jueves, 7 de agosto de 2014

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA



Prof. Juan Alberto Galva



CAPITULO IV
SEGUNDA SECCION: ANALSIS DEL LIBRO DE APOCALIPSIS

EL GÉNERO DE LA APOCALIPTICA

“Miré y, a los cuatro lados
(alrededor) del Señor de los espíritus,
vi cuatro rostros…
Y oí las voces de aquellos cuatro rostros
que pronunciaban alabanzas ante el Señor de la gloria.
(I Hen 40:2-3).




E
l género apocalíptico es un estilo narrativo  bien definido y vinculado primordialmente a la tradición judeo-cristiana. Surge como respuesta al desánimo y la deserción del pueblo de Dios en épocas difíciles1 donde la persecución y los sufrimientos de toda índole amenazan la integridad de las costumbres y la identidad de la nación judía. Es evidente que los periodos comprendidos entre la persecución desatada por Antíoco IV Epífanes, la conquista de Palestina por medio de Pompeyo a favor de Roma, y la destrucción del templo de Jerusalén en el 70 D.C. figuran como momentos en los que se registró una producción significativa de literatura de este tipo:

[…] “(1)[los libros del género apocalíptico] fueron escritos en tiempos de grandes crisis (época de los Macabeos y de la destrucción del templo por Tito). (2) El mensaje pretende haber sido escrito por algún profeta o patriarca del pasado (por lo que reciben el nombre de pseudoepigráficos). (3) Pretenden formar parte de un grupo de libros redactados en un pasado remoto, y limitados a un grupo escogido de iniciados, que solamente podrían difundirlos al llegar al fin de los tiempos. Por lo general centran su mensaje en los temas de los profetas acerca de los últimos tiempos, por lo que presentan grandes dosis de verdad mezcladas con interpretación, devoción, y también una gran cantidad de fantasía. Ejemplos de esta literatura lo tenemos en el libro de Enoc, libro de los jubileos, Testamento de Job, Apocalipsis de Baruc, IV de Esdras,2 etc.”

A continuación un pequeño fragmento del libro de Enoc, en donde podremos apreciar muchas de las características antes mencionadas.

CAPITULO 71

“1 Y ocurrió entonces que mi espíritu fue trasladado y ascendió a los cielos y vi a los hijos de Dios. Ellos caminaban sobre llamas de fuego, sus ropas eran blancas y su cara resplandecía como el cristal.
2 Vi dos ríos de fuego, la luz de este fuego brillaba como el jacinto y caí sobre mi rostro ante el Señor de los espíritus.
3 El ángel Miguel me tomó de la mano derecha, me levantó y me condujo dentro de todos los misterios y me reveló los secretos de los justos;
(Dn. 12:1)
4 me reveló los secretos de los límites del cielo y todos los depósitos de las estrellas, de las luminarias, por donde nacen en presencia de los santos.
5 El trasladó mi espíritu dentro del cielo de los cielos y vi que allí había una edificación de cristal y entre esos cristales, lenguas de fuego vivo.
(Ac 2:34)
6 Mi espíritu vio un círculo que rodeaba de fuego esta edificación y en sus cuatro esquinas había fuentes de fuego vivo.
(Ap. 21:11)
7 Al rededor de ella había Serafines, Querubines y Ofanines, estos son los que no duermen y vigilan el trono de su gloria.
8 Vi innumerables ángeles, miles y miles, miríadas y miríadas rodeando esa edificación
9 y a Miguel, Rafael, Gabriel y Sariel y a una multitud de santos incontable.
10 Con ellos estaba la cabeza de los Días, su cabeza era blanca y pura como la lana y sus vestidos eran indescriptibles.
11 Caí sobre mi rostro, todo mi cuerpo desmayó, mi espíritu fue trasfigurado, grité con voz fuerte, con espíritu de poder y bendije, alabé y exalté.
12 Estas bendiciones que salieron de mi boca fueron  consideradas agradables ante esta Cabeza de los Días.
13 Y esta Cabeza de los Días vino con Miguel, Gabriel, Rafael y Sariel y una multitud innumerable de ángeles.
14 Vino a mí, me saludó con su voz y me dijo: "Este es el Hijo del Hombre que ha sido engendrado por la justicia, la justicia reside sobre él y la Cabeza de los Días no le abandonará".
(Dn 7:13; Za 6:12)
15 Me dijo: "Él proclamará sobre ti la paz, en nombre del mundo por venir, porque desde allí ha provenido la paz desde la creación del mundo y así la paz estará sobre ti para siempre y por toda la eternidad.
(Is 9:5)
16 Todo andará por su camino y mientras, la justicia no lo abandonará jamás, con Él vivirá, con Él su herencia y de Él no será separada nunca ni por toda la eternidad.
(Sal 85:11-14)”
                                                                 
Para la tarea que nos ocupa, un conocimiento de este género literario y sus características más señeras es de suma importancia porque una parte importante de la información al respecto se nos ha presentado en este estilo. Todo judío mínimamente instruido de los tiempos de Jesús de seguro estuvo en contacto con uno o más de los libros apocalípticos.  De hecho, parece muy obvio que Pedro o Judas o ambos están citando como Escritura fragmentos del libro pseudoepigráfico de Enoc, lo cual da cuenta del auge y la influencia que había ganado este género para la época de los apóstoles, lo cual también explicaría, en parte, la maestría que muestra Juan de Patmos al escribir su Apocalipsis, pues el estilo no es una creación suya, sino que está simplemente andando, en cuanto al estilo, en los pasos de otros.

El hecho de que el estilo tenga un trasfondo histórico es una pista importante, porque nos provee información valiosa que cuidadosamente podemos utilizar a fin de entender muchas de las imágenes que utiliza Juan y el posible significado de frases que pueden parecer oscuras para el lector moderno. Al mismo tiempo vale destacar que, el hecho de que Juan siguiera un estilo ya establecido, para nada desmerita el carácter inspirado de su libro, sino que, al contrario, esto hace que sus escritos se enmarquen en la dinámica divino-humana habitual mediante la cual Dios genera su revelación. Consideremos el interesante comentario que sobre esto hace David Lozano Medina:

“miré y, a los cuatro lados (alrededor) del Señor de los espíritus. Vi cuatro rostros… Y oí las voces de aquellos cuatro rostros que pronunciaban alabanzas ante el Señor de la gloria3” I Hen 40:2-3:

El parecido entre la visión de Juan y la descrita en 1 Hen (Henoc) es sorprendentemente igual: el trono, los santos, o justos con los veinticuatro ancianos, el número siete o las miríadas, los espíritus, cuatro rostros o cuatro seres vivientes, el trisagio, etc., no dejan duda de que Juan conocía muy bien la literatura apocalíptica y que esta fue la base para su redacción.”

El hecho de que el estilo tenga un trasfondo histórico es una pista importante, porque nos provee información valiosa que cuidadosamente podemos utilizar a fin de entender muchas de las imágenes que utiliza y el posible significado de frases que pueden parecer oscuras para el lector moderno; al mismo tiempo vale destacar que, el hecho de que Juan siguiera un estilo ya establecido, para nada desmerita el carácter inspirado de su libro, sino que, al contrario, esto hace que sus escritos se enmarquen en la dinámica divino-humana habitual mediante la cual Dios genera su revelación. Consideremos el interesante comentario que sobre esto hace David Lozano Medina:

“miré y, a los cuatro lados (alrededor) del Señor de los espíritus. Vi cuatro rostros… Y oí las voces de aquellos cuatro rostros que pronunciaban alabanzas ante el Señor de la gloria3” I Hen 40:2-3:

El parecido entre la visión de Juan y la descrita en 1 Hen (Henoc) es sorprendentemente igual: el trono, los santos, o justos con los veinticuatro ancianos, el número siete o las miríadas, los espíritus, cuatro rostros o cuatro seres vivientes, el trisagio, etc., no dejan duda de que Juan conocía muy bien la literatura apocalíptica y que esta fue la base para su redacción.”

El lenguaje de símbolos parece ser una constante en la literatura apocalíptica; el uso de figuras rupestres, híbridos de animales salvajes que dan como resultado figuras de ciencia ficción; la atribución de actividad sobrenatural a figuras terrenales; y el uso caprichoso de nombres de ciudades atribuidas a personas o lugares que geográficamente no tienen que ver con la alusión original son muy comunes. La apelación a esta forma de comunicación y la forma de interpretarla es el dolor de cabeza más grande para los lectores comunes y los exegetas de todas las corrientes. Por un lado están los que apelan al llamado método: “normal, natural, contextual, que sigue las normas de una hermenéutica histórico-gramatical”5   que, aparentemente no es otra cosa que atribuir siempre sentido literal al cumplimiento de lo que está detrás de los símbolos, (premilenialistas), y la llamada escuela alegórica o (amilenialistas) la cual, según los premilenialistas, ve los símbolos solo como una referencia velada a eventos diferentes de los que sugieren esos símbolos, o sea se trata de la escuela alegórica de interpretación.

Pero, en el fondo, da la impresión de que cada corriente usa ambos métodos, pero simplemente los aplica arbitrariamente guiados por sus preferencias teológicas. La cuestión es que, cuando se aplica esta regla inflexiblemente, muchas veces nos lleva a conclusiones que a veces favorecen nuestra doctrina y otras veces favorecen a quienes sostienen una posición diferente a la nuestra y se precisa mucha madurez cristiana y  gran valor y humildad para admitir que nuestras investigaciones, en sana exégesis nos han llevado por un sendero diferente del cual habíamos sostenido con tanto ahínco. También a veces tratar de seguir esta regla tozudamente puede llevarnos a a tener que inventar una interpetación que encaje con una regla, que está bien, para los hombres, pero en la que no podemos pretender encajonar a Dios. En otras palabras, la hermenéutica no es palabra de Dios, ni las reglas de gramática, en cambio el Espiritu Santo que es Dios nos ha sido provisto a fin de que hallemos la interpretación correcta en aquellas areas en que el referido método no nos conduzca a una interpretación armoniosa.

José Grau, citando a Wickenhauser, L. Morris, M. Boissmard y A. Feuillet, nos dice acerca del lenguaje de símbolos del Apocalipsis:

     “Hay que estudiar los símbolos del Apocalipsis desde un punto de vista intelectual, sin detenerse en estas figuras como si su literalidad o sus contornos reales fuesen lo verdaderamente importante. Se trata de un lenguaje ideológico, transmitido por medios simbólicos. El numero 7 indica plenitud; los siete cuernos y los siete ojos significan que el Cordero posee la plenitud del poder (cuerno) y de la inteligencia (ojo). Así mismo, hay que examinar desde el punto de vista ideológico cuanto atañe a colores: blanco, rojo, escarlata, etc. Todo tiene su particular significación simbólica (en algunos casos no) solo interpretando así la relación entre la visión y la configuración literaria se comprende también la disposición del libro, en el que desempeñan un papel importante las hebdómadas o series de sietes (subdivididas a menudo en 4 más 3).
     Este simbolismo es lo que perturba a muchos lectores modernos, y, en particular, la dificultad de representarse las complicadas piezas de la imaginería del vidente. Además, se tiene la impresión de que, plásticamente, unas piezas no encajan con otras. Es importante recordar que Juan es aquí un artista que emplea las palabras y que se sirve de un género literario específico; Juan no es un pintor, ni se sirve de materiales plásticos. Tenemos, pues, que buscar el significado literario de cada símbolo, no al tratar de representárnoslo en un espectáculo visual. El propósito del libro es comunicar ideas.4  […]” (las negritas dentro de la cita son mías).

En palabras llanas. El premilenialismo insiste en no alegorizar los pasajes de la Escritura, (estamos de acuerdo en no hacer de la alegoría una práctica, es cierto el método “normal, natural, contextual, que sigue las normas de una hermenéutica histórico-gramatical debe ser la norma) pero tampoco hay que satanizar la alegorización o espiritualización de algunos pasajes. ¿O no es cierto que en un sentido amplio todo el libro de Levítico, sea, en esencia, una especie de alegoría de la muerte vicaria de Cristo? Hay varios pasajes bíblicos en los que la alegoría es usada lejitimamente dentro de un cierto marco de prudencia (Ga. 4:21-31; Jn. 15: 1 y ss, Apoc. 12). La alegoría no es la tendencia predominante en los autores sagrados, pero espiritualizar eventos ocurridos en la antigüedad y atribuirles un significado distinto al original, es una práctica, si bien, infrecuente,  aceptada (I Co. 10:4). Referencias tales como, los capítulos (40-46) de Ezequiel suelen citarse como un ejemplo de pasajes que no pueden tener otra función que una alegoría estructurada, que no puede hacer alusión directa al objeto original señalado (Israel) sino que debe tener su cumplimiento en la iglesia, dados los terribles trastornos doctrinales que provocaría una interpretación literal de los mismos. 6   

Por ultimo, en este trabajo procuraremos diferenciar  entre símbolo y simbología o imagen simbólica, porque por ejemplo,  sabemos que la cruz es símbolo de redención. Pero, el letrero en la cruz, ¿simbolizaba algo?, ¿los clavos que atravesaron las manos de Jesús y horadaron la cruz, simbolizaban alguna cosa?, ¿la cruz colocada en un lugar alto, simbolizaba alguna otra cosa?, ¿tres cruces en la crucifixión, tal vez simbolizarían que el Padre el Hijo y el Espíritu Santo participan del evento de una manera mística?, como usted ve, el asunto puede seguir y seguir, y se pueden desenterrar cosas sorprendentes, algunas tan sorprendentes que estremecen por lo absurdo. Por lo mismo en las demás secciones explicaremos como distinguir entre la imagen general extraída de la simbología que a su vez se forma a partir de los símbolos individuales.


1-       (D. Brent Sandy. Traducido por Raimundo J. Ericsson. Editores: Cevallos Carlos Juan, Cevallos Luisa María, Zorzoli Alicia. Profecía Bíblica y literatura apocalíptica, cómo entender las profecías y la literatura apocalíptica. Pág. 126-130.  El Paso Texas, EE.UU. Editorial Mundo Hispano. 2004).
2-       (Escuain Vila, Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado, pág. 66, APOCALIPTICA, (LITERATURA). Editorial Clie, 1985.)
3-       (Medina Lozano David, Rabinismo y exégesis judía, un acercamiento al pensamiento de los escritores del N.T. Págs. 98, 99. Editorial Clie, 1999).
4-       (Grau José, Curso de formación teológica evangélica. Tomo VII. Escatología Final de los tiempos. Terrasa (Barcelona) España. Págs. 278, 279. Editorial Clie,  1977).  
5-       (Carballosa, Evis L, Apocalipsis, la consumación del plan eterno de Dios. Pág. 410.  Grand Rapids, Michigan. EE.UU. Editorial Portavoz, 1997).
6-       (Archer L. Gleason . Reseña critica de una introducción al Antiguo Testamento (Ezequiel) Págs. 410, 411, 412. Traducido por: A. Edwin Sipowicz  y M. Francisco Liévano R. Editorial Portavoz, Grand Rapids, Michigan EE.UU. 1987).


Preguntas y proyectos de investigación


1-       Acuda al internet e investigue acerca de los siguientes libros apocalípticos: Enoc, Baruc, el apocalipsis de Pedro, los oráculos sibilinos, jubileos. Y haga un cuadro estableciendo todas las coincidencias de lenguaje e imágenes entre estos libros y el apocalipsis de Juan.



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