CAPITULO
V
APOCALIPSIS
ANLISIS
DEL TEXTO DE MUESTRA I
Apocalipsis
11:1-12.
“y me fue dada una
caña semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el santuario de Dios, y
el altar, y a los que adoran en él; pero el atrio del santuario déjalo fuera y
no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, y ellos hollarán la ciudad
santa durante cuarenta y dos meses.
Y daré mis dos testigos, y profetizarán durante mil
doscientos sesenta días vestidos de saco.
Estos son los dos olivos, y los dos candelabros que están
en pie delante del Señor de toda la tierra.
Si alguno procura dañarlos, un fuego procede de sus bocas
que devora a sus enemigos: si alguno procura dañarlos, debe morir de la misma
manera.
Estos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que no
caiga lluvia durante los días de su profecía; también tienen potestad sobre las
aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga,
cuantas veces quieran.
Cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cadáveres
yacerán en la plaza de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma, y
Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.
Y los de los pueblos, y tribus, y lenguas y naciones,
contemplan sus cadáveres durante tres días y medio, y no permiten que sus
cadáveres sean puestos en un sepulcro.
Y los que habitan en la tierra se regocijan sobre ellos y
lo celebran, y se enviarán regalos unos a otros, porque ellos atormentaron a
los que habitan sobre la tierra.
Pero después de los tres días y medio, entró en ellos un
aliento de vida procedente de Dios, y se pusieron sobre sus pies, y un gran
temor cayó sobre quienes los contemplaban.
Y oyeron una gran voz procedente del cielo, que les
decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en la nube, y los contemplaron sus
enemigos”. BTX.
A continuación
veamos la interpretación que autores de diferentes corrientes teológicas dan a
este pasaje:
Herbert Lockyer,
Sr.
“En cuanto al número e identidad de los dos testigos,
muchas explicaciones han sido propuestas. Algunos expositores son de la opinión
de que debemos interpretar a estos dos testigos como un número competente de
siervos fieles de Cristo. El número dos, se dice, representa testimonio: “solo
por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación”
(Deuteronomio 17:6; 19:15). Por lo tanto, con el numero de testigos lo que se
pretendería es que hubiera un testimonio completo y adecuado. Sin embargo,
nosotros rechazamos esta suposición. El lenguaje usado aquí señala a dos
personajes bien conocidos por lo menos por Juan. Además de esto, las palabras
“testigos” y “profetizar” se aplican de ordinario a individuos, no a
abstracciones.
Los dos inspirados testigos, quienes han de ser
resucitados para administrar consolación a los afligidos, han sido
identificados de varias maneras: como Moisés y Elías, Enoc y Elías, el Antiguo
y el Nuevo Testamento, la Ley y el Evangelio, judíos y gentiles, etc. Si los
dos testigos son Enoc y Elías, esto les haría evadir la dificultad de morir por
segunda vez, porque estos dos santos del Antiguo Testamento nunca han muerto y
por tanto pudieran ser los testigos muertos por la bestia”1.
Evis L. Carballosa
“Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la
boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe
morir él de la misma manera.” Los dos profetas e Dios serán investidos de
poderes sobrenaturales. La frase “si alguno quiere dañarlos” (eí tis autoùs
thélei adikéisai) expresa una condición que asume la realidad de lo que se
manifiesta (obsérvese el uso de la partícula ei seguida del verbo thélei que
está en el modo indicativo). El significado de la frase es que habrá quienes
intentarán hacerles daño mientras no hayan terminado su ministerio que les ha
sido encomendado por Dios. Cualquier deseo manifiesto de agredirles producirá
la muerte a quien lo intente. En el caso del profeta Elías (2 R. 1:10), el
fuego descendió del cielo y consumió a quienes procuraban la vida del profeta.
En el caso de los os testigos, el fuego sale de sus bocas, algo que seguramente
causará asombro a muchos. El verbo “devora” (katesthíei), es el presente
indicativo, voz activa de katestío, que significa “consumir por completo”. El
efecto del fuego que sale de la boca de los dos testigos será instantáneo y
asombroso.”2
Samuel Pérez Miillos
[…] “Cualquier esfuerzo por destruir a los
dos testigos lleva a la autodestrucción. Juan utiliza una oración de condición,
compuesta con el presente de indicativo del verbo querer, en el sentido de
desear hacer algo, y el aoristo de infinitivo del verbo dañar, que expresa la
idea de una acción consumada plenamente, como si dijese si alguno tuviese la intención o el deseo de
dañarles totalmente, en tal caso saldría auton kai katestiei tous extrous
auton, “fuego de la boca de ellos”. Se trata aquí de un leguaje figurado que
enfatiza, no solo los poderes sobrenaturales de que los dos testigos estarán
dotados, sino también la protección absoluta que Dios ha establecido para ellos
mientras dure el tiempo determinado para su ministerio. No quiere, por tanto,
decir que de la boca de ellos sale literalmente fuego, pero sí que tienen poder
para demandar la intervención divina sobre sus enemigos que serán irremediablemente
destruidos sin lograr hacerles daño, como sería su propósito. La figura de
salir fuego de su boca, indica el poder que tienen sus palabras, que en alguna
medida puede ser comparado con la acción poderosa que se produjo en el
ministerio de Elías cuando mandó que el fuego de Dios descendiera sobre el
capitán de cincuenta, enviado por Ocozías, que lo consumió (1 R. 1:10)*. De
igual manera que el caso de Elías las
palabras de los dos testigos tendrán el poder de actuar contra quienes
pretendan su mal. Si duda, muchos procurarán acallar el ministerio de los dos
testigos, que molestará las conciencias de muchos impíos, pero mientras dure el
tiempo de su misión, nadie podrá
hacerles daño.3”
Estos tres autores,
apelando a argumentos distintos coinciden en atribuir significado literal al
número de testigos. En otras palabras, ellos no están de acuerdo en que la
mención “mis dos testigos” pueda hacer referencia a otra cosa que no sea dos
personas específicas; dos hombres, lo que para ellos implicaría una alegorización
del pasaje. Ni Carballosa, ni Millos están muy deseosos de definir cuáles
serían esos dos testigos, ambos se limitan a repetir las conjeturas de otros,
pero ellos mismos no se aventuran a hacer una identificación positiva, lo cual
es sano. En cambio Lockyer acepta como válida, la posible identificación de los
testigos con Enoc y Elías, bajo el argumento de que ninguno de ellos ha muerto
y por tanto su aparición no tendría la aparente objeción que plantea el autor
de Hebreos (9:27). Extrañamente Lockyer
dice que los dos testigos serán resucitados; en otras palabras, esta es la
forma en como ellos aparecerán en la escena. Pero, si ese fuera el caso, ni
Enoc ni Elías pueden resucitar, porque ellos no han muerto. (Gn 5:23-24), (II R. 2:11).
Millos y Carballosa,
en cambio, no teorizan sobre cómo creen ellos que estos dos testigos habrían de
aparecer en la escena sino que guardan silencio. Nuestros autores creen que
literalmente, estos dos testigos harán milagros como los que realizaron Moisés
y Elías, es decir, tal como el texto lo plantea, atribuyendo con ello un
significado literal a dichas referencias, aunque Pérez Millios, en este punto,
se muestra mucho más reservado y de una u otra forma dice que esos poderes o su
manifestación son también simbólicos de la contundencia del mensaje de los
testigos. Sin embargo, Carballosa, en su apreciable y singular compromiso con
la literalidad del texto, afirma que la expresión:
[…] “Si
alguno procura dañarlos, un fuego procede de sus bocas que devora a sus enemigos:
si alguno procura dañarlos, debe morir de la misma manera”.
Ha de entenderse
literalmente, de esta manera continua su argumentación:
[…]“En el caso de los os testigos, el fuego sale de sus bocas, algo que
seguramente causará asombro a muchos. El verbo “devora” (katesthíei), es el
presente indicativo, voz activa de katestío, que significa “consumir por
completo”. El efecto del fuego que sale de la boca de los dos testigos será
instantáneo y asombroso.”
Este manejo de las
reglas de interpretación en cuanto a la profecía es lo que me lleva a pensar,
que en cuanto a la identificación de símbolos aislados hay más o menos un
acuerdo general:
Ahora bien, cuando
esos símbolos se entremezclan en una trama, por demás simbólica, como es el
caso de Daniel, Zacarías y Apocalipsis y comienzan a ser utilizados aquí y
allá; en la mayoría de los casos, los lectores actuales quedan casi
completamente desorientados, porque por un lado, no funciona procurar
atribuirles significado literal, ya que no hay una regla segura para ello, el
ejemplo anterior es ilustrativo de esta ambivalencia; ni se obtiene una imagen
coherente de esa práctica, ni tampoco se puede confiar demasiado en las
identificaciones que hacen los comentaristas porque, como se ve, cada autor
dependiendo de lo que entiende del texto asigna valor literal o no a los
pasajes en cuestión. ¿Cómo entonces se puede calificar de yerro a quienes
alegorizan moderadamente el pasaje, cuando los “literalistas” ven simbolismo
convenientemente y armonizan los pasajes en atención sus claras preferencias doctrinales?
Un buen ejemplo del
uso de esta literalidad, solo a conveniencia, es la reseña de Gleason L. Archer cuando considera los problemáticos pasajes de
Ezequiel caps. 40-48, el argumenta:
“Estos capítulos contienen una larga y detallada serie de
predicciones sobre lo que será el futuro de Palestina, con su ciudad y el
templo. Para un lector de mentalidad amplia, no hay peligro alguno al afirmar
que las predicciones de estos nueve capítulos dan la apariencia de haberse dado
tan literalmente como las que figuran en la primera parte del libro (p. ej: los
juicios contra Tiro y Sidón en 26-28, que hallaron literal cumplimiento en la
historia subsiguiente). El asunto que se plantea es el de saber si los planes
anunciados en los capítulos 40-48 se habrán de realizar alguna vez. Si nunca
habrá de erigirse un templo de acuerdo con estas especificaciones, y si nunca
habrá una ciudad santa tal como la que describe el profeta, y si no habrá de
repartirse la tierra entre las doce tribus como se indica, estamos enfrentados
a una porción de las Sagradas Escrituras que contiene falsa profecía.
La única manera para no arribara a esta conclusión, según
numerosos intérpretes consiste en entender que todas las disposiciones tuvieron
una intención puramente figurada. Estos capítulos deben entenderse, entonces,
como referencia a la iglesia del Nuevo Testamento la Jerusalén espiritual. Esta
línea interpretativa es sostenida aún por eruditos de indiscutible ortodoxia.
En el New Bible Comentary (Nuevo Comentario Bíblico), leemos:
La conclusión de la profecía de Ezequiel, por lo tanto,
ha de ser considerada como una verdadera predicción del reino de Dios dada en
formas con las cuales el profeta estaba familiarizado, a saber, las de su
propia dispensación, (judía). Su verdad esencial tomará cuerpo en la nueva era
en formas adecuadas a la nueva dispensación (cristiana). La manera como esto
habrá de hacerse, la tenemos delineada en el libro de Apocalipsis (21:1-22:5)”.
La aplicación de Ezequiel 40-48 a la iglesia del Nuevo
Testamento elude algunas de las dificultades que acompañan a una interpretación
más literal. Esto es especialmente cierto con respecto a las disposiciones que
regulan el sacrificio cruento, que figuran en estos capítulos y que difícilmente
pudieran encajar en una plan de salvación post calvario, si los propios
sacrificios retienen su significación expiatoria (con lo cual, por supuesto,
fueron investidos en la ley de Moisés). En la epístola a los Hebreos pasajes
como (10:4) afirman claramente que ya no son necesarios ni eficaces los
sacrificios de animales para la expiación de los pecados. La epístola a los
Hebreos anuncia que el único y solo acto expiatorio del Señor Jesús es de una eficacia
aparentemente que anula el sacerdocio Aarónico del Antiguo Testamento y los
sacrificios del código levítico como lo expresa H.L. Ellison en Ezekiel,
The Man And His Message (Ezequiel, el
hombre y su mensaje), “aparte de esto, ellos (los opositores de la interpretación
literal no pueden ver por qué, cuando el agua, el pan y el vino han satisfecho
las necesidades simbólicas de casi mil generaciones de cristianos, el milenio
necesitará más. El rey ha vuelto y se ha levantado la maldición de sobre la
naturaleza; ¿por qué tiene que poner aún su vida la creación animal?” No puede
negarse que es un argumento persuasivo y no es sorprendente que una abrumadora
mayoría de los eruditos conservadores se conformen con despachar el templo de
Ezequiel como una mera alegoría de la iglesia cristiana.”12
Aunque ya ha dicho
Wickenhauser que los profetas no tenían pinceles ni colores para expresar sus
mensajes, sino que se valieron de palabras para comunicar ideas, intentemos
“pintar” el cuadro gráfico que surge en la mente a partir de los colores, los
pinceles y el bastidor que nos provee Juan de Patmos en Apocalipsis 11:1-12.
Mirando los ejemplos anteriores tenemos una idea más o menos clara sobre lo que
nos quieren comunicar nuestros autores. Siguiendo pues su misma línea
interpretativa a partir de la estricta perspectiva literal y gramático
histórico veamos cuál imagen se termina formando:
DEL TEMPLO JUDIO, SU
RECONSTRUCCION Y SU REACTIVACION
Empecemos por
entender que Juan en su revelación, como ya hemos señalado antes, no está
viendo a le gente del futuro, con la indumentaria, artificios y mentaliad del
futuro. Es muy obvio por todas las expresiones contextuales que usa: espada,
rollo de libro, silicio, la imagen de la ciudad que es obviamente la de la
Jerusalén que él conoció con el tamaño y los elementos culturales y sociales de
ese entonces. En otras palabras, Juan no está viendo tanques de guerra, ni
celulares, ni aviones, ni helicópteros, ni baterías antiaéreas, ni nada
parecido. El medio de transporte más usado es el caballo (Apoc 9:16), y el arma letal sigue siendo la espada (Apoc. 19:21). En su perspectiva
profética no parece haber trenes de alta velocidad, Internet, microchips, ni
armas atómicas, y todo intento por deducirlas a partir del texto resulta en
absurdas asociaciones que no llevan a ninguna parte. Es pues, una perspectiva desde su perspectiva. Por lo mismo,
para poder plasmar lo que él vio
tendremos necesariamente que contextualizar las visiones a las que él hace
alusión con las realidades de hoy. Esto es, porque necesariamente las visiones
apuntan a una realidad que se ha de cumplir en una época diferente. Vale decir,
que aún haciendo la contextualización, esta será solo una modesta aproximación,
ya que no sabemos cuántas décadas o quizá siglos han de transcurrir, antes de
que se cumplan las profecías del fin de los tiempos y por tanto, las cifras y
la configuración de las ciudades y la sociedad pueden cambiar significativamente,
como de hecho sucede hoy día. Esta visualización es pues lo que requiere un
modelo literal de la profecía…
El texto inicia diciendo:
“y me fue dada una caña semejante a una vara,
diciendo: Levántate y mide el santuario de Dios, y el altar, y a los que adoran
en él; pero el atrio del santuario déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles, y ellos hollarán la ciudad santa durante cuarenta y
dos meses.
A Juan le dieron
una vara real en su visión, pero
inexistente en el mundo real. La vara era simbólica, a veces la palabra vara
representa cetro o autoridad, Cf. (Sal.
2:9), hebr. Shébet. Azotar, herir, gobernar et. Pero, la palabra aquí es gr. `rábdos. Y aunque según Strong las acepciones de la
palabra son entre otras: garrote, palo, bordón y cetro, aquí parece apuntar más
bien a selección, identificación y protección, posesión. Así que Juan recibe
una vara simbólica y su propósito era realizar también un acto simbólico. El
acto de medir, está asociado también con el acto de “fiscalizar” y tomar
posesión Cf. (Gn. 13:14-15; Dn. 5:27).
El objetivo es corroborar el estado o la medida de algo, su condición de
verdadero, legitimidad, su calidad, su cantidad, pero en el ámbito espiritual
fundamentalmente busca establecer si:
El mal alcanzó su
tope (Dn. 5:27).
El corazón es recto
delante de Dios (Pr. 16:2)
Si los adoradores
adoran acorde a la voluntad de Dios (Ez.
43:6-11).
LA VARA
Esta última cita de
Ezequiel en particular, es digna de ser tenida muy en cuenta. El contexto de la
cita es precisamente el acto largo, meticuloso, y delicado de medir el templo
en detalle. Hay que recordar que el pueblo de Israel, aun antes de que Antíoco
IV Epífanes profanara el santuario del Señor (169 a.C.), ellos mismos en varias
ocasiones habían puesto ídolos abominables dentro del templo, e inclusivo,
habían institucionalizado la adoración a falsos dioses a la par con la
adoración a Jehová en la casa de Dios (Ez.
8:1-18). Es por esto, que la gloria del Señor termina abandonando el
templo, (Ez. 10:1 y ss) esa gloria,
nunca regresa como en los días del tabernáculo en el desierto (Ex. 40:34), ni como en los días de
Salomón (I R. 8:11), no regresó ni
siquiera cuando, con la bendición de Dios, el templo fue reconstruido en los
días de Zorobabel, y ni hablar del templo de Herodes el Grande. Ahora bien. En este caso en
particular, Dios le declara al profeta, que esa casa (el templo) era el estrado
de sus pies (43:7), él afirma que
tomará posesión de la casa, y la muestra de ello es el acto de medir el lugar,
esquina por esquina. Eso lo podemos interpretar como toma de posesión; La
relación de la renovación de la casa espiritual, del retorno de su Kabód
(la gloria), y el empoderamiento del Señor de su casa, está íntimamente ligada
a la actitud de los adoradores (43:6:11),
las escrupulosas reglas que son establecidas a continuación del versículo once,
solamente nos retrotraen al libro de Levítico y sus meticulosas leyes
ceremoniales, que no tenían otro propósito, en su conjunto, que mostrar la
perfecta santidad de Dios; la necesidad de acercarse a ese Dios en las condiciones
apropiadas; para que así él pudiera habitar en medio de su gente, y así ellos
fueran su pueblo y él fuera su Dios. (43:9).
Y por supuesto, el sacrifio vicario de Cristo. Por tanto, es dable pensar que
esta imagen introducida por Juan tiene su origen en Ezequiel, el atalaya de
Dios, a quien le tocó ser testigo de Jehová en medio de un periodo de apostasía
en los días finales Judá. Pero Juan toma la imagen y la enmarca dentro de la
idea que desea comunicar, que no es del todo diferente de la imagen de origen.
EL TEMPLO
En honor a la
literalidad, obviamente, de lo que Juan está hablando es del templo de
Jerusalén, toda la imaginería de palabras que usa hacen que de inmediato el
lector familiarizado con la Biblia evoque ese lugar. La interpretación más
habitual es que se trata del templo literal, reconstruido en el futuro
escatológico, (porque en tiempos de Juan había sido destruido y en la
actualidad no existe) entonces el templo sería literal, aunque vale decir, en
honor a la literalidad, que la palabra griega que se usa aquí para templo es naos:
Apocalipsis 11:1
Kaì èdóthe
moi kálamos omoios rábdo,
Y fue dada me una caña semejante a una vara (de medir)
légon egeire
kaí métreson tòn
naón tou theou
diciendo: levántate y mide el santuario de Dios4
Hay dos palabras
griegas para templo, una es jieron, y
la otra es naos, según W.E. Vine5, jieron nunca se emplea en sentido figurado. En cambio naos es utilizado tanto por Cristo como
por los apóstoles en sentido figurado. (Jn.
2:19-21), (Ef. 2:21), (I Co. 6:19) etc.
Así mismo, dice que esta palabra se usa tanto para hacer referencia a un
templo espiritual, como a un templo físico*. Resulta interesante, que,
tratándose de un evento tan importante escatológicamente hablando, y que
habiendo dos palabras, una de las cuales apunta a un edificio literal, sin
sombra de dudas, Juan haya escogido usar otra que puede ser interpretada en
sentido figurado. Pero, asumiendo que se trata de un templo físico debemos
tener al menos una idea somera de cómo llegará ese templo a ser erigido en
Jerusalén nuevamente. Es decir, vamos a proyectar en cuál o cuáles posibles
escenarios esto podría hacerse realidad.
CONTEXTO HISTORICO
Jesús profetizó que
Jerusalén estaría en manos de los gentiles. (Cf.
Lc. 21:24). Los gentiles son aquellos que étnicamente no son judíos, pero
en realidad, en este pasaje, gentil no significa no judío, sino pagano,
incrédulo, las naciones ignorantes de Dios y sus planes, pues debemos recordar
que muchos gentiles habían abrazado la fe judía (Cf. Hch 8:27).
Igualmente, tenemos
que dar crédito a la realidad de que Jesús, en esta declaración, parece
circunscribir el drama principal a Jerusalén. El templo de Herodes fue
destruido en el 70 D.C. por el general Tito, hijo de Vespasiano, y hasta el sol
de hoy no ha sido reconstruido, aunque siempre ha habido planes, algunos aparentemente
muy serios para su reconstrucción; incluso planes terroristas para hacer volar
la Cúpula de la Roca, y dar paso a la construcción del Templo de Salomón. Hace poco, veía a través de CNN una muy
interesante entrevista que realizó la veterana periodista Cristiane Amampour, a
un grupo de excombatientes israelitas, hombres de gran valor y heroísmo
relatando algunos de los planes que pretendían llevar a cabo un grupo de sionistas
extremistas del ejercito israelí quienes intentarían colorar un cinturón de
explosivos a la Cúpula de la Roca para hacerla estallar. Los entrevistados
daban a entender que de haber realizado este propósito, muy probablemente habrían
dado inicio a una guerra, total contra Israel.
Lo cierto es que,
desde el instante en que a los judíos
les fue quitada su nación, Israel, su territorio y su santuario han estado
permanentemente en una situación de “abominación desoladora” y pisoteada por
los gentiles. Debe saberse que judíos y palestinos vivían en Palestina antes
del año 1948. Los palestinos son árabes, por tanto sus prácticas y creencias no
se ajustan a la religión judía aún cuando haya similitudes entre ambos.
Pero un hecho
milagroso sucedió cuando después de la gran tribulación sufrida por los judíos
en la II Guerra Mundial bajo la
dictadura de Adolf Hitler, las recién creadas Naciones Unidas, fueron
apoderadas por Gran Bretaña, que, a la sazón ostentaba el llamado “mandato
británico” sobre Palestina, para que decidiera la suerte de los judíos. En 1947
las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en dos estados, uno
para Israel y el otro para los palestinos, lo cual no fue saludado ni por los palestinos ni por las naciones árabes de
entonces, declarándole la guerra a Israel, pero saliendo Israel victorioso5; obviamente con el
apoyo de las naciones europeas6.
Israel conservó una
parte importante de su territorio histórico, pero los palestinos se
convirtieron hasta el sol de hoy, en una verdadera piedra en el zapato y
viceversa, ya que ciertamente el mandato de las Naciones Unidas es la
coexistencia de dos naciones en ese pequeño territorio, cosa que, en el fondo,
realmente no quieren ni judíos ni palestinos. Pero los árabes, ya habían dado
un golpe de gracia a los anhelos de plena integridad territorial y religiosa a
los israelitas, cuando iniciaron la edificación de la
Cúpula de la Roca entre los años (687 y 691 d.C.) por el noveno califa, Abd al-Malik. Para que fungiera como
santuario en conmemoración de la ascensión a los cielos del profeta Mahoma.
Este monumento permanece intacto hasta hoy, reconocido como
uno de los tres lugares más sagrados del Islam, misma razón por la que la
autoridades judías nunca han osado destruirlo, a pesar de ser el único o más
importante escollo para la erección del templo de Jerusalén, que, según los
mejores estudiosos, debe ser levantado o en ese mismo sitio, o muy cerca de
ahí. Entonces, como en la trama de una película, lo que se necesita para poder
remover La Cúpula de la Roca, mejor y erróneamente conocida como Mezquita de
Omar, es realmente o un acuerdo político histórico que incluya a los
palestinos, los países árabes y las naciones musulmanas hostiles a Israel, y
las grandes naciones, pero eso, hasta ahora, ha sido imposible.
La otra alternativa,
es una guerra imposible humanamente de ganar por el estado de Israel, ya que
sus adversarios son muchos, poderosos y están muy cerca, y por otro lado,
ninguna nación por amiga que sea de Israel o por intereses que desee defender
estaría dispuesta a echarse encima un conflicto a gran escala, máxime cuando en
los últimos años, peligrosamente, Israel ha dejado de ser el aliado exclusivo
de Europa y Estados Unidos en la región. Y particularmente el gobierno del
presidente Barack Obama ha dejado ver que su estrategia para manejar los
conflictos internacionales es fundamentalmente no darles demasiada importancia,
recurrir lo menos posible al gasto militar y apoyar más la diplomacia y atender
con más eficacia la agonizante economía de su país.
Si esta política es
sostenida por sus futuros predecesores, estaría marcando el principio del fin
de la histórica alianza del mayor protector humano de Israel y de la
autosuficiencia y exceso de confianza mostrados por el estado de Israel en las
últimos décadas. Sería en una coyuntura de crisis mundial en la que el estado
de Israel ya no parezca tener dolientes, como ha pasado ya muchas veces, en la
que los premilenialistas ven entrar a un tal, “Moisés Stalhitlussein”, (el Anticristo) -¡algún nombre habrá de
tener!- Esta figura dictatorial, quien, por el poder omnímodo que ostentará
podrá hacer a su antojo lo que decida hacer máxime bajo la inspiración de
Satanás.
Entonces en una
movida muy extraña y que por demás no tiene apoyo bíblico explícito, este
personaje enemigo acérrimo del pueblo de Dios, inspirado y revestido de poder
por el mismo Satanás, (que se conoce la Biblia de tapa a tapa) va a arriesgar
innumerables recursos políticos, económicos y militares para construirles a los
judíos un templo, donde ellos plácidamente van a adorar a Jehová su Dios por
espacio de unos tres años y medio, mientras Satanás espera pacientemente, para
entonces un día aparecerse en el templo de Dios, donde no hay tronos literales,
ni sillas de ningún tipo para sentarse, y proclamar que es a él a quien en lo
sucesivo se le debe tributar adoración.
¿Qué interesante?
El mundo tiene siete mil millones de personas y Satanás está interesado en la
adoración de únicamente los pocos judíos devotos, que vivan en Palestina en ese
entonces. Desde este punto de vista esta trama no parece razonable, no al menos
para los intereses de Satanás. La articulación de un plan tan burdo está más
cerca de la ficción que de la realidad de la coherencia de los planes
históricos de Dios.
¿CON QUE TIEMPO CONSTRUIRIAN EL
TEMPLO?:
Recuerde que este
análisis tiene como objeto visualizar ese mundo que pinta el premilenialismo,
mantenga la perspectiva para que pueda asimilar hacia donde se dirige nuestro
argumento. El majestuoso templo de Salomón tardó más de siete años en ser
construido (1 R. 6:1 y 6:37-38). El
templo que construyó Herodes el Grande llevaba ya más de cuarenta años en
construcción y todas sus dependencias no habían sido terminadas en tiempo de
Jesús. Quizá el templo que haya de reconstruir el Anticristo no sea tan fastuoso
como el que construyó el rey Herodes el Grande, quizá sea solo una réplica como
el de Salomón. Aunque hoy día hay muchos equipos modernos que antes no existían
los cuales facilitan las tareas de construcción, también hay muchas cosas que
antes no eran parte de una construcción moderna. Pero este proyecto de
edificación deberá ser terminado en probablemente menos de dos años. Una tarea
nada sencilla.
DIFICULTADES INTRINSECAS PARA LA
CONSTRUCCION DE UN TEMPLO EN JERUSALEN
¡Para Dios todo es posible!
Estamos de acuerdo. Si él quiere algo, él mismo empuja para que se logre con su
poder infinito. Pero, aparentemente, este templo no es Dios quien lo quiere,
sino el Anticristo y los judíos según parece. El templo, si por algún motivo se
inicia su construcción, vendrá a ser un proyecto objeto constante de atentados
terroristas, desde el primer picazo, hasta el día de su inauguración y mientras
esté en pie; a menos que todos los musulmanes se conviertan al unísono al
judaísmo, o sean hipnotizados por el Anticristo (no pocos comentaristas coligen
en que, de hecho, el Anticristo junto al Falso Profeta, ejercerán poderes de
esta naturaleza, para que todos adoren a la bestia) ya que su erección habrá
significado la destrucción y el desplazamiento de uno de los centros de
adoración más icónicos de la cultura islámica, un templo que va a rivalizar en
popularidad con la Meca y con el Vaticano.
Esta construcción
se verá entonces afectada por la deserción de trabajadores por la misma causa,
por la oposición interna de aquellos que consideren que no es buena idea
buscarse un problema gratuito para satisfacer a una minoría; detenciones de la
construcción por la misa razón, boicoteada en el suministro de materiales por
lo opositores no sionistas. Y a pesar de todo lo planteado, tal construcción
deberá levantarse en tiempo record porque el periodo de la tribulación antes de
la II Venida, según este esquema, es de solo siete años. Así que después de ese
titánico esfuerzo el uso de ese edificio será muy puntual y efímero: tiene como
único objetivo que el Anticristo convoque a una rueda de prensa, aparezca en su
santuario y reclame adoración, una adoración que sabe, de ante mano, que no
recibirá. Hay que preguntarse si un objetivo tan exiguo merecerá semejante
inversión de esfuerzo y recursos.
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