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viernes, 8 de agosto de 2014

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA, LOS ACONTECIMIENTOS FINALES


Prof. Juan Alberto Galva
Fundador
Instituto Teológico de Santo Domingo 




LIBRO DE DANIEL
ANALISIS  DEL TEXTO DE MUESTRA IV
Explicación de la visión de Daniel 9.
(OBJECIONES, LA ÚLTIMA PARTE DE LA PROFECÍA)

No se puede negar que la introducción de la semana setenta es algo extraña, y es precisamente ese pequeño detalle el que causa toda la discusión sobre esta profecía. Pero, hay que tomar en cuenta, varias cosas:

Ì en primer lugar resulta difícil pensar que un ángel pueda tener un desliz y olvidar parte del discurso que debe decir, si hay algo de lo que estoy plenamente convencido es de la capacidad de articulación y de pensamiento de los ángeles. Pero, el ángel no fue quien escribió la profecía, probablemente ni siquiera fue Daniel. (Cf. Dn. 7:1)  Sin embargo, hay aquí un evidente anacoluto, es decir, una obvia ruptura del discurso. Porque si bien reconozco que el ángel no pudo tener un lapso, tampoco puedo imaginarme que se haya equivocado  anunciando que una profecía se habría de cumplir en un periodo especifico y que luego resultara que parte de la profecía se estuviera saliendo abiertamente del periodo anunciado.
Ì La conclusión obvia es entonces que la mención “por otra semana” es simplemente una llamada de atención al lector para que sepa que lo que se dijo antes entra dentro de esa “otra” semana, que de hecho, el autor se adelantó a comentar no bien terminó de hablar de la semana sesenta y nueve. Esa sería la conclusión lógica del análisis gramático histórico, pero, no es a la conclusión que llegan muchos intérpretes, más bien, en un proceso de armonización teológica hacen una maniobra que no tiene denominación gramatical, porque no es un procedimiento gramatical sino un “arreglo teológico”.   

Hay pues al menos tres formas de entender lo que el ángel reveló a Daniel:

Ü LA DISCONTINUIDAD:
Se trata de una simple digresión, una ruptura del orden del discurso y un regreso al discurso. Manteniendo la unidad del mensaje, esto es la continuidad lógica del tiempo de cumplimiento, siendo que las semanas desde un principio estaban divididas: (7), (62) y (1) igual a setenta (70). Las primeras siete, se cumplieron teniendo como inicio el decreto de Ciro como ya vimos, las sesenta y dos siguieron a las siete sin interrupción, y la última semana siguió en la mente del ángel, o del escritor, que se mantuvo hablando los acontecimientos que seguían a las sesenta y dos semanas, es decir, la setenta y más adelante pasa a la semana faltante formal propiamente dicha.
Ü EL PARENTESIS:
Otra posibilidad es la del paréntesis, pero eso no está ni explicita ni implícitamente sugerido por el texto, ni hay indicación alguna, en parte alguna de la Escritura que sustente esta teoría interpretativa. Sencillamente no es una interpretación bíblica decir, que las sesenta y nueve semanas se cumplieron y la setenta está pendiente. De hecho, de haber sido así, lo mismo que pasó con Daniel, requiriendo una explicación para entender la aparente tardanza en el cumplimiento de los 70 años aplicaría para quienes estuvieran aguardando el cumplimiento de la profecía de las setenta semanas y descubrieran que lo que se había prometido no llegaba, pero no fue necesario, pues los entendidos entendieron y vieron el fiel cumplimiento de las semanas proféticas cruciales que cerraban el ciclo profético del Antiguo Pacto.
Una cosa es que Dios revele algo a un profeta y le diga que no lo divulgue. Que limite la información que quiera darnos por el bien de sus planes y nuestro propio bien; Que encripte la información de tal manera que teniéndola frente a nosotros no podamos decodificarla; y otra muy distinta es que nos prometa algo que se debe cumplir en cuatrocientos noventa años y luego traspase las barreras del tiempo para llevar más de dos mil años y contando. Eso sencillamente no resiste análisis.
Ü EL CUMPLIMIENTO TEMPRANO:
La otra posibilidad muy interesante, es la que ve todos estos eventos cumplidos pero en el periodo de los Macabeos siglo II más o menos:

“La identificación más corriente del “ungido” quitado es Onías III, el sumo sacerdote asesinado por Antíoco Epífanes en el 171 (mencionado en 11:22). Muchos encuentran en esto una irresistible opción porque desencadenó un periodo de siete años e Jerusalén que incluyó la profanación del templo en el 167”. […] “El uso consistente de “desolación/desolador” […] es intencional. El Baal Shamen sirio (“Señor del cielo”) fue la deidad cuyo culto instituyeron en el templo y sobre el altar del sacrificio los ciudadanos sirios que fueron traídos a Jerusalén y su comandante militar Apolonio. Antíoco adoraba a esta deidad como Zeus Olímpico. La profanación perpetrada por Antíoco sirvió como prototipo para todas las profanaciones futuras. […].7

Según esta teoría la referencia al Mesías (ungido) haciendo referencia al rey escatológico sería incorrecta bajo el supuesto de que en el período de Daniel, siglo IV, no estaba aún desarrollada esta idea. Igualmente hacen referencia a que la palabra traducida Mesías príncipe, literalmente “ungido” es indefinida y por tanto se trataría de un mesías y no de el Mesías. Alegan que esta designación es usada únicamente con relación a Ciro en el A.T. (Cf. Is. 45:1). Igualmente la unción del Santo de los santos, no haría referencia al Mesías, sino al Templo propiamente el lugar santísimo que estaba en desolación y terminó siendo profanado por Antíoco. Pero si bien la exactitud milimétrica no es necesaria para un cumplimiento de la profecía, no significa que el marco profético no deba ser observado en forma alguna, los hechos a los que alude esta teoría dejan en el aire casi doscientos años de profecía. Ya que el servicio espiritual de Esdras y la restauración de las murallas de Jerusalén por Nehemías sucedió aproximadamente entre el 538 y el 432 a.C. (cien años aproximadamente). Luego entre la profanación de Antíoco IV Epífanes 175-163 a.C., (específicamente 167 a.C.), y la purificación del santuario por Judas Macabeo en el 164 a.C. (hay otros 4 años), de este modo todo el plan profético planificado en 490 años queda reducido a apenas ciento y pico de años. El programa no pudo realizarse de forma aceptable en cien años, ni puede extenderse indefinidamente miles de años. Partiendo de este entendimiento parece viable aceptar la idea de una profecía cabalmente cumplida según el esquema propuesto.

viernes, 1 de agosto de 2014

PAUTAS PARA LA INTERPRETACION PROFETICA ESCATOLOGICA VI



MANUAL DE ESCATOLOGIA 
DE LAS IMÁGENES GENERALES

Por: Juan Alberto Galva


HERRAMIENTAS Y RECURSOS DE INTERPRETACION BIBLICA 
UNA COMUNICACIÓN CONSECUENTE Y CONDESCENDIENTE

El Señor es sumamente selectivo con lo que escogió que fuera registrado en la Biblia; la Biblia nos da los nombres de las parteras que garantizaron la procreación de los hijos de Israel, (Ex. 1:15) DHH, y sin embargo se desinteresa por el nombre del Faraón que gobernaba en ese período. O quizá los autores fueron caprichosos, y Dios fue condescendiente, a sabiendas de que lo que ellos registraron y lo que omitieron en nada desvirtuaba la integridad del mensaje que él deseaba que fuera comunicado. En la Biblia prácticamente no hay definiciones técnicas de nada, tampoco hay divagaciones filosóficas conceptuales; el único libro de la Biblia que parece ajustarse un poco al modelo de argumentación y presentación de las ideas es la carta a los hebreos y quizá Eclesiastés,  fuera de ahí, todo tenemos que extraerlo o de sus declaraciones explicitas o del registro de eventos que establecen algún principio de enseñanza. En ese sentido el tema de la técnica utilizada por Dios para revelarse está condicionado por al menos tres premisas:

1-      Mis pensamientos no son vuestros pensamientos. (Is. 55:8)
2-      La multiforme gracia de Dios. (I P. 4:10), (Ef. 3:10).
3-      El es el mismo ayer hoy y siempre. (Heb. 13:8).

En primer término esto significa que no podemos adivinar los propósitos específicos de Dios, y que no tenemos derecho de hablar en nombre suyo, exceptuando cuando estemos citando su palabra contextual y legítimamente. Igualmente que en materia de enseñanza oficial y normativa para su pueblo y para la humanidad no estamos autorizados a especular sobre sus planes. En otras palabras está prohibido hacer de la especulación enseñanza autoritativa, debido al hecho de que hay un abismo insalvable entre nuestra finita comprensión y la inmensurable realidad de Dios  y su designio secreto. Si hemos de especular, nuestra audiencia debe ser advertida de que estamos planteando una mera teoría nuestra. (Is. 8:20), (Jer. 23:22), (Sal. 25:14), (II S. 7:1 y ss).

En segundo lugar significa, que Dios, no está atado a ninguna manera específica de manifestarse, él tiene libertad para comunicar sus pensamientos valiéndose de cualquier medio que considere apropiado. (Nm. 23:1 y 22), (Jn. 11:47-51), (I R. 19:12), (Mt. 28:8).

Y finalmente significa que si bien, tiene plena libertad de usar los medios que desee, no obstante, el ha sido, es y será consistente en comunicarse con nosotros en una forma que sea lo suficientemente comprensible para sus propios propósitos, y en el más de los casos su actuar, conforme a su naturaleza santa, es razonablemente “predecible”, para que su propósito se cumpla en nosotros. (Heb. 13:8), (Is. 30:21), (Am. 3:7).

Establecidas estas premisas podemos entonces examinar la evidencia bíblica sobre el “cómo” se revela  Dios en términos operativos.


PREPÁRESE PARA EL MINISTERIO CRISTIANO
En la más Sólida Institución Teológica y Vocacional
De América Hispana.




LA “MECANICA” DEL PROCESO DE REVELACION
Creo firmemente que una de las formas en como Dios muestra las cualidades de su trascendencia es a través de la comunicación. Realmente Dios se da el lujo de estar omnipresentemente e ininterrumpidamente alrededor nuestro, y al mismo tiempo hace todo eso sin entorpecer o intervenir al menos de forma perceptible en nuestras vidas y en el curso de la historia. El sigilo y la delicadeza de Dios son realmente sorprendentes.

El Señor nos da la oración, y al orar estamos postrados ante el trono de su gracia, y al mismo tiempo, a millones de años luz de su morada celestial, cuando él quiere, deja hasta que lo toquen (Mr. 6:56), que le vean las “espaldas” (Ex. 33:23), que se vean las “faldas” de su gloriosa vestidura (Is. 6:1), y hasta que se recuesten de su pecho (Jn.13:25) y se perciban los intensos latidos de su corazón. Pero la mayor parte del tiempo, después de la caída, Dios le ha hecho saber al hombre, sin mediar palabras, que Él se compadecerá de quien él se quiera compadecer y que se dejará hallar de quien él desee que lo halle. Y que las cosas se realizarán a su estilo, a su ritmo,  en su tiempo (Jer. 50:44), y nadie puede, de forma exitosa, ni porfiar ni hacer berrinche que logre cambiar esa realidad. Por tanto todo el proceso de revelación entraña al mismo tiempo un entendimiento sensible acerca de la soberanía de Dios y de su divina trascendencia

¿CÓMO ES QUE FUNCIONA?
La Biblia afirma que en el monte Sinaí a Moisés le fue mostrado un modelo de las cosas que debía edificar, (Cf. Ex. 25:40), (Heb. 8:5), en otras palabras Moisés vio, o imágenes individuales, o una secuencia ininterrumpida, el texto no es explícito del proceso en sí, por razones obvias, pero una lectura fluida y natural del texto comunica lo que habitualmente interpretamos como ver un suceso en acción. El propósito de esta visión era recibir detalles de las cosas que debía hacer con relación al Tabernáculo, así como de las innumerables piezas en que éste se componía y los materiales que necesitaría y el estilo artístico con el cual debía ser edificado, amén de todas las ordenanzas acerca del servicio en el mismo.

En este caso uno puede suponer que sí hubo, por así decirlo, un “video”, o algo muy parecido a ello. Dios requería que Moisés conociera en detalle las cosas que se le estaba mostrando, por lo mismo,  Dios se valió de una experiencia sensorial, una imagen visual; ya sea en el cuerpo o en el espíritu o en ambos, (Cf. II Co. 12:1-5) para que su siervo contemplara ordenada y detalladamente lo que Dios deseaba ver reflejado en el símbolo de su presencia en medio de su pueblo. Esto acentúa el hecho de la selectividad sobre lo que Dios da detalles y de lo que no. Todavía si admitiéramos la posibilidad de que tanto el Pentateuco como buena parte de los libros históricos recibieran sus toques finales de edición en el periodo monárquico.1 Aún en tal caso, la descripción abreviada del modelo de construcción del tabernáculo era abrumadora, lo que a mi parecer acentúa la posibilidad de que Dios mostrara un modelo dinámico de imágenes a Moisés para que éste supiera con exactitud lo que Dios esperaba del Tabernáculo. 

Más adelante, Moisés le hace al Señor una petición inusual, Moisés dice a Jehová, “yo creo que realmente somos muy buenos amigos, me has dado pruebas de esa amistad, pero, anhelo que pasemos al siguiente nivel, porqué no me dejas ver con mis ojos cómo es tu apariencia perceptible. Quiero verte así como veo a mi esposa e hijos, me encantaría tener una imagen visual de mi Dios…. ¡Qué tal!”…. (La paráfrasis libre es mía.) (Cf. Ex. 33:18).

Tal petición me imagino que habrá provocado una sobria sonrisa en el santo y sabio Dios, algo así como la expresión de la Gioconda, y quizá, en sus ángeles, una estrepitosa carcajada. Dios declara a Moisés una vez más que a fin de que su siervo conservara su integridad física, lo mejor era que no le concediera esa sentida, pero cándida petición. Pero que accedería a que pudiera observar una manifestación inédita de su majestad.

Es decir el rostro de Dios no podrá ser visto, pero algo de su gloria será observado literalmente. Moisés pudo por así decirlo palpar la gloria de Dios en la peña en la que Dios lo introdujo. (Ex. 33:23). Se ha especulado bastante sobre lo que en realidad Moisés habrá visto, debido al hecho cierto de que Dios es espíritu, pero al margen de esa realidad incuestionable, lo cierto es que la Biblia dice que “Dios le mostró” y que “Moisés vio” en conclusión Moisés ciertamente tuvo la experiencia humana que nosotros denominamos “ver” y tanto el espíritu del hombre Moisés, como Moisés el hombre mismo dieron testimonio de ello.

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