Nadando con aviones, increíbles fotos tomadas en una isla caribeña
De Benito Kozman | El Viralero – vie, 3 abr 2015
Daniel Botelho le dio la vuelta al mundo para fotografiar al extraño pez Mola-Mola, ha nadado con cocodrilos en el Nilo y elefantes en la India, ha visto de cerca tiburones blancos y otras temibles criaturas acuáticas, pero una sesión de fotos en una playa del Caribe se convirtió en uno de los mayores retos profesionales de su carrera.
Botelho pasó una semana en las aguas de la playa Maho, en la isla de St. Martin, para captar los increíbles instantes que conforman su serie "Nadando con aviones".
Famosa por el vuelo rasante de las aeronaves, la perspectiva del lugar crea la impresión de que los bañistas casi pueden tocar una con las manos. Muchos se reúnen allí, para disfrutar del trópico y el peculiar espectáculo, revisando los horarios de salida y llegada de los aviones, que es publicado diariamente en cada bar y establecimiento turístico del área.
El artista trabajó con la modelo Ane, buscando que la sincronización con los aviones fuera perfecta, de manera que la composición de ella y los aviones volando a baja altura tuvieran una peculiar simetría.
Las imágenes fueron tomadas con el lente de Botelho nivelado, o sea, mitad dentro del agua y mitad fuera, para capturar tanto a Ane como al avión que la sobrevuela en ese momento.
El objetivo principal de la sesión fotográfica era captar un Boeing 747 de KLM, porque una famosa imagen de ese avión sobrevolando la playa en dirección al aeropuerto internacional Princesa Juliana fue lo que inspiró a Botelho a realizar su serie. El avión, en su versión regular, tiene capacidad para más de 400 pasajeros.
"Y ese avión sólo viene los lunes, viernes y domingos", relató el fotógrafo a Grindtv. "Así que durante una semana tuvimos tres oportunidades para hacer esto. Por supuesto hubo algunos días de mal tiempo, y otros días la modelo no estaba en el lugar correcto, y otro las olas eran tan grandes que no podíamos hacer la sesión".
Al menos un par de días Botelho y Ane pasaron hasta ocho horas seguidas dentro del agua "mientras la gente a nuestro alrededor tomaba cervezas, de vacaciones".
Para el fotógrafo, la experiencia de pasar tantas horas tomando miles de fotografías fue como trabajar en una mina de oro, sacando toneladas y toneladas de tierra para hallar algunas pequeñas pepitas. Y cambió para siempre su perspectiva de los aviones en los que se desplaza de un lugar a otro del mundo como fotógrafo de National Geographic y Walt Disney.
"Después de cientos de horas en el agua y miles de fotografías tomadas, fue muy gracioso verme en mi camino de vuelta a casa en el interior del avión, mirando por la ventana a la gente en la playa, viendo los despegues. Puedo decir que nunca voy a mirar a un avión de la misma manera que lo hacía antes de esta asignación", aseguró.