albertogalvac@hotmail.com









sábado, 12 de mayo de 2012

BIBLIA COMENTADA GALVA UNETE A ESTE TITANICO PROYECTO


BIBLIA COMENTADA GALVA

UNETE A ESTE TITANICO PROYECTO

 

Introducción al estudio expositivo Del libro de

Los Hechos De Los Apóstoles


La autoría de este libro ha sido atribuida históricamente a Lucas. El libro no da el nombre de su autor en ninguna parte, sin embargo, algunas evidencias internas, favorecen fuertemente la idea de que ciertamente el auto pudiera tratarse de Lucas, el evangelista que acompañó a Pablo en por lo menos en dos de sus viajes y quien además resultó serle un fiel colaborador en medio de sus prisiones y del único de quien Pablo atestigua “solo Lucas esta conmigo.”
Por otra parte, Pablo haciendo referencia a Lucas lo llama cariñosamente “el medico amado”, y tanto en el evangelio que lleva su nombre como en el libro de los Hechos hallamos un idioma griego finamente estructurado,  así como varios términos estrechamente ligados al ejercicio de la medicina, todo lo cual encuadraría bien con una persona ilustrada como lo seria un medico de la época de Lucas. Esto nos permite decir que Lucas pudo haber sido el autor del evangelio como del libro de los Hechos.

A mi modo de ver las cosas, la manera más sabia de dar inicio al estudio del libro de los Hechos de los Apóstoles, es hurgando en los últimos versículos del capitulo 24 del evangelio según san Lucas
Lucas 24
1. El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro;
3. y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;
5. y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
6. No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,
7. diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
8. Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
9. y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
10. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
11. Más a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían.
12. Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
13. Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.
14. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
15. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.
16. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.
17. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?
18. Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
19. Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
20. y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.
21. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
22. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro;
23. y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.
24. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
25. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
26. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
27. Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
28. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos.
29. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.
30. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.
31. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.
32. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
33. Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,
34. que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
35. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
36. Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
37. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
38. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
39. Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
40. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
41. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
42. Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
43. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
44. Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
45. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;
46. y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
47. y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
48. Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
50. Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
51. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.
52. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
53. y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.

Como se puede observar, Lucas da seguimiento a los últimos días Cristo hasta un punto climático en la ascensión. Se percibe inclusive en sus últimas palabras que, después de haber sido bastante descriptivo en su narrativa, su impulso disminuye un poco. Seria muestra de que realmente su investigación significo mucho esfuerzo para él, razón por la cual después de la resurrección solo relata dos episodios básicos sobre la resurrección, de los cuales, quizá el mas valioso sea el del camino a Emús, ya que ningún otro evangelista lo registra. Esta aparente prisa por terminar el relato es fácilmente comprensible para cualquiera que haya escrito algún libro, máxime cuando se trata de una historia verídica.
Tanto el hombre, como el Espíritu Santo convergieron en que, en el punto en que culminó la historia para el evangelio era el más apropiado y así se quedó. Pero por su puesto, Dios deseaba que este mismo abrupto final de Lucas, fuera a la vez el motor que de seguro impulsaría a Teófilo, su destinatario original, a pedir a su amigo Lucas que continuara tan fascinante historia. Teófilo sabía que todo el contenido del evangelio no podía quedar solo en la ascensión del Señor y en sus discípulos celebrando día tras día en el Templo de Jerusalén.
Es pues, de esto modo, como hallamos la introducción de Lucas, retomando el relato justo donde lo había dejado antes:

Hechos 1:1-2
1. En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,  hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;

El primer tratado, como ya hemos observado es el evangelio de Lucas, en dicho evangelio Lucas ofrece una cantidad considerable, al igual que Juan en cuanto a perspectiva y profundad teológica, que ningún otro evangelista nos narra. Solo Lucas nos habla de:
1-      La historia del nacimiento milagroso de Juan el Bautista, así como su comisión espiritual, con lo cual Juan deja de ser un personaje salido de la nada y por el cual sabemos que entre Juan y Jesús había algún tipo de parentesco.
2-      Es el único que relata la anunciación del nacimiento de Jesús por el ángel Gabriel.
3-      Solo Lucas relata el himno de alabanza de María mejor conocido como magníficat.
4-      Únicamente en Lucas hallamos algunos breves relatos sobre la niñez de Jesús, los cuales entran en serio conflicto con las burdas historias que circulaban en ese tiempo sobre la niñez del Señor y con lo cual se suplió información sobria y necesaria que contribuyera a mitigar la curiosidad comprensible por un lado, y la morbosa por el otro, acerca de que sería sobre los años de niñez del Salvador.
5-      Lucas es el evangelista que mas datos y referentes históricos aporta, con los cuales se puede ubicar la historia de los evangelios en un contexto histórico bastante bien definido.
6-      Solo Lucas relata las bendiciones y salutaciones de Ana y Simeón.
7-      La Parábola del Rico y Lázaro.
8-      La parábola del hijo prodigo
Como se ve hay aquí solo algunos de los datos aportados por Lucas, sin los cuales los evangelios estarían incompletos. Lo cual atestigua bien a favor del motivo para escribir el evangelio:
“Ya que muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas” Lc. 1:1.
Hechos 1:1-2
1. En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,  hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;


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