[…] “Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos;
Y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto,
Ni clamor, ni
dolor,
Porque las primeras
cosas pasaron”.
Por: Prof. Juan Alberto Galvá
Fundador Director Académico del
International Virtual Theological Institute
Instituto Teológico De Santo Domingo
(INVITI-INTESAND)
ompartí al principio de este libro cual fue
mi primer contacto con el Apocalipsis, no creo que fuera realmente el tipo de
experiencia que Juan tendría en mente para sus lectores, pero, quizá, sin tanto
dramatismo, sigue siendo parte de la experiencia de muchos lectores actuales.
Apocalipsis no debe ser abordado como un libro antiguo de ciencia ficción, no
es el equivalente hebreo de las crónicas de Julio Verne, es más bien el mensaje
de Dios, dando a su pueblo el aliento y el estimulo necesarios para mantener
vivo el testimonio cristiano en medio de la diversidad, con la plena garantía
de una victoria final asegurada.
La lectura de este magnífico libro puede ser
abordada desde diferentes ángulos, todos provechosos. Los pastores y maestros
deben ver este lado del libro a fin de que introduzcan a los discípulos en la
profunda experiencia de la fe perseguida. Un estudio entrelazado del libro de
los Hechos, la carta a los Hebreos y Apocalipsis desde este enfoque puede ser
muy provechoso para la congregación como paso previo de un estudio de
Apocalipsis enfocado en los acontecimientos finales.
UN LIBRO DIRIGIDO A LOS JUSTOS, LOS SANTOS, LOS REDIMIDOS, AL PUEBLO DE DIOS.
Una de las enseñanzas más arraigadas hoy día
es el llamado paréntesis de la iglesia1,
el cual se inicia con la ascensión de Cristo. Este paréntesis llega a su punto
culminante con el inicio de la Gran Tribulación identificada con la semana
setenta de Daniel. Con apoyo de esta premisa se afirma que después del mensaje
a las siete iglesias emblemáticas de Apocalipsis, nada, o prácticamente nada se
dice de la iglesia en el libro. Muchos aducen esto como prueba de que la
iglesia ha de estar en el cielo. En otras palabras, el argumento del silencio
es en parte, el sustento de esta doctrina. Si esto es así, surge una pregunta
importante: ¿Cuál sería entonces el propósito de esta revelación? Los judíos
nunca la han estudiado ni la consideran palabra de Dios. Y la iglesia va a ser
arrebatada a los cielos antes de la Gran Tribulación, ¿dónde estarán esos
creyentes que puedan sacarle provecho a la revelación en los días finales?
Resulta evidente en tal coyuntura, que la
lectura del Apocalipsis sería inútil para los cristianos e igualmente inútil
para los judíos. Es obvio que todas las cosas que se revelan en el libro tienen
como propósito servir de guía para el pueblo de Dios de todas las épocas y muy
especialmente para los creyentes que hayan de vivir en los días en que se
manifiesten las cosas descritas en el mismo, por tanto la única explicación posible para el
propósito de esta revelación es que el pueblo de Dios, se beneficie del consuelo
y la guía del libro cuando estos acontecimientos sean desatados.
EL LIBRO ES OSCURO
Si no le agrada esta designación pongámoslo
de otra manera, digamos entonces que el libro no está tan claro. Apocalipsis es
una revelación de algo que no está del todo revelado; esto parece una
contradicción, pero no lo es, no es la primera vez que Dios, al revelarse, a
penas nos deja ver la punta del iceberg de su plan, creando al mismo tiempo
mayores incógnitas a quienes da su mensaje. La misma función simbólica del Apocalipsis
puede ser aplicada al libro de Levítico. Todo el libro apuntaba a una realidad
que se materializó en eventos concretos de la historia de la redención; pero
antes de la crucifixión de Cristo, la mayor parte de las implicancias del libro
estaban veladas y después del cumplimiento del símbolo en su anti tipo9, se pudo discernir con meridiana claridad
qué parte era la mariposa propiamente dicha, y se evidenció que la mayor parte
de la simbología asociada con lo principal era simplemente el bolsón de la
oruga. La idea es que los receptores del
mensaje se mantengan alerta, investigando, inquiriendo, aprendiendo y que de
esta manera se garantice la vigencia del mensaje. En cierto sentido es la
revelación de un misterio pero no en el sentido de que algo que era misterioso
ahora perdió su carácter de misterioso, sino al contrario, se nos comunican
algunas luces entre muchas sombras. Cuando entremos de lleno en el análisis del
libro veremos la clara relación entre símbolo, simbología y su realización.
Por supuesto, que hay quienes dicen que de
ninguna manera el libro es oscuro, sin embargo, en la práctica el libro casi no
es usado, y no pocos de quienes lo usan lo entienden mal. Están también los que
atribuyen al diablo el que no se entienda su mensaje porque a él le conviene
para sus fines demoníacos. Pero si lo ponemos así, reconozco que ese sería un
argumento difícil de rebatir, toda vez que a Satanás le interesa que, no solo
el Apocalipsis o Daniel, sino, toda la Biblia deje de ser leída y entendida
porque a él le conviene. Pero, ¿qué tal, si aparte del fiel y consistente
trabajo del diablo, también nosotros, los pocos que usamos el libro hemos hecho
nuestro notable aporte para hacerlo aún menos claro?
Por supuesto que el problema radica en la
forma en como cada uno está usando el término “claro”. En mi opinión, algo está
claro, cuando con una lectura atenta un mensaje puede ser entendido por la
mayoría de los lectores, sin necesidad de explicaciones profundas o
rebuscadas. Para otros, algo puede estar
claro, aunque para llegar a esa claridad haya primero que consultar la
Biblioteca del Vaticano, o la del congreso de Estado Unidos; obviamente, como
el objetivo de este libro, es proveer a los lectores principios prácticos y
sencillos para la interpretación de la profecía, siguiendo la filosofía de este
manual Apocalipsis no se ajusta con nuestra definición de lo que está claro.
Pero que no esté del todo claro, no significa
que sea ininteligible, o que sea imposible de saberse lo que de él se puede
conocer, lo que significa, es que el libro ofrece información básica y general
que concuerda perfectamente bien con todo lo ya revelado antes en las
Escrituras Sagradas, y es ese el mensaje que debemos captar los creyentes que
aún no estamos viviendo en la época de los acontecimientos que transmite Juan.
Ahora bien, el libro contiene en si mismo un mensaje “pasivo” por así decirlo,
que hace referencia a hechos cuya manifestación cronológica y especifica en sus
actores directos, de alguna forma nos está velado, son esas áreas “de mensaje
pasivo” donde debemos ser muy cautos y
no forzar interpretaciones extemporáneas.
En palabras llanas: Esas
áreas no claras constituyen precisamente la parte que no nos tiene que
preocupar, porque así se diseñó el libro por la sabiduría divina para la
protección de los planes eternos del Dios altísimo. No obstante, podemos tener
la certeza de que los creyentes que estén viviendo en los días del cumplimiento
de esta profecía, habrán de recibir la oportuna asistencia del Espíritu Santo,
tal como hizo Jesús con sus discípulos en los días de su manifestación, dice:
[…] “Y
se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el
camino, cuando nos abría las Escrituras? (Lc. 24:32).
[…] “Y
les dijo: Estas son mis palabras, que os hablé estando aún con vosotros: que
tenían que cumplirse todas las cosas que había sido escritas acerca de mí en la
ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos. Entonces les abrió la
mente para que entendieran las Escrituras” (Lc. 24:45). BTX.
Ya sea que la frase:
“abrir las Escrituras” solo signifique la explicación previa para entender, o
capacidad sobrenatural para decodificar, es para todos los fines lo mismo. Las
Escrituras estaban ahí frente a ellos, se estaban cumpliendo, frente a ellos, a
pesar de todo, para ellos estaban cerradas. Y eso es exactamente lo que pasa
actualmente con la profecía vatídica, la enseñanza general y didáctica está
disponible, pero la aplicación puntual, y por tanto, el entendimiento de los
detalles está reservado para los actores del momento histórico de su
cumplimiento. Por consiguiente hay una reserva, adrede, en la misma
configuración de la profecía que preserva la soberanía de Dios, el secreto de
sus planes y la paz y el equilibrio de los hombres en tanto llega el tiempo.
Esto no debe convertirse en un desestímulo para estudiar las profecías, porque
a fin de cuentas, los acontecimientos finales (los culminantes) pueden
empezarse a desatar frente a nosotros en cualquier momento.
Así que, si vamos a hablar de claridad casi
total entonces podríamos hablar del evangelio de Juan, o de las epístolas
juaninas, pero no del Apocalipsis: ¿Por qué hablar con enigmas, cuando las
cosas pueden ser dichas claramente?, ¿Por qué usar un lenguaje de símbolos
cuando el Señor sabía de antemano que hoy día no podría haber consenso sobre
muchos de esos símbolos? Cuando Dios, no habla totalmente claro, debemos
recordar, como ya hemos establecido, que Dios lo está haciendo adrede:
Acaso es lo miso decir:
Juan
3:16-18.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
17 Porque Dios no envió al Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de Él.
18 Quien cree en Él, no es juzgado; el que no
cree, ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo
de Dios.
Que decir:
Apocalipsis
11:4-8.
4 Éstos son los dos olivos, y los dos
candelabros que están en pie delante del Señor de toda la tierra.
5 Si alguno procura dañarlos, un fuego procede de sus bocas que
devora a sus enemigos: si alguno procura dañarlos, debe morir de la misma
manera.
6 Éstos tienen la potestad de cerrar el
cielo, para que no caiga lluvia en los días de su profecía; también tienen
potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la
tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
7 Cuando terminen su testimonio, la bestia que
sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará.
8 Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la
gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma, y Egipto, donde también fue
crucificado el Señor de ellos.
Pienso que todos estarán de acuerdo en que
no. Es obvio, que cuando algunos comentaristas dicen que no hay opacidad en
este libro, uno tiene que asumir que ellos tienen un manual de interpretación
que muchos de nosotros desconocemos.
Para que este libro sea claro tendría que estar escrito en lenguaje similar al
de (Jn. 3:16). Apocalipsis en cambio,
fue revelado y escrito en un lenguaje críptico y este lenguaje enigmático
responde a razones históricas.
LA ARQUITECTURA DEL LIBRO
Todos los autores
coinciden en que el libro mismo señala cuál es su división natural, Jesús
declaró a Juan:
“Escribe las cosas que has visto,
las que son y las que han de ser después de estas” (Apoc. 1:19)
Esta declaración, sin
embargo, no es indicio de cronología o indicación de que hay una hilaridad
ininterrumpida en el mismo. Este relato muestra lo que ha de ocurrir durante el
relato, Juan lo escribirá en el orden que se le ha de mostrar, sin que implique
que alguien puede hacer la agenda de los tiempos finales y establecer con exactitud
a partir del relato la ocurrencia de cada evento. Pero, aparte de este esquema
natural, el libro presenta también un patrón de eventos aparentemente
duplicados; como si se quisiera presentar los distintos planos de una misma
escena, algo como lo que logran los evangelios, que nos permiten ver el mismo
hecho desde cuatro ángulos distintos, pero, como Dios no nos iba a presentar su
revelación final cuatro veces, decidió esquematizarla a través de su siervo
Juan de Patmos. Además de mostrarnos un mismo evento desde varias perspectivas
o enfatizando hechos relacionados en cada imagen, se percibe en los cuadros
siguientes, que el relato avanza hacia una intensificación del conflicto hasta
su desenlace; un gráfico de círculos concéntricos pero que en vez de describir
una trayectoria explosiva muestre una trayectoria implosiva podría ayudarnos a
entender el flujo del libro:
DIAGRAMA2.
Consideremos el
comentario de José Grau al respecto:
“En todo el libro se
da un progreso impulsado hacia la consecución del gran clímax final: la
regeneración universal, la consumación
total y definitiva de los designios de Dios.
Las siete cartas
(Caps. 2 y 3) constituyen una sección bien definida. Y el resto del libro lo forman
otras seis secciones igualmente bien definidas. En cada una de dichas secciones
el apóstol Juan nos conduce hasta el final y, luego comienza de nuevo, pero
desde otro punto de mira, desde otro ángulo, con distinto enfoque y diferente
perspectiva. No obstante, a pesar de los horizontes plurales, desde los que
contemplan la historia, siempre nos conducen hasta el mismo término o
consumación final. Así, no es de extrañar que se produzca un considerable número
de paralelismos entre las varias secciones, y que el libro se mueve con
creciente ímpetu hacia el clímax que persigue el autor inspirado.2”
¿QUIEN
ES EL AUTOR DE APOCALIPSIS?
El libro de Apocalipsis, al
igual que el de Hebreos y otros escritos canónicos tuvo que pasar por un
proceso bastante interesante antes de ser agregado oficialmente al canon de las
Escrituras. En un principio hubo comunidades de fe que lo rechazaron y su
asimilación integra a toda la comunidad de fe tardó bastante tiempo. En cuanto
a la identidad del autor ha habido no poca discusión, sobre todo, sustentada en
las evidentes y significativas diferencias entre el estilo del griego del
apóstol del cuarto evangelio y el griego del autor del Apocalipsis. Los
expertos opinan que las diferencias de estilo son tan significativas que hacen
casi imposible que se trate del mismo autor. Si esto fuera así, explicaría la
fuerte influencia que muestra el Apocalipsis en cuanto a las ideas
pseudoepigráficas de las obras apócrifas, lo cual uno no ve en el cuarto
evangelio, igualmente la bifurcación prpfética que hace el autor del
apocalipsis entre Israel y la iglesia difícilmente con la el énfasis del
apóstol en interpretar en el movimiento cristiano el cumplimiento de las
promesas del antiguo pacto asi como su arraigada cristología. Con todo, a favor
de la paternidad juanina parece estar el testimonio antiguo de los padres
apostólicos y una larga tradición que ha atribuido siempre a Juan el apóstol la
producción literaria de este libro, al respecto las palabras de A. T.
Robertson:
“Quizá ningún otro libro del Nuevo
Testamento presenta problemas tan
grandes y formidables como el Apocalipsis de Juan. Esas dificultades tocan a la
paternidad, la fecha, el método apocalíptico, la relación con los otros escritos
juaninos, el propósito, el ambiente
histórico, la recepción del libro en el canon del Nuevo Testamento, el uso y
mal uso del libro a través de los siglos, etc. En las iglesias orientales el
reconocimiento del Apocalipsis de Juan fue más lento que en occidente, por
cuanto no estaba en la versión Siríaca Peshitto. Cayo de Roma atribuyó el libro
al gnóstico Cerinto, pero fue capazmente refutado por Hipólito, que lo atribuyó
al apóstol Juan. El concilio de Laodicea (alrededor del 360 d.C.) lo omitió,
pero el tercer concilio de Cártago (397 d.C.) lo aceptó. La disputa acerca del
milenarismo condujo a Dionisio de Alejandría (a mediados del siglo tercer d.C.)
a negar la paternidad del apóstol Juan, aunque lo aceptó como canónico. Eusebio
sugería un segundo Juan como su autor. Pero finalmente, e libro fe aceptado en
Occidente como Hebreos lo fue igualmente, tras un período de dudas.3”
Veamos igualmente las palabras que sobre este
libro vierte el Dr. Millos en su comentario:
[...]“El escrito es importante por cuanto refleja el
pensamiento de los cristianos en Sardis, una de las siete iglesias que se
mencionan en el libro y en un tiempo relativamente próximo al de [la]
composición del libro. Policarpo, sobre el año 155, discípulos inmediato de
Juan, en su carta a los filipenses, utiliza frases idénticas a algunas que
aparecen en él, considerando el libro como divinamente inspirado. En el año
195, Irene, que fue discípulo de [uno?] de Policarpo, a su vez, discípulo del
apóstol Juan, citaba frecuentemente el Apocalipsis, aceptándolo como Escritura
y como obra de Juan, el discípulo de Jesús.4”
Sea como fuere, no cabe duda
de que la tarea del Espíritu Santo al decretar que este libro llegase a formar
parte del canon actual de las Sagradas Escrituras debe ser suficiente argumento
como para que lo recibamos con reverente y humilde atención a fin de que seamos
beneficiados con su mensaje de advertencia y esperanza.
¿QUIEN NO ES EL AUTOR
DEL APOCALIPSIS?
Si bien vale la pena indagar
la probable identidad del autor del libro, también vale la pena indagar quien
no pudo ser su autor. El objeto de esto es saber qué ideas son improbables en
uno y otro caso, pero además formarnos una tesis sobre sus posibles
destinatarios. Por ejemplo, si el libro tuviera como autor a Juan el Bautista,
considerar que el mensaje estaba fundamentalmente dirigido a Israel tendría
todo sentido, pues sabemos que Juan Bautista, es el eslabón de transición entre
el Antiguo y Nuevo Pacto, y que únicamente introdujo al Mesías en la escena,
pero no avanzó más allá en la comprensión de la trascendencia del plan de Dios
respecto de la iglesia. Su mente estaría impregnada del pasado y condicionada
por las ideas y estereotipos del A.T. para ser realizadas según ese estereotipo
cuyo centro de gravedad es Israel. De hecho, en pleno auge de la fe cristiana
aún sobrevivían discípulos de Juan el Bautista quienes mantenían sus enseñanzas
(Hch. 24:28).
Sin embargo, no podría ser
un judío no cristiano, porque el libro da claras indicaciones de que el autor
es cristiano, de hecho, la revelación la recibe de Jesucristo mismo (Apoc. 1:1). Y obviamente toda su
argumentación es cristiana. Pero, si el autor es Juan de Éfeso, o Juan de
Patmos, o Juan el apóstol, sobre todo este último, el enfoque cambia
significativamente, porque Juan el apóstol sí que conoce bien el plan de Dios
respecto de su pueblo, no muestra sesgo entre Israel y gentiles, pues comprende
perfectamente bien que el pueblo de Dios en su tiempo eran dos rebaños que
Jesús había empezado a unir (Jn. 10:16).
Sabía además que la iglesia no era un plan de último minuto sino parte
integral, inseparable del plan del Padre, y que él, junto al apóstol Pedro, a
la cabeza de los apóstoles, había puesto su vida por la defensa de la
construcción de ese pueblo. Este es un hecho que no puede ser soslayado sin
serias consecuencias para una interpretación objetiva. En ningún momento ni
Juan el apóstol, ni ninguno de los apóstoles mostraron algún sentimiento de ser
parte de un grupo marginal, la clara enseñanza de los apóstoles era que ellos,
la iglesia, eran el pueblo de Dios (I P.
2:9-19), por tal razón es dable conceder que cuando Juan escribe, “Israel”,
“sus instituciones” y todo el simbolismo alrededor de ellas, apunta a los
santos, los redimidos, a los elegidos de Dios, bajo el nombre de Israel, él,
pues, está hablando del pueblo de Dios de forma integral.
EN EL OSTRACISMO
Patmos es una pequeña isla griega del archipiélago del Dodecaneso, en el mar Egeo, tiene una
superficie de 34,6 km.
Es una isla mayormente rocosa; es en este inhóspito lugar donde nuestro autor
dice que fue desterrado por causa del testimonio de Jesús y la palabra de Dios.
En otras palabras, el compositor del libro es un preso por causa de la
conciencia, un preso político diríamos hoy. Así que si Juan está preso y además
desterrado, es posible que se tratara de un preso importante para el imperio.
Juan yace encarcelado en una
época crítica para el cristianismo; gobierna probablemente el emperador
Domiciano (81-96 d.C.) que se hacía llamar, nada más y nada menos: “Dominus ac Deus noster”6 (Nuestro Señor y Dios) y
quien así mismo, había desatado gran persecución en contra de los cristianos,
quienes habían disfrutado hasta el momento la tolerancia del imperio romano al
ser considerados como una rama de los judíos y por tanto una religión tolerada,
pero después de la revuelta judía del (66 d.C.) esa consideración jurídica
cambió, y siendo que los cristianos se negaban a adorar al emperador fueron
declarados religión ilícita y Juan es precisamente víctima de esta atmósfera de
intolerancia. El imperio romano era celoso de los conspiradores y cualquier
grupo o persona que oliera a sedición podía convertirse en foco de atención del
imperio, por tanto para los creyentes y sobre todo para los dirigentes
cristianos de aquellas épocas era necesario tener cuidado con lo que se decía y
mucho más con lo que se escribía:
[…] “Los romanos reprimían a cualquier
grupo cuyos profetas denunciaran a Roma, pero Juan estaba bien plantado en la
tradición veterotestamentaria que pronunciaba oráculos contra las naciones y
los imperios opresores, especialmente los que oprimían al pueblo de Dios.
Algunos otros escritores judíos pronunciaron juicio contra Roma (a menudo
utilizando nombres crípticos como
Babilonia, Edom, o Quitim), y muchos hasta querían iniciar un rebelión (este
fervor revolucionario se materializó en Egipto y Cirene un poco más adelante);
el Apocalipsis está entre los oráculos de juicio más explícitos contra la
rebelión de Roma contra Dios.”10
En tal sentido un libro como
el Apocalipsis que fuera escrito de manera verdaderamente clara, (cosa de por
sí inusual para la profecía vatídica, que a menudo es opaca), y que fuera
hallado en poder de cualquier persona o grupo, se convertiría en la prueba
irrefutable de que se estaba frente a traidores subversivos. El Apocalipsis,
aún a pesar de su mucha simbología hace alusiones fácilmente identificables o
asociables con el emperador romano y con el imperio, algunas de ellas muy
peligrosas:10
Apocalipsis: 17: 8:9.
“la bestia que viste, era, y no es, y
está a punto de subir del abismo, y va a perdición. Y los que moran en la
tierra, cuyo nombre no ha sido escrito desde la fundación del mundo en el libro
de la vida, se asombrarán al ver la bestia que era, y no es, y estará presente.
Aquí está la mente que tiene sabiduría:
Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer, y
también son siete reyes: cinco cayeron, el uno es, el otro aún no ha venido, y
cuando venga, debe durar poco.
¿(Roma)?
Apocalipsis 13:15-18.
15 Y le fue dado infundir
aliento a la imagen de la bestia, e hiciera hablar a la imagen de la bestia, e
hiciera que fueran muertos cuantos no adoraran la imagen de la bestia.
16 Y hace que a todos, a
pequeños y grandes, a ricos y pobres, a libres y esclavos, les pongan una marca
en su mano derecha o en su frente,
17 y que ninguno pueda comprar
o vender, sino el que tiene la marca: el nombre de la bestia o el número de su
nombre.
18 Aquí está la sabiduría. El
que tiene entendimiento, deduzca el
número de la bestia, porque es número de hombre: su número es seiscientos
sesenta y seis.11
¿(Nerón- Domiciano) ?
Apocalipsis 17:15-18
16 Y los diez cuernos que
viste, y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y
desnuda, y devorarán sus carnes, y a ella la quemarán con fuego;
17 porque Dios puso en sus
corazones hacer lo que Él se ha propuesto, y hacer que se pongan de acuerdo, y den
su reino a la bestia, hasta que se hayan cumplido las palabras de Dios.
18 Y la mujer que viste es aquella gran ciudad, la cual tiene
dominio sobre los reyes de la tierra.
¿(Roma)?
Tenemos pues aquí motivos de
sobra para que este libro fuera escrito en este lenguaje enigmático, simbólico
y realmente poco claro. ¿Es una revelación? ¡Claro que lo es! Es la revelación
del misterio nada especifico en cuanto a
detalles de lo que va a suceder en los días finales. Pero es más aún, es la
garantía de la victoria final, es un canto de alabanza y un pregón de aliento y
consuelo para el pueblo atribulado, es la anticipación pictórica de las
imágenes del día glorioso donde los santos brillaran como las estrellas del
cielo y el mal será neutralizado para siempre jamás.
DESTINATARIOS
INMEDIATOS
Ahora bien, este libro tuvo
destinatarios inmediatos cuando fue escrito. Hay que suponer que el libro fue
distribuido de forma clandestina porque aún en el lenguaje velado en el que
este libro fue escrito, cualquier autoridad que lo leyera hallaría en el libro
motivos de suspicacia, no porque entendiera el mensaje, sino precisamente
porque el mensaje no era inteligible.
Este libro, sin embargo,
hallaría rápida aceptación entre los cristianos, sobre todo aquellos
provenientes del judaísmo acostumbrados a los libros apocalípticos tales como
Enoc, Jubileos, los oráculos Sibilinos6, Baruc y otros. Las
imágenes que Juan usa están firmemente arraigadas en el A.T. pero aunque él
nunca cita fuentes apócrifas directamente, es evidente que su estilo sigue
estas fuentes. Por tanto sus lectores, habituados a esta simbología, e
identificados con el medio ambiente de la persecución, de las esperanzas
mesiánicas y de los sufrimientos latentes de seguro hallaron rápidamente
referentes inmediatos a los cuales aplicar las alusiones veladas de este libro,
que fue escrito, como todos los libros de este género, para llevar consuelo,
animo, estimulo y esperanza al pueblo sufriente.
EL PROPOSITO DEL AUTOR
Es obvio que Juan de Patmos escribe a una
iglesia perseguida, y el mejor testimonio de ello, es que él mismo está preso
por causa del testimonio de Jesús y la palabra de Dios (Apo. 1:9). Juan ha recibido un mensaje de parte de Jesucristo, y a
él le toca comunicar ese mensaje. Pero, vamos a estar claros, hay dos maneras
de considerar el tesoro revelacional del libro de Apocalipsis:
Ü LA FANTASTICA:
por fantástica no quiero decir, falsa, sino, espectacular. La que, de hecho,
más nos gusta a la mayoría de los evangélicos y la que parece tener más adeptos
hoy día. Esta consistiría en que Juan subió al cielo, allá vio y escribió sus
revelaciones, y cuando bajó del cielo, el había ya escrito todo desde allá, o
sea que bajó el libro escrito de un todo; así que solo se limitó a
distribuirlo. ¿Puede Dios hacer algo así? ¡Dios lo puede todo! La tabla de los
diez mandamientos fue esculpida por el dedo de Dios y entregada a Moisés (Ex. 31:18, 34:1), (Dt. 9:10). La
sentencia de la destrucción de Babilonia dada a Beltsasar, fue escrita por una
mano misteriosa en la pared del salón del rey (Dn. 5:5). Ahora bien, ¿acostumbra Dios hacer esto?, la verdad es
que no, lo habitual es que él manda a que sus siervos escriban, ellos mismos de
su puño y letra. (Ex. 17:14, 24:4. Nm.
5:23, 17:2, 33:2, Jos. 8:32, I S. 10:25, etc..).
Ü LA TRADICIONAL:
como ya hemos señalado, lo corriente es mostrar las visiones, predicar el
mensaje, y tiempo después ponerlo por escrito poco a poco, porque como hemos de
entender, escribir, ni era fácil, ni era simple, ni era veloz, ni era económico
en la época del apóstol Juan. Escribir un libro era toda una empresa, que
muchas veces requería el patrocinio de mecenas como probablemente fue el caso
de Lucas y Teófilo. Los libros no existían en forma de códice como hoy día,
sino que eran en forma cilíndrica, eran rollos, y la escritura era gruesa y
grande, por tanto, el rollo de un libro como el Apocalipsis podía tener varios
metros de longitud, por lo mismo solo algunas sinagogas tenían copias enteras
de la Torá.
Si escogemos la forma habitual y tradicional,
el análisis es más simple, pero si optamos por la forma espectacular entonces
hay al menos ocho asuntos básicos a considerar aquí:
Primero.
¿Debemos suponer, partiendo de la forma en
cómo Juan presenta la información, que su relato es la forma exacta en
como el tuvo su visión?, en otras
palabras, ¿es el libro de Apocalipsis una reproducción fiel palabra por
palabra, imagen por imagen, de lo que Juan recibió como revelación?
Segundo.
¿Juan iba escribiendo mientras recibía las
revelaciones, o él solo observaba?
Tal parece que hay de ambas cosas, pues aunque
en la mayoría de los casos él simplemente está narrando, hay ocasiones en las
que parece que estaba escribiendo. Incluso en una ocasión se le ordena dejar de
escribir. (Apo. 2:1, 8, 12, 17, etc.
10:4, 14:13, 19:9, 21:5,).
Tercero.
¿Fue ese proceso de revelación una visión
ininterrumpida? O ¿fue por etapas, en varios días o meses, como en los casos de
Moisés y Daniel?
Cuarto.
Si Juan vio y escuchó las cosas tal y como él
las presenta en el libro de Apocalipsis, ¿habrá él entendido de inmediato toda
esa comunicación simbólica? Hay que destacar que Daniel recibió revelaciones en
un proceso similar, y no pudo entender la mayor parte de lo que le fue
revelado, (Dn. 7:15-16, 8:13 y ss. 9:20 y
ss.. 12:6 y ss.) sino que necesitó en cada caso la interpretación de un ser
celestial. En el libro del Apocalipsis también hay pasajes que tienen su
interpretación a posteriori, pero el grueso de las visiones que Juan ve, se
dejan a la interpretación de los lectores bajo la premisa aparente, de que los
destinatarios conocen los referentes a los que Juan hace alusión.
Quinto.
Si fue ininterrumpida, ¿Juan estaría en una condición de atemporalidad, de tal
suerte que no habría relación de transición del tiempo entre lo que él
experimentaba y las horas terrestres? Porque si esta visión fue contemplada por
él en tiempo y espacio terrenal, ¿cuánto tiempo le habrá tomado a Juan
presenciar todos estos eventos?
Sexto.
Si Juan escribió todo mientras recibía la
revelación, ¿significaría que él bajó el libro escrito desde el cielo cuando
terminó el éxtasis de la visión? Y más interesante aún, ¿sí realmente Juan iba
escribiendo el libro palabra por palabra mientras iba mirando las visiones, a
qué velocidad iría su pluma y con qué
frecuencia se gastaría su tintero para que pudiera hacer lo que hoy día hace un
taquígrafo, fijo en una mesa, y con un aparato especial para estos fines? ¿O
también debemos asumir que le fue conferido un poder especial y sobrenatural
para la escritura, que no se explica en la revelación y que nosotros
desconocemos?
Pero si no fue así, habría que preguntarse,
¿cuánto tiempo le tomaría a Juan poner por escrito un libro tan extenso e
intrincado como el Apocalipsis a la manera tradicional? Estamos halando de un
libro que ciertamente requeriría un trabajo arduo y dedicado, todo esto con los
utensilios de la época, limitado de recursos y por demás preso.
Séptimo.
¿Cabe la posibilidad de que Juan recibiera
sus visiones y luego, poco a poco las fuera componiendo con la asistencia del
Espíritu Santo a fin de que recordara lo que había recibido en visión, y él
mismo escogiera las imágenes y frases estereotipadas con las cuales él se
aseguraba que el libro solo pudiera ser entendido por sus destinatarios,
siguiendo en su composición el conocido genero de la apocaliptica?
Octavo.
¿Si realmente Juan recibió un mensaje básico,
y después lo codificó para que una parte del público no lo entendiera y otra
parte sí, podemos asumir con buen grado de certeza, que sus destinatarios
inmediatos lo entendieron?
Noveno.
Y último. Si la situación que vivía la
comunidad cristiana del tiempo del apóstol Juan, era de una severa persecución,
matizada por no pocas deserciones, (Cf.
Heb. 10:32 y ss.) temor y angustia que se agravaban por la “dilación” (II P. 3:9, 15), de la promesa del Señor de que regresaría en
breve; ¿No sería razonable que el propósito principal de este libro, como
también el libro de Hebreos y casi todas las epístolas finales fuera consolar y
alentar, y que por tanto este libro tuviera una fuerte referencia tanto
retrospectiva para la reflexión, pero también un puntual referente a la
apremiante realidad política que vivían los seguidores de Jesús y así mismo su
propósito fuera también animar a los creyentes para que permanecieran firmes en
su fe, a sabiendas, y este es el mensaje principal, que según la trama
principal de la profecía la victoria
final estaba asegurada para los vencedores, para los que perseveraran
hasta el fin? (Apoc. 13:10; 14:12; Mt.
10:22, 24:13. Mr. 13:13).
¿CÓMO DEBERIAMOS
ABORDAR EL ESTUDIO DEL APOCALIPSIS?
Obviamente no tenemos todo el espacio que
quisiéramos para poder analizar en detalle todo el libro de Apocalipsis, pero hay
en español hay algunos buenos comentarios al respecto. El trabajo del profesor
Samuel Pérez Millos (premilenialista) es especialmente notable; el esmero en
los detalles, su orientación a la mesura,
la meticulosidad en su metodología, su incuestionable erudición y su
sensibilidad pastoral lo hacen un muy buen Manual de estudio sobre Apocalipsis.
Dado que el propósito fundamental de este
libro es establecer principios que sirvan de guía para la interpretación
escatológica ninguno de los libros eminentemente escatológicos o con
información escatológica será abordado en forma exhaustiva sino que de cada escrito
tomaremos ejemplos que sean ilustrativos para el caso que nos ocupa, siendo en
parte, la excepción de esta regla, el libro de Apocalipsis. En el caso
particular del Apocalipsis, utilizaremos dos pasajes los cuales analizaremos
extensamente a fin de que sirvan de ejemplo para la aplicación de los demás
escritos escatológicos. Uno de los casos que trataré será el capitulo 20, el
cual analizaremos cuando estemos tratando el tema del milenio “temporal”/eterno,
y el capítulo once, acerca de los dos testigos.
LA GENESIS DEL LIBRO DE APOCALIPSIS
La posición que asumimos aquí es que el
Apocalipsis es palabra infalible e inspirada divinamente por el Espíritu Santo
a Juan de Patmos, sin entrar en consideraciones de si este era el apóstol o no,
dado que no hay certeza de ello. Sostenemos que Juan recibió revelación
inspirada sobre los acontecimientos finales, y que fue inspirado a ponerla por
escrito valiéndose de un esquema humano, conocido por sus destinatarios, (el
género apocalíptico) por tanto, solamente un método literal rígido de
interpretación no puede hacerle justicia al libro toda vez que el libro no
habla directamente sino a través de símbolos, simbología y metáforas. Asumimos
que la simbología es artificial y que Juan con sabiduría, maestría y moderación
sigue el estilo de autores de esta misma corriente: por tanto, tener presente
con el debido cuidado, lo que quiere decir el autor y no tomar al pie de la
letra todo lo que está diciendo será de vital importancia para una
interpretación consecuente con el estilo elegido7.
Esta postura, de ningún modo socava la integridad de la declaración precedente
sobre la inspiración del libro y la inerrancia de las Escrituras, y esperamos
demostrar fehacientemente, que si nuestro método de abordar este libro no es el
más apropiado, al menos es uno de los más consecuentes con el resto de la
palabra revelada:
La evidencia de que nuestro autor ha tomado
su mensaje y nos lo ha revestido de lenguaje simbólico siguiendo un estilo bien
establecido queda clara cuando vemos esta breve cita de David Lozano Medina:
8“La tradición atribuye a Moisés varios cánticos, entre
ellos el Hallel de Pascua, que son los salmos comprendidos entre el 113 y 118
del salterio. Estos salmos son recitados en la fiesta Pascual con motivo de la
conmemoración de la salida de Egipto, es un recuerdo del poder y de la
misericordia de Dios. La Apocalíptica creía que aparte de estos, que han sido
registrados en el libro de los salmos, había otros cánticos celestiales
entonados por Moisés a los cuales tenían acceso sólo los justos o elegidos. En
Apocalipsis se alude a ello, cuando se habla del “cántico de Moisés”, en cambio
en 3 Hen, se hace indirectamente, ya que cualquier lector familiarizado con l
tradición judía, se daría cuenta que se trata de Moisés sus cánticos.
En Ap 12:6
leemos: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios…”,
en el ApEl 3:20-24, el Anticristo lleno de ira contra la virgen Tabita: “la
persigue hasta el poniente, chupa su sangre a la hora de la tarde y la arroja
sobre el templo; pero (la sangre) se convertirá en salvación para el pueblo.
(Tabita) se levantará de mañana, vivirá e insultará (al Anticristo) con estas
palabras: ´Oh impúdico, no tienes poder sobre mi alma ni sobre mi cuerpo,
porque vivo en todo tiempo en el Señor. Has arrojado mi sangre sobre el templo,
y se ha convertido en salvación para el pueblo.
La mujer
siempre jugó un papel simbólico importante en la apocalíptica. En Gn 3:15 se ve
a la mujer y a su simiente en una confrontación con la serpiente, y en Is 7:14
a la virgen dando a luz un hijo. Estos sajes fueron vistos como vaticinios
mesiánicos tanto por los judíos como por los judeo-cristianos de épocas
tardías.
A lo largo de
todo el libro de Apocalipsis encontramos diversos paralelismos con la
literatura judeo-apocalíptica. En realidad casi en su totalidad, el libro se
presta expresiones y símbolos de judaísmo tardío, con la diferencia sustancial
de que todo gira en torno a Jesucristo.”
Por todo esto el método que utilizaremos para
analizar este libro es el que está alineado con los postulados que hemos venido
estableciendo. Examinaremos la forma habitual de abordar el tema escatológico y
lo contrastaremos con una escatología orientada a ver, de todas las imágenes
vertidas, y así develar la gran imagen o el mensaje central, basados en la
información que aporta el texto.
1-
(Véanse Waldron E. Samuel, El Fin De Los Tiempos. Una
explicación para todos. Una escatología sencilla basada en el evangelio.
Traducido al español por David Rivero. Págs. 184-186. Graham, N.C., N.Y.,
EE.UU. Publicaciones Faro de Gracia. 2008).
2-
(Ryrie C. Charles. Las Bases de la fe Premilenial.
Ampliado por Homer Payne. Págs. 168-176.traducido por Santiago Escuain. Grand
Rapids, Michigan. EE.UU. Publicaciones Portavoz Evangélico, división de Kregel
Publications. 1984).
3-
(Grau José, Curso de Formación Teológica Evangélica. Escatología Final de
los Tiempos. Pág. 298. Editorial Clie, 1977).
4-
(Robertson Archibald Thomas, Imágenes Verbales en el
Nuevo Testamento/Comentario Al Texto Griego Del Nuevo Testamento. Introducción
al comentario del libro de Apocalipsis, 1er par. Pág. 659. Adaptada al
castellano y anotada por Santiago Escuain. Viladecavalls (Barcelona) España.
Editorial Clie 2003).
5-
(Millos Samuel Pérez. Th.M. Apocalipsis, Comentario exegético al texto
griego del Nuevo Testamento. Pág. 20. Villadecavalls (Barcelona) España.
Editorial Clie. 2010).
6- (Véase
González L. Justo. Historia Del Cristianismo, Tomo I, Desde la era de los
mártires hasta la era de los sueños frustrados. Págs. 47-54. Miami Fl. USA.
Editorial Unilit. 1994.)
Robertson Archibald
Thomas, Imágenes Verbales en el Nuevo Testamento/Comentario Al Texto Griego Del
Nuevo Testamento. Pág. 720. Adaptada al castellano y anotada por Santiago
Escuain. Viladecavalls (Barcelona) España. Editorial Clie 2003)
7-
(Véase por ejemplo John H Walton, Victor H. Matthews, y
Mark W. Chavalas, traducido por Nelda Bedford de Gaydou, Arnoldo Canclini,
Raimundo Ericsson, y José Antonio Septién. Comentario del contexto cultural de
la Biblia, Antiguo Testamento. Pág. 833. Alabama St. El Paso Texas, Estados
Unidos. Editorial Mundo Hispano, 2008).
8- Véase, Berkhof
Luis, Principios de Interpretación Bíblica, Hermenéutica Sagrada. Edición
revisada y aumentada con apendices y bibliografías de la hermenéutica en
castellano preparados por Humberto Casanova.
El sentido místico de la Escritura. Págs.121, 122. Jenison, MI. EE. UU.
Editorial TELL, 1992.
(Medina
Lozano David, Rabinismo y exégesis judía, un acercamiento al pensamiento de los
escritores del N.T. Págs. 93, 94. Editorial Clie, 1999).
9-
Se entiende por tipo, aquello que hace una alusión
indirecta a una realidad futura, por ejemplo José fue tipo de Jesús, en cuanto
a que fue vendido, humillado y después fue exaltado hasta lo sumo. El anti tipo
se entiende como la materialización del tipo o su cumplimiento, Jesús es el
anti tipo de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento.
10-
(Véase. Keener S. Craig. Traducido por: Nelda Bedford de
Gaydou, Arnoldo Canclini, Gabriela de la Rocha, Raimundo Ericson, Miguel A.
Mesías, Edgar Morales, José Antonio Septién y Rubéb Zorzoli. Comentario del
contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento. Introducción al libro de
Apocalipsis. Pág 750. Alabama St. El Paso Texas, Estados Unidos. Editorial
Mundo Hispano, 2008).
1- Para una
interesante explicación sobre la simbología detrás del número (666) véase: Kaiser Jr. C. Walter, Davis H. Peter, Bruce
F.F., Branch T. Manfred, Pasajes
difíciles de la Biblia. ¿su número es 666? Págs. 762, 763, 764. Traductores Alfredo Ballesta, N Rubén y Alicia
Zorzoli. Nelda Gaydou, Edgar Morales, Martha de la Rosa Rodríguez, José
Septién. Editores. El Paso, Texas, EE.UU. Editorial Mundo Hispano 2010).
Preguntas y proyectos de investigación
1-
¿Está usted de acuerdo con la autoría del apocalipsis por
Juan el apóstol? Diga por qué sí o por qué no.
2-
Haga un estudio exhaustivo del libro de Apocalipsis y construya una tesis personal acerca de la
forma en cómo Juan recibió sus revelaciones, cómo las puso por escrito y qué
tiempo le tomó escribir y distribuir su libro.
3-
¿Cuál es a su juicio el mensaje central del libro de
Apocalipsis?