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miércoles, 3 de julio de 2013

NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO ILUSTRADO PERSPECTIVA CRISTIANA


PERSPECTIVA®
c  r   i   s   t   i   a   n   a
Prof.J.A.Galvá

Pasajes escogidos, difíciles y especialmente controversiales.
Editorial Perspectiva Cristiana ® 2013.
Ninguna parte de esta obra puede reproducida total o parcialmente sin permiso de los editores exceptuando citas breves.

VIDA: I heb. kjai, vivo, con vida. Néfesh, criatura que respira, alma. Gr. zoé. Vida, vivir. (Strong) (Strong James, LL.D., S.T.D., Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Concordancia Exhaustiva de la Biblia. Editorial Caribe. Inc. Nashville, T.N. —Miami, FL, EE.UU.). La vida es sinónimo de existencia, y su marca más distintiva y característica es el movimiento, por tanto, las cosas inanimadas a menudo están carentes de vida y son sinónimo de lo estático, lo que no experimenta avance, por extensión, la muerte. Pero en un plano más esencial, la vida es lo que Dios, como creador y sustentador, define como tal. De este modo, la verdadera vida es aquella que permanece vinculada a una comunión perfecta y armoniosa con el creador, así, Dios decreta a Adán y Eva que el día que comieran del árbol morirían; no obstante, ellos efectivamente desobedecieron traspasando el mandamiento divino, pero “el día” que comieron no murieron físicamente. Por ende el hecho ocurrido, y no cumplido según la literalidad de la frase “ciertamente morirán” (Gn. 2:17) exige una interpretación, no figurada, no alegórica, pero sí espiritual del asunto. Adán y Eva habían caído de la gracia, y ya no existían para Dios como súbditos obedientes y conectados por el vinculo del espíritu, y por lo mismo, objetos de su alegría; sino que, ahora, toda la imaginería del mundo físico atribuido a la muerte era parte de ellos en el plano espiritual: los muertos  expelen un olor putrefacto, son visualmente feos, no poseen atractivo alguno y no inspiran sino repulsión. Por tanto el fenómeno de la vida espiritual ha de ser tomado muy en serio desde esta perspectiva.  

II toda clase de vida, proviene directamente de Dios, por medio de su acto creador. Así la vida vegetal, animal, la vida humana y los seres no físicos. Daría la impresión de que hay niveles en que la vida tiene una trascendencia efímera y en otros parece ser indestructible, por ejemplo, la vida vegetal y la vida animal, parecen poseer simplemente un impulso vital emanado u otorgado por Dios para cumplir un propósito factual sin que su paso por el mundo físico trascienda más allá del corto periodo que se le asigna a cada animal o planta. Este segmento de los seres vivos no tienen por así decirlo, un alma o Yo intelectual, ellos no son conscientes de sí mismos; un perro no sabe que está vivo, ni que otros lo llaman “perro”, para un perro, (animal) vivir simplemente parece ser sinónimo de responder a los estímulos de su medio ambiente y a las necesidades intrínsecas que le garantizan su supervivencia. Pero, cuando el poder vital que les moviliza y les mantiene en existencia les es retirado, estos dejan de existir. Muy pocos animales (eje. elefantes) muestran algún tipo muy primitivo de “conciencia de sus congéneres, y la impresión y acuerdo general es que estos niveles de vida implican solo “impulso o poder” temporal para una existencia “intrascendente”.

III En cambio, este no parece ser el caso de los seres creados conscientes, esto es, los ángeles y criaturas celestiales y el hombre. De los primeros, nunca se habla de que mueren; son castigados, y aprisionados (Jud. 1:6) pero nunca se usa el termino muerte aplicado a seres celestiales, y jamás se usa el termino destrucción para ellos. En el caso del hombre, por tratarse de una criatura con “arquitectura física animal” sí experimenta la muerte en un sentido muy similar a lo que pasa con los demás seres vivos que tienen un constitución semejante (Ec. 3:19), es decir, si su cuerpo no funciona, su alma o impulso vital consciente, les abandona, su cuerpo entonces, al igual que los demás animales es víctima de la acción adversa de los elementos que actúan para asimilarlo al ciclo continuo de la vida física y animal. Con todo, la muerte física, no acaba con la vida del hombre, pues la Biblia afirma que su ser de alguna forma vuelve a su creador (Ec. 12:7). Y aunque después del juicio los hombres son enviados al castigo eterno, y esto es considerado la muerte (Apoc. 21:8) jamás se sugiere en la Biblia la idea de no existencia o dejar de ser para el hombre, lo que reforzaría la idea, no quizá de la indestructibilidad del alma o del espíritu, pero sí, algún arreglo por parte de Dios a fin de que las criaturas conscientes, responsables ante él, deban siempre vivir en la esfera de la existencia elegida por ellas en el ejercicio de sus facultades y de su libre albedrio.

IV Las diversas culturas sostenían las más variadas concepciones acerca del concepto y origen de la vida. Por un lado estaban aquellas que conceptuaban la vida como una emanación impersonal, cíclica y rectora que, de alguna manera rige los destinos de los hombres. Y por el otro lado, aquellas que como el zoroastrismo creía en la emanación de esta vida procedente de una fuente personal, Auramazda. En el más de los casos las culturas antiguas no solían filosofar sobre la existencia ontológica,  para esto hubo que esperar muchos siglos hasta Sócrates (c. 470-399 a.C.) y a Platón (c. 429-347 a.C.).

V Dios sustenta la vida. La Biblia es enfática cuando enseña que todo el entramado de la vida existe porque Dios la mantiene en existencia y en funcionamiento. Esto lo hace Dios a través de la persona de Jesucristo pues en palabras de Pablo: (Col. 1:17). “Todas las cosas en él subsisten” lo que indicaría que el aliento vital de toda la vida es puntualmente e ininterrumpidamente suministrado por Cristo al universo vivo. Este enfoque sobre la vida, desde la perspectiva divina pone un énfasis marcado en la condición, oportunidad, y posición del hombre frente a Dios, cuando el hombre pecó cayó en una condición de fealdad repulsiva frente a su creador, estaba mortecino, con todo, el amor de Dios obró con mucha misericordia y lo vistió con ropas de salvación (Gn. 3:21) y le trazó el camino de la esperanza y la reconciliación, le dio una nueva oportunidad (Gn. 3:15) cuando pudo simplemente haberlo desechado y arrojado de su presencia.

VI La vida desde la perspectiva del acto vivificante de la obra expiatoria de Jesucristo es, por así decirlo, el acontecimiento más trascendental acaecido en la historia de la humanidad, esto en palabras del apóstol Juan es expresado sucintamente así: “Porque la vida fue manifestada, y vimos, y testificamos y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido” (I Jn. 1:2), Jesús mismo habla en términos parecidos cuando expresa: “El ladrón no viene sino a hurtar, y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). Igualmente el apóstol Pablo argumenta: “Mas ahora s manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (II Ti. 1:10).  Por tanto en una clara confirmación del hecho histórico de la caída del hombre y su abyecta sumisión a la muerte y a sus efectos y consecuencias, Dio en un acto soberano de su voluntad ha provisto en el hijo de su amor mediante el pago ampliamente valorado y satisfactorio de su propia vida el canal para restablecer el fluir de la vida espiritual que el hombre había perdido en Edén, mediante la intervención de Cristo el hombre que estaba muerto en delitos y pecados (Ef. 2:1), pasa a ser nueva criatura (II Co. 5:17) y es trasladado del oscuro reino de la muerte al reino de los que viven para Dios. (Col. 1:13). Prof.J.A.Galvá.


NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO ILUSTRADO PERSPECTIVA CRISTIANA





NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO ILUSTRADO
PERSPECTIVA®
c  r   i   s   t   i   a   n   a
Prof.J.A.Galvá

Pasajes escogidos, difíciles y especialmente controversiales.
Editorial Perspectiva Cristiana ® 2013.
Ninguna parte de esta obra puede reproducida total o parcialmente sin permiso de los editores exceptuando citas breves.

PERFECCION/PERFECTO/PERFECCIONAR. heb. tamím, entero, integridad, perfecto. gr. teleióo. completar, consumar, perfecto. (Strong) (Strong James, LL.D., S.T.D., Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Concordancia Exhaustiva de la Biblia. Editorial Caribe. Inc. Nashville, T.N. —Miami, FL, EE.UU.).   Tanto en hebreo como en griego existen múltiples términos que denotan perfección y lo perfecto. Todo concepto de perfección en el sentido estricto de la palabra ha de ser atribuido solo a Dios. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). La perfección de Dios es absoluta en todos sus atributos y manifestaciones pues en él no habita ni mudanza ni sombra de variación (St. 1:17). Por tanto no hay cosa respecto de Dios que sea susceptible de fallo, inconsistencia, mácula precipitación o tardanza, ni su gracia, ni su castigo, ni su longanimidad ni su paciencia pueden ser catalogados de livianos o excesivos puesto que como la más perfectas de las formulas matemáticas simple y limpia, todas las acciones de la deidad armonizan artísticamente con el concierto de sus actos y manifestaciones y no hay notas discordantes en su elaborada sinfonía creacional.

II Partiendo de la premisa de la absoluta perfección de Dios se desprende que todas sus obras también han de serlo (Gn. 1:31). Sin embargo, no hay que extrapolar por ello, que, el grado de perfección aludido a sus obras es el mismo grado de perfección con que se califica su persona dado que Dios en todo sentido es único, por tanto, sus obras vienen a ser perfectas en cuanto al propósito para el que fueron creadas y no como si estas compartieran la cualidad divina única de la perfección, de no ser así entonces Dios no sería único, pues, algo fuera de él, emanado de él, pudiera llegar a compartir con la deidad una de sus distintivas cualidades, de ahí que, Dios, que lo puede todo, no puede sin embargo hacer otro Dios igual que él. Por tanto es dable pensar que la perfección que Dios exige de sus criaturas nuca va más allá de la órbita alcanzable para ellas. Por supuesto que la caída vino a ser una estocada fatal y catastrófica para la creación debido a que en tal condición las criaturas jamás pueden alcanzar lo que antes de la caída podían lograr como aspiración de santidad y perfección.

III Pero este estricto concepto de perfección puede que también haga suscitar la pregunta: ¿Cómo un Dios perfecto articular un plan imperfecto o susceptible de fallo y todavía considerase que su plan revela la perfección de su persona y todas sus obras? Hay muchas formas de tratar de responder a esta interrogante. Por un lado está la cuestión del libre albedrío, que plantea que, si bien Dios hizo todas sus obras perfectas él no las creó autómatas sino pensantes y con libertad y determinación, y por tanto la posibilidad del fallo o el error eran inevitables. El problema es que es posición no responde la objeción que levanta el tema de la omnisciencia de Dios, que de antemano sabe a ciencia cierta todo cuanto sus criaturas han de hacer, pero además, le permite saber, aun antes de crear, cuál ha de ser el resultado final de todas y cada una de las acciones de sus criaturas. La única respuesta satisfactoria a este aparente dilema es admitir que de alguna forma el fallo estaba planificado, no simplemente previsto, sino calculado a fin de que produjera resultados igualmente planificados que al final de la trama redundan para la gloria del Dios sabio y el goce y deleite de sus criaturas. Puede que esta postura genere muchas más preguntas, pero, al final del día hay que admitir que es sencillamente imposible que el Dios perfecto ideara un plan que pueda ser considerado perfecto y que este plan se perciba e la actualidad como algo ampliamente fallido, si que a su vez este resultado aparente no estuviera debidamente previsto y arreglado para su ocurrencia.
  
IV Siendo Dios perfecto demanda a sus criaturas que también lo sean. De la misma manera que no se puede tener comunión con Dios sino no se le tiene confianza (fe) (Heb. 11:6), tampoco se puede tener un acercamiento aceptable con Dios si no se vive en armonía con su perfección; “Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (I Jn. 1:7).  Pero como se ha acotado antes, la caída ha impedido a las criaturas lograr la perfección bajo las condiciones inherentes a su condición, por tanto, al igual que la santidad (Lv. 20:8; 22:32; Ex. 31:13; 20:7), a la que no se puede llegar simplemente queriendo, la perfección igualmente requiere ser primero imputada por Dios para que luego las criaturas energizadas por su poder vivificante puedan transitar tanto la senda de la santidad como la de la perfección.

V Cuando Cristo viene al corazón de los hombres, una nueva naturaleza conforme a la perfección de Dios viene a ser parte de sus vidas, pero esta naturaleza es operada por el Espíritu Santo en una forma “sutil”;  podría decirse que está diseñada para ser percibida por quienes comparten esta misma naturaleza, pero es solo una chispa inicial que potencialmente pude hacer maravillas. De esta forma, prácticamente nada distingue a un creyente en Cristo de uno que no le ha recibido. La persona regenerada sigue siendo de carne y hueso y sigue sujeta a las mismas limitaciones, precariedades y tentaciones que los no creyentes. La posición en la que es colocado el nuevo creyente es en la posición que estuvo Adán antes de pecar. Antes de esta situación Adán solo tenía decisión para no pecar (Agustín) y después de pecar, su voluntad quedó cautiva en el pecado y la culpa de modo que ninguna decisión que tomara en lo sucesivo entraba dentro del agrado de Dios debido a que había caído de su estado de perfección y por consiguiente ni su mente ni su espíritu estaban unánimes con Dios. El punto de vista de Agustín es interesante, aunque no carente de controversia, porque ¿En qué sentido Adán solo tendría voluntad para pecar, toda vez que, ejerciendo su voluntad, finalmente pecó? Siguiendo con el argumento de Agustín, cuando una persona es regenerada entonces es puesta en una condición en la que puede elegir o lo bueno o lo malo, en otras palabras, antes de la caída, la voluntad humana estaba cautiva en el bien. Después de la caída estuvo cautiva en desear solo el mal (Gn. 6:5; Ro. 8:7). Pero una vez venimos a Cristo somos por así decirlo, promovidos a la condición de verdadera libre escogencia. Por tanto, la verdadera perfección en este estado se halla en la obediencia y en el conocimiento de la diferencia fundamental entre el bien, es decir lo correcto, lo que conduce al bienestar y a la verdadera libertad, y el mal, esto es, el error, que por definición no puede traer otra cosa que calamidad, atraso y dolor.


VI La perfección final de los creyentes les viene de una de dos formas; (Heb. 11:40) en la muerte, el creyentes está, por así decirlo, en la antesala de ese proceso, (no lo ha alcanzado cabalmente aún) pero, siendo que lo único que le falta es la recepción de un cuerpo glorificado y transformado para que pueda entrar en la regeneración de forma integral tal como está prometido a todos los justos, bien se puede empezar a hablar de una cuasi perfección. Igualmente les ha de llegar a los creyentes vivos que no han de atravesar el trance de la muerte (I Co. 15:51-52), sino que, en vida, en la II Venida de Cristo han de ser transformados y hechos perfectos en un abrir y cerrar de ojos para siempre.Prof.J.A.Galvá.  

lunes, 1 de julio de 2013

EL CIELO, LA MORADA CELESTIAL DICCIONARIO BIBLICO ILUSTRADO PERSPECTIVA CRISTIANA



DICCIONARIO EXHAUSTIVO DE TODA LA BIBLIA 
J.A.GALVA

Pasajes escogidos, difíciles y especialmente controversiales.
Editorial Perspectiva Cristiana ® 2013.
Ninguna parte de esta obra puede reproducida total o parcialmente sin permiso de los editores exceptuando citas breves.

EL CIELO: I Este término se usa en referencia a Dios, como eufemismo para evitar mencionar el nombre sagrado (Mr. 11:30; Lc. 15:18) Es la morada de Dios por excelencia, el lugar en donde Dios manifiesta todas las expresiones de su deidad de una forma especial. El cielo es por consiguiente un lugar de absoluta perfección y armonía y por tanto es y debe ser el ideal superior de orden y bienestar que la raza humana debe anhelar (Mt. 6:10; Lc. 11:2). El cielo es también la morada de los ángeles y de todas las criaturas no constituidas de materia tal como la conocemos. No obstante, el cielo puede ser habitado por seres humanos atravesando por un proceso divino de transformación (G. 5:24; II R. 2:11; Hch. 1:11). La Biblia parece distinguir al menos de tres esferas que son llamadas igualmente “cielos”: los cielos atmosféricos (Ex. 9:8); los cielos siderales (Gn. 15:5); y el cielo de Dios (Sal. 115:16; Mt. 5:34). Esto parece además confirmado por las reiteradas expresiones:  Deuteronomio 10:14: He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y LOS CIELOS DE LOS CIELOS, la tierra, y todas las cosas que hay en ella; 2 Crónicas 2:6: Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y LOS CIELOS DE LOS CIELOS no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa, sino tan sólo para quemar incienso delante de él?; 2 Corintios 12:2: Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el TERCER CIELO.   Partiendo del relato de Génesis sobre la creación pudiera colegirse, que, antes de la creación del cosmos, el cielo como lugar, tampoco existía pues el texto parece englobar los dos principales ordenes de todo el espectro de lo creado, esto es, las cosas visibles y las cosas invisibles (Col. 1:16), los
ángeles tienen como morada el cielo y por lo mismo es muy probable que el cielo, más que, como morada de Dios, fuera creado para morada de los ángeles y las demás criaturas que habitan el cielo, pues la misma Biblia afirma y debe ser así, pues él único que ha existido siempre es Dios. II El cielo es un lugar, no se trata meramente de algún tipo de estado o condición mental o etérea. En  el cielo hay casas y lugares donde alguien puede habitar. No debemos imaginar el cielo como una explanada blanca y limpia, carente de todo sonido en donde la gente está deambulando eternamente o actuando mecánicamente, sino que debemos imaginarla como lo que realmente es, esto es, como una ciudad, (Heb. 11:10). Esto es muy importante porque nos da un parámetro que, salvando las distancias nos permite figurar el cielo como lugar dinámico en donde los hombres de alguna forma tendrán un poderoso sentido de continuidad. III existe no poca confusión acerca del cielo como morada final pues están los que piensan que la morada final del los hombres estará en los cielos de Dios y otros sostienen que será en la tierra, estos últimos están divididos en lo que creen que la tierra será destruida y rehecha y los que, por otro lado, consideran que será limpiada, purificada y restaurada.  

El reino de los cielos para Jesús y sus apóstoles.
JESUS
PEDRO
PABLO
AUT. HEBREOS
Mateo 5:12: Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande EN LOS CIELOS; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
1 Pedro 1:4: para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada EN LOS CIELOS para vosotros, 
. 2 Corintios 5:1: Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, EN LOS CIELOS. 
Hebreos 10:34: Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia EN LOS CIELOS. 
Lucas 12:33: Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro EN LOS CIELOS que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. 



Mateo 7:21: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está EN LOS CIELOS.



Lucas 11:2: Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás EN LOS CIELOS, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 



Mateo 19:21: Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en EL CIELO; y ven y sígueme.




Según se desprende del presente cuadro, como pasa muy a menudo la doctrina de los apóstoles es muy poco original, esto es una muy buena señal de la continuidad y la coherencia de las Escrituras. Lo que hacen los apóstoles fundamentalmente es andar sobre los pasos de Jesús que es quien más disertó sobre casi todos los temas. Así que,
partiendo de la teología de Jesús sobre el cielo podemos concluir lo siguiente: Mt. 5:12  “vuestro galardón es grande en los cielos” no hace referencia a una vida futura en el ámbito celestial. Es de notar que la frase está en presente, los que son perseguidos no serán bienaventurados en el futuro sino que lo son inmediatamente desde la perspectiva de la satisfacción del Padre por su entrega. La cita siguiente, Lc. 12:33, tampoco necesariamente implica que Jesús enseña que la humanidad ha de habitar en el cielo por la eternidad, hay que entender el uso técnico de la palabra “cielo” desde la perspectiva eufemística que procura evitar el nombre de Dios y que simplemente intenta asociar la entrega de los siervos de Dios con un sustantivo que representa toda la realidad de la bienaventuranza divina cifrado en el lugar que perfectamente es usado como sustituto del nombre divino. Así que, esta frase bien pudiera ser leída o parafraseada: “tesoro en Dios que no se agote”. La frase “entrar en el reino de los cielos” Mt. 7:21 igualmente puede ser interpretada como alcanzar las promesas, esta frase, por sí sola no hace referencia a un lugar específico y la frase de 19:21 corre con la misma suerte. En cambio, nótese que en la oración de Lc. 11:21, Jesús enseña a sus discípulos a orar “venga tu reino”, ese reino, no es otro que, “el reino de los cielos” Mt. 3:2. En otras palabras, la promesa y el anhelo es que la voluntad de Dios sea hecha cabalmente e la tierra, esto es en palabras llanas el reino de los cielos, es decir, la acción de la autoridad de Dios en el ámbito terrestre sin dilación, sin oposición y ejecutada eficazmente y de buena gana. Es evidente entonces que todas las declaraciones al respecto vertidas por los discípulos de Jesús deben ser interpretadas siguiendo este mismo espíritu. III Con todo, aunque el cielo, la morada de Dios por antonomasia no ha sido creada por Dios para el hombre, sino la tierra (Sal. 37:9; 37:11; 37:22; 37:29; Is. 60:21). Hay una realidad que no puede ser soslayada, Pablo dice que tiene la esperanza de ir al cielo cuando muera: Filipenses 1:23: Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo MEJOR; es obvio que Cristo está en el cielo; igualmente Jesús hace a sus discípulos una promesa similar:
Juan 14:1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” 

Cabe entonces la posibilidad de que, si bien el cielo no es o no será la morada permanente y final de la humanidad, en el interregno, si lo sea. En otras palabras, las promesas acerca del reino de los cielos tienen doble cumplimiento pues siendo que el longánime plan de Dios ha hecho necesario que los justos tengan un lugar de descanso consciente después de la muerte, y el apóstol Pablo asegura que es el cielo el lugar a donde ha de ir, no pensando en ese lugar como morada definitiva sino como receptáculo de su espíritu hasta la redención de la posesión adquirida (Ef. 1:14). Es dable pensar que la promesa de Jesús tiene toda pertinencia preparando lugar para millones de cristianos y creyentes de la antigüedad, quienes desde todas las épocas y hasta la actualidad pasan a la eternidad para recibir descanso en los cielos, así como entrenamiento en diversas áreas, hasta la
consumación de la era. En resumen, Dios creó por así decirlo, dos dimensiones claramente diferenciadas, una es la dimensión de las cosas invisibles y la otra la de las visibles. Cada dimensión es adecuada para los seres que la habitan, sin que implique que no pueda haber algún tipo de cohabitación entre los seres de estas dimensiones siempre que sean sometidos a ciertos ajustes metafísicos. Por ejemplo, los ángeles pueden y deben materializarse para ser vistos y para interactuar con los humanos, por ejemplo, asirlos (Gn. 19:16) comer (Gn. 18:8 y ss), esto también es cierto de los hombres que van al cielo y que han de habitar en la esfera de la perfección de Dios (G. 5:24; II R. 2:11; Hch. 1:11; I Co. 15:51-52).  Pero, una vez llegada la hora de recuperar la tierra de forma definitiva, los santos deben bajar de los cielos: ( 1 Tesalonicenses 3:13: para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos SUS SANTOS;) para recibir lo que les fue prometido desde tiempos inmemoriales, esto es, la tierra (Sal. 37:9; 37:11; 37:22; 37:29; Is. 60:21).   

domingo, 30 de junio de 2013

DICCIONARIO BÍBLICO ILUSTRADO EXAHUSTIVO PERSPECTIVA CRISTIANA


DICCIONARIO BIBLICO 
J.A.GALVA

Editorial Perspectiva Cristiana ® 2013.
Ninguna parte de este diccionario puede reproducido total o parcialmente sin permiso de los editores exceptuando citas breves.


DIA: I En la Sagrada Escritura, la palabra día, heb. yom. es objeto de múltiples usos. Puede significar un día de 24 horas, o lo que es lo mismo a la sucesión de la noche y el día (Jue. 9:45; I Sam. 28:20); puede hacer referencia a un evento indefinido que certeramente ha de ocurrir (I Sm. 3:12; Jer. 39:17); puede hacer alusión al tiempo escatológico final en el que Dios ha de consumar su plan eterno (Zac. 12:3; Mal. 4:3; Ez. 39:13); puede hacer alusión al devenir de la vida (Sal. 102:3);  incluso se usa como sinónimo de perpetuidad (Sal. 61:6). 

II Quizá sea el termino día, en referencia al debate de la creación la parte que más controversia genera. ¿Fue la tierra creada e siete días literales o fue creada en siete eras o eones? Es indudable que ambas posiciones parecen argumentos válidos a favor que no pueden ser fácilmente desmontados. 

Por un lado está la escuela ortodoxa tradicional que mantiene a capa y espada que los días referidos han de entenderse literalmente.  Pero el autor sagrado da la impresión de querer comunicar más
que precisión científica sobre los hechos de la creación, un relato religioso didáctico que, por un lado, proporciona elementos verificables de la realidad de la acción divina en la creación, y por otro lado brinda lecciones importantes que son aplicadas a la devoción religiosa. 

III La cuestión de la “exactitud descuidada” se ve en el hecho de que hay declaraciones que si bien no son contradictorias, no cuadran con una perfecta sucesión de días de veinticuatro horas. Por ejemplo en  (Gn. 1:1-5)  En el principio creó Dios los cielos y la tierra.2. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. 

En el primer día de creación es evidente que la información está sumamente comprimida. Se habla de que cuando Dios hizo la luz, lo cual ha de ser entendido como la irrupción de la luz en el ámbito de lo físico, lo que los escépticos suelen llamar el Big Bang. Pero es difícil comprender como puede hablar este pasaje de mañana y tarde cuando el sol la luna y las estrellas vienen a ser creados el día cuarto (Cf. Gn. 1:19), por lo que la tierra no tendría un régimen de rotación ni traslación propios del sistema helicoidal para lo cual la presencia de los grandes astros era necesaria. Igualmente el autor relata que las plantas y todo la vida vegetal fue creada en el día tercero (Gn. 1:11-13), pero el sol no es creado sino hasta el cuarto día, lo cual implicaría que la fuente de sustentación y viabilidad de las plantas fue creada después que las plantas vinieron a existir, cuando lo aparentemente “lógico” es que, al igual que como se dice de los animales, primero es creada la hierba y más adelante se crean los animales (Gn. 1:20). 

III De otro lado están las consideraciones acerca de la evidencia geológica aportada por el registro fósil. Una de las explicaciones que han sido esgrimidas para dar contestación al tema geológico lo es el evento del diluvio que según sus proponentes, dada la magnitud del cataclismo narrado en la Biblia debió ser capaz de cambiar toda la orografía terrestre dando así a la tierra la apariencia de gran antigüedad y concomitantemente logrando la
extinción de, por ejemplo, los dinosaurios y todos los animales que reporta el registro fósil. Pero, por sí solo, la consideración del diluvio no parece satisfacer todas las interrogantes que se ciernen sobre este tema, ya que el diluvio, por ejemplo, no explica satisfactoriamente el conflicto que suscitan los astronómicos datos que arroja la datación por carbono catorce que establece casi todas las fechas de los eventos antiguos es cientos y hasta miles de millones de años para los principales eventos terrestres, cuando la ortodoxia judeo cristiana insiste en que la tierra no tiene más de entre siete y diez mil años desde su creación. 

IV Sin embargo, a favor de la postura tradicional hay que decir que la Biblia parece dar una declaración categórica a favor de la literalidad de los días de creación cuando dice: Éxodo 20:11: PORQUE EN SEIS DÍAS hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Éxodo 31:17: Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; PORQUE EN SEIS DÍAS hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. Es evidente en este pasaje, espc. vr. 8 en adelante, que el contexto del argumento está basado en días literales. El día de reposo era un día específico de 24 horas y su instauración y observación es sustentada bajo el hecho histórico referencial de la creación en siete días, que en el contexto de toda la frase deben ser entendidos igualmente literalmente. 


V Con todo, a favor de la tesis de los largos periodos, vale decir que realmente la creencia en una creación breve no es necesaria para el sostenimiento de ninguna doctrina cristiana ortodoxa cardinal para el sostenimiento de la fe. Igualmente que una creación en largos periodos cuadra mucho mejor con el registro fósil y geológico, y que no entra en realidad en conflicto con la Escritura si estos días son simplemente espiritualizados como bien pudiera ser posible partiendo de las palabras del apóstol Pedro: 2 Pedro 3:8: Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años COMO UN DÍA. Mirando pues la flexibilidad con la que esta palabra es usada en la Biblia, y no hallando una seria objeción exegética, ni hermenéutica para tal interpretación, bien puede ser considerada esta ultima como muy posible.

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