Prof. Juan Alberto Galva Fundador del Instituto Teologico De Santo Domingo INTESAND |
LAS IMÁGENES VERBALES USADAS PARA
HABLAR A LOS PATRIARCAS
De la misma forma
prácticamente todas las promesas a los patriarcas estaban expresadas en
lenguaje de:
§ Posesión de tierra. (Gn. 12:1-2),
(Sal. 69:35). (Is. 14:2).
§ Poder frente a los enemigos. (Gn.
12:3).
§ Ganado, (Jer. 31:12).
§ Agricultura prospera. (Is.
65:21), (Jer. 31:5).
§ Vino. (Jer. 31:12).
§ Aceite. (Jer. 31:12).
§ y multiplicación humana. (Lev.
26:9), (Jer. 30:19), (Ez. 37:26).
Esas eran las
imágenes que comunicaban un mensaje asimilable para los hombres de aquella
época. El mundo material lo permeaba todo y no había realidad fuera de que los
sentidos podían percibir, de ahí lo
difícil de arraigarse en la idea de un Dios inmaterial que no podía ser
representado ni tocado.
Pero, si bien el
mensaje se daba en términos materiales el profuso lenguaje extremo usado por
Dios a través de sus profetas era en sí mismo indicativo de una realidad
superior para la que no había lenguaje apropiado aún para comunicar. Por lo
mismo las promesas de Dios a menudo están expresadas en lenguaje hiperbólico y
extremo:
(Génesis 22:17): de cierto te bendeciré, y multiplicaré
tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la
orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
(Levítico 26:8): Cinco de vosotros perseguirán a ciento,
y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de
vosotros.
(Levítico 20:24): Pero a vosotros os he dicho: Vosotros
poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra
que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he
apartado de los pueblos.
(Zacarías 8:23): Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En
aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua
tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos
oído que Dios está con vosotros.
Es obvio que es un
lenguaje que expresa una realidad que va mucho más allá de la felicidad que un
humano alcanzaría a disfrutar en una vida promedio, es entonces un lenguaje
trascendente, es pues un lenguaje que apunta a una realidad espiritual. Por
todo ello, así como en todo momento es preciso tener la idea de Dios salvando a
un pueblo, su pueblo, extraído de la humanidad caída, igualmente es necesario
tener presente en todo momento que la idea final era, partiendo de la realidad
meramente física y sensorial, avanzar hasta la realidad más sublime y perfecta
del mundo ya no “material” en su sentido de lo sensorial, sino a aquella
dimensión de lo completo, lo acabado, lo perfecto. Con esto en mente avancemos
en la comprensión del plan perfecto de Dios acerca de su pueblo.
El plan original, un pueblo de su deseo (Abraham y la promesa
trascendente)
Hay
que notar cómo Dios empieza su plan haciendo una especie de selección y
descarte:
Dios escoge a
Abraham y le promete que tendría hijos por millones. Pero al escoger a Abraham
deja a todos los demás seguir las
historias de sus vidas según sus propios criterios. La condición de toda la
humanidad hasta ese momento era universalmente un estado de postración, sin
esperanza y sin Dios. Ciertamente Dios venía tratando de tiempo en tiempo con
algunos individuos, pero hasta este momento no había entrado en un pacto
orientado a establecer un nexo de compromiso con individuo alguno con el fin de
garantizar la redención de la humanidad,
pero con Abraham eso cambió.
El Señor le promete
a Abraham que le entregaría a él y a su descendencia toda la tierra y que su
descendencia sería innumerable. Esta promesa en el plano terrenal, nunca se ha
cumplido, en el sentido de un Israel étnico con una población incontable
literalmente hablando ni siquiera hiperbólicamente hablando. La única tierra
que Abraham poseyó en vida, fue la heredad de sepultura que compró para Sara (Gn. 23.) Israel en tiempos de Salomón se
expandió mucho por un breve tiempo, pero, ni en su mejor momento, se puede
hablar de Israel como una potencia, desafortunadamente, solo en tiempos de
David y Salomón Israel tuvo alguna preeminencia en la zona y solo por el hecho
de que los Imperios de la región estaban debilitados o en decadencia. A pesar
de ello, aún antes de entrar en la tierra prometida, Moisés se expresa acerca
de la población de Israel en estos términos:
“[…] Jehová
vuestro Dios os ha multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas
del cielo
en multitud. (Dt. 1:10).
[…] Con
setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho
como las estrellas del cielo en multitud.” (Dt. 10:22).
Tampoco se puede
obviar la información que ofrecen los libros de Jueces y Josué, en ambos libros
se declara de manera enfática y con frases contundentes, que las promesas que
Dios hizo se cumplieron y que ninguna de sus palabras faltó. (I R. 8:56).
“Bendito sea
Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había
dicho; ninguna palabra de todas sus buenas promesas que expresó por Moisés su
siervo, ha faltado.” […] (Jos. 23:14 y ss.).
Nadie en aquella
memorable reunión alzó su voz para decirle a Josué mentiroso, o acusarlo de
inexacto. ¿Cómo entonces reconciliar estas palabras con el hecho cierto de que
lo que se cumplió no parece corresponderse con la magnitud de lo prometido?
Creo que para esta cuestión hay varias posibles respuestas:
UNA ESPECTATIVA DESBORDADA.
(Hiperidealización). Las promesas fueron cumplidas y
no hay nada más que esperar por parte de Dios a este respecto. Los estudiosos
de la Biblia quienes proponen que estas promesas están pendientes de
cumplimiento estarían leyendo entrelíneas cuando enseñan que las promesas
esperan cumplimiento. Esta posibilidad propone que al hablar de que Abraham
tendría hijos como las estrellas del cielo y como las arenas del mar, uno puede
concluir que Dios simplemente usó una hipérbole para expresar lo que en
definitiva fue y llegó a ser el pueblo de Israel, no una simple tribu sin
importancia, sino una nación reconocida que ejerció y ejerce en la actualidad
gran influencia en los asuntos políticos y religiosos tanto de su época como de
la época actual. Tomando en cuenta que del seno de Abraham han surgido las tres
religiones más influyentes de la tierra, y todas proclaman de una u otra manera
su origen en Abraham y su devoción al Dios único. Desde esta perspectiva gran
parte del problema se soluciona y la declaración bíblica encajaría perfectamente.
El único problema es que es el mismo autor
de Hebreos quien afirma que Abraham y muchos de los héroes de la fe no
vieron metarializarse exactamente lo que literalmente dice la promesa:
“[…] Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no
recibieron lo prometido. Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para
que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.” […] (Heb. 11:39-40).
Por tanto ese aparente incumplimiento amerita una
explicación.
A)
LAS PROFECIAS ESTAN “FRISADAS” las profecías referentes a la multiplicación y posesión de toda la
tierra, así como el señorío de Israel aun esperan su cumplimiento. El problema
evidente con este posibilidad es que choca de frente con una declaración
bíblica que dice que las promesas ya se cumplieron, esta expresión esta vertida
en la Biblia en una forma tan tajante que es virtualmente imposible entender
dicha declaración de otra manera que no sea, lo que efectivamente dice: que la
promesa fue cumplida: (Dt. 10:22. I R.
8:56).
“Así fue como el Señor les dio a los
israelitas todo el territorio que les había prometido bajo juramento a sus
antepasados, y ellos se establecieron y vivieron allí. El Señor cumplió su
promesa, y les dio paz en todo el territorio. Sus enemigos no pudieron hacerles
frente, porque el Señor les dio la victoria sobre ellos. Ni una sola palabra
quedó sin cumplirse de todas las buenas promesas que el Señor había hecho a los
israelitas.” (Jos. 21:43-45), (Cf. Jos. 23:14).
LA PROMESA TIENE
DOS ETAPAS O VERTIENTES O MOVIMIENTOS CICLICOS HASTA ALCANZAR UN CLIMAX.
Esta posibilidad
encaja mucho mejor que las dos anteriores. Consiste en el hecho de que el plan
de Dios tiene dos grandes etapas, si uno quiere irse mucho más atrás, tiene que
recurrir un poco a deducciones que a mi juicio encajan bien con el patrón
general, pero conste, deducciones al fin. Bueno, ¡Aquí vamos!:
Dios quiso crear el
universo y sus criaturas, pudo, cómo sabemos, hacer que todas sus criaturas
actuaran en orden y perfección intachable sin jamás pecar. Pero no lo hizo así,
más bien quiso diseñar sus criaturas en perfección moral y con un diseño
básico, que era bueno para el propósito inicial pero claramente mejorable. Pero
al mismo tiempo esas criaturas moralmente correctas gozarían de una libertad
circunscrita a ciertas limitaciones que Dios mismo estableció. Tenían libertad
y poder para hacer el bien en un principio, pero estaban igualmente susceptibles a la desobediencia y a las malas
decisiones. Dios quería que sus criaturas fueran enriquecidas conceptualmente,
que su existencia tuviera un entendimiento basado en la experimentación o en la
vivencia de las ideas. Dios no quería servidores que le prodigaran amor, sin
saber qué cosa es el odio, ni quería seres que les dieran las gracias por la
provisión sin saber que era la necesidad.
No obstante, estos
dos grandes segmentos de la creación debían ser según su plan perfecto puestos
adrede a prueba: los ángeles fueron probados y una parte de ellos recibió lo
que eligieron; libertad de rebelarse y hacer cuanto quisiera su ser, la otra
parte evaluó los resultados de la rebelión y tomó la decisión de permanecer en
alianza con el creador. Pero ambos segmentos habían entrado en la etapa del
servicio o la rebeldía conscientes. Ya no había neutralidad, ya habían salido
del ámbito de la inocencia y habían madurado tomando plena consciencia de sus
decisiones, notemos que la referencia a la rebelión de los ángeles los sitúa
bajo una condición del pleno ejercicio de su libertad para decidir: (Cf. Jd. 1:5 y ss..).
Y con la humanidad
la situación es similar, con la diferencia de que los ángeles no pueden
procrear y los seres humanos sí. Es allí donde estriba la gran diferencia entre
estos dos grandes grupos de la creación, por así decirlo los hombres recibieron
el privilegio que no tienen los ángeles de ser co-creadores o propiamente dicho
procreadores. Así que, en cuanto a la raza humana, Dios anda buscando ese
segmento consciente que le adore y que le sirva con pleno conocimiento o en
palabras de Jesús, en espíritu y en verdad. (Cf.
Jn. 4:24). Pero como ya he dicho, diferente de los ángeles la historia de
los hombres es al mismo tiempo lineal y cíclico, se repite, pero avanza
inexorablemente según el plan perfecto del creador hasta alcanzar su cenit.
Así que la
humanidad por ser creada en debilidad de poder y conocimiento con relación a
los ángeles y por ser procreadores, ha sido aparentemente el eje central de
toda la historia divina. Aunque, y esto es sumamente importante destacarlo, el
verdadero protagonista de toda esta historia es Dios mismo, sobre todo en el
acto sublime de su encarnación. Visto de esta manera, aún a pesar de todas las
desgracias y vicisitudes por las que han pasado y pasa la humanidad, podemos
dar gloria a Dios por su inmenso poder y por hacer de la humanidad el eje
alrededor del cual gira la historia del universo para su propia gloria. O al
menos, desde acá, debajo del sol, es así como se percibe.
Por tanto Dios
busca en su universo la perfección de las criaturas que le sirvan, pero a la
perfección no se llega mediante un chasquido de dedos; conste, Dios puede
hacernos perfectos con solo quererlo, pero se propuso que esas criaturas
pudieran servirle a partir de sus propias realidades, que ocupándose de sus
propias historias cada episodio individual y toda la historia en conjunto
hicieran brillar su majestad, que cada individuo desarrolle su potencial, que
mediante la experimentación alcance la madurez y se ponga en camino de la
perfección esa es la clara enseñanza de la Biblia (Heb. 2:5-18, 5:1-10, 11:1-40). Si usted ha leído esto y es judío o
descendiente de padres judíos, solo entonces usted estará preparado para leer, entender, aceptar o al
menos darme el beneficio de la duda sobre lo que expondré a continuación:
Israel era un medio para alcanzar un fin, su gran privilegio es y ha sido, ser
escogido por Dios entre muchos otros pueblos igualmente desmeritados.
La dinámica del desarrollo del plan, el Israel étnico e histórico en
tiempo y espacio
Así que, ya en el
plano terrenal luego que Dios escoge a Abraham quedan claramente definidos
representativamente los dos segmentos, los cuales veremos una y otra vez: la
línea étnica abrahámica y la línea de la promesa espiritual hecha a Abraham.
Abraham engendra a
Ismael legalmente, Dios bendice a Ismael pero
escoge a Isaac y a los demás hijos de Abraham, los aparta de Isaac. Aquí
se repite la selección. (Gn. 25:1-6).
Después Dios mismo anuncia la supremacía de lo que sería el pueblo de Jacob
sobre los descendientes de Esaú su hermano. Una vez más el mismo procedimiento. (Gn. 25:19-26). Temporalmente Dios
exalta a José, y lo coloca por encima de todo su clan. (Gn. 37:5 y ss...). Más adelante, Jacob profetiza la jefatura
tribal y real de Judá sobre sus hermanos, desecha claramente a Rubén y
establece a Judá. (Gn. 49:1 y ss..).
Después Dios desecha al primogénito de Isaí, Eliab, y escoge al pequeño David. (I Sm. 16:1 y ss..). David y el Señor
rechazan a Adonías y prefieren a Salomón. (I
R. 1:1-53). Finalmente Dios le
promete a David que su casa tendría el reino por la eternidad (Cf. Gn. 49:10). Pero esto en sentido
humano no ha tenido cumplimiento estricto. Después del año 587 A .C. Nabucodonosor II
quitó a Sedequías o Conías del trono de
Judá. (Cf. II R. 25:1 y ss...).
Después de este fatídico episodio la casa de David no ha vuelto a tener un rey
que continúe el reino. Por tanto aquí aplica bien la propuesta de Brent D.
Sandy, sobre el uso del lenguaje metafórico el plantea:
“Es importante señalar que las metáforas
hablan verdades, pero los significados superficiales de las palabras que
conforman las metáforas hablan falsedades.”1
(1
Crónicas 17:12):
El me edificará casa, y yo
confirmaré su trono eternamente.
(140. Salmos 89:4):
para siempre confirmaré tu descendencia,
Y edificaré tu trono por todas las generaciones.
Y edificaré tu trono por todas las generaciones.
(141. Salmos 89:28):
para siempre le conservaré mi misericordia,
Y mi pacto será firme con él.
Y mi pacto será firme con él.
(142. Salmos 89:29):
Pondré su descendencia para siempre,
Y su trono como los días de los cielos.
Y su trono como los días de los cielos.
(143. Salmos 89:36):
Su descendencia será para siempre,
Y su trono como el sol delante de mí.
Y su trono como el sol delante de mí.
Si fuéramos a
interpretar estas expresiones al pie de la letra sabemos que de inmediato
tendríamos un problema, ya que en 587
A .C. cesó hasta el día de hoy el gobierno de Judá sobre
el pueblo de Israel. Así que la mejor conclusión a la que podemos llegar es que
debemos no tanto ver lo que los textos escatológicos escritos en lenguaje
apocalíptico y metafórico nos dicen literalmente sino lo que Dios en su
conjunto nos está comunicando con todas estas expresiones e imágenes
conceptuales.
Así mismo, esta
clara y consistente lista de preferencias debe ser suficiente argumento para
mostrar un patrón, una intención. Dios quiere darnos un mensaje a través de
este proceder. También es claro, que Dios, que no miente, ha hecho promesas que
no se han cumplido cabalmente si es que las tomamos al pie de la letra y aún
más si procuramos ver más allá de lo que estás en ese lenguaje ya de por sí
hiperbólico quiere comunicar.
Lo primero que
subyace o lo más fácilmente discernible a partir del análisis precedente es que
Dios no se opone a los arreglos humanos, a sus reglas para organizar el orden
social, familiar y político, pero cuando estas reglas interfieren con su plan
él ejerce su soberanía de tal forma que nada cree distracción a sus propósitos.
Lo segundo que se
destaca es que cuando promete algo, ese cumplimiento puede tener dos o más
episodios de cumplimientos parciales o “típicos”, yo prefiero verlos más que como
cumplimientos, como “ecos” que funcionan como anticipaciones o recordatorios de
una realidad última y conclusiva.
En algunos casos
estos “ecos” o “cumplimientos virtuales” actúan como alicientes que satisfacen
el estándar humano temporal, debido precisamente al carácter transitorio del
hombre y a la inmutable trascendencia de Dios, Dios no está para nada
desesperado o ansioso por el cumplimiento de sus planes, no hay nada
deteniéndolo ni apresurándolo, él está de hecho contento y satisfecho con el
desarrollo de su plan perfecto en su inconmovible atemporalidad. Esto no nos
hace ver a Dios impasible, sino muy alegre mirando que cada parte de su plan
marcha según lo previsto, esto puede ser perturbador para algunas personas,
pero en realidad si se analiza bien, es motivo de gran alabanza por la
sabiduría y el control de Dios.
Hace poco veía un
documental sobre el histórico despegue del lanzamiento del cohete espacial que
llevó a los hombres a la luna por primera vez. Veía todo el tiempo que le tomó
a la NASA conseguir lanzar una nave tripulada de forma mínimamente segura,
miraba el tamaño colosal de esta nave, y el momento crítico en que los motores
se encendían, la humareda que lo cubría todo, y el potente impulso que sacaba
por primera vez a los hombres de los límites de la atmósfera humana. ¡Y pensar
que fue Dios quien planificó ese día!, pero esperó pacientemente, durante
milenios, mientras el hombre dejaba las cuevas, realizó guerras, construyó y
destruyó ciudades, hizo descubrimientos de toda clase, hasta que comenzó a
poner sus ojos ya no solo en conquistar y sojuzgar la tierra que es
estrictamente la tarea que se le asignó. Pero ese día llegó sin que nada ni
nadie lo estorbara, el hombre no reconoció a Dios en medio de toda esa
maniobra, Dios estaba al margen en el corazón del hombre, más este ignoraba que
de no haber sido por su plan maestro y el impulso interno que él mismo puso en
la humanidad, representada por los actores finales quienes llevaron a cabo ese
plan, jamás habrían podido ellos elevarse y traspasar los cielos.
Dios no tiene prisa
al menos no en el sentido humano de la prisa; él va encaminando su plan día a
día a paso seguro y sin retrasos. Pero el hombre definitivamente no goza de esa
feliz y confiada templanza, por lo mismo, Dios, que entiende bien esa acentuada
diferencia provee “marcadores” “ecos” por así decirlo, que alienten a las generaciones
que intervienen en el devenir de la historia, a fin de que la esperanza siga
viva a través de las edades, mientras sus hermanos van alcanzado las promesas y
hasta la consumación del plan eterno.
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